Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo como si me estuviese escaneando, deteniéndose por un instante en mi cuello, como si hubiera notado algo que le incomodaba. «¿Será el perfume de Thomas? ¿Todavía se nota?». Olfateó en el ambiente y arrugó la nariz. Por puro instinto, retrocedí, intentando mantenerme lo más alejada posible de él; no quería que descubriera lo que hice antes de venir aquí. «Si se entera de que estuve con Thomas… no sé qué podría pasar. Aunque, ¿qué más da? Ya nada importa.» La culpa me carcomía por dentro, mezclada con una extraña sensación de rebeldía. «¿Por qué tengo que esconderme? ¿Por qué tengo que fingir todo el tiempo?».
—¿A qué te refieres? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Instintivamente me toqué el cuello, recordando los besos de Thomas. Demonios.
—Me refiero a que no eres precisamente un ángel, Ariana —Ethan se acercó un poco más, su voz se tornó grave y amenazante—. Hueles… interesante. Una mezcla de excitación y arrepentimiento. ¿O me equivoco? Y, además, ese perfume… —hizo una mueca de disgusto—. Un burdo intento de imitar mi colonia. Francamente, es ofensivo.
—No te importa con quién esté o deje de estar —respondí con voz temblorosa, intentando mantener la compostura, aunque por dentro me estuviera muriendo de la vergüenza. ¿Cómo lo supo? ¿Acaso era evidente?
—¿Ah, no? —Ethan se rio con amargura—. Curioso, porque cuando se trata de nuestra imagen pública, todo me importa. Y que mi… novia ande por ahí oliendo a otro hombre, precisamente después de que me cuestionas sobre mis propias “compañías”, me parece, cuanto menos, hipócrita. Y más aún, después de que me reclamas por no invitarte a mi concierto. ¿Acaso creías que no me daría cuenta?
—¡No es lo que crees! —exclamé, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos. La sola idea de que pensara que yo… que lo había hecho a propósito… me dolía profundamente. No era así. Jamás lo haría para lastimarlo. Aunque nuestra relación fuera una farsa, yo… yo lo respetaba. O al menos, eso creía.
—¿Ah, no? ¿Entonces qué es? Ilumíname, Ariana. Porque desde mi perspectiva, parece que estabas buscando reemplazarme muy diligentemente. Dime, ¿era tan importante ese concierto para ti? ¿O era otra cosa? ¿Acaso te molesta que no te presuma frente a mis fans? ¿Te molesta que no te haga sentir especial como a las otras? —Su voz estaba cargada de veneno, cada palabra era como una puñalada.
—¡Claro que me molesta! —grité, sin poder contenerme más. Las lágrimas finalmente comenzaron a rodar por mis mejillas—. ¡Me molesta que me trates como un objeto, como una simple herramienta para limpiar tu imagen! ¡Me molesta que me prohíbas ir a un concierto que significa tanto para mí, como fan! ¡Me molesta que pienses que soy tan superficial como para querer que me presumas! ¡Me molesta que no veas que esto, todo esto, me está matando por dentro!
—Pues entonces debiste pensarlo mejor antes de firmar el contrato —respondió Ethan con frialdad, sin mostrar ni una pizca de arrepentimiento—. Ahora, si me disculpas, estoy cansado. Le pediré a mi chófer que te lleve a casa. Podemos hablar de esto con más calma cuando se te pase la borrachera.
Ethan sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a marcar un número. La humillación me quemaba por dentro. «¿Me está llamando a Silvia? ¿Para qué me regañe por aparecer aquí? ¿Para qué me lleve de vuelta como una niña malcriada?». La sola idea me enfurecía. ¿Así que eso era todo? ¿Me iba a despachar como si fuera una cualquiera? ¿Después de todo lo que hemos pasado? «Aunque… ¿qué hemos pasado realmente? Una farsa. Eso es todo lo que ha sido.» No, no se lo iba a permitir. No iba a dejar que me tratara así, como si no significara nada para él. «Aunque quizás no signifique nada. Quizás nunca lo hice.»
