Las palabras salieron de mi boca como un torrente descontrolado, una confesión que había estado guardando durante demasiado tiempo. «Tenía que decírselo. No podía seguir callándomelo más. Necesitaba que lo supiera. Necesitaba que entendiera.» Lo miré a los ojos, buscando alguna reacción, alguna señal de que mis palabras lo habían afectado de alguna manera. Buscaba una chispa de sorpresa, de comprensión, incluso de enojo. Cualquier cosa que me diera una pista de lo que estaba sintiendo. «¿Acaso no siente nada? ¿Es que no le importa en absoluto?». Pero su rostro permanecía impasible, inexpresivo. Como si le estuviera hablando a una pared. «Es como si no me viera. Como si no me oyera. Como si no existiera para él.» La frialdad en su mirada me caló hasta los huesos, haciéndome sentir más sola y vulnerable que nunca. «¿Por qué me hace esto? ¿Por qué es tan frío conmigo? ¿Acaso no se da cuenta del daño que me está haciendo?»
—Sin ti, yo sigo siendo Ariana Jáuregui —continué, con la voz temblando, pero con una determinación que me sorprendió incluso a mí misma—. Soy la hija de Matilde Vázquez, la supermodelo de los noventa. Soy la hija de Ricardo Jáuregui, uno de los cantantes más importantes de Estados Unidos. No necesito que tú me des un lugar en este mundo. Ya lo tengo. Pero… yo quería que me vieras. Quería que me vieras a mí, no a la novia de Ethan Park. Quería… quería que me quisieras.
Las lágrimas seguían cayendo, pero ya no me importaba. Había dicho todo lo que tenía que decir. Había expuesto mi alma, mis miedos, mis deseos. Había confesado mi amor y mi odio. Había mostrado mi vulnerabilidad. «Me he desnudado por completo frente a él. Le he entregado mi corazón en bandeja. ¿Y esto es todo lo que recibe a cambio?». Y Ethan, frente a mí, permanecía inmutable, como una estatua de hielo. «Ni siquiera me mira a los ojos. Es como si yo no estuviera aquí.»
—Devuélveme mi teléfono, Ariana —dijo finalmente, con voz monótona, extendiendo la mano.
Ni una palabra sobre lo que le había confesado. Ni una pizca de emoción en su rostro. Nada. Era como si no hubiera dicho nada en absoluto. «¿De verdad no le importa? ¿De verdad no siente nada por mí? ¿O es que simplemente es un maestro en el arte de la indiferencia?». Tomé aire y con el corazón destrozado le devolví su teléfono.
—Gracias, ahora vete, por favor —volvió a marcar un número en su teléfono y llevó el aparato a su oreja para hablar algo que no entendí porque hablaba en coreano. «¿A quién estará llamando? ¿A su manager? ¿A alguien de la banda? ¿A otra persona?». Colgó para decirme sin mirarme: —Te esperan afuera, ve a casa. Antes de irme de la ciudad te llamaré y rescindiremos el contrato.
La frialdad en sus palabras me golpeó como una bofetada. «¿Rescindir el contrato? ¿Así, sin más? ¿Como si fuera una simple formalidad?». ¿Rescindir el contrato? ¿Así, sin más? ¿Después de todo lo que le había dicho? ¿Después de haberle confesado mis sentimientos? «Le he dicho que lo amo, y él me responde con un simple "rescindiremos el contrato". ¿De verdad no entiende nada? ¿O es que simplemente no le importa?». La rabia volvió a encenderse en mi interior, eclipsando por un momento el dolor. «No voy a dejar que esto termine así. No voy a permitir que me trate como si fuera una basura. Voy a luchar por lo que siento. O al menos, voy a exigir una explicación.»
—No —dije con firmeza, cruzándome de brazos—. No voy a ir a ninguna parte. Y no vamos a rescindir ningún contrato.
Ethan finalmente me miró, con una expresión de fastidio en su rostro. —Ariana, no me hagas perder el tiempo. Ya he tomado una decisión. Esto no está funcionando.
—¡Claro que está funcionando! —exclamé, con la voz temblando—. ¡Está funcionando perfectamente para ti! Tienes la imagen limpia, los fans contentos y a mí… bueno, a mí me tienes aquí, haciendo el papel de la novia perfecta. ¿Qué más quieres?
