—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»
—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»
Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionados, dejando un rastro húmedo en mi mejilla, en mi mandíbula, en la comisura de mis labios. «No puedo… no debo…» Intenté resistirme, tensando mi cuerpo, pero su cercanía, su aroma, el sabor de sus labios… todo me debilitaba. «Maldita sea, Ariana. ¿Por qué me haces esto?».
Sentí sus dedos enredarse en mi cabello, atrayéndome más hacia ella. Sus besos bajaron por mi cuello, dejando pequeñas mordidas que me hicieron estremecer. «Su tacto me quema. Me consume. Me hace olvidar todo lo demás.» Cerré los ojos, rindiéndome finalmente a la tormenta de sensaciones que me invadía. «No puedo luchar contra esto. No puedo luchar contra ella.»
Sus labios volvieron a encontrar los míos, en un beso profundo y desesperado. Sentí su cuerpo temblar contra el mío, su respiración entrecortada, sus manos aferrándose a mi camisa. «También me desea. También me necesita. Quizás… quizás esto no sea solo una farsa.»
—Te quiero, Ethan —Susurró entre besos, con la voz temblorosa. «Sus palabras… su tacto… me están derrumbando. Me están haciendo creer que esto puede ser real.»
Abrí los ojos y la miré. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero brillaban con una intensidad que nunca antes había visto. «¿Es posible? ¿Es posible que me ame de verdad?». La abracé con fuerza, aferrándome a ella como si fuera a desaparecer. «No quiero perderla. No quiero volver a la soledad de la farsa.»
—Yo… yo también… —Susurré, con la voz entrecortada por la emoción. No podía pronunciar las palabras. No podía confesarle mi amor después de todo lo que había pasado. Pero ella parecía entenderlo.
El beso se intensificó, volviéndose más profundo, más urgente. Sus labios se movían con una necesidad que resonaba en lo más profundo de mí. «M*****a sea, la deseo. La deseo con cada fibra de mi ser.» Sentí sus manos recorrer mi espalda, deteniéndose en la base de mi cuello, ejerciendo una leve presión que me acercaba más a ella. Su cuerpo se pegaba al mío, transmitiéndome un calor que me quemaba por dentro. «No puedo parar esto. No quiero parar esto.»
Sus besos bajaron por mi cuello, dejando un rastro de calor húmedo que me hizo estremecer. «Su tacto… me está volviendo loco.» Sentí su respiración entrecortada contra mi piel, el suave roce de sus pechos contra mi pecho. «No puedo pensar con claridad. Solo puedo sentirla. Solo puedo desearla.»
Mis manos se enredaron en su cabello, apretándola contra mí, profundizando aún más el beso. «Este beso… es una confesión. Una confesión de todo lo que siento por ella. De todo lo que he estado negando durante tanto tiempo.» El deseo crecía en mí, una llama que amenazaba con consumirme por completo. «Quiero más. Quiero sentirla mía. Quiero fundirme con ella en un solo ser.»
Pero entonces, un recuerdo me asaltó. La imagen de esa marca en su cuello, el aroma de otro hombre en su piel. «No. No puedo hacerlo. No todavía.» La imagen me golpeó como un balde de agua fría, frenando en seco el torrente de deseo que me arrastraba. «No puedo pasar por alto lo que pasó. No puedo fingir que no me importa.»
Con un esfuerzo sobrehumano, me separé lentamente de ella, respirando profundamente para recuperar el control. «Maldita sea. Esto es tan difícil.» Su mirada, llena de confusión y deseo, me quemaba por dentro. «Me está mirando como si me estuviera rogando que continúe. Como si estuviera dispuesta a darme todo lo que le pido.»
—No… —Susurré con la voz ronca, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos—. No podemos…
Sentí sus manos aferrarse a mis brazos, como si intentara evitar que me alejara. «No quiero lastimarla. Pero tampoco puedo lastimarme a mí mismo.»
—¿Por qué? —Preguntó con voz entrecortada, con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Qué pasa?
—Necesito… tiempo —Dije, intentando encontrar las palabras correctas—. Necesito que todo esto esté claro… entre nosotros.
«No puedo seguir adelante como si nada hubiera pasado. No puedo fingir que no me importa lo que pasó con ese otro hombre. Necesito entender qué significa todo esto. Necesito entender qué significa ella para mí.»
