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4. JUEGO PELIGROSO (11/12)

—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»

—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»

Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionados, dejando un rastro húmedo en mi mejilla, en mi mandíbula, en la comisura de mis labios. «No puedo… no debo…» Intenté resistirme, tensando mi cuerpo, pero su cercanía, su aroma, el sabor de sus labios… todo me debilitaba. «Maldita sea, Ariana. ¿Por qué me haces esto?».

Sentí sus dedos enredarse en mi cabello, atrayéndome más hacia ella. Sus besos bajaron por mi cuello, dejando pequeñas mordidas que me hicieron estremecer. «Su tacto me quema. Me consume. Me hace olvidar todo lo demás.» Cerré los ojos, rindiéndome finalmente a la tormenta de sensaciones que me invadía. «No puedo luchar contra esto. No puedo luchar contra ella.»

Sus labios volvieron a encontrar los míos, en un beso profundo y desesperado. Sentí su cuerpo temblar contra el mío, su respiración entrecortada, sus manos aferrándose a mi camisa. «También me desea. También me necesita. Quizás… quizás esto no sea solo una farsa.»

—Te quiero, Ethan —Susurró entre besos, con la voz temblorosa. «Sus palabras… su tacto… me están derrumbando. Me están haciendo creer que esto puede ser real.»

Abrí los ojos y la miré. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero brillaban con una intensidad que nunca antes había visto. «¿Es posible? ¿Es posible que me ame de verdad?». La abracé con fuerza, aferrándome a ella como si fuera a desaparecer. «No quiero perderla. No quiero volver a la soledad de la farsa.»

—Yo… yo también… —Susurré, con la voz entrecortada por la emoción. No podía pronunciar las palabras. No podía confesarle mi amor después de todo lo que había pasado. Pero ella parecía entenderlo.

El beso se intensificó, volviéndose más profundo, más urgente. Sus labios se movían con una necesidad que resonaba en lo más profundo de mí. «M*****a sea, la deseo. La deseo con cada fibra de mi ser.» Sentí sus manos recorrer mi espalda, deteniéndose en la base de mi cuello, ejerciendo una leve presión que me acercaba más a ella. Su cuerpo se pegaba al mío, transmitiéndome un calor que me quemaba por dentro. «No puedo parar esto. No quiero parar esto.»

Sus besos bajaron por mi cuello, dejando un rastro de calor húmedo que me hizo estremecer. «Su tacto… me está volviendo loco.» Sentí su respiración entrecortada contra mi piel, el suave roce de sus pechos contra mi pecho. «No puedo pensar con claridad. Solo puedo sentirla. Solo puedo desearla.»

Mis manos se enredaron en su cabello, apretándola contra mí, profundizando aún más el beso. «Este beso… es una confesión. Una confesión de todo lo que siento por ella. De todo lo que he estado negando durante tanto tiempo.» El deseo crecía en mí, una llama que amenazaba con consumirme por completo. «Quiero más. Quiero sentirla mía. Quiero fundirme con ella en un solo ser.»

Pero entonces, un recuerdo me asaltó. La imagen de esa marca en su cuello, el aroma de otro hombre en su piel. «No. No puedo hacerlo. No todavía.» La imagen me golpeó como un balde de agua fría, frenando en seco el torrente de deseo que me arrastraba. «No puedo pasar por alto lo que pasó. No puedo fingir que no me importa.»

Con un esfuerzo sobrehumano, me separé lentamente de ella, respirando profundamente para recuperar el control. «Maldita sea. Esto es tan difícil.» Su mirada, llena de confusión y deseo, me quemaba por dentro. «Me está mirando como si me estuviera rogando que continúe. Como si estuviera dispuesta a darme todo lo que le pido.»

—No… —Susurré con la voz ronca, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos—. No podemos…

Sentí sus manos aferrarse a mis brazos, como si intentara evitar que me alejara. «No quiero lastimarla. Pero tampoco puedo lastimarme a mí mismo.»

—¿Por qué? —Preguntó con voz entrecortada, con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Qué pasa?

—Necesito… tiempo —Dije, intentando encontrar las palabras correctas—. Necesito que todo esto esté claro… entre nosotros.

«No puedo seguir adelante como si nada hubiera pasado. No puedo fingir que no me importa lo que pasó con ese otro hombre. Necesito entender qué significa todo esto. Necesito entender qué significa ella para mí.»

—Yo… te confesé… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Y… yo también te confesé… —Me detuve, incapaz de pronunciar la palabra "amo". «No puedo decírselo. No todavía. Hay demasiadas cosas sin resolver. Hay demasiada confusión en mi interior.»

—Y… —Susurré finalmente, con la voz temblando ligeramente—. Necesito tiempo para procesarlo. Necesito tiempo para entender lo que siento… de verdad.

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