«¿Tenso? Estoy a punto de estallar», pensé, pero me limité a encogerme de hombros y a murmurar un "sí" apenas audible. No quería preocuparlos más de lo necesario. Ya bastante tenían con la situación con Yu-jin.
En ese momento, una chica se acercó con una sonrisa tímida y me extendió los brazos.
—¿Te puedo abrazar? —preguntó, con los ojos brillantes de ilusión.
«Otro recordatorio más», pensé, sintiendo un nudo en la garganta. Pero antes de que pudiera responder con una de mis sonrisas prefabricadas, la chica añadió, con una pizca de picardía en la voz:
—¿No se pondrá celosa Ariana?
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. La pregunta resonó en mis oídos como un eco burlón. Miré a la chica, que me observaba con una sonrisa expectante, y luego a Jae-hyun, que me miraba con preocupación. «¿Qué se supone que debo decir?», pensé, sintiendo la presión aumentar.
Respiré hondo, intentando controlar la creciente ansiedad. «Tengo que salir de esta», me dije. Forcé una sonrisa y abrí los brazos, invitando a la chica al abrazo.
—No creo —respondí, con un tono de voz que intentaba ser casual, pero que me salió más tenso de lo que pretendía. El abrazo fue rápido, casi incómodo. Sentí su cuerpo temblar de emoción, pero yo permanecí rígido, como una estatua.
Mientras la chica se alejaba, feliz con su abrazo, sentí la mirada de Jae-hyun clavada en mí. Su expresión era una mezcla de preocupación y comprensión. Me di cuenta de que no podía ocultarle la verdad por mucho más tiempo. «Tengo que hablar con ellos. Tengo que contarles lo que está pasando», pensé, sintiendo el peso de la farsa hacerse cada vez más insoportable.
La despedida con los fans finalmente terminó. El último autógrafo fue firmado, la última foto fue tomada, y el último grito de emoción se desvaneció en el aire nocturno. Entramos de nuevo al backstage, el silencio contrastaba fuertemente con el bullicio de hacía unos minutos. Me sentía agotado, no físicamente, sino emocionalmente. La insistencia de las fans sobre Ariana había reabierto la herida, recordándome la magnitud de la farsa. «Es como si me hubieran estado clavando pequeñas agujas durante toda la despedida. Cada pregunta, cada comentario, un recordatorio constante de la mentira que estoy viviendo.»
Me dejé caer en el sofá, cerrando los ojos por un instante. Necesitaba un respiro, un momento de paz. Pero sabía que no lo encontraría hasta que resolviera esta situación de una vez por todas. «Tengo que hablar con los chicos. No puedo seguir cargando con esto solo.»
Jae-hyun se sentó a mi lado, con una expresión seria en el rostro. Los demás chicos se dispersaron por el camerino, hablando en voz baja sobre el concierto, pero Jae-hyun se quedó conmigo. Sabía que quería hablar sobre lo que había pasado. «Jae-hyun siempre ha sido el más comprensivo. El que mejor entiende las cosas sin necesidad de que se lo expliques con palabras.»
—Estabas… diferente ahí fuera —dijo Jae-hyun, con voz suave. —Las preguntas sobre Ariana… te afectaron, ¿verdad?
Abrí los ojos y lo miré. No tenía sentido negarlo. Jae-hyun siempre había sido el más observador del grupo, el que mejor leía entre líneas.
—Sí —admití, con un suspiro. —Es difícil fingir que todo está bien cuando… cuando no lo está.
Jae-hyun asintió con la cabeza, comprendiendo. —Lo sé. Pero… creo que deberías intentar disimularlo un poco mejor.
—¿Disimularlo mejor? —pregunté, con una mezcla de incredulidad y frustración. —Jae-hyun, llevo tres años fingiendo. ¡Tres años! ¿Cuánto más tengo que fingir?
