Inicio / Romance / Sinfonía de un amor inesperado / 4. JUEGO PELIGROSO (12/12)
4. JUEGO PELIGROSO (12/12)

La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.

—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro.

«Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.» El eco de mis propias palabras resonaba en mi cabeza, como un mantra que intentaba convencerme de algo que aún no terminaba de creer. La miré de reojo, mientras la lluvia seguía golpeando implacablemente la ventana. Su perfil se recortaba contra la luz tenue de la habitación, una silueta delicada que contrastaba con la tormenta que se libraba en mi interior.

«¿Qué sentí cuando me besó?», me pregunté, repasando cada instante de ese intercambio cargado de tensión y deseo. «Sentí… necesidad. Deseo puro, animal, una urgencia por tenerla cerca que me quemaba por dentro. Sus labios sobre los míos… fue como si el tiempo se detuviera, como si todo lo demás desapareciera. Solo éramos ella y yo, conectados por un beso que gritaba todo lo que no nos atrevíamos a decir en palabras.»

Cerré los ojos por un momento, reviviendo la sensación de su tacto. «Sus manos en mi cabello… su aliento en mi cuello… su cuerpo pegado al mío… sentí cada curva, cada roce, cada temblor. Fue… intoxicante. Me hizo olvidar, aunque solo fuera por un instante, la rabia, la desconfianza, el dolor. Me hizo creer, aunque fuera una ilusión, que todo podía ser diferente.»

Pero entonces, la imagen de la marca en su cuello volvía a aparecer, como un fantasma que me recordaba la realidad. «Ese beso… esas caricias… ¿fueron reales para ella? ¿O solo fueron una estrategia para convencerme de algo? ¿Para manipularme? ¿Para hacerme olvidar lo que pasó?». La duda me carcomía, envenenando los recuerdos de ese momento de intimidad.

«¿Qué sentí yo?», volví a preguntarme, intentando separar el deseo de la confusión. «Sentí… una profunda contradicción. Deseaba con todas mis fuerzas corresponder a sus besos, abrazarla con fuerza y no soltarla jamás. Pero al mismo tiempo, sentía un rechazo visceral, una necesidad de alejarme, de protegerme de su traición. Era como si dos fuerzas opuestas tiraran de mí en direcciones contrarias, desgarrándome por dentro.»

Abrí los ojos y volví a mirarla. Seguía allí, con la mirada perdida en la ventana, ajena a la tormenta que se libraba en mi interior. «¿Qué siente ella ahora? ¿Se arrepiente? ¿Está asustada? ¿O simplemente está intentando calcular sus próximos movimientos?». No podía leerla. No podía entenderla. Y esa era la peor parte.

«Necesito tiempo», me repetí, como si intentara convencerme a mí mismo. «Necesito tiempo para procesar todo esto. Necesito tiempo para entender qué significaron esos besos, esas caricias. Necesito tiempo para decidir si puedo perdonarla. Necesito tiempo para decidir si puedo amarla.» Y, sobre todo, necesitaba tiempo para averiguar si lo que sentía por ella era real, o simplemente una consecuencia más de esta m*****a farsa.

—Necesito… tiempo —Dije, intentando encontrar las palabras correctas—. Necesito que todo esto esté claro… entre nosotros. «No puedo seguir adelante como si nada hubiera pasado. No puedo fingir que no me importa lo que pasó con ese otro hombre. Necesito entender qué significa todo esto. Necesito entender qué significa ella para mí.»

—Yo… te confesé… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Y… yo también te confesé… —Me detuve, incapaz de pronunciar la palabra "amo". «No puedo decírselo. No todavía. Hay demasiadas cosas sin resolver. Hay demasiada confusión en mi interior.»

—Y… —Susurré finalmente, con la voz temblando ligeramente—. Necesito tiempo para procesarlo. Necesito tiempo para entender lo que siento… de verdad. «Necesito tiempo para decidir si puedo perdonarla. Necesito tiempo para decidir si puedo confiar en ella otra vez. Necesito tiempo para decidir si puedo amar a alguien que me ha lastimado de esta manera.»

La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.

—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro. «Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.»

Un silencio denso se instaló entre nosotros, roto solo por el sonido implacable de la lluvia contra la ventana. La miré a los ojos, buscando alguna señal, alguna pista de lo que estaba pensando. Su rostro era una máscara indescifrable, una mezcla de dolor, confusión y… ¿esperanza? «¿Entiende lo que estoy intentando decirle? ¿Entiende que no la estoy rechazando, sino que estoy luchando contra mis propios demonios?».

Ella no dijo nada. Simplemente me miró, con los ojos fijos en los míos, como si estuviera intentando leer mi alma. Sus labios temblaban ligeramente, y una lágrima solitaria resbaló por su mejilla. «Me duele verla así. Me duele ser la causa de su dolor. Pero no puedo hacer otra cosa. No ahora.»

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, ella asintió lentamente. Un pequeño gesto apenas perceptible, pero que me transmitió un mensaje claro: entendía. O al menos, lo intentaba.

Me di la vuelta, dándole la espalda una vez más. No podía seguir mirándola. No podía seguir viendo la tristeza en sus ojos. Necesitaba espacio. Necesitaba tiempo. Necesitaba estar solo con mis pensamientos.

Caminé hacia la ventana, apoyando la frente en el frío cristal. La lluvia seguía cayendo con fuerza, como si el cielo estuviera llorando conmigo. Cerré los ojos, respirando profundamente, intentando calmar el torbellino de emociones que me sacudía por dentro. «¿Qué va a pasar ahora? ¿Podremos superar esto? ¿Podremos reconstruir lo que nunca existió? ¿O este es el final de nuestra historia?».

No tenía respuestas. Solo incertidumbre, dolor y una profunda sensación de confusión. Pero una cosa sí sabía: necesitaba tiempo. Necesitaba tiempo para sanar, necesitaba tiempo para entender, necesitaba tiempo para decidir. Y esperaba, con todo mi corazón, que ella me lo diera.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP