No tardó demasiado en que su mano terminara en mi diestra y, sin que pudiera decir nada, él se deslizó entre mis piernas para meterse debajo de mi falda, jadeando ante la sorpresa que se encontró. En ese instante, la imagen de Ethan se intensificó aún más. Ya no era una simple superposición, era una presencia completa. Sentía sus manos en mi piel, sus besos en mi boca, su cuerpo contra el mío. Era como si él estuviera ahí, realmente ahí, haciéndome el amor. La culpa y la confusión se mezclaron con una excitación incontrolable. Sabía que estaba mal, que estaba besando a Thomas mientras pensaba en Ethan, pero la sensación era demasiado intensa para resistirme.
Justo cuando Thomas comenzaba a moverse para entrar dentro de mí, la puerta se abrió de golpe. Kaia y Sarah irrumpieron en la habitación, con una mezcla de shock y horror en sus rostros. Kaia se tapó la boca con las manos, mientras que Sarah se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos y la mandíbula caída. La escena que tenían delante era, sin duda, impactante.
—¡¿Ariana?! —exclamó Kaia con un grito ahogado.
Thomas se detuvo de inmediato, sobresaltado por la repentina interrupción. Me miró con confusión, sin entender la situación. Yo, por mi parte, sentí que la sangre se me helaba en las venas. La fantasía se rompió en mil pedazos, dejando al descubierto la cruda realidad: estaba a punto de acostarme con un extraño en la fiesta de mi mejor amiga, mientras pensaba en el hombre con el que mantengo una relación secreta y conflictiva.
En un movimiento brusco, Thomas se apartó de mí, se acomodó los pantalones con rapidez y me dirigió una última mirada de confusión antes de salir de la habitación sin decir una palabra. El silencio que quedó fue ensordecedor.
Kaia y Sarah seguían en la puerta, mirándome con una mezcla de incredulidad, preocupación y, en el caso de Sarah, con una punzada de una emoción desconocida para mí que no podía ocultar. Sus ojos recorrían mi cuerpo, deteniéndose en mi ropa desordenada y en mi expresión de absoluta vergüenza.
—¿Qué… qué acaba de pasar? —preguntó Sarah con la voz temblorosa, mirando el lugar donde Thomas estuvo hace unos segundos, con una mirada de desprecio y furia. Kaia se acercó lentamente a Ariana, con una mirada de preocupación y lastima.
El drama y la comedia se entrelazaban en esa escena. La forma en que me habían encontrado, a punto de… bueno, a punto de todo, era digna de una película. Pero la vergüenza y la confusión que sentía eran reales, profundas y dolorosas. Y la mirada de Sarah, cargada de una emoción que desconozco, no hacía más que empeorar las cosas.
(PARK ETHAN)
3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024
Han pasado tres años. Tres años de sonrisas forzadas, flashes constantes y titulares predecibles. Tres años de una farsa que se ha convertido en una segunda naturaleza. Ariana y yo. Ethan y Ariana. Una pareja perfecta, según la prensa. Dos completos extraños, según la realidad. Dos extraños que comparten portadas de revistas, alfombras rojas y un sinfín de eventos sociales, pero que apenas intercambian más que unas cuantas palabras ensayadas cuando nadie nos ve.
La vida en Chromatic seguía su curso, aunque con una tensión subyacente que nunca terminaba de desaparecer. El éxito era innegable, pero a un costo. Cada vez me sentía más lejos de los chicos, atrapado en una jaula dorada que yo mismo había ayudado a construir. Cada logro, cada premio, cada entrevista, venía acompañado de la inevitable pregunta sobre Ariana. "¿Cómo está Ariana?", "¿Qué tal les va?", "¿Planes de boda?". Como si mi vida se redujera a esa farsa. La sombra de mi "relación" con Ariana se extendía sobre la banda, distorsionando la percepción pública y generando resentimiento entre mis compañeros. Los veía en sus ojos, en las miradas de reojo que me daban durante las entrevistas, en los comentarios sarcásticos que soltaban entre ellos cuando creían que yo no los escuchaba. "Ahora somos 'Ethan Park y sus acompañantes'", escuché decir a Min-ho una vez, y esas palabras me quemaron por dentro.
