—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.
El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.
La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autómata hasta allí y me dejé caer en uno de los sofás, sintiéndome completamente exhausta. Miré por la ventana, con la mente en blanco. Justo en ese momento, cuando Ethan salió del baño secándose el cabello con una toalla, una lluvia torrencial comenzó a azotar la ciudad. Los relámpagos iluminaban la habitación intermitentemente, y el sonido de la lluvia golpeando los cristales era ensordecedor.
Ethan se detuvo al verme en la sala. Su expresión, aunque seguía siendo seria, se había suavizado un poco. «Parece… cansado. Como si él también estuviera sufriendo por esto.» En ese instante, su teléfono sonó. Contestó en coreano, hablando en un tono bajo y pausado. Por lo que pude entender, le estaban diciendo que no era recomendable viajar en esos momentos debido a la fuerte lluvia y a la gran cantidad de fans que se habían congregado frente al hotel.
—Bien —dijo Ethan al colgar, volviéndose hacia mí—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatizó, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio.
Sus ojos, antes fríos y distantes, ahora mostraban un atisbo de agotamiento, como si toda la energía que había mantenido para la confrontación se hubiera esfumado de repente. Se pasó una mano por el pelo, despeinándolo aún más, y evitó mi mirada, fijándola en un punto indefinido de la habitación. «No quiere verme. Le resulta insoportable mi presencia.» Era como si mi presencia, ahora que la tormenta lo obligaba a aceptarla, le resultara insoportable.
Yo, por mi parte, sentí un vuelco en el estómago. Sus palabras, aunque dichas con un tono cansado, estaban cargadas de un sarcasmo que me caló hondo. «¿Se me había cumplido lo que quería? ¿De verdad piensa que yo quería esto? ¿Que quería ser rechazada de esta manera?». ¿Se me había cumplido lo que quería? ¿De verdad pensaba que yo quería estar allí, en esa situación tan incómoda, después de que me había rechazado de esa manera? Las lágrimas amenazaron con volver, pero las contuve con todas mis fuerzas. No iba a darle la satisfacción de verme llorar de nuevo. «No voy a mostrarle ni una pizca más de debilidad. Se acabó.»
Me limité a observarlo, analizando cada uno de sus gestos. Su postura tensa, la forma en que evitaba mi mirada, el ligero temblor en sus manos… todo en él gritaba agotamiento y frustración. «¿Está realmente tan molesto por mi presencia? ¿O hay algo más detrás de esa fachada de frialdad? ¿Hay algo que no me está diciendo?»
—No es lo que yo quería —dije finalmente, con la voz apenas audible. Intenté mantener la mirada fija en él, pero me resultó difícil.
Su presencia me abrumaba, me recordaba constantemente mi vulnerabilidad y mi rechazo. «¿Por qué tengo que sentirme así? ¿Por qué me afecta tanto su indiferencia?». Me sentía pequeña e insignificante bajo su mirada, aunque él ni siquiera me estuviera mirando directamente. Era como si mi existencia se hubiera reducido a nada frente a él. «Soy invisible. No significo nada para él. Soy solo una molestia, un estorbo en su vida.» Me crucé de brazos, intentando crear una barrera entre nosotros, una forma de protegerme de su frialdad. «Necesito protegerme. Necesito alejarme de él antes de que me destruya por completo.» Ethan no respondió de inmediato. Permaneció en silencio durante unos segundos que se me antojaron eternos, con la mirada perdida en la nada. «¿Qué estará pensando? ¿En mí? ¿En la farsa? ¿En otra cosa?». Finalmente, suspiró de nuevo y se dirigió al dormitorio sin decir una palabra más, dejando la tensión flotando en el aire entre nosotros. La forma en que enfatizó mi nombre, "Ariana", fue como una daga. Como si fuera una molestia, un fastidio, alguien que no deseaba tener cerca. «Ojalá pudiera desaparecer. Ojalá pudiera retroceder el tiempo y evitar todo esto.» La mirada que me dio antes de irse, fugaz pero penetrante, fue suficiente para hacerme sentir completamente miserable. «Me odia. Estoy segura de que me odia.»
Me puse el pantalón de Ethan mientras salía del baño. Aún tenía el pelo mojado y la toalla enrollada alrededor de mi pecho, justo por encima del pantalón. Al ver que Ethan me miraba fijamente desde la cama, la toalla que me envolvía se deslizó por mi cuerpo, cayendo al suelo. «¡No! ¡Qué vergüenza!». Mis senos quedaron al descubierto por un instante, y de inmediato me cubrí con la camiseta que tenía en las manos. Quise darle la espalda, avergonzada por la repentina desnudez, pero justo en ese momento escuché su voz. «Por favor, que no diga nada. Por favor, que no haga ningún comentario.»
—¿Qué haces?
Su pregunta me detuvo. Lentamente, me di la vuelta, enfrentando su mirada. Mis senos aún estaban semicubiertos por la camiseta que sostenía a la altura de mi pecho. Con una lentitud deliberada, comencé a ponérmela, deslizando la tela por mis brazos y sobre mi torso, consciente de cada segundo, de cada movimiento, de la mirada de Ethan fija en mí. «Quiero que me vea. Que me vea de verdad, sin la máscara de la novia perfecta. Quiero que vea el daño que me está haciendo.» Era como si quisiera provocar esa discusión que estaba latente entre nosotros, como si necesitara encender la chispa que haría explotar toda la tensión acumulada. «Necesito que reaccione. Necesito que sienta algo. Cualquier cosa.»