—Lo sé, Ethan —respondió Jae-hyun, poniendo una mano en mi hombro. —Y entiendo lo difícil que es. Pero piénsalo de esta manera: si dejas que se note que algo va mal, los rumores van a empezar. Y eso solo empeorará las cosas. Para ti, para Ariana, y para Chromatic.
Me quedé en silencio, reflexionando sobre sus palabras. Sabía que tenía razón. Los rumores eran como una plaga, se extendían rápidamente y podían causar mucho daño.
—Yu-jin tiene razón en una cosa —continuó Jae-hyun—. La imagen es importante. Y ahora mismo, la imagen de ustedes dos como pareja es parte de la imagen de Chromatic. Si esa imagen se rompe, las consecuencias podrían ser graves.
—¿Y qué sugieres que haga? —pregunté, con la voz cargada de resignación. —¿Que siga mintiendo?
—No te pido que mientas —respondió Jae-hyun—. Solo te pido que… finjas un poco más. Al menos en público. Intenta mostrarte más… cariñoso con ella. Dale a los fans lo que quieren ver. Al menos hasta que encontremos una solución a todo esto.
Lo miré fijamente, considerando sus palabras. La idea de fingir aún más me repugnaba, pero también entendía la lógica detrás de su consejo. Era una solución temporal, sí, pero tal vez era la mejor opción en este momento.
—Está bien —dije finalmente, con un suspiro. —Lo intentaré.
Jae-hyun me dio una palmada en el hombro y me dedicó una sonrisa reconfortante. —Lo sé, Ethan. Sé que lo harás.
El silencio volvió a reinar en el camerino, pero esta vez era un silencio diferente. Un silencio cargado de resignación, pero también de una tenue esperanza. La esperanza de que, de alguna manera, podríamos superar esta situación sin causar más daño.
(ARIANA JÁUREGUI)Hace tres años, Ethan me pidió que fuera su novia en su nuevo video musical. Recuerdo la propuesta como si fuera ayer. Estábamos en el set, rodeados de cámaras y personal, y de repente, entre toma y toma, me soltó la pregunta. Al principio pensé que era una broma, una estrategia publicitaria más. Pero luego vi la seriedad en sus ojos, una seriedad que contrastaba con la sonrisa pícara que siempre llevaba. Acepté. No porque me cayera bien, de hecho, desconfiaba profundamente de él. Seguía pensando que sus acciones perjudicaban a Chromatic, aunque en el fondo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, disfrutaba de su cercanía. Estar con él significaba estar cerca de la banda que amaba, de la música que me hacía vibrar. Era una contradicción constante, un tira y afloja entre la razón y la emoción. «¿Cómo podía sentirme atraída por alguien que, según yo, estaba dañando a mi grupo favorito? Era absurdo. Pero ahí estaba, mi corazón latiendo más rápido cada vez
Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo como si me estuviese escaneando, deteniéndose por un instante en mi cuello, como si hubiera notado algo que le incomodaba. «¿Será el perfume de Thomas? ¿Todavía se nota?». Olfateó en el ambiente y arrugó la nariz. Por puro instinto, retrocedí, intentando mantenerme lo más alejada posible de él; no quería que descubriera lo que hice antes de venir aquí. «Si se entera de que estuve con Thomas… no sé qué podría pasar. Aunque, ¿qué más da? Ya nada importa.» La culpa me carcomía por dentro, mezclada con una extraña sensación de rebeldía. «¿Por qué tengo que esconderme? ¿Por qué tengo que fingir todo el tiempo?».—¿A qué te refieres? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Instintivamente me toqué el cuello, recordando los besos de Thomas. Demonios.—Me refiero a que no eres precisamente un ángel, Ariana —Ethan se acercó un poco más, su voz se tornó grave y amenazante—. Hueles… interesante. Una mezcla de excitación y arrepentimient
Las palabras salieron de mi boca como un torrente descontrolado, una confesión que había estado guardando durante demasiado tiempo. «Tenía que decírselo. No podía seguir callándomelo más. Necesitaba que lo supiera. Necesitaba que entendiera.» Lo miré a los ojos, buscando alguna reacción, alguna señal de que mis palabras lo habían afectado de alguna manera. Buscaba una chispa de sorpresa, de comprensión, incluso de enojo. Cualquier cosa que me diera una pista de lo que estaba sintiendo. «¿Acaso no siente nada? ¿Es que no le importa en absoluto?». Pero su rostro permanecía impasible, inexpresivo. Como si le estuviera hablando a una pared. «Es como si no me viera. Como si no me oyera. Como si no existiera para él.» La frialdad en su mirada me caló hasta los huesos, haciéndome sentir más sola y vulnerable que nunca. «¿Por qué me hace esto? ¿Por qué es tan frío conmigo? ¿Acaso no se da cuenta del daño que me está haciendo?»—Sin ti, yo sigo siendo Ariana Jáuregui —continué, con la voz tembl
—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autóm
Me puse la camiseta de Ethan. Me llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando mis piernas completamente desnudas. «Perfecto. Justo lo que necesito.» Esta camiseta es perfecta para lo que quiero lograr: molestarlo. «Quiero sacarlo de su frialdad. Quiero ver una reacción en él. La que sea.» Con esa idea fija en mi mente, me quité el pantalón de pijama que también me había dado y se lo arrojé a los pies de la cama con una deliberada falta de cuidado. «Que vea lo poco que me importa su opinión ahora.» La luz del baño seguía encendida, iluminando la habitación con una luz suave que hacía que la tela blanca de la camiseta se transparentara, revelando la silueta de mi cuerpo. Lo vi allí, en la cama, mirándome fijamente como si me desnudara con esa intensa mirada oscura sin los lentes de contacto azules. «Por fin me está mirando. Por fin me ve.» Ahora entiendo por qué lo ven irresistible las biased Ethan. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me puso nerviosa, pero al mismo tiempo
Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con l
La misma tormenta que se estaba desatando en el exterior, la lluvia comenzó a caer con fuerza. El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Yu-jin. Me dijo que era imposible viajar con la tormenta y la cantidad de fans afuera, que aprovechará el tiempo con ella y que la vuelva invitar a los eventos con la banda. «Maldición. Esto es lo que me faltaba. Estar atrapado aquí con ella. Con la mujer que me miente, con la mujer que me… confunde.»Salí del baño, secándome el pelo con una toalla, y la vi sentada en el sofá. «Sigue aquí. Atrapada conmigo. Por la tormenta. Por el destino. O por lo que sea.» La miré a los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.—Bien —dije al colgar, volviéndome hacia ella—. Parece que no te irás a ningún lado esta noche, se te cumplió lo que querías, Ariana —enfatice su nombre con sarcasmo, dejando caer los hombros con un suspiro de cansancio. «¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a pasar esta noche con ella?».Evité su mirada, fijándola
La vi moverse. Lentamente, gateando por la cama hacia mí, como una felina cautelosa. «¿Qué pretende ahora? ¿No se da cuenta de que esto es una tortura para mí?». Suplicó, con la voz rota y los ojos llenos de lágrimas que me quemaban más que cualquier insulto.—Por favor… no te vayas —Su voz era un hilo de voz, cargado de desesperación—. No hice nada. Te lo juro. No estuve con nadie.«Miente. Puedo olerlo. Puedo sentirlo.» La rabia volvió a rugir en mi interior, amenazando con consumirme. «¿Cree que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta de lo que pasó?».—¡Te olí! —Le grité, incapaz de contenerme más. La furia me cegaba, haciendo que mis palabras salieran como dagas envenenadas—. ¡Apestabas a alcohol con esa mezcla barata de mi perfume!Su rostro se contrajo ante mis palabras, y una mueca de dolor se dibujó en sus labios. «Sé que la estoy lastimando. Pero no puedo evitarlo. Necesito que entienda la magnitud de su error.»—Por favor… escúchame… —Volvió a suplicar, acercándose aún más. «No