Ariana… a veces la miraba de reojo, intentando descifrar qué pensaba realmente. Detrás de esa sonrisa pública, detrás de esa fachada de chica perfecta, intuía una cierta tristeza, una soledad que resonaba con la mía. «¿Sentirá lo mismo que yo? ¿Estará igual de harta de esta farsa?». Pero me resistía a ir más allá. Me resistía a conectar con ella de verdad. No quería que esta farsa se convirtiera en algo real. No quería confundir las líneas entre el contrato y la realidad. Y, sobre todo, no quería lastimarla más de lo que ya lo estaba haciendo con esta situación. «Aunque… ¿acaso no era ya demasiado tarde para eso? ¿No la estoy lastimando ya, simplemente por mantenerme alejado?».
Recuerdo las palabras de Yu-jin, resonando en mi cabeza como un eco constante: "Les está yendo excelente, Ethan. Las cifras están por las nubes. Nunca antes Chromatic había tenido tanta exposición. Sigan así". Como si las "cifras" y la "exposición" fueran lo único que importaba. Como si mis sentimientos, los sentimientos de los chicos, no valieran nada. Me sentía como un títere, movido por los hilos de mi agencia, obligado a representar un papel que me asfixiaba. Y lo peor de todo, era consciente de que, en parte, yo también era responsable de esta situación. Yo había aceptado el contrato. Yo había elegido este camino. Ahora, tenía que lidiar con las consecuencias. «Pero ya no más. No puedo seguir así. Tengo que cambiar esto, por mí, por los chicos, por Chromatic».
La semana pasada, después de una presentación en un programa de música, tuve una fuerte discusión con Yu-jin. Estábamos en su oficina, rodeados de premios y reconocimientos que ahora me parecían trofeos vacíos.
—¿Por qué tiene que estar siempre con nosotros? —le reclamé, con la voz cargada de frustración. Me crucé de brazos, intentando controlar la rabia que me recorría el cuerpo. —En cada evento, en cada entrevista, en cada m*****a foto. ¡Es Chromatic, no 'Ethan Park y su novia'!
Yu-jin se recostó en su silla de cuero, con una expresión impasible. —Ethan, no seas ridículo. Sabes que esto es bueno para la banda. La exposición que les da su relación con Ariana es invaluable. Las marcas los buscan, los programas de televisión los invitan… ¡Están en la cima!
—¿A qué precio? —repliqué, dando un golpe en el escritorio con el puño. Yu-jin me miró con el ceño fruncido, pero no dijo nada. —Los chicos se sienten opacados. Se sienten como… como extras en mi propia vida.
—Están exagerando —respondió Yu-jin, encogiéndose de hombros. —Además, las cifras hablan por sí solas. Nunca antes habíamos tenido este nivel de éxito.
—¡Me importa un carajo el éxito si estoy perdiendo a mi banda en el proceso! —exclamé, levantándome de golpe. Caminé de un lado a otro de la oficina, sintiendo la rabia hervir en mi interior. —No voy a seguir con esta farsa.