En un arrebato de desesperación, me acerqué a él y lo besé. Un beso cargado de frustración, de rabia, de un deseo contenido durante demasiado tiempo. Un beso que gritaba todo lo que no me atrevía a decir con palabras. Un beso que era una súplica, una exigencia, una confesión. «Por favor, siente algo. Por favor, dime que esto significa algo para ti también.» Pero Ethan no respondió. Al contrario, me apartó suavemente, con una expresión de frialdad que me heló la sangre. Sus ojos, antes llenos de sorpresa, se endurecieron, y su rostro se convirtió en una máscara impenetrable. «Me está rechazando. Me está rechazando de la peor manera posible. Como si fuera una extraña. Como si este beso no significara nada para él.» La humillación se intensificó, mezclándose con una profunda tristeza. «¿Por qué? ¿Por qué me hace esto? ¿Acaso no ve que me estoy rompiendo por dentro?»
—No, Ariana —dijo con voz suave, pero firme—. No vuelvas a hacer eso. Y ahora, por favor, vete.
—No me voy a ir a ninguna parte —dije, con la voz temblando de rabia y frustración. Le arrebaté el teléfono de la mano antes de que pudiera terminar de marcar—. No voy a permitir que me trates como a una estúpida.
—Ariana, dame mi teléfono —dijo Ethan con una voz peligrosa, extendiendo la mano hacia mí.
—No. Primero me vas a decir qué demonios está pasando. Me vas a explicar por qué me prohibiste ir a tu concierto. Me vas a decir qué significo para ti. ¿Soy solo una cara bonita para las revistas? ¿Un trofeo que exhibir? ¿O soy algo más?
—Ya te lo he dicho, es un contrato —respondió Ethan con desdén, intentando recuperar su teléfono. Forcejeamos por un momento, pero yo me negaba a soltarlo.
—¡No es solo un contrato! —grité, con las lágrimas comenzando a brotar de mis ojos—. ¡Para mí es más que eso! ¡Tú eres más que eso!
—No me vengas con sentimentalismos baratos, Ariana —dijo Ethan con frialdad—. Sabes perfectamente cuál es nuestro acuerdo.
—¡Pues a mí ya no me importa el acuerdo! —exclamé, con la voz quebrada por el llanto—. ¡Me importa lo que siento! ¡Me importa que me hayas prohibido ir a tu concierto! ¡Me importa que pienses que soy una cualquiera!
—¿Y qué sientes exactamente, Ariana? —preguntó Ethan con una ceja alzada, con una expresión que parecía burlarse de mi dolor.
—Te… te odio —dije entre sollozos, sintiendo cómo las lágrimas recorrían mis mejillas—. Te odio por hacerme sentir así. Te odio por hacerme creer que significo algo para ti cuando en realidad no soy nada. Pero… también… también… —Tragué saliva, intentando controlar el temblor de mi voz—. También te… te… quiero.
Las palabras salieron de mi boca como un torrente descontrolado, una confesión que había estado guardando durante demasiado tiempo. «Tenía que decírselo. No podía seguir callándomelo más. Necesitaba que lo supiera. Necesitaba que entendiera.» Lo miré a los ojos, buscando alguna reacción, alguna señal de que mis palabras lo habían afectado de alguna manera. Buscaba una chispa de sorpresa, de comprensión, incluso de enojo. Cualquier cosa que me diera una pista de lo que estaba sintiendo. «¿Acaso no siente nada? ¿Es que no le importa en absoluto?». Pero su rostro permanecía impasible, inexpresivo. Como si le estuviera hablando a una pared. «Es como si no me viera. Como si no me oyera. Como si no existiera para él.» La frialdad en su mirada me caló hasta los huesos, haciéndome sentir más sola y vulnerable que nunca. «¿Por qué me hace esto? ¿Por qué es tan frío conmigo? ¿Acaso no se da cuenta del daño que me está haciendo?»—Sin ti, yo sigo siendo Ariana Jáuregui —continué, con la voz tembl
—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autóm
Me puse la camiseta de Ethan. Me llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando mis piernas completamente desnudas. «Perfecto. Justo lo que necesito.» Esta camiseta es perfecta para lo que quiero lograr: molestarlo. «Quiero sacarlo de su frialdad. Quiero ver una reacción en él. La que sea.» Con esa idea fija en mi mente, me quité el pantalón de pijama que también me había dado y se lo arrojé a los pies de la cama con una deliberada falta de cuidado. «Que vea lo poco que me importa su opinión ahora.» La luz del baño seguía encendida, iluminando la habitación con una luz suave que hacía que la tela blanca de la camiseta se transparentara, revelando la silueta de mi cuerpo. Lo vi allí, en la cama, mirándome fijamente como si me desnudara con esa intensa mirada oscura sin los lentes de contacto azules. «Por fin me está mirando. Por fin me ve.» Ahora entiendo por qué lo ven irresistible las biased Ethan. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me puso nerviosa, pero al mismo tiempo
Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con l
La misma tormenta que se estaba desatando en el exterior, la lluvia comenzó a caer con fuerza. El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Yu-jin. Me dijo que era imposible viajar con la tormenta y la cantidad de fans afuera, que aprovechará el tiempo con ella y que la vuelva invitar a los eventos con la banda. «Maldición. Esto es lo que me faltaba. Estar atrapado aquí con ella. Con la mujer que me miente, con la mujer que me… confunde.»Salí del baño, secándome el pelo con una toalla, y la vi sentada en el sofá. «Sigue aquí. Atrapada conmigo. Por la tormenta. Por el destino. O por lo que sea.» La miré a los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.—Bien —dije al colgar, volviéndome hacia ella—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatice su nombre con sarcasmo, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio. «¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a pasar esta noche con ella?».Evité su mirada, fijándola
La vi moverse. Lentamente, gateando por la cama hacia mí, como una felina cautelosa. «¿Qué pretende ahora? ¿No se da cuenta de que esto es una tortura para mí?». Suplicó, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas que me quemaban más que cualquier insulto.—Por favor… no te vayas —Su voz era un hilo de voz, cargado de desesperación—. No hice nada. Te lo juro. No estuve con nadie.«Miente. Puedo olerlo. Puedo sentirlo.» La rabia volvió a rugir en mi interior, amenazando con consumirme. «¿Cree que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta de lo que pasó?».—¡Te olí! —Le grité, incapaz de contenerme más. La furia me cegaba, haciendo que mis palabras salieran como dagas envenenadas—. ¡Apestabas a alcohol con esa mezcla barata de mi perfume!Su rostro se contrajo ante mis palabras, y una mueca de dolor se dibujó en sus labios. «Sé que la estoy lastimando. Pero no puedo evitarlo. Necesito que entienda la magnitud de su error.»—Por favor… escúchame… —Volvió a suplicar, acercándose aún más. «No
«Solo hablaron. Claro. Como si eso fuera posible. Como si pudiera creer que dos personas se acercan tanto como para dejar una marca así sin que pase nada más.» La incredulidad se transformó en desprecio. «Me toma por idiota.»—Vete, Ariana —dije con voz fría y distante, apartando la mirada de su rostro—. Vete y déjame en paz. Ya no quiero verte.—¡No me voy a ir! —su insistencia a quedarse me mataba—. ¡No pasó nada con él, Ethan!«¿Por qué no se va? ¿Por qué me tortura de esta manera? ¿Acaso no entiende que me está destrozando por dentro?». La miré con rabia, con frustración, con una mezcla de emociones que me quemaban por dentro. «No puedo soportarlo más. No puedo seguir con esta farsa. No puedo seguir viéndola después de lo que ha hecho.» Su testarudez, su negativa a alejarse, era como una tortura constante, un recordatorio perpetuo de mi propia debilidad, de mi incapacidad para alejarla de mi vida. «Me está poniendo al límite. Me está obligando a enfrentarme a lo que no quiero ver,
—Bien, Ariana —dije con voz grave, cada palabra calibrada para transmitir la seriedad de mis intenciones—. Ya que insistes en quedarte, te diré lo que pienso. Te diré la verdad.Me acerqué un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros hasta que casi podía sentir el calor de su cuerpo. La miré fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de comprensión, alguna pizca de arrepentimiento.—Estoy harto de esta farsa —comencé, con la voz baja pero firme—. Estoy harto de tener que fingir delante de las cámaras, de tener que sonreír cuando por dentro me estoy muriendo. Estoy harto de que nuestra relación sea un tema constante en los medios, de que todo el mundo opine sobre nosotros, de que Chromatic se vea afectado por esta mentira.Hice una pausa, respirando profundamente para controlar la rabia que amenazaba con desbordarse.—Estoy harto de tener que ocultar mis verdaderos sentimientos —continué, con la voz temblando ligeramente—. Estoy harto de tener que callar lo que pienso, de tene