—Bien, Ariana —dije con voz grave, cada palabra calibrada para transmitir la seriedad de mis intenciones—. Ya que insistes en quedarte, te diré lo que pienso. Te diré la verdad.
Me acerqué un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros hasta que casi podía sentir el calor de su cuerpo. La miré fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de comprensión, alguna pizca de arrepentimiento.
—Estoy harto de esta farsa —comencé, con la voz baja pero firme—. Estoy harto de tener que fingir delante de las cámaras, de tener que sonreír cuando por dentro me estoy muriendo. Estoy harto de que nuestra relación sea un tema constante en los medios, de que todo el mundo opine sobre nosotros, de que Chromatic se vea afectado por esta mentira.
Hice una pausa, respirando profundamente para controlar la rabia que amenazaba con desbordarse.
—Estoy harto de tener que ocultar mis verdaderos sentimientos —continué, con la voz temblando ligeramente—. Estoy harto de tener que callar lo que pienso, de tener que reprimir lo que siento. Estoy harto de esta constante tensión, de esta continua lucha entre lo que quiero y lo que debo hacer.
Aparté la mirada por un instante, sintiendo las lágrimas picar en mis ojos. No quería mostrarle mi vulnerabilidad. No quería que viera el dolor que me estaba causando.
—Estoy harto de sentirme dividido —dije finalmente, volviendo a mirarla a los ojos—. Dividido entre mi amor por Chromatic y… —Me detuve, incapaz de pronunciar la siguiente palabra. «Dividido entre mi amor por Chromatic y… por ti.» Ese pensamiento resonó en mi cabeza como un trueno, pero me negué a verbalizarlo. No podía decirle que la amaba. No después de lo que había pasado. No después de la traición.
En lugar de eso, terminé la frase con una mentira a medias:
—Dividido entre mi amor por Chromatic y la responsabilidad que siento hacia mi banda, hacia mi música, hacia mis compañeros. Esta farsa nos está destruyendo a todos. Y no voy a permitirlo más.
Con estas palabras, le había dicho la verdad, o al menos una parte de ella. Le había expresado mi frustración, mi hartazgo, mi dolor. Le había mostrado la magnitud del daño que esta farsa estaba causando. Pero me había guardado lo más importante. Me había guardado mis verdaderos sentimientos hacia ella. Porque, aunque me doliera admitirlo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, lo amo. Y ese era un secreto que estaba dispuesto a llevarse a la tumba. «No puedo decirle la verdad. No puedo confesarle que la amo. No después de lo que pasó. No después de la traición. No me perdonaría a mí mismo ser tan débil.»
Pero entonces, algo cambió. La vi. Sus ojos, antes llenos de desafío y lágrimas, ahora reflejaban una profunda tristeza, una vulnerabilidad que me llegó hasta el alma. «¿También está sufriendo? ¿También le duele todo esto?». Sentí mis defensas comenzar a resquebrajarse, la coraza que había construido alrededor de mi corazón comenzando a ceder. «No puedo seguir con esto. No puedo seguir mintiéndole. No puedo seguir mintiéndome a mí mismo.»
Sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, resbalando por mis mejillas sin que pudiera detenerlas. «M*****a sea. No quería que me viera así. No quería mostrarle mi debilidad.» Bajé la mirada, avergonzado, intentando ocultar mi rostro. Pero ya era demasiado tarde.
Sentí sus brazos rodearme, un abrazo cálido y reconfortante que me tomó por sorpresa. «No… no puedo…» Intenté resistirme, tensando mi cuerpo, negándome a corresponder al abrazo. «No puedo dejar que me toque. No puedo dejar que me consuele. No me lo merezco.» Pero su abrazo se intensificó, apretándome con fuerza contra su cuerpo, y poco a poco, mi resistencia comenzó a ceder. «Maldición… se siente tan bien…».
Finalmente, me rendí. Dejé que mis brazos la rodearan también, aferrándome a ella como si fuera un náufrago a una tabla de salvación. «Necesito este abrazo. Necesito su cercanía. Necesito sentirla cerca, aunque solo sea por un momento.» Lloré en su hombro, dejando que las lágrimas fluyeran libremente, liberando todo el dolor, la frustración y el amor que había estado reprimiendo durante tanto tiempo. «Me siento tan aliviado… tan vulnerable… tan… amado.»
