Entre la multitud de carteles con nuestros nombres, con mensajes de apoyo y dibujos coloridos, destacaban algunos que me helaron la sangre. Carteles con mi nombre y el de Ariana, unidos por un corazón. Fotos nuestras de las alfombras rojas, recortadas y pegadas juntas. Incluso algunos con frases como "Ethan y Ariana para siempre" o "#Ethaniana". La "ship" que habían creado los fans, esa fantasía que alimentaban con cada una de nuestras apariciones públicas, estaba ahí, frente a mí, recordándome la farsa que vivía.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Apreté la mandíbula y cerré los ojos por un instante, intentando controlar la rabia que comenzaba a crecer en mi interior. «No puedo dejar que esto me afecte. No puedo dejar que esta mentira arruine el concierto. Los chicos dependen de mí, los fans dependen de nosotros.»
Abrí los ojos y me obligué a sonreír. Intenté conectar