—Quiero que esto termine —dijo Ethan con voz dura—. Quiero seguir con mi vida sin tener que fingir delante de las cámaras. Y tú deberías hacer lo mismo.
—Pues lo siento, Ethan —dije con una determinación que me sorprendió a mí misma—. Voy a respetar el contrato. Voy a seguir siendo tu novia. Y voy a olvidar todo lo que te he dicho. Voy a olvidar que alguna vez sentí algo por ti.
Lo miré directamente a los ojos, intentando transmitirle con la mirada la firmeza de mis palabras. Quería que supiera que hablaba en serio. Que estaba dispuesta a enterrar mis sentimientos, a convertirme en una piedra, con tal de no darle la satisfacción de verme sufrir. «Si cree que voy a derrumbarme frente a él, se equivoca. No voy a darle ese gusto.»
Por un instante, vi algo en sus ojos. No sabría describirlo con exactitud. ¿Duda? ¿Arrepentimiento? ¿Quizás incluso una pizca de… tristeza? «¿Es posible? ¿De verdad siente algo? ¿O es solo una ilusión mía?». Su expresión se suavizó ligeramente, y por un momento pensé que iba a decir algo, algo que cambiaría todo. «Por favor, di algo. Dime que te equivocas. Dime que no quieres que esto termine.»
Ethan dio un paso hacia mí, y antes de que pudiera reaccionar, me rodeó con sus brazos en un abrazo inesperado. No era un abrazo apasionado, ni siquiera un abrazo reconfortante. Era un abrazo… extraño. Como si estuviera intentando contener algo, como si estuviera luchando contra una emoción que se negaba a mostrar. «¿Qué significa esto? ¿Por qué me abraza ahora? ¿Está intentando confundirme aún más?».
Sentí su cuerpo tenso contra el mío, su respiración agitada. Por un momento, creí que iba a besarme, que iba a decirme que se había equivocado, que no quería que esto terminara. «Por favor, bésame. Dime que me quieres. Dime que todo esto ha sido una pesadilla.» Pero no lo hizo.
Después de unos segundos que se me antojaron eternos, Ethan se separó de mí, manteniendo la misma expresión fría y distante en su rostro. «Todo ha vuelto a la normalidad. La breve ilusión ha terminado. Sigo siendo una extraña para él.»
—Es lo mejor, Ariana —dijo con voz suave, pero con una firmeza que no admitía réplica—. Ahora, por favor, vete.
Su mirada me recorrió por última vez, antes de girarse y alejarse hacia el interior de la habitación, dejándome allí, plantada en la puerta, con el corazón hecho pedazos y la amarga certeza de que, aunque yo estuviera dispuesta a seguir con la farsa, él ya había tomado su decisión. «Se acabó. De verdad se acabó. Ya no hay vuelta atrás.»
—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autóm
Me puse la camiseta de Ethan. Me llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando mis piernas completamente desnudas. «Perfecto. Justo lo que necesito.» Esta camiseta es perfecta para lo que quiero lograr: molestarlo. «Quiero sacarlo de su frialdad. Quiero ver una reacción en él. La que sea.» Con esa idea fija en mi mente, me quité el pantalón de pijama que también me había dado y se lo arrojé a los pies de la cama con una deliberada falta de cuidado. «Que vea lo poco que me importa su opinión ahora.» La luz del baño seguía encendida, iluminando la habitación con una luz suave que hacía que la tela blanca de la camiseta se transparentara, revelando la silueta de mi cuerpo. Lo vi allí, en la cama, mirándome fijamente como si me desnudara con esa intensa mirada oscura sin los lentes de contacto azules. «Por fin me está mirando. Por fin me ve.» Ahora entiendo por qué lo ven irresistible las biased Ethan. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me puso nerviosa, pero al mismo tiempo
Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con l
La misma tormenta que se estaba desatando en el exterior, la lluvia comenzó a caer con fuerza. El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Yu-jin. Me dijo que era imposible viajar con la tormenta y la cantidad de fans afuera, que aprovechará el tiempo con ella y que la vuelva invitar a los eventos con la banda. «Maldición. Esto es lo que me faltaba. Estar atrapado aquí con ella. Con la mujer que me miente, con la mujer que me… confunde.»Salí del baño, secándome el pelo con una toalla, y la vi sentada en el sofá. «Sigue aquí. Atrapada conmigo. Por la tormenta. Por el destino. O por lo que sea.» La miré a los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.—Bien —dije al colgar, volviéndome hacia ella—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatice su nombre con sarcasmo, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio. «¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a pasar esta noche con ella?».Evité su mirada, fijándola
