(ARIANA JÁUREGUI)Una semana. Siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos. Una eternidad. Eso era lo que había pasado desde la tensa entrevista y la confesión a medias de Ethan. «Te amo, Ariana…» Sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco persistente, una melodía agridulce que me llenaba de esperanza y, al mismo tiempo, de una profunda incertidumbre. «Necesito tiempo… Necesito entender lo que siento… de verdad.» Sus siguientes palabras, frías y distantes, me habían helado la sangre. ¿Qué significaba todo eso? ¿Me amaba o no? ¿Estaba arrepentido de lo que había pasado entre nosotros o simplemente asustado por las consecuencias públicas de nuestra relación falsa?Desde entonces, el silencio entre nosotros había sido casi absoluto. Apenas nos habíamos cruzado en los ensayos, y cuando lo hacíamos, él evitaba mi mirada, como si temiera que pudiera leer sus pensamientos. «Me siento como una extraña. Como si volviera a ser la chica que firmó un contrato para fingir
Después de la reunión en la cafetería con Sarah, mis pensamientos seguían dando vueltas en torno a Ethan. La conversación con mi mejor amiga me había dado un nuevo impulso, una renovada esperanza, pero la realidad era que él seguía distante, casi ausente. «Tengo que encontrar una manera de acercarme a él. Tengo que romper este muro que ha levantado entre nosotros.»De vuelta en la casa, Keyla, mi asistente, me entregó mi agenda para la semana. La revisé rápidamente, buscando alguna mención a Ethan, alguna actividad que nos obligara a interactuar. Pero nada. Solo reuniones con ejecutivos de la empresa, sesiones de fotos, entrevistas en solitario. Ni rastro de Chromatic, ni rastro de él. «Parece que el universo conspira para mantenernos separados.» Sentí una punzada de decepción, pero me negué a rendirme. «Si él no viene a mí, tendré que ir yo a él.»Justo cuando estaba a punto de tomar el teléfono para llamar a Yun-jin, la puerta de la casa se abrió de golpe y Silvia entró hecha una fu
Me giré hacia Keyla, que me miraba con una mezcla de preocupación y curiosidad.—Keyla, necesito que me consigas un vuelo a Nueva York… ¡ahora mismo! —dije con urgencia—. El primero que salga. No me importa la hora, ni la aerolínea. Solo necesito llegar allí lo antes posible.Keyla, aunque sorprendida por mi repentina decisión, no dudó en actuar. Asintió con la cabeza y se puso manos a la obra, buscando vuelos en su computadora y hablando por teléfono con las agencias de viajes. La veía teclear rápidamente, con el ceño fruncido por la concentración, y sentí un profundo agradecimiento por su apoyo incondicional.Mientras Keyla trabajaba en la reserva del vuelo, yo corría por el apartamento, recogiendo lo esencial. No tenía tiempo para empacar una maleta en condiciones. Metí en mi bolso lo primero que encontré: mi pasaporte, mi billetera, el cargador del teléfono, un cepillo de dientes y algo de maquillaje. «No necesito nada más. Solo necesito verlo a él.»—¡Ariana! —exclamó Keyla desde
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, desde la punta de los dedos de los pies hasta la raíz del cabello. «¿Qué? ¿Cómo que no está aquí? Silvia me dio esta dirección. Tiene que haber un error.» La respiración se me entrecortó y sentí un nudo formándose en mi garganta, amenazando con ahogarme. «¿Me está evitando? ¿Me ha mentido? ¿Se ha ido sin decirme nada?». La idea de que Ethan me estuviera evitando deliberadamente me dolió más de lo que podía expresar. Sentí como si una mano invisible me apretara el corazón, exprimiéndolo hasta dejarlo vacío.—¿Está segura de que es el hotel correcto? —pregunté, intentando mantener la compostura, aunque mi voz temblaba ligeramente. Saqué mi teléfono del bolso y le mostré la dirección que Silvia me había enviado en un mensaje.El conserje revisó la dirección con detenimiento y luego me miró con una expresión de disculpa.—Sí, esta es la dirección correcta —dijo—. Pero… me parece que la banda, se cambió de hotel hace un par de días.«¿Se cambiaron de