Yu-jin se levantó también, con una expresión de advertencia en el rostro. —Ethan, piénsalo bien. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido.Lo miré fijamente a los ojos, con una determinación que no sentía desde hacía mucho tiempo. —Prefiero perderlo todo a seguir viviendo esta mentira.Salí de la oficina dando un portazo, dejando a Yu-jin con la palabra en la boca. La adrenalina me recorría el cuerpo, una mezcla de rabia y alivio. Alivio por haber finalmente expresado lo que sentía, rabia por haber tenido que llegar a este punto. Sabía que esta conversación tendría consecuencias, repercusiones que probablemente afectarían a Chromatic y a mi propia carrera, pero ya no me importaba. Había llegado a un punto de quiebre. Necesitaba recuperar mi vida, mi banda, a mí mismo. Y en mi mente, la única forma de lograrlo era ponerle fin a la farsa con Ariana, de una vez por todas.La decisión me carcomía por dentro desde hacía meses, como un ácido lento y corrosivo. Cada vez que veía
Ha-neul, que hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente habló: —Ethan… ¿estás seguro de esto? ¿De verdad crees que es la mejor solución?—No lo sé, Ha-neul —admití, con sinceridad. —Pero no podía seguir así. Tenía que hacer algo.—Estás siendo egoísta, Ethan —dijo Yu-jin, con la voz cargada de reproche, clavando sus ojos en mí como si quisiera perforarme con la mirada—. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido. Años de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio… ¡todo por tu capricho!—No —respondí, mirándolo directamente a los ojos, sin ceder ante su intensidad. Mi voz era firme, aunque por dentro me debatía entre la convicción y la duda—. Estoy intentando salvarla. A Chromatic. A nosotros.Un silencio tenso se extendió entre nosotros, roto solo por el murmullo lejano de la multitud impaciente. Yu-jin respiraba con dificultad, con las mejillas enrojecidas por la ira contenida. Sus puños estaban apretados a los costados del cuerpo.—¿Salvarla? —espetó finalmente, con u
Entre la multitud de carteles con nuestros nombres, con mensajes de apoyo y dibujos coloridos, destacaban algunos que me helaron la sangre. Carteles con mi nombre y el de Ariana, unidos por un corazón. Fotos nuestras de las alfombras rojas, recortadas y pegadas juntas. Incluso algunos con frases como "Ethan y Ariana para siempre" o "#Ethaniana". La "ship" que habían creado los fans, esa fantasía que alimentaban con cada una de nuestras apariciones públicas, estaba ahí, frente a mí, recordándome la farsa que vivía.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Apreté la mandíbula y cerré los ojos por un instante, intentando controlar la rabia que comenzaba a crecer en mi interior. «No puedo dejar que esto me afecte. No puedo dejar que esta mentira arruine el concierto. Los chicos dependen de mí, los fans dependen de nosotros.»Abrí los ojos y me obligué a sonreír. Intenté conectar con el público, interactuar con ellos entre canción y canción, como siempre lo hacía. Pero la imagen de esos car
De repente, la puerta se abrió y los chicos comenzaron a entrar uno a uno. Jae-hyun fue el primero, seguido por Ji-woo, Min-ho y finalmente Ha-neul. Sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.—¿Todo bien, Ethan? —preguntó Jae-hyun, acercándose y poniendo una mano en mi hombro.Levanté la vista y le dediqué una débil sonrisa. —Sí, todo bien —mentí, intentando restarle importancia al asunto.Justo en ese momento, un miembro del staff entró en el camerino con una expresión apresurada.—Chicos, prepárense. Ya están listos para la despedida —anunció, mirando a todos. —Las fans los están esperando en la puerta trasera.Un murmullo de emoción recorrió la habitación. A pesar de la tensión anterior, la idea de interactuar con los fans siempre nos animaba.—Bien —dijo Jae-hyun, dando una palmada. —Vamos a darles una buena despedida.Los chicos comenzaron a moverse, recogiendo sus cosas y preparándose para salir. Yo me levanté lentamente, sintiendo un nudo en el estómago. Sab
