—¿Sabes qué, Jae-hyun? —continuó Ha-neul, con la voz baja y peligrosa—. Siempre pensé que eras el más listo de nosotros. El que tenía la cabeza sobre los hombros. Pero me equivoqué. Eres igual de idiota que el resto. O peor. Porque tú, además, eres un cobarde. Un maldito cobarde que prefiere esconderse detrás de las faldas de Yu-jin antes de asumir sus errores.El silencio en la sala se hizo aún más denso. La tensión era palpable, casi física. Podía sentir la mirada de todos clavada en Jae-hyun, esperando su reacción. Yo mismo lo miraba con preocupación, temiendo que la situación escalara aún más.Ha-neul continuó, sin apartar la mirada de Jae-hyun, con una crueldad que me heló la sangre.—Nos has traicionado a todos, Jae-hyun —dijo, con la voz cargada de veneno—. Has traicionado nuestra amistad, nuestra música, nuestro sueño. Y todo… ¿por qué? ¿Por un poco más de fama? ¿Por un poco más de dinero? ¿Valió la pena? ¿Valió la pena perderlo todo por esta estúpida farsa?Se detuvo un momen
El silencio que siguió a sus palabras fue aún más doloroso que cualquier grito. Sentí la mirada de todos clavada en mí, llena de reproche, de decepción, de una profunda tristeza. «Ha-neul tiene razón. Los estoy arrastrando a todos a esto. Los estoy poniendo en peligro.»Tae-yang, con la voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas, intentó mediar, como siempre. Pero esta vez, su voz sonaba débil, casi sin esperanza.—¡Somos una banda! —dijo, con la voz entrecortada—. ¡Somos… éramos una familia! Se supone que tenemos que apoyarnos, no podemos permitir que esto nos separe.—¿Apoyarlo? —Ha-neul soltó una carcajada amarga—. ¿Apoyar a un tipo que nos ha mentido a la cara durante años? ¿A un tipo que nos ha usado para su propio beneficio? ¡Por favor, Tae-yang, abre los ojos!Min-ho, que hasta ahora había permanecido en silencio, con la mirada fija en el suelo, finalmente levantó la cabeza. Sus ojos estaban rojos, inyectados en sangre, y su mandíbula estaba tensa.—Ha-neul tiene razón —dijo,
El silencio de Ethan era ensordecedor. Después de mi viaje fallido a Nueva York, después del escándalo que se desató en internet, no había recibido ni una llamada, ni un mensaje, ni una señal de vida. Era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. «¿De verdad esto se acabó? ¿De verdad no le importo en absoluto?». La incertidumbre me carcomía por dentro, alimentando un vacío que crecía con cada hora que pasaba. Me sentía como un barco a la deriva, sin timón ni brújula, perdida en un mar de confusión y dolor.Los días se convirtieron en una nebulosa de tristeza y apatía. Apenas salía de mi apartamento, y cuando lo hacía, me esforzaba por ocultar la profunda tristeza que me embargaba. No quería preocupar a nadie, no quería que nadie viera lo destrozada que me sentía por dentro. «Tengo que ser fuerte. Tengo que superar esto. Pero… ¿cómo? ¿Cómo se supera el amor que sientes por alguien que te ignora?».En medio de este torbellino emocional, mi mejor amiga, Sarah, y mi hermano, Dav
Sus palabras me dieron un nuevo aliento, una pequeña chispa de esperanza en medio de la oscuridad. Sentí que una fuerza renovada nacía en mi interior. «David tiene razón. No puedo rendirme. No voy a rendirme. Tengo que luchar por lo que siento. Tengo que luchar por él.»—Gracias, David —dije, con una pequeña sonrisa que apenas se notaba, sintiendo el calor de su abrazo reconfortándome—. Gracias por estar aquí.—Siempre estaré aquí para ti, Ari —respondió David, apretándome un poco más fuerte. Su abrazo era cálido y protector, un refugio seguro en medio de la tormenta. Sentí su cercanía, su apoyo incondicional, y por un momento, me sentí un poco mejor. «Tengo a mi familia. Tengo a David. No estoy sola en esto.» Pero la duda seguía ahí, latente, como una sombra oscura en mi corazón.Me separé un poco de él, mirándolo a los ojos. La luz de la luna iluminaba su rostro, mostrando una expresión de preocupación genuina.—¿Y qué me aconsejas que hagamos con el contrato? —pregunté, con la voz
