4. JUEGO PELIGROSO (4/12)

—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.

El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.

La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autómata hasta allí y me dejé caer en uno de los sofás, sintiéndome completamente exhausta. Miré por la ventana, con la mente en blanco. Justo en ese momento, cuando Ethan salió del baño secándose el cabello con una toalla, una lluvia torrencial comenzó a azotar la ciudad. Los relámpagos iluminaban la habitación intermitentemente, y el sonido de la lluvia golpeando los cristales era ensordecedor.

Ethan se detuvo al verme en la sala. Su expresión, aunque seguía siendo seria, se había suavizado un poco. «Parece… cansado. Como si él también estuviera sufriendo por esto.» En ese instante, su teléfono sonó. Contestó en coreano, hablando en un tono bajo y pausado. Por lo que pude entender, le estaban diciendo que no era recomendable viajar en esos momentos debido a la fuerte lluvia y a la gran cantidad de fans que se habían congregado frente al hotel.

—Bien —dijo Ethan al colgar, volviéndose hacia mí—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatizó, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio.

Sus ojos, antes fríos y distantes, ahora mostraban un atisbo de agotamiento, como si toda la energía que había mantenido para la confrontación se hubiera esfumado de repente. Se pasó una mano por el pelo, despeinándolo aún más, y evitó mi mirada, fijándola en un punto indefinido de la habitación. «No quiere verme. Le resulta insoportable mi presencia.» Era como si mi presencia, ahora que la tormenta lo obligaba a aceptarla, le resultara insoportable.

Yo, por mi parte, sentí un vuelco en el estómago. Sus palabras, aunque dichas con un tono cansado, estaban cargadas de un sarcasmo que me caló hondo. «¿Se me había cumplido lo que quería? ¿De verdad piensa que yo quería esto? ¿Que quería ser rechazada de esta manera?». ¿Se me había cumplido lo que quería? ¿De verdad pensaba que yo quería estar allí, en esa situación tan incómoda, después de que me había rechazado de esa manera? Las lágrimas amenazaron con volver, pero las contuve con todas mis fuerzas. No iba a darle la satisfacción de verme llorar de nuevo. «No voy a mostrarle ni una pizca más de debilidad. Se acabó.»

Me limité a observarlo, analizando cada uno de sus gestos. Su postura tensa, la forma en que evitaba mi mirada, el ligero temblor en sus manos… todo en él gritaba agotamiento y frustración. «¿Está realmente tan molesto por mi presencia? ¿O hay algo más detrás de esa fachada de frialdad? ¿Hay algo que no me está diciendo?»

—No es lo que yo quería —dije finalmente, con la voz apenas audible. Intenté mantener la mirada fija en él, pero me resultó difícil.

Su presencia me abrumaba, me recordaba constantemente mi vulnerabilidad y mi rechazo. «¿Por qué tengo que sentirme así? ¿Por qué me afecta tanto su indiferencia?». Me sentía pequeña e insignificante bajo su mirada, aunque él ni siquiera me estuviera mirando directamente. Era como si mi existencia se hubiera reducido a nada frente a él. «Soy invisible. No significo nada para él. Soy solo una molestia, un estorbo en su vida.» Me crucé de brazos, intentando crear una barrera entre nosotros, una forma de protegerme de su frialdad. «Necesito protegerme. Necesito alejarme de él antes de que me destruya por completo.» Ethan no respondió de inmediato. Permaneció en silencio durante unos segundos que se me antojaron eternos, con la mirada perdida en la nada. «¿Qué estará pensando? ¿En mí? ¿En la farsa? ¿En otra cosa?». Finalmente, suspiró de nuevo y se dirigió al dormitorio sin decir una palabra más, dejando la tensión flotando en el aire entre nosotros. La forma en que enfatizó mi nombre, "Ariana", fue como una daga. Como si fuera una molestia, un fastidio, alguien que no deseaba tener cerca. «Ojalá pudiera desaparecer. Ojalá pudiera retroceder el tiempo y evitar todo esto.» La mirada que me dio antes de irse, fugaz pero penetrante, fue suficiente para hacerme sentir completamente miserable. «Me odia. Estoy segura de que me odia.»

Me puse el pantalón de Ethan mientras salía del baño. Aún tenía el pelo mojado y la toalla enrollada alrededor de mi pecho, justo por encima del pantalón. Al ver que Ethan me miraba fijamente desde la cama, la toalla que me envolvía se deslizó por mi cuerpo, cayendo al suelo. «¡No! ¡Qué vergüenza!». Mis senos quedaron al descubierto por un instante, y de inmediato me cubrí con la camiseta que tenía en las manos. Quise darle la espalda, avergonzada por la repentina desnudez, pero justo en ese momento escuché su voz. «Por favor, que no diga nada. Por favor, que no haga ningún comentario.»

—¿Qué haces?

Su pregunta me detuvo. Lentamente, me di la vuelta, enfrentando su mirada. Mis senos aún estaban semicubiertos por la camiseta que sostenía a la altura de mi pecho. Con una lentitud deliberada, comencé a ponérmela, deslizando la tela por mis brazos y sobre mi torso, consciente de cada segundo, de cada movimiento, de la mirada de Ethan fija en mí. «Quiero que me vea. Que me vea de verdad, sin la máscara de la novia perfecta. Quiero que vea el daño que me está haciendo.» Era como si quisiera provocar esa discusión que estaba latente entre nosotros, como si necesitara encender la chispa que haría explotar toda la tensión acumulada. «Necesito que reaccione. Necesito que sienta algo. Cualquier cosa.»

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