«¿Tenso? Estoy a punto de estallar», pensé, pero me limité a encogerme de hombros y a murmurar un "sí" apenas audible. No quería preocuparlos más de lo necesario. Ya bastante tenían con la situación con Yu-jin.En ese momento, una chica se acercó con una sonrisa tímida y me extendió los brazos.—¿Te puedo abrazar? —preguntó, con los ojos brillantes de ilusión.«Otro recordatorio más», pensé, sintiendo un nudo en la garganta. Pero antes de que pudiera responder con una de mis sonrisas prefabricadas, la chica añadió, con una pizca de picardía en la voz:—¿No se pondrá celosa Ariana?Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. La pregunta resonó en mis oídos como un eco burlón. Miré a la chica, que me observaba con una sonrisa expectante, y luego a Jae-hyun, que me miraba con preocupación. «¿Qué se supone que debo decir?», pensé, sintiendo la presión aumentar.Respiré hondo, intentando controlar la creciente ansiedad. «Tengo que salir de esta», me dije. Forcé una sonrisa y abrí los brazos, in
(ARIANA JÁUREGUI)Hace tres años, Ethan me pidió que fuera su novia en su nuevo video musical. Recuerdo la propuesta como si fuera ayer. Estábamos en el set, rodeados de cámaras y personal, y de repente, entre toma y toma, me soltó la pregunta. Al principio pensé que era una broma, una estrategia publicitaria más. Pero luego vi la seriedad en sus ojos, una seriedad que contrastaba con la sonrisa pícara que siempre llevaba. Acepté. No porque me cayera bien, de hecho, desconfiaba profundamente de él. Seguía pensando que sus acciones perjudicaban a Chromatic, aunque en el fondo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, disfrutaba de su cercanía. Estar con él significaba estar cerca de la banda que amaba, de la música que me hacía vibrar. Era una contradicción constante, un tira y afloja entre la razón y la emoción. «¿Cómo podía sentirme atraída por alguien que, según yo, estaba dañando a mi grupo favorito? Era absurdo. Pero ahí estaba, mi corazón latiendo más rápido cada vez
Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo como si me estuviese escaneando, deteniéndose por un instante en mi cuello, como si hubiera notado algo que le incomodaba. «¿Será el perfume de Thomas? ¿Todavía se nota?». Olfateó en el ambiente y arrugó la nariz. Por puro instinto, retrocedí, intentando mantenerme lo más alejada posible de él; no quería que descubriera lo que hice antes de venir aquí. «Si se entera de que estuve con Thomas… no sé qué podría pasar. Aunque, ¿qué más da? Ya nada importa.» La culpa me carcomía por dentro, mezclada con una extraña sensación de rebeldía. «¿Por qué tengo que esconderme? ¿Por qué tengo que fingir todo el tiempo?».—¿A qué te refieres? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Instintivamente me toqué el cuello, recordando los besos de Thomas. Demonios.—Me refiero a que no eres precisamente un ángel, Ariana —Ethan se acercó un poco más, su voz se tornó grave y amenazante—. Hueles… interesante. Una mezcla de excitación y arrepentimient
Las palabras salieron de mi boca como un torrente descontrolado, una confesión que había estado guardando durante demasiado tiempo. «Tenía que decírselo. No podía seguir callándomelo más. Necesitaba que lo supiera. Necesitaba que entendiera.» Lo miré a los ojos, buscando alguna reacción, alguna señal de que mis palabras lo habían afectado de alguna manera. Buscaba una chispa de sorpresa, de comprensión, incluso de enojo. Cualquier cosa que me diera una pista de lo que estaba sintiendo. «¿Acaso no siente nada? ¿Es que no le importa en absoluto?». Pero su rostro permanecía impasible, inexpresivo. Como si le estuviera hablando a una pared. «Es como si no me viera. Como si no me oyera. Como si no existiera para él.» La frialdad en su mirada me caló hasta los huesos, haciéndome sentir más sola y vulnerable que nunca. «¿Por qué me hace esto? ¿Por qué es tan frío conmigo? ¿Acaso no se da cuenta del daño que me está haciendo?»—Sin ti, yo sigo siendo Ariana Jáuregui —continué, con la voz tembl