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2. El debut público (8/9)

—Sí, muy linda —murmuré, intentando ocultar mi sarcasmo. Bebí un trago de mi copa, intentando calmar los nervios. La mano de Ariana seguía aferrada a la mía, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.

—¿Te estás divirtiendo, Ji-hoon? —preguntó Tae-yang, acercándose a nosotros con una sonrisa. Su mirada recorrió a Ariana y a mí, deteniéndose en nuestras manos entrelazadas. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero rápidamente la reemplazó con una expresión neutra, aunque sus ojos brillaban con una picardía mal disimulada. Miró a Ariana con una sonrisa socarrona y soltó: —Te regalo a Ha-neul, Ariana. Es todo tuyo. Pero a mí… dame a mi Ji-hoon.

Sin darle tiempo a reaccionar a Ariana, Tae-yang tomó mi muñeca, separando mi mano de la de ella con una suavidad firme. Me jaló hacia la pista de baile, donde la música resonaba con más fuerza y la gente bailaba sin inhibiciones. Los demás miembros nos siguieron, creando un pequeño círculo alrededor nuestro.

—¡Vamos, Ji-hoon! ¡Relájate un poco! —gritó Tae-yang por encima de la música, comenzando a moverse al ritmo de la canción. Los demás se unieron rápidamente, contagiados por su energía.

Intenté seguirles el ritmo, dejando que la música me envolviera. Por un momento, olvidé el contrato, a Ariana, a Ha-neul y a toda la tensión que me rodeaba. Me reí con Min-ho mientras intentábamos seguir los pasos de baile de Tae-yang, y compartí una mirada cómplice con Ji-woo. Incluso Seo-joon se unió a la diversión, moviéndose tímidamente al ritmo de la música.

Pero la sombra de la realidad pronto volvió a aparecer. Mientras bailaba, vi a Ariana observándonos desde la barra. Su mirada estaba fija en mí, y su expresión era de claro disgusto, casi una mirada de reproche. Fruncía el ceño y sus labios estaban apretados en una fina línea. Era evidente que no le había gustado nada que Tae-yang me apartara de ella. Sin embargo, en el instante en que Ha-neul se acercó a ella, su expresión cambió por completo. Su rostro se suavizó, y aunque una sombra de tristeza permanecía en sus ojos, esbozó una pequeña sonrisa. Ha-neul comenzó a hablarle, gesticulando animadamente, pero Ariana respondía con monosílabos y una mirada perdida, como si su mente estuviera en otra parte. A pesar del esfuerzo de Ha-neul por animarla, la tristeza seguía presente, aunque atenuada por su presencia.

Después de un rato bailando, Tae-yang se acercó a mí, bajando la voz para que solo yo pudiera escucharlo. Su sonrisa juguetona había desaparecido, reemplazada por una expresión de súplica.

—Dime que ella no irá con nosotros a Corea, por favor —susurró, con los ojos llenos de preocupación. —Dime que no tendré que soportarla también allá.

—Ojalá pudiera decírtelo, Tae-yang —respondí, con un suspiro. La música seguía sonando, pero el ruido a mi alrededor se había desvanecido. Solo podía pensar en el contrato, en Ariana y en la larga semana que me esperaba. La diversión había terminado.

De repente, la música bajó de volumen y una voz resonó por los altavoces. Era Yu-jin.

—Chicos, necesito que vengan a la suite un momento. Tenemos noticias importantes —dijo con un tono de voz que no admitía réplica.

Jae-hyun, que hasta entonces había permanecido en silencio observando la escena, asintió con la cabeza y me indicó que lo siguiera. Nos abrimos paso entre la multitud hasta salir del club. Al llegar a la suite, Yu-jin nos esperaba con una sonrisa radiante, acompañado de un Jae-hyun visiblemente más serio.

—¡Felicidades, chicos! ¡Son un éxito! —exclamó Yu-jin, extendiendo los brazos como si estuviera dando un gran abrazo al aire. —El desfile fue un boom. Las redes sociales están que arden. ¡Son virales!