La vi moverse. Lentamente, gateando por la cama hacia mí, como una felina cautelosa. «¿Qué pretende ahora? ¿No se da cuenta de que esto es una tortura para mí?». Suplicó, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas que me quemaban más que cualquier insulto.—Por favor… no te vayas —Su voz era un hilo de voz, cargado de desesperación—. No hice nada. Te lo juro. No estuve con nadie.«Miente. Puedo olerlo. Puedo sentirlo.» La rabia volvió a rugir en mi interior, amenazando con consumirme. «¿Cree que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta de lo que pasó?».—¡Te olí! —Le grité, incapaz de contenerme más. La furia me cegaba, haciendo que mis palabras salieran como dagas envenenadas—. ¡Apestabas a alcohol con esa mezcla barata de mi perfume!Su rostro se contrajo ante mis palabras, y una mueca de dolor se dibujó en sus labios. «Sé que la estoy lastimando. Pero no puedo evitarlo. Necesito que entienda la magnitud de su error.»—Por favor… escúchame… —Volvió a suplicar, acercándose aún más. «No
«Solo hablaron. Claro. Como si eso fuera posible. Como si pudiera creer que dos personas se acercan tanto como para dejar una marca así sin que pase nada más.» La incredulidad se transformó en desprecio. «Me toma por idiota.»—Vete, Ariana —dije con voz fría y distante, apartando la mirada de su rostro—. Vete y déjame en paz. Ya no quiero verte.—¡No me voy a ir! —su insistencia a quedarse me mataba—. ¡No pasó nada con él, Ethan!«¿Por qué no se va? ¿Por qué me tortura de esta manera? ¿Acaso no entiende que me está destrozando por dentro?». La miré con rabia, con frustración, con una mezcla de emociones que me quemaban por dentro. «No puedo soportarlo más. No puedo seguir con esta farsa. No puedo seguir viéndola después de lo que ha hecho.» Su testarudez, su negativa a alejarse, era como una tortura constante, un recordatorio perpetuo de mi propia debilidad, de mi incapacidad para alejarla de mi vida. «Me está poniendo al límite. Me está obligando a enfrentarme a lo que no quiero ver,
—Bien, Ariana —dije con voz grave, cada palabra calibrada para transmitir la seriedad de mis intenciones—. Ya que insistes en quedarte, te diré lo que pienso. Te diré la verdad.Me acerqué un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros hasta que casi podía sentir el calor de su cuerpo. La miré fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de comprensión, alguna pizca de arrepentimiento.—Estoy harto de esta farsa —comencé, con la voz baja pero firme—. Estoy harto de tener que fingir delante de las cámaras, de tener que sonreír cuando por dentro me estoy muriendo. Estoy harto de que nuestra relación sea un tema constante en los medios, de que todo el mundo opine sobre nosotros, de que Chromatic se vea afectado por esta mentira.Hice una pausa, respirando profundamente para controlar la rabia que amenazaba con desbordarse.—Estoy harto de tener que ocultar mis verdaderos sentimientos —continué, con la voz temblando ligeramente—. Estoy harto de tener que callar lo que pienso, de tene
—No lo sé —Respondí con sinceridad, apartando la mirada. No podía verla a los ojos. No podía enfrentarme a la vulnerabilidad que veía en ellos. «Tengo miedo. Mucho miedo.»—Ya hablaron de nuestra relación por tanto tiempo… —Continué, sintiendo un nudo en la garganta—. Si se vuelve real… tengo miedo que sea todavía más comercial. —La imagen de los titulares, los comentarios en redes sociales, la presión de las agencias… todo eso me abrumaba. «No quiero que nuestro amor, si es que realmente existe, se convierta en un producto más que vender.»—Pero quiero que sea real —Dijo con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos. Su tacto era cálido y suave, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. «Maldición. Sigue afectándome. Sigo deseándola.»Y entonces, comenzó a besarme. Un beso suave al principio, un roce delicado de sus labios contra los míos. «¿Qué está haciendo? ¿Está intentando convencerme? ¿O se está convenciendo a sí misma?». Luego, sus besos se volvieron más intensos, más apasionad