—¿Podemos saltarla? —pregunté con el ceño fruncido, intentando no entrar en pánico por tener que estar otra vez con Ariana. «Maldita sea. No puedo con esto. No puedo fingir que todo está bien después de lo de anoche. Necesito espacio. Necesito tiempo.» Tal vez sea la costumbre de tenerla cerca que me hace ver cosas donde no las hay. «O tal vez… tal vez lo que siento es real. Y eso me aterra aún más.» No quiero hacer entrevistas, ni juegos el día de hoy. «Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.»—¡No! Claro que no, las posibilidades de que sea cancelado es un 0.1%, así que no, no vamos a cancelar nada —resoplé al escuchar la respuesta de Yun-jin. «Como siempre, pensando solo en la imagen, en el negocio. Como si mis sentimientos no importaran nada.»—Ya estoy lista, podemos irnos —apreté los labios al ver entrar por la puerta a una Ariana con un vestido azul que le quedaba espectacular. «Joder. Se ve… hermosa. Como siempre.» Desvié la mirada, inhalando fuerte, inte
Sentía la boca seca como la arena del desierto, la lengua pegada al paladar, y un nudo apretándome el estómago, una bola de nervios que amenazaba con subir por mi garganta en cualquier momento. Tragué saliva con dificultad, intentando humedecer mi boca y disimular el temblor que recorría mis manos. Las oculté bajo mis muslos, aferrándome a la tela de mis pantalones como si fueran un salvavidas. «Necesito aire. Necesito salir de aquí. Necesito que esto termine.» Mis ojos se movieron involuntariamente hacia Ariana, buscando quizás un gesto de complicidad, una mirada de apoyo, pero ella estaba absorta en una conversación con la entrevistadora, con una sonrisa brillante y una postura relajada que me resultaba exasperante. «¿Cómo puede estar tan tranquila? ¿Cómo puede fingir tan bien? ¿Acaso no le afecta todo esto?». Aparté la mirada rápidamente, sintiendo un pinchazo de celos, un dolor sordo en el pecho. «No puedo seguir con esto. No puedo seguir mintiéndome a mí mismo.» Sentía el peso de
Ariana, hasta ahora silenciosa, decidió intervenir, con una sonrisa que parecía genuina, aunque yo dudaba de todo ya. La vi inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado, como buscando mi mirada, pero me negué a darle esa satisfacción.—En realidad, hemos tenido muchas… salidas divertidas —dijo, mirándome con una mirada que no puedo descifrar. ¿Era una súplica silenciosa? ¿Una advertencia velada? ¿O simplemente una actuación más, un intento de salvar la situación ante las cámaras?—. Pero creo que lo más importante es que nos apoyamos mutuamente en nuestras carreras.«¿Apoyo mutuo? ¿De qué demonios está hablando? ¿De apoyarnos en esta mentira? ¿De fingir que nos queremos mientras nos estamos destrozando por dentro?». Pensé con amargura, apretando los puños bajo mis muslos. «Ella está jugando su papel a la perfección. Es una profesional. Y yo… yo soy el que está arruinando todo. El que no puede seguir con la farsa.» Sentí un profundo cansancio, un agotamiento que iba más allá del físico.
