Amar, es sonreír

—Es allí —señaló el antiguo edificio con su mano.

—¿Allí? —preguntó él.

—¡Sí! —confirmó ella. Ben detuvo el auto, la lluvia continuaba cada vez más fuerte por lo que él le dejó bajar y cubrirse con su saco.

—Ve, no te preocupes. Luego lo mando a la tintorería. —Sara bajó del coche y se encaminó a la entrada del edificio, mientras Ben contemplaba su esbelta figura, sus firmes pantorrillas y su trasero.

Sara entró al edificio, comenzó a subir las escaleras y se encontró de frente con su madre quién se disponía a salir para la clínica.

—¡Hija! Vienes empapada.

—Hola, mamá. —besó su mejilla.— Está lloviendo fuerte. —Miró su reloj de pulsera —¿No es muy temprano para salir a tu trabajo?

—Sí, un poco, pero prefiero llegar antes y no llegar retrasada a mi guardia.

—Te ves muy linda hoy, mamá.

—¡Gracias! —Amanda sonrió, era la primera vez después de mucho tiempo que su hija, le daba un piropo.— Cuídate mucho. Nos vemos mañana temprano.

Amanda terminó de bajar. Sara llevaba t
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