—Yo… te confesé… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Y… yo también te confesé… —Me detuve, incapaz de pronunciar la palabra "amo". «No puedo decírselo. No todavía. Hay demasiadas cosas sin resolver. Hay demasiada confusión en mi interior.»
—Y… —Susurré finalmente, con la voz temblando ligeramente—. Necesito tiempo para procesarlo. Necesito tiempo para entender lo que siento… de verdad.
La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro.«Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.» El eco de mis propias palabras resonaba en mi cabeza, como un mantra que intentaba convencerme de algo que aún no terminaba de creer. La miré de reojo, mientras la lluvia seguía golpeando implacablemente la ventana. Su perfil se recortaba contra la luz tenue de la habitación, una silueta delicada que contrastaba con la tormenta que se libraba en mi interior.«¿Qué sentí cuando me besó?», me pregunté, repasando cada instante de ese intercambio cargado de tensión y deseo. «Sentí… necesidad. Deseo puro, animal, una urgencia por tenerla cerca que me quemaba por dentro. Sus labios sobre los míos… fue como si e
(PARK ETHAN)El despertador no sonó. O al menos, no lo escuché. La cabeza me punzaba con un dolor sordo y constante, y mis ojos ardían como si tuvieran arena. Me giré en la cama, buscando a tientas mi teléfono. Las 11:30 a.m. «Mierda.» Me levanté de golpe, sintiendo un mareo momentáneo. La noche anterior… recuerdos fragmentados de discusiones, lágrimas, besos… y la insistente sensación de que nada estaba resuelto. «Ariana…» La imagen de su rostro, con los ojos llorosos y la expresión suplicante, me golpeó como un puñetazo. «¿Qué he hecho?».Pero entonces, sentí un peso suave sobre mi pecho y un calor reconfortante a mi lado. Bajé la mirada y la vi. Ariana dormía plácidamente, con la cabeza apoyada en mi pecho y un brazo rodeándome la cintura. «Mierda. Doble mierda.» La tenía justo ahí, tan cerca que podía sentir su respiración en mi piel, el suave aroma de su cabello. «¿Cómo demonios terminé durmiendo con ella?». Un torbellino de emociones me invadió: confusión, deseo, culpa… y una ex
—¿Podemos saltarla? —pregunté con el ceño fruncido, intentando no entrar en pánico por tener que estar otra vez con Ariana. «Maldita sea. No puedo con esto. No puedo fingir que todo está bien después de lo de anoche. Necesito espacio. Necesito tiempo.» Tal vez sea la costumbre de tenerla cerca que me hace ver cosas donde no las hay. «O tal vez… tal vez lo que siento es real. Y eso me aterra aún más.» No quiero hacer entrevistas, ni juegos el día de hoy. «Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.»—¡No! Claro que no, las posibilidades de que sea cancelado es un 0.1%, así que no, no vamos a cancelar nada —resoplé al escuchar la respuesta de Yun-jin. «Como siempre, pensando solo en la imagen, en el negocio. Como si mis sentimientos no importaran nada.»—Ya estoy lista, podemos irnos —apreté los labios al ver entrar por la puerta a una Ariana con un vestido azul que le quedaba espectacular. «Joder. Se ve… hermosa. Como siempre.» Desvié la mirada, inhalando fuerte, inte
Sentía la boca seca como la arena del desierto, la lengua pegada al paladar, y un nudo apretándome el estómago, una bola de nervios que amenazaba con subir por mi garganta en cualquier momento. Tragué saliva con dificultad, intentando humedecer mi boca y disimular el temblor que recorría mis manos. Las oculté bajo mis muslos, aferrándome a la tela de mis pantalones como si fueran un salvavidas. «Necesito aire. Necesito salir de aquí. Necesito que esto termine.» Mis ojos se movieron involuntariamente hacia Ariana, buscando quizás un gesto de complicidad, una mirada de apoyo, pero ella estaba absorta en una conversación con la entrevistadora, con una sonrisa brillante y una postura relajada que me resultaba exasperante. «¿Cómo puede estar tan tranquila? ¿Cómo puede fingir tan bien? ¿Acaso no le afecta todo esto?». Aparté la mirada rápidamente, sintiendo un pinchazo de celos, un dolor sordo en el pecho. «No puedo seguir con esto. No puedo seguir mintiéndome a mí mismo.» Sentía el peso de
Ariana, hasta ahora silenciosa, decidió intervenir, con una sonrisa que parecía genuina, aunque yo dudaba de todo ya. La vi inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado, como buscando mi mirada, pero me negué a darle esa satisfacción.—En realidad, hemos tenido muchas… salidas divertidas —dijo, mirándome con una mirada que no puedo descifrar. ¿Era una súplica silenciosa? ¿Una advertencia velada? ¿O simplemente una actuación más, un intento de salvar la situación ante las cámaras?—. Pero creo que lo más importante es que nos apoyamos mutuamente en nuestras carreras.«¿Apoyo mutuo? ¿De qué demonios está hablando? ¿De apoyarnos en esta mentira? ¿De fingir que nos queremos mientras nos estamos destrozando por dentro?». Pensé con amargura, apretando los puños bajo mis muslos. «Ella está jugando su papel a la perfección. Es una profesional. Y yo… yo soy el que está arruinando todo. El que no puede seguir con la farsa.» Sentí un profundo cansancio, un agotamiento que iba más allá del físico.