Me puse la camiseta de Ethan. Me llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando mis piernas completamente desnudas. «Perfecto. Justo lo que necesito.» Esta camiseta es perfecta para lo que quiero lograr: molestarlo. «Quiero sacarlo de su frialdad. Quiero ver una reacción en él. La que sea.» Con esa idea fija en mi mente, me quité el pantalón de pijama que también me había dado y se lo arrojé a los pies de la cama con una deliberada falta de cuidado. «Que vea lo poco que me importa su opinión ahora.» La luz del baño seguía encendida, iluminando la habitación con una luz suave que hacía que la tela blanca de la camiseta se transparentara, revelando la silueta de mi cuerpo. Lo vi allí, en la cama, mirándome fijamente como si me desnudara con esa intensa mirada oscura sin los lentes de contacto azules. «Por fin me está mirando. Por fin me ve.» Ahora entiendo por qué lo ven irresistible las biased Ethan. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me puso nerviosa, pero al mismo tiempo
Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con l
La misma tormenta que se estaba desatando en el exterior, la lluvia comenzó a caer con fuerza. El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Yu-jin. Me dijo que era imposible viajar con la tormenta y la cantidad de fans afuera, que aprovechará el tiempo con ella y que la vuelva invitar a los eventos con la banda. «Maldición. Esto es lo que me faltaba. Estar atrapado aquí con ella. Con la mujer que me miente, con la mujer que me… confunde.»Salí del baño, secándome el pelo con una toalla, y la vi sentada en el sofá. «Sigue aquí. Atrapada conmigo. Por la tormenta. Por el destino. O por lo que sea.» La miré a los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.—Bien —dije al colgar, volviéndome hacia ella—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatice su nombre con sarcasmo, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio. «¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a pasar esta noche con ella?».Evité su mirada, fijándola
La vi moverse. Lentamente, gateando por la cama hacia mí, como una felina cautelosa. «¿Qué pretende ahora? ¿No se da cuenta de que esto es una tortura para mí?». Suplicó, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas que me quemaban más que cualquier insulto.—Por favor… no te vayas —Su voz era un hilo de voz, cargado de desesperación—. No hice nada. Te lo juro. No estuve con nadie.«Miente. Puedo olerlo. Puedo sentirlo.» La rabia volvió a rugir en mi interior, amenazando con consumirme. «¿Cree que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta de lo que pasó?».—¡Te olí! —Le grité, incapaz de contenerme más. La furia me cegaba, haciendo que mis palabras salieran como dagas envenenadas—. ¡Apestabas a alcohol con esa mezcla barata de mi perfume!Su rostro se contrajo ante mis palabras, y una mueca de dolor se dibujó en sus labios. «Sé que la estoy lastimando. Pero no puedo evitarlo. Necesito que entienda la magnitud de su error.»—Por favor… escúchame… —Volvió a suplicar, acercándose aún más. «No
«Solo hablaron. Claro. Como si eso fuera posible. Como si pudiera creer que dos personas se acercan tanto como para dejar una marca así sin que pase nada más.» La incredulidad se transformó en desprecio. «Me toma por idiota.»—Vete, Ariana —dije con voz fría y distante, apartando la mirada de su rostro—. Vete y déjame en paz. Ya no quiero verte.—¡No me voy a ir! —su insistencia a quedarse me mataba—. ¡No pasó nada con él, Ethan!«¿Por qué no se va? ¿Por qué me tortura de esta manera? ¿Acaso no entiende que me está destrozando por dentro?». La miré con rabia, con frustración, con una mezcla de emociones que me quemaban por dentro. «No puedo soportarlo más. No puedo seguir con esta farsa. No puedo seguir viéndola después de lo que ha hecho.» Su testarudez, su negativa a alejarse, era como una tortura constante, un recordatorio perpetuo de mi propia debilidad, de mi incapacidad para alejarla de mi vida. «Me está poniendo al límite. Me está obligando a enfrentarme a lo que no quiero ver,
—Bien, Ariana —dije con voz grave, cada palabra calibrada para transmitir la seriedad de mis intenciones—. Ya que insistes en quedarte, te diré lo que pienso. Te diré la verdad.Me acerqué un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros hasta que casi podía sentir el calor de su cuerpo. La miré fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de comprensión, alguna pizca de arrepentimiento.—Estoy harto de esta farsa —comencé, con la voz baja pero firme—. Estoy harto de tener que fingir delante de las cámaras, de tener que sonreír cuando por dentro me estoy muriendo. Estoy harto de que nuestra relación sea un tema constante en los medios, de que todo el mundo opine sobre nosotros, de que Chromatic se vea afectado por esta mentira.Hice una pausa, respirando profundamente para controlar la rabia que amenazaba con desbordarse.—Estoy harto de tener que ocultar mis verdaderos sentimientos —continué, con la voz temblando ligeramente—. Estoy harto de tener que callar lo que pienso, de tene
—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionad
La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro.«Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.» El eco de mis propias palabras resonaba en mi cabeza, como un mantra que intentaba convencerme de algo que aún no terminaba de creer. La miré de reojo, mientras la lluvia seguía golpeando implacablemente la ventana. Su perfil se recortaba contra la luz tenue de la habitación, una silueta delicada que contrastaba con la tormenta que se libraba en mi interior.«¿Qué sentí cuando me besó?», me pregunté, repasando cada instante de ese intercambio cargado de tensión y deseo. «Sentí… necesidad. Deseo puro, animal, una urgencia por tenerla cerca que me quemaba por dentro. Sus labios sobre los míos… fue como si e