Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»
Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»
Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»
—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con la voz cargada de desaprobación. «Justo lo que quería. Que reaccione. Que deje de ignorarme.» Sentí su cuerpo tensarse en la cama. No se movió, pero supe que no le gustaba para nada que estuviera ahí. Su mirada se endureció y sus labios se apretaron en una fina línea. «Está furioso. Pero me da igual. No voy a ceder.»
Un silencio sepulcral reinó en la habitación durante unos instantes, solo roto por el sonido de la lluvia golpeando contra la ventana. Se notaba su incomodidad, su mandíbula tensa y la forma en que sus manos se aferraban a las sábanas. «Está intentando controlarse. Pero sé que le estoy afectando. Lo veo en sus ojos.» No respondí. Me limité a cerrar los ojos, fingiendo dormir. «Si cree que me voy a ir, se equivoca. Me voy a quedar aquí. En su cama. Cerca de él.» Sabía que no iba a ser fácil, pero no iba a ceder. No esta vez. «He llegado demasiado lejos para rendirme ahora.»
Pasaron unos segundos de silencio tenso. Pensé que se quedaría así, dándome la espalda y mostrándome su descontento. «Quizás me equivoqué. Quizás no le importa en absoluto.» Pero entonces, sentí su mano rodear mi cintura, atrayéndome hacia él. «¿Qué…?». Su cuerpo se pegó al mío por detrás, y sentí su aliento caliente en mi nuca. «Oh…». Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No me esperaba esto. «¿Qué está pasando? ¿Por qué hace esto ahora?».
—¿Esto es lo que quieres, Ariana? —susurró en mi oído, con una voz que ahora sonaba extrañamente suave, casi… seductora—. «Su voz…». Está bien. Vamos a jugar. «¿Jugar? ¿A qué juego se refiere? ¿Qué está tramando?». Una mezcla de confusión, excitación y miedo se apoderó de mí. «No entiendo nada. Pero… no quiero que pare.»
(PARK ETHAN)
ESA MISMA NOCHE
Abrí la puerta de la habitación, exhausto después de la confrontación con Yu-jin y la posterior interacción con las fans. Lo único que quería era una ducha caliente y un poco de paz. Pero entonces la vi. Ariana estaba sentada en el borde de la cama, con la luz de la ciudad iluminando su silueta. «¿Qué hace aquí? ¿Por qué ha venido?». Una punzada de… ¿ira? ¿preocupación? me recorrió el cuerpo. No entendía qué estaba pasando.
Su mirada se elevó hacia mí, y noté algo diferente en ella. Algo que me puso en alerta. Había una determinación en sus ojos que no había visto antes. «Está enfadada. Muy enfadada.» Luego, mi mirada bajó a su cuello y… ahí estaba. Una pequeña marca rojiza, casi imperceptible, pero inconfundible. Sangre helada corrió por mis venas. «¿Qué demonios…?». Olfateé el aire, buscando cualquier rastro de otro perfume, y lo encontré. Un aroma masculino, amaderado, que no era mío. La rabia me invadió, una rabia ciega y primitiva que me nubló el juicio. «¿Con quién ha estado? ¿Quién se ha atrevido a tocarla?». Apreté los puños con fuerza, intentando controlar el impulso de gritar.
—Tenemos que hablar, Ethan —dijo ella, con una voz que temblaba ligeramente. Pero había firmeza en su tono, una firmeza que me desconcertó aún más.
No respondí. Estaba demasiado ocupado intentando procesar lo que acababa de ver y oler. «¿Cómo se atreve a venir aquí después de…?». La miré de arriba abajo, escaneando cada centímetro de su cuerpo, buscando alguna otra señal, alguna otra prueba de su… traición. «No puedo creerlo. Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar…».
Después de su… confesión, después de ese beso, solo pude pedirle mi teléfono y que se fuera. No podía lidiar con sus sentimientos, no ahora, no con la rabia carcomiéndome por dentro. «Necesito tiempo para procesar esto. Necesito entender qué está pasando.»