(ARIANA JÁUREGUI)Una semana. Siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos. Una eternidad. Eso era lo que había pasado desde la tensa entrevista y la confesión a medias de Ethan. «Te amo, Ariana…» Sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco persistente, una melodía agridulce que me llenaba de esperanza y, al mismo tiempo, de una profunda incertidumbre. «Necesito tiempo… Necesito entender lo que siento… de verdad.» Sus siguientes palabras, frías y distantes, me habían helado la sangre. ¿Qué significaba todo eso? ¿Me amaba o no? ¿Estaba arrepentido de lo que había pasado entre nosotros o simplemente asustado por las consecuencias públicas de nuestra relación falsa?Desde entonces, el silencio entre nosotros había sido casi absoluto. Apenas nos habíamos cruzado en los ensayos, y cuando lo hacíamos, él evitaba mi mirada, como si temiera que pudiera leer sus pensamientos. «Me siento como una extraña. Como si volviera a ser la chica que firmó un contrato para fingir
Después de la reunión en la cafetería con Sarah, mis pensamientos seguían dando vueltas en torno a Ethan. La conversación con mi mejor amiga me había dado un nuevo impulso, una renovada esperanza, pero la realidad era que él seguía distante, casi ausente. «Tengo que encontrar una manera de acercarme a él. Tengo que romper este muro que ha levantado entre nosotros.»De vuelta en la casa, Keyla, mi asistente, me entregó mi agenda para la semana. La revisé rápidamente, buscando alguna mención a Ethan, alguna actividad que nos obligara a interactuar. Pero nada. Solo reuniones con ejecutivos de la empresa, sesiones de fotos, entrevistas en solitario. Ni rastro de Chromatic, ni rastro de él. «Parece que el universo conspira para mantenernos separados.» Sentí una punzada de decepción, pero me negué a rendirme. «Si él no viene a mí, tendré que ir yo a él.»Justo cuando estaba a punto de tomar el teléfono para llamar a Yun-jin, la puerta de la casa se abrió de golpe y Silvia entró hecha una fu
Me giré hacia Keyla, que me miraba con una mezcla de preocupación y curiosidad.—Keyla, necesito que me consigas un vuelo a Nueva York… ¡ahora mismo! —dije con urgencia—. El primero que salga. No me importa la hora, ni la aerolínea. Solo necesito llegar allí lo antes posible.Keyla, aunque sorprendida por mi repentina decisión, no dudó en actuar. Asintió con la cabeza y se puso manos a la obra, buscando vuelos en su computadora y hablando por teléfono con las agencias de viajes. La veía teclear rápidamente, con el ceño fruncido por la concentración, y sentí un profundo agradecimiento por su apoyo incondicional.Mientras Keyla trabajaba en la reserva del vuelo, yo corría por el apartamento, recogiendo lo esencial. No tenía tiempo para empacar una maleta en condiciones. Metí en mi bolso lo primero que encontré: mi pasaporte, mi billetera, el cargador del teléfono, un cepillo de dientes y algo de maquillaje. «No necesito nada más. Solo necesito verlo a él.»—¡Ariana! —exclamó Keyla desde
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, desde la punta de los dedos de los pies hasta la raíz del cabello. «¿Qué? ¿Cómo que no está aquí? Silvia me dio esta dirección. Tiene que haber un error.» La respiración se me entrecortó y sentí un nudo formándose en mi garganta, amenazando con ahogarme. «¿Me está evitando? ¿Me ha mentido? ¿Se ha ido sin decirme nada?». La idea de que Ethan me estuviera evitando deliberadamente me dolió más de lo que podía expresar. Sentí como si una mano invisible me apretara el corazón, exprimiéndolo hasta dejarlo vacío.—¿Está segura de que es el hotel correcto? —pregunté, intentando mantener la compostura, aunque mi voz temblaba ligeramente. Saqué mi teléfono del bolso y le mostré la dirección que Silvia me había enviado en un mensaje.El conserje revisó la dirección con detenimiento y luego me miró con una expresión de disculpa.—Sí, esta es la dirección correcta —dijo—. Pero… me parece que la banda, se cambió de hotel hace un par de días.«¿Se cambiaron de
Pero entonces, en medio de mi llanto, comencé a escuchar murmullos. Voces bajas que pronunciaban mi nombre. Levanté la cabeza lentamente, con los ojos llenos de lágrimas y la respiración entrecortada. «¿Qué está pasando?». Miré a mi alrededor y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Todos los ojos del vestíbulo estaban puestos en mí. Algunos sacaban sus teléfonos móviles, apuntándome, grabando. «No… no puede ser…»El flash de una cámara me cegó por un instante. «Me están grabando. Me están grabando teniendo un ataque de nervios en el vestíbulo de un hotel en Nueva York. Esto es… esto es un desastre.» El pánico me invadió, una ola de terror que me paralizó por un segundo. «Otro escándalo. Justo lo que necesitaba. Justo lo que necesito que vea Ethan.»Sin pensarlo dos veces, me levanté de la silla y salí corriendo del hotel. Corrí lo más rápido que pude, sin importarme la lluvia, sin importarme nada. Solo quería huir de las cámaras, de las miradas, de la humillación. «Tengo que salir d