(ARIANA JÁUREGUI)Una semana. Siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos. Una eternidad. Eso era lo que había pasado desde la tensa entrevista y la confesión a medias de Ethan. «Te amo, Ariana…» Sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco persistente, una melodía agridulce que me llenaba de esperanza y, al mismo tiempo, de una profunda incertidumbre. «Necesito tiempo… Necesito entender lo que siento… de verdad.» Sus siguientes palabras, frías y distantes, me habían helado la sangre. ¿Qué significaba todo eso? ¿Me amaba o no? ¿Estaba arrepentido de lo que había pasado entre nosotros o simplemente asustado por las consecuencias públicas de nuestra relación falsa?Desde entonces, el silencio entre nosotros había sido casi absoluto. Apenas nos habíamos cruzado en los ensayos, y cuando lo hacíamos, él evitaba mi mirada, como si temiera que pudiera leer sus pensamientos. «Me siento como una extraña. Como si volviera a ser la chica que firmó un contrato para fingir
Después de la reunión en la cafetería con Sarah, mis pensamientos seguían dando vueltas en torno a Ethan. La conversación con mi mejor amiga me había dado un nuevo impulso, una renovada esperanza, pero la realidad era que él seguía distante, casi ausente. «Tengo que encontrar una manera de acercarme a él. Tengo que romper este muro que ha levantado entre nosotros.»De vuelta en la casa, Keyla, mi asistente, me entregó mi agenda para la semana. La revisé rápidamente, buscando alguna mención a Ethan, alguna actividad que nos obligara a interactuar. Pero nada. Solo reuniones con ejecutivos de la empresa, sesiones de fotos, entrevistas en solitario. Ni rastro de Chromatic, ni rastro de él. «Parece que el universo conspira para mantenernos separados.» Sentí una punzada de decepción, pero me negué a rendirme. «Si él no viene a mí, tendré que ir yo a él.»Justo cuando estaba a punto de tomar el teléfono para llamar a Yun-jin, la puerta de la casa se abrió de golpe y Silvia entró hecha una fu
Me giré hacia Keyla, que me miraba con una mezcla de preocupación y curiosidad.—Keyla, necesito que me consigas un vuelo a Nueva York… ¡ahora mismo! —dije con urgencia—. El primero que salga. No me importa la hora, ni la aerolínea. Solo necesito llegar allí lo antes posible.Keyla, aunque sorprendida por mi repentina decisión, no dudó en actuar. Asintió con la cabeza y se puso manos a la obra, buscando vuelos en su computadora y hablando por teléfono con las agencias de viajes. La veía teclear rápidamente, con el ceño fruncido por la concentración, y sentí un profundo agradecimiento por su apoyo incondicional.Mientras Keyla trabajaba en la reserva del vuelo, yo corría por el apartamento, recogiendo lo esencial. No tenía tiempo para empacar una maleta en condiciones. Metí en mi bolso lo primero que encontré: mi pasaporte, mi billetera, el cargador del teléfono, un cepillo de dientes y algo de maquillaje. «No necesito nada más. Solo necesito verlo a él.»—¡Ariana! —exclamó Keyla desde