Después de unos minutos que se sintieron como una eternidad, me separé lentamente de ella, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano. La miré a los ojos, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. «Tengo que decirle la verdad. Tengo que confesarle lo que siento. Ya no puedo seguir ocultándolo.»
—Lo que siento por ti… —comencé, con la voz temblando ligeramente—. Es…
Respiré profundamente, reuniendo todo mi valor.
—…Es que te amo, Ariana. —confesé finalmente, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. «Ahí está. Lo he dicho. He confesado mi secreto más profundo. Ahora ya no hay vuelta atrás.»
Sus ojos se abrieron de par en par, llenándose de lágrimas que esta vez sí comenzaron a resbalar por sus mejillas.
—¿Qué… qué sientes por mí? —preguntó con voz entrecortada, con la mirada fija en mis ojos.
La miré a los ojos, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
—Te amo, Ariana —repetí, con una voz más firme esta vez—. Te amo más de lo que puedo expresar con palabras. Te amo desde hace mucho tiempo, y ni yo lo sabía.
—¿Si podemos estar juntos? —Preguntó con una voz tan suave que apenas pude oírla. Sus palabras resonaron en mi interior, despertando una esperanza que creía enterrada bajo capas de desconfianza y dolor. «¿De verdad cree que es tan sencillo? ¿Después de todo lo que hemos pasado? ¿Después de todas las mentiras?».
—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionad
La miré a los ojos, con una sinceridad que me dolía hasta los huesos.—No puedo… no puedo ir más allá… hasta que todo esto esté claro. No puedo… hasta que esté seguro.«Necesito estar seguro de que lo que siento es real. Necesito estar seguro de que ella siente lo mismo. Necesito estar seguro de que podemos superar esto. Necesito estar seguro de que vale la pena luchar por nosotros.» El eco de mis propias palabras resonaba en mi cabeza, como un mantra que intentaba convencerme de algo que aún no terminaba de creer. La miré de reojo, mientras la lluvia seguía golpeando implacablemente la ventana. Su perfil se recortaba contra la luz tenue de la habitación, una silueta delicada que contrastaba con la tormenta que se libraba en mi interior.«¿Qué sentí cuando me besó?», me pregunté, repasando cada instante de ese intercambio cargado de tensión y deseo. «Sentí… necesidad. Deseo puro, animal, una urgencia por tenerla cerca que me quemaba por dentro. Sus labios sobre los míos… fue como si e
(PARK ETHAN)El despertador no sonó. O al menos, no lo escuché. La cabeza me punzaba con un dolor sordo y constante, y mis ojos ardían como si tuvieran arena. Me giré en la cama, buscando a tientas mi teléfono. Las 11:30 a.m. «Mierda.» Me levanté de golpe, sintiendo un mareo momentáneo. La noche anterior… recuerdos fragmentados de discusiones, lágrimas, besos… y la insistente sensación de que nada estaba resuelto. «Ariana…» La imagen de su rostro, con los ojos llorosos y la expresión suplicante, me golpeó como un puñetazo. «¿Qué he hecho?».Pero entonces, sentí un peso suave sobre mi pecho y un calor reconfortante a mi lado. Bajé la mirada y la vi. Ariana dormía plácidamente, con la cabeza apoyada en mi pecho y un brazo rodeándome la cintura. «Mierda. Doble mierda.» La tenía justo ahí, tan cerca que podía sentir su respiración en mi piel, el suave aroma de su cabello. «¿Cómo demonios terminé durmiendo con ella?». Un torbellino de emociones me invadió: confusión, deseo, culpa… y una ex
—¿Podemos saltarla? —pregunté con el ceño fruncido, intentando no entrar en pánico por tener que estar otra vez con Ariana. «Maldita sea. No puedo con esto. No puedo fingir que todo está bien después de lo de anoche. Necesito espacio. Necesito tiempo.» Tal vez sea la costumbre de tenerla cerca que me hace ver cosas donde no las hay. «O tal vez… tal vez lo que siento es real. Y eso me aterra aún más.» No quiero hacer entrevistas, ni juegos el día de hoy. «Solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más.»—¡No! Claro que no, las posibilidades de que sea cancelado es un 0.1%, así que no, no vamos a cancelar nada —resoplé al escuchar la respuesta de Yun-jin. «Como siempre, pensando solo en la imagen, en el negocio. Como si mis sentimientos no importaran nada.»—Ya estoy lista, podemos irnos —apreté los labios al ver entrar por la puerta a una Ariana con un vestido azul que le quedaba espectacular. «Joder. Se ve… hermosa. Como siempre.» Desvié la mirada, inhalando fuerte, inte