No podía dejar de pensar en sus labios sobre los míos. Un contacto inesperado, una chispa que encendió una llama que creía extinta. «¿Por qué me besa? ¿Qué está intentando demostrar?». Su sabor dulce y familiar me transportó a un pasado que me esforzaba por olvidar. Un pasado donde las sonrisas eran genuinas y los abrazos sinceros. «No puedo corresponder a esto. No debo.» Sentí la frustración en su beso, la rabia contenida, el eco de un deseo que resonaba con el mío. «¿También lo siente? ¿También anhela algo más allá de esta farsa?». Intenté mantenerme firme, resistiendo la tentación de estrecharla entre mis brazos, de devolverle el beso con la misma intensidad. «No puedo dejar que me afecte. No puedo permitir que esta cercanía me haga olvidar la verdad.» Pero su cercanía me quemaba, me recordaba lo que me estaba perdiendo, lo que habíamos perdido. «¿Por qué ahora? ¿Por qué este beso? ¿Qué significa?». Su beso era una súplica, una exigencia, una confesión. Y yo, atrapado entre la razón y el deseo, solo podía aferrarme a mi máscara de indiferencia, luchando contra la tormenta que se desataba en mi interior. «Maldita sea, Ariana. ¿Por qué me haces esto?».
La misma tormenta que se estaba desatando en el exterior, la lluvia comenzó a caer con fuerza. El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Yu-jin. Me dijo que era imposible viajar con la tormenta y la cantidad de fans afuera, que aprovechará el tiempo con ella y que la vuelva invitar a los eventos con la banda. «Maldición. Esto es lo que me faltaba. Estar atrapado aquí con ella. Con la mujer que me miente, con la mujer que me… confunde.»Salí del baño, secándome el pelo con una toalla, y la vi sentada en el sofá. «Sigue aquí. Atrapada conmigo. Por la tormenta. Por el destino. O por lo que sea.» La miré a los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.—Bien —dije al colgar, volviéndome hacia ella—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatice su nombre con sarcasmo, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio. «¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a pasar esta noche con ella?».Evité su mirada, fijándola
La vi moverse. Lentamente, gateando por la cama hacia mí, como una felina cautelosa. «¿Qué pretende ahora? ¿No se da cuenta de que esto es una tortura para mí?». Suplicó, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas que me quemaban más que cualquier insulto.—Por favor… no te vayas —Su voz era un hilo de voz, cargado de desesperación—. No hice nada. Te lo juro. No estuve con nadie.«Miente. Puedo olerlo. Puedo sentirlo.» La rabia volvió a rugir en mi interior, amenazando con consumirme. «¿Cree que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta de lo que pasó?».—¡Te olí! —Le grité, incapaz de contenerme más. La furia me cegaba, haciendo que mis palabras salieran como dagas envenenadas—. ¡Apestabas a alcohol con esa mezcla barata de mi perfume!Su rostro se contrajo ante mis palabras, y una mueca de dolor se dibujó en sus labios. «Sé que la estoy lastimando. Pero no puedo evitarlo. Necesito que entienda la magnitud de su error.»—Por favor… escúchame… —Volvió a suplicar, acercándose aún más. «No
«Solo hablaron. Claro. Como si eso fuera posible. Como si pudiera creer que dos personas se acercan tanto como para dejar una marca así sin que pase nada más.» La incredulidad se transformó en desprecio. «Me toma por idiota.»—Vete, Ariana —dije con voz fría y distante, apartando la mirada de su rostro—. Vete y déjame en paz. Ya no quiero verte.—¡No me voy a ir! —su insistencia a quedarse me mataba—. ¡No pasó nada con él, Ethan!«¿Por qué no se va? ¿Por qué me tortura de esta manera? ¿Acaso no entiende que me está destrozando por dentro?». La miré con rabia, con frustración, con una mezcla de emociones que me quemaban por dentro. «No puedo soportarlo más. No puedo seguir con esta farsa. No puedo seguir viéndola después de lo que ha hecho.» Su testarudez, su negativa a alejarse, era como una tortura constante, un recordatorio perpetuo de mi propia debilidad, de mi incapacidad para alejarla de mi vida. «Me está poniendo al límite. Me está obligando a enfrentarme a lo que no quiero ver,
