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3. #ETHIANA: El error (6/10)

Yu-jin se levantó también, con una expresión de advertencia en el rostro. —Ethan, piénsalo bien. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido.

Lo miré fijamente a los ojos, con una determinación que no sentía desde hacía mucho tiempo. —Prefiero perderlo todo a seguir viviendo esta mentira.

Salí de la oficina dando un portazo, dejando a Yu-jin con la palabra en la boca. La adrenalina me recorría el cuerpo, una mezcla de rabia y alivio. Alivio por haber finalmente expresado lo que sentía, rabia por haber tenido que llegar a este punto. Sabía que esta conversación tendría consecuencias, repercusiones que probablemente afectarían a Chromatic y a mi propia carrera, pero ya no me importaba. Había llegado a un punto de quiebre. Necesitaba recuperar mi vida, mi banda, a mí mismo. Y en mi mente, la única forma de lograrlo era ponerle fin a la farsa con Ariana, de una vez por todas.

La decisión me carcomía por dentro desde hacía meses, como un ácido lento y corrosivo. Cada vez que veía las miradas de los chicos, cada vez que escuchaba los comentarios a media voz, el peso de la mentira se hacía más insoportable. Tenía que ponerle un alto a esto. No podía permitir que mi vida personal, o más bien, la farsa de mi vida personal, siguiera afectando a Chromatic. Los chicos merecían más que ser considerados "los acompañantes de Ethan Park y su famosa novia". Ellos eran mi familia, mis compañeros, mi otra mitad. Y los estaba perdiendo por una mentira que se había salido de control.

El día de la conversación con Ariana llegó sin previo aviso. Estábamos en una de esas galas benéficas a las que nos obligaban a asistir. Ella lucía deslumbrante, como siempre, con un vestido rojo que resaltaba su figura. Yo, por mi parte, intentaba mantener la compostura, sonriendo a las cámaras y respondiendo a las preguntas con respuestas ensayadas.

En un momento de relativa calma, cuando los fotógrafos se habían alejado por un instante, la aparté a un rincón más tranquilo.

—Ariana, necesito hablar contigo —dije, con la voz lo más neutra posible.

—¿Pasa algo, Ethan? —preguntó, con una expresión de ligera preocupación.

—Se trata de… de nosotros —vacilé un instante. No era fácil poner en palabras lo que sentía—. Creo que… creo que sería mejor que dejaras de asistir a nuestros conciertos.

Su expresión cambió de preocupación a sorpresa, luego a confusión, y finalmente a una profunda tristeza.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, con la voz temblorosa.

—Lo que oyes —respondí, evitando su mirada. —No quiero que nuestra… relación… siga afectando a Chromatic. Los chicos se sienten… incómodos. Y yo también.

—Pero… —intentó replicar.

—Es lo mejor, Ariana —la interrumpí, con un tono firme pero suave. —Es lo mejor para todos.

El silencio que siguió fue doloroso. Pude ver las lágrimas acumulándose en sus ojos, pero me negué a ceder. Tenía que ser fuerte. Por Chromatic. Por mí.

—Entiendo —dijo finalmente, con la voz apenas audible. Bajó la mirada, ocultando las lágrimas que finalmente comenzaron a resbalar por sus mejillas.

Me di la vuelta y me alejé, sintiendo un peso enorme en el pecho. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero también sabía que había lastimado a Ariana. Y eso, de alguna manera, me dolía más de lo que quería admitir.

Estábamos en el backstage, la adrenalina previa al concierto comenzaba a sentirse en el ambiente. Los técnicos ajustaban los últimos detalles del escenario, mientras nosotros terminábamos de prepararnos. El sonido de la multitud al otro lado del telón era un rugido constante que nos recordaba la magnitud del evento. Pero en lugar de la emoción habitual, sentía una tensión palpable entre los chicos. Sus miradas evitaban la mía, y las conversaciones se limitaban a asuntos puramente técnicos.

—¿Dónde está Ariana? —preguntó Yu-jin, irrumpiendo en la sala con su habitual energía. Miró a su alrededor, buscando a Ariana con la mirada. —Debería estar aquí ya. Los medios están esperando.

—No lo sé —respondí, encogiéndome de hombros y evitando su mirada. Estaba sentado en un sofá, afinando mi guitarra con nerviosismo.

Yu-jin frunció el ceño. —¿Cómo que no lo sabes? Se supone que debe estar aquí para apoyarlos. ¡Es parte del show! —Sacó su teléfono y comenzó a marcar un número. —La voy a llamar.

Mientras Yu-jin intentaba contactar a Ariana, los chicos intercambiaban miradas incómodas. Ha-neul, que generalmente era el más hablador, permanecía en silencio, con la mirada fija en el suelo. Min-ho jugueteaba con las baquetas, con una expresión de fastidio en el rostro. Ji-woo, por su parte, miraba la escena con preocupación. Solo Jae-hyun me dirigió una mirada comprensiva.

—No contesta —dijo Yu-jin, guardando el teléfono en su bolsillo con frustración. —Esto es un desastre. ¿Alguien sabe dónde está?

Respiré hondo, preparándome para la inevitable confrontación. —Yo le pedí que no viniera —dije, con la voz lo más calmada posible.

El silencio que siguió fue aún más denso que antes. Las miradas de todos se posaron sobre mí, con sorpresa y confusión.

—¿Qué? —preguntó Yu-jin, con los ojos entrecerrados. —Explícate, Ethan.

—Le pedí que no asistiera a nuestros conciertos —repetí, con un tono más firme. —No quiero que nuestra… relación… siga afectando a la banda. Los chicos… se sienten incómodos.

—¿Incomodos? —exclamó Yu-jin, con una risa sarcástica. —¡Esto es una locura! ¿Te das cuenta de la imagen que estamos proyectando? ¡Los medios esperan verlos juntos! ¡Las fans lo exigen!

—Me importa un bledo la imagen —respondí, levantándome del sofá. —Me importa más Chromatic. Me importan los chicos. Y no voy a permitir que una farsa siga dañándolos.

—¿Qué pasó exactamente, Ethan? —preguntó Jae-hyun, interrumpiendo la discusión con Yu-jin. Su voz era seria, pero transmitía preocupación.

—Hablé con ella —dije, pasando una mano por mi cabello. —Le dije que era lo mejor para todos. Que su presencia… estaba generando demasiada atención.

—¿Y cómo se lo tomó? —preguntó Ji-woo, con cautela.

—No muy bien —admití, con un suspiro. —Se puso triste, obviamente. Pero… creo que entendió. O al menos, eso espero.

—¿Entendió? —intervino Min-ho, con una expresión incrédula. —Después de tres años de fingir ser la pareja perfecta, ¿simplemente lo entendió?

—No fue fácil —respondí, mirando a Min-ho directamente a los ojos. —Pero tenía que hacerlo. Por nosotros. Por Chromatic.

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