Sentía la boca seca como la arena del desierto, la lengua pegada al paladar, y un nudo apretándome el estómago, una bola de nervios que amenazaba con subir por mi garganta en cualquier momento. Tragué saliva con dificultad, intentando humedecer mi boca y disimular el temblor que recorría mis manos. Las oculté bajo mis muslos, aferrándome a la tela de mis pantalones como si fueran un salvavidas. «Necesito aire. Necesito salir de aquí. Necesito que esto termine.» Mis ojos se movieron involuntariamente hacia Ariana, buscando quizás un gesto de complicidad, una mirada de apoyo, pero ella estaba absorta en una conversación con la entrevistadora, con una sonrisa brillante y una postura relajada que me resultaba exasperante. «¿Cómo puede estar tan tranquila? ¿Cómo puede fingir tan bien? ¿Acaso no le afecta todo esto?». Aparté la mirada rápidamente, sintiendo un pinchazo de celos, un dolor sordo en el pecho. «No puedo seguir con esto. No puedo seguir mintiéndome a mí mismo.» Sentía el peso de
Ariana, hasta ahora silenciosa, decidió intervenir, con una sonrisa que parecía genuina, aunque yo dudaba de todo ya. La vi inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado, como buscando mi mirada, pero me negué a darle esa satisfacción.—En realidad, hemos tenido muchas… salidas divertidas —dijo, mirándome con una mirada que no puedo descifrar. ¿Era una súplica silenciosa? ¿Una advertencia velada? ¿O simplemente una actuación más, un intento de salvar la situación ante las cámaras?—. Pero creo que lo más importante es que nos apoyamos mutuamente en nuestras carreras.«¿Apoyo mutuo? ¿De qué demonios está hablando? ¿De apoyarnos en esta mentira? ¿De fingir que nos queremos mientras nos estamos destrozando por dentro?». Pensé con amargura, apretando los puños bajo mis muslos. «Ella está jugando su papel a la perfección. Es una profesional. Y yo… yo soy el que está arruinando todo. El que no puede seguir con la farsa.» Sentí un profundo cansancio, un agotamiento que iba más allá del físico.
(ARIANA JÁUREGUI)Una semana. Siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos. Una eternidad. Eso era lo que había pasado desde la tensa entrevista y la confesión a medias de Ethan. «Te amo, Ariana…» Sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco persistente, una melodía agridulce que me llenaba de esperanza y, al mismo tiempo, de una profunda incertidumbre. «Necesito tiempo… Necesito entender lo que siento… de verdad.» Sus siguientes palabras, frías y distantes, me habían helado la sangre. ¿Qué significaba todo eso? ¿Me amaba o no? ¿Estaba arrepentido de lo que había pasado entre nosotros o simplemente asustado por las consecuencias públicas de nuestra relación falsa?Desde entonces, el silencio entre nosotros había sido casi absoluto. Apenas nos habíamos cruzado en los ensayos, y cuando lo hacíamos, él evitaba mi mirada, como si temiera que pudiera leer sus pensamientos. «Me siento como una extraña. Como si volviera a ser la chica que firmó un contrato para fingir
Después de la reunión en la cafetería con Sarah, mis pensamientos seguían dando vueltas en torno a Ethan. La conversación con mi mejor amiga me había dado un nuevo impulso, una renovada esperanza, pero la realidad era que él seguía distante, casi ausente. «Tengo que encontrar una manera de acercarme a él. Tengo que romper este muro que ha levantado entre nosotros.»De vuelta en la casa, Keyla, mi asistente, me entregó mi agenda para la semana. La revisé rápidamente, buscando alguna mención a Ethan, alguna actividad que nos obligara a interactuar. Pero nada. Solo reuniones con ejecutivos de la empresa, sesiones de fotos, entrevistas en solitario. Ni rastro de Chromatic, ni rastro de él. «Parece que el universo conspira para mantenernos separados.» Sentí una punzada de decepción, pero me negué a rendirme. «Si él no viene a mí, tendré que ir yo a él.»Justo cuando estaba a punto de tomar el teléfono para llamar a Yun-jin, la puerta de la casa se abrió de golpe y Silvia entró hecha una fu