Pero entonces, en medio de mi llanto, comencé a escuchar murmullos. Voces bajas que pronunciaban mi nombre. Levanté la cabeza lentamente, con los ojos llenos de lágrimas y la respiración entrecortada. «¿Qué está pasando?». Miré a mi alrededor y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Todos los ojos del vestíbulo estaban puestos en mí. Algunos sacaban sus teléfonos móviles, apuntándome, grabando. «No… no puede ser…»El flash de una cámara me cegó por un instante. «Me están grabando. Me están grabando teniendo un ataque de nervios en el vestíbulo de un hotel en Nueva York. Esto es… esto es un desastre.» El pánico me invadió, una ola de terror que me paralizó por un segundo. «Otro escándalo. Justo lo que necesitaba. Justo lo que necesito que vea Ethan.»Sin pensarlo dos veces, me levanté de la silla y salí corriendo del hotel. Corrí lo más rápido que pude, sin importarme la lluvia, sin importarme nada. Solo quería huir de las cámaras, de las miradas, de la humillación. «Tengo que salir d
(PARK ETHAN)Mi teléfono vibró sobre la mesa, sacándome de la nebulosa de pensamientos en la que me encontraba sumido. Lo tomé entre mis manos, deslizando el dedo por la pantalla para ver las notificaciones. Varios mensajes y llamadas perdidas de Ariana inundaban mi buzón. «¿Qué querrá ahora? ¿Después de todo lo que pasó?». Un escalofrío me recorrió el cuerpo, una mezcla de ansiedad y culpa. No había tenido el valor de responderle desde la entrevista, desde que le pedí tiempo. «Necesito tiempo… para entender lo que siento… de verdad.» Esas palabras resonaban en mi cabeza como un eco constante, recordándome la mentira que estaba viviendo.Abrí uno de los mensajes. Era un mensaje de voz. Dudé por un instante, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, antes de presionar el botón de reproducción. Su voz, suave y temblorosa, llenó la habitación. No entendí bien lo que decía, solo escuché fragmentos entrecortados por sollozos. «Está llorando. ¿Qué le pasa? ¿Por qué está tan mal?». La
«Mierda. Me han pillado.» Sentí mis mejillas arder. Bajé la mirada, incapaz de sostener la de Ji-woo. «Tiene razón. Hay algo entre nosotros. Hay algo real. Pero no puedo decírselo. No puedo arriesgarme a perderla.»—Fue… un momento de debilidad —murmuré, intentando restarle importancia al asunto—. No significa nada.—¿Un momento de debilidad? —repitió Ji-woo con sarcasmo—. ¿En serio? Parecía algo más que eso. Parecía… conexión.Sentí la mirada de todos sobre mí, escrutándome, juzgándome. «Tengo que mantener la compostura. Tengo que seguir con la mentira. No puedo dejar que vean lo que realmente siento.»—No hay nada entre nosotros —insistí, con voz firme, aunque por dentro me estuviera desmoronando. Sentía la garganta seca y un nudo opresivo en el pecho. «Solo es un contrato. Una mentira. Pero tengo que mantenerla. Por ellos. Por Chromatic.»—Y tenemos que mantenerlo. Por el bien de la banda.—¿Por el bien de la banda? —repitió Tae-yang, con una amargura que nunca le había oído. Se lev
Apreté los labios, encogiéndome de hombros. No tenía una respuesta convincente. La verdad era que yo tampoco entendía cómo habíamos llegado a este punto. Todo había comenzado como una simple estrategia de marketing, algo pequeño y manejable, pero se había convertido en una bola de nieve que nos arrastraba a todos.—No lo sé —admití, con la voz apenas un susurro—. Yo solo… sé que estoy metido en esto desde hace tres años ya, y acabo de darme cuenta, la noche del concierto, justo antes de la entrevista… antes de toda esta mierda… que tengo sentimientos reales por ella.El silencio que siguió a mis palabras fue ensordecedor. Podía sentir la tensión en la sala, la incredulidad y la furia contenida de mis compañeros.—¡Esto es una completa locura! —explotó Min-ho, levantándose de golpe de la silla. La mirada que me dirigió prometía venganza—. ¡Me estás volviendo loco, Ethan! ¿Por qué demonios están haciendo esto sin consultarnos? ¡Nos están involucrando a nosotros! ¡No solo eres tú, Ji-hoo