—Bien, Ariana —dije con voz grave, cada palabra calibrada para transmitir la seriedad de mis intenciones—. Ya que insistes en quedarte, te diré lo que pienso. Te diré la verdad.Me acerqué un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros hasta que casi podía sentir el calor de su cuerpo. La miré fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de comprensión, alguna pizca de arrepentimiento.—Estoy harto de esta farsa —comencé, con la voz baja pero firme—. Estoy harto de tener que fingir delante de las cámaras, de tener que sonreír cuando por dentro me estoy muriendo. Estoy harto de que nuestra relación sea un tema constante en los medios, de que todo el mundo opine sobre nosotros, de que Chromatic se vea afectado por esta mentira.Hice una pausa, respirando profundamente para controlar la rabia que amenazaba con desbordarse.—Estoy harto de tener que ocultar mis verdaderos sentimientos —continué, con la voz temblando ligeramente—. Estoy harto de tener que callar lo que pienso, de tene
—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionad
La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro.«Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.» El eco de mis propias palabras resonaba en mi cabeza, como un mantra que intentaba convencerme de algo que aún no terminaba de creer. La miré de reojo, mientras la lluvia seguía golpeando implacablemente la ventana. Su perfil se recortaba contra la luz tenue de la habitación, una silueta delicada que contrastaba con la tormenta que se libraba en mi interior.«¿Qué sentí cuando me besó?», me pregunté, repasando cada instante de ese intercambio cargado de tensión y deseo. «Sentí… necesidad. Deseo puro, animal, una urgencia por tenerla cerca que me quemaba por dentro. Sus labios sobre los míos… fue como si e
(PARK ETHAN)El despertador no sonó. O al menos, no lo escuché. La cabeza me punzaba con un dolor sordo y constante, y mis ojos ardían como si tuvieran arena. Me giré en la cama, buscando a tientas mi teléfono. Las 11:30 a.m. «Mierda.» Me levanté de golpe, sintiendo un mareo momentáneo. La noche anterior… recuerdos fragmentados de discusiones, lágrimas, besos… y la insistente sensación de que nada estaba resuelto. «Ariana…» La imagen de su rostro, con los ojos llorosos y la expresión suplicante, me golpeó como un puñetazo. «¿Qué he hecho?».Pero entonces, sentí un peso suave sobre mi pecho y un calor reconfortante a mi lado. Bajé la mirada y la vi. Ariana dormía plácidamente, con la cabeza apoyada en mi pecho y un brazo rodeándome la cintura. «Mierda. Doble mierda.» La tenía justo ahí, tan cerca que podía sentir su respiración en mi piel, el suave aroma de su cabello. «¿Cómo demonios terminé durmiendo con ella?». Un torbellino de emociones me invadió: confusión, deseo, culpa… y una ex
—¿Podemos saltarla? —pregunté con el ceño fruncido, intentando no entrar en pánico por tener que estar otra vez con Ariana. «Maldita sea. No puedo con esto. No puedo fingir que todo está bien después de lo de anoche. Necesito espacio. Necesito tiempo.» Tal vez sea la costumbre de tenerla cerca que me hace ver cosas donde no las hay. «O tal vez… tal vez lo que siento es real. Y eso me aterra aún más.» No quiero hacer entrevistas, ni juegos el día de hoy. «Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.»—¡No! Claro que no, las posibilidades de que sea cancelado es un 0.1%, así que no, no vamos a cancelar nada —resoplé al escuchar la respuesta de Yun-jin. «Como siempre, pensando solo en la imagen, en el negocio. Como si mis sentimientos no importaran nada.»—Ya estoy lista, podemos irnos —apreté los labios al ver entrar por la puerta a una Ariana con un vestido azul que le quedaba espectacular. «Joder. Se ve… hermosa. Como siempre.» Desvié la mirada, inhalando fuerte, inte