25. JUEGO PELIGROSO

(ARIANA JÁUREGUI)

Hace tres años, Ethan me pidió que fuera su novia en su nuevo video musical. Recuerdo la propuesta como si fuera ayer. Estábamos en el set, rodeados de cámaras y personal, y de repente, entre toma y toma, me soltó la pregunta. Al principio pensé que era una broma, una estrategia publicitaria más. Pero luego vi la seriedad en sus ojos, una seriedad que contrastaba con la sonrisa pícara que siempre llevaba. Acepté. No porque me cayera bien, de hecho, desconfiaba profundamente de él. Seguía pensando que sus acciones perjudicaban a Chromatic, aunque en el fondo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, disfrutaba de su cercanía. Estar con él significaba estar cerca de la banda que amaba, de la música que me hacía vibrar. Era una contradicción constante, un tira y afloja entre la razón y la emoción. «¿Cómo podía sentirme atraída por alguien que, según yo, estaba dañando a mi grupo favorito? Era absurdo. Pero ahí estaba, mi corazón latiendo más rápido cada vez que me miraba.»

Después del video, las cosas continuaron. Salidas, cenas, apariciones públicas. La farsa se fue haciendo cada vez más real, al menos para el resto del mundo. Para nosotros, era un contrato, un acuerdo mutuo con beneficios para ambos. Él necesitaba limpiar su imagen, yo necesitaba… bueno, yo necesitaba estar cerca de Chromatic. Esa era la verdad. Y así, sin darme cuenta, me convertí en la novia oficial de Ethan Park. «Una novia de mentira, claro está. Pero una novia, al fin y al cabo. Y una parte de mí, una parte que me avergonzaba admitir, se aferraba a la esperanza de que algún día esa mentira se convirtiera en realidad.»

¿Se me puede culpar? Tener el privilegio de que un miembro de tu boyband favorita te pida ser su novia y participar en su video musical… ¿decir que no? Soy una "Chromatic Heart" de corazón y estoy algo loca, así que, por supuesto, no me negaría a aceptar la propuesta. «Era un sueño hecho realidad. O al menos, lo parecía entonces.»

Tres años. Tres largos años de sonrisas fingidas, de besos robados ante las cámaras, de noches compartidas en eventos sociales donde apenas nos dirigíamos la palabra. Tres años de un desgaste emocional constante, de sentirme atrapada en una mentira que cada día se hacía más grande. Tres años de #Ethiana, el ship que los fans adoraban y que a mí me revolvía el estómago. «¿Por qué me molesta tanto? ¿Será que en el fondo quiero que sea real? No, eso es imposible. ¿O no?». Tres años de viajes constantes, de él yendo y viniendo entre Corea y Los Ángeles, y yo haciendo lo propio para verlo en Seúl o en cualquier otra parte del mundo donde Chromatic tuviera una presentación. «Una vida de aviones, hoteles y flashes. Una vida vacía, sin sustancia real.»

Huyendo de la fiesta de Kaia, con la imagen de Thomas y la confusión aún grabadas a fuego en mi mente, tomé una decisión impulsiva. Necesitaba respuestas. Necesitaba confrontar a Ethan. Necesitaba entender por qué me había prohibido ir al concierto, por qué yo los hacía sentir incómodos, por qué me hacía sentir de esta manera. La escena con Thomas, la confusión, la casi consumación de algo que no era real, me había sacudido hasta lo más profundo. «¿Qué estoy haciendo con mi vida? Necesito respuestas. Y las necesito de él.»

Salí casi corriendo de la casa de la fiesta, sin despedirme de nadie. La necesidad de ver a Ethan me quemaba por dentro. Subí a un taxi, dándole la dirección del hotel donde se hospedaba. Era la primera vez en años que pedía un taxi por mi cuenta, sin chofer ni asistente. La urgencia era tal que no me importó nada más. «Tengo que verlo. Tengo que hablar con él. No puedo seguir así.»

Al llegar al hotel, le expliqué la situación al personal. Mencioné mi nombre y mi relación con Ethan, y para mi sorpresa, me dejaron pasar sin problemas. Supongo que la noticia de que soy su novia, aunque sea una farsa, tiene sus ventajas. «Al menos sirve para algo esta mentira.»

La habitación estaba en penumbra, con solo la luz de la ciudad filtrándose por las cortinas entreabiertas. Me senté en el borde de la cama, esperando. La espera se me hizo eterna. Cada minuto que pasaba aumentaba mi ansiedad y mi enojo. «¿Dónde demonios está? ¿Por qué tarda tanto?».

Pasadas las dos de la mañana, la puerta finalmente se abrió. Ethan entró en la habitación, con el ceño fruncido y una expresión de sorpresa al verme allí.

—¿Ariana? ¿Qué haces aquí?

—¿Por qué llegas tan tarde? Sé que el concierto terminó hace 3 horas, tus fans se preocuparon de mandarme videos tuyos con la fantasía que me dedicaste la canción, pero me negaste la ida al concierto. ¿Por qué? ¿Tienes alguien más que ocupa mi lugar? —cuestioné furiosa. —¿Qué? Ariana, ¿sí tienes presente que lo nuestro solo es por trabajo? —Sí, porque eres gay, al menos eso decían de ti antes de mi debut del desfile con Robyn, en donde nos conocimos y seguramente filtraste las fotos para hacer las paces conmigo al proponerme ser la modelo de tu video musical y proponerme ser tu novia. ¿Acaso fue porque soy fan de tu banda?

Ethan suspiró, pasando una mano por su cabello, visiblemente cansado. —Ariana, estás siendo… dramática. Y sí, lo nuestro es un acuerdo de negocios. ¿Acaso lo habías olvidado?

—No lo he olvidado, imbécil. Pero tampoco he olvidado que me prohibiste ir a tu concierto. ¿O es que tenías miedo de que alguien viera a tu… acompañante real? —Crucé los brazos, sintiendo la rabia hervir en mis venas.

Ethan esbozó una sonrisa sarcástica. —No seas ridícula. No tengo que darte explicaciones de mis decisiones. Y en cuanto a “acompañantes”, no creo que sea de tu incumbencia. Después de todo, tú también tienes tu propia vida, ¿no es así?

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