—Le estaba contando a mamá con respecto a Ethan —dije, con la voz entrecortada—. Nos hemos enamorado.Papá me miró con atención, asintiendo lentamente. Luego, dirigió su mirada a Mamá, quien le explicó brevemente la situación del contrato. Vi la sorpresa y la preocupación reflejadas en su rostro al escuchar sobre el acuerdo.—Así que… —dijo Papá, volviendo a mirarme, con una mezcla de ternura y preocupación en los ojos—. Estás enamorada de él… a pesar de todo.Asentí nuevamente, sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas.Papá me rodeó con sus brazos, dándome un fuerte abrazo. Sentí su calor, su apoyo incondicional.—Estoy orgulloso de ti, hija —dijo, con la voz llena de cariño—. Eres muy valiente.El abrazo de Papá fue un bálsamo para mi corazón roto. A pesar de la incertidumbre y el miedo, sentí un rayo de esperanza. Tenía a mi familia. Tenía su apoyo. Y eso, en ese momento, era lo más importante.—¡Ricardo! Es un contrato millonario… —exclamó Mamá, con la voz cargada de exasp
«¿Qué? ¿Está hablando en serio?», pensé, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho. «¡No puedo permitir que hagan eso! ¡Es una mentira!».—¡No! —exclamé, poniéndome de pie—. ¡No pueden hacer eso! ¡Es una mentira!—Lo sé, Ariana —dijo Mamá, con la voz cansada—. Lo sé. Pero es la única manera de controlar la situación. De salvar el contrato.—¡Pero no quiero que mientan por mí! —insistí, con las lágrimas corriendo por mis mejillas—. ¡No quiero vivir otra mentira!—Lo entiendo, cariño —dijo Papá, acercándose a mí y abrazándome con fuerza—. Pero a veces hay que tomar decisiones difíciles.A pesar de mis protestas, el comunicado se publicó. En cuestión de minutos, las redes sociales se inundaron de comentarios. Era como si se hubiera abierto una compuerta, dejando salir un torrente de opiniones, especulaciones y juicios. Algunos creían la versión oficial, otros la cuestionaban con suspicacia, y otros simplemente se burlaban de la situación, convirtiéndonos en el blanco de sus chistes
(PARK ETHAN)La imagen de Ariana con los ojos llenos de lágrimas y la voz temblorosa se repetía en mi mente como un disco rayado. Me sentía culpable, sí, pero también confundido y frustrado. «Necesito respuestas», me repetía, caminando de un lado a otro en la habitación del hotel. La sospecha sobre la madre de Ariana, que siempre había rondado en mi cabeza, ahora se había convertido en una certeza incómoda. Ella estaba detrás de todo. Ella era la arquitecta de esta farsa.Tomé mi teléfono y comencé a buscar vuelos. Necesitaba ver a Ariana, necesitaba hablar con ella cara a cara, lejos de las cámaras, de los managers, de las mentiras. Necesitaba saber la verdad directamente de sus labios. Encontré un vuelo para Tokio que salía esa misma noche. «Perfecto», pensé. Un lugar lejano, un nuevo comienzo, aunque fuera por unos días.Compré el boleto sin dudarlo y le envié una foto de la confirmación a Ariana, junto con un breve mensaje: “Te espero en Tokio. Necesitamos hablar”. Luego, la llamé
(PARK ETHAN)El jet lag me taladraba el cráneo, pero la adrenalina era un chute de energía. Me había pasado el día entero con una sonrisa de plástico pegada a la cara, dando entrevistas y posando para fotos. Todo un teatro. Por dentro, solo existía Ariana, su llegada a Tokio, la conversación que nos debíamos. Yu-jin me había presionado hasta el límite para que cumpliera con mis obligaciones, recordándome las nefastas consecuencias legales si me negaba. «Como si me importaran las consecuencias ahora mismo», pensé con amargura. Lo único que me importaba era ella.Por fin, llegó la hora. La dichosa premiación era esa misma noche, pero me importaba un bledo. Me escurrí del hotel con el traje más elegante que encontré en el vestuario que preparó para nosotros Yu-jin. Quiero que sus ojos solo me miren a mí. Necesitaba verla, tenerla cerca.Llegué al aeropuerto y me planté en la sala de llegadas, con el corazón latiendo a mil. El aire acondicionado apenas mitigaba el calor que sentía en la c