—¿Virales? —preguntó Min-ho, con el ceño fruncido.

—¡Millones! —interrumpió Yu-jin, con los ojos brillando de emoción. —Están ganando millones en este momento. Sus fortunas se han elevado exponencialmente en la última semana. ¡Esto es increíble!

—¿Millones? —repitió Tae-yang, con los ojos muy abiertos.

—Así es —confirmó Yu-jin, asintiendo con la cabeza. —Y esto es solo el comienzo. Necesitan interactuar más con Ariana, con la familia Jáuregui. Ellos les van ayudar abrir más puertas aún, sobre todo, internacionalmente, eso es lo que queremos, ¿verdad?

—¿Aprovechar? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—Es una estrategia de marketing, Ji-hoon —explicó Yu-jin, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. —Piensen en el futuro. Esto es bueno para sus carreras.

—Pero… —intenté protestar.

—Además —continuó Yu-jin, interrumpiéndome—, haré todo lo posible para que Ariana vaya a Corea con ustedes para el comeback. Será una gran oportunidad para promocionarlos en Corea como la pareja dorada.

El silencio se apoderó de la habitación. Las palabras de Yu-jin resonaban en mi cabeza como una sentencia. «¿Ir a Corea con Ariana? ¿En serio?»

—¡Esto es una locura! —exclamó Min-ho, rompiendo el silencio. —No podemos llevarla con nosotros a Corea.

—Exacto —secundó Ji-woo. —Ella no es parte del grupo.

—Chicos, entiendan —dijo Yu-jin, con un tono de voz condescendiente—. Esto es por su bien. Confíen en mí. Sé lo que hago.

—No confío en ti —dije, con la voz firme. —Todo esto es por el contrato, ¿verdad?

Yu-jin me miró con una expresión calculadora. —Estoy haciendo lo que es mejor para ustedes, Ji-hoon. No lo olvides.

—¿Y qué hay de nosotros? —preguntó Seo-joon, con la voz temblorosa. —No quiero tener que fingir que me agrada.

—Nadie les pide que sean amigos —respondió Yu-jin con frialdad. —Solo que mantengan las apariencias. Es un pequeño precio a pagar por el éxito.

—¿Un pequeño precio? —repitió Tae-yang, con una risa amarga que resonó en la habitación. —Estamos vendiendo nuestra alma.

Jae-hyun, que hasta entonces había permanecido en silencio, finalmente habló: —Yu-jin, creo que deberíamos hablar de esto con más calma.

—No hay nada de qué hablar —respondió Yu-jin con firmeza, cruzándose de brazos. —Esta es la decisión. Y se acabó la discusión. Ahora, necesito que sigan interactuando con Ariana como si fuera su hermanita menor y que apoyan a Ji-hoon en su relación con ella. Los medios los aman juntos. Mantengan la imagen.

Con estas palabras, Yu-jin dio por terminada la reunión y salió de la suite, dejándonos a todos con una sensación de impotencia y frustración. El silencio que siguió a su partida era denso, cargado de tensión y resentimiento. Nadie se atrevía a decir nada, como si temiéramos que cualquier palabra pudiera romper el frágil equilibrio que quedaba.

Finalmente, Jae-hyun suspiró profundamente, rompiendo el silencio. —Supongo que… tendremos que hacerlo —dijo con voz cansada, pasando una mano por su cabello.

—¿Hacer qué? ¿Vender nuestra alma? —preguntó Tae-yang con sarcasmo.

Jae-hyun lo miró con seriedad. —Mantenernos unidos. Pase lo que pase, tenemos que estar juntos en esto.

Una mirada recorrió los rostros de cada uno de los miembros. Había resignación en los ojos de Seo-joon, frustración en los de Min-ho, tristeza en los de Ji-woo, y una mezcla de rabia y determinación en los míos. Incluso Ha-neul, que parecía haber disfrutado de la atención de Ariana, tenía una expresión sombría.

—Hyung tiene razón —dijo Ji-woo con voz suave, pero firme. —Somos Chromatic. Y nos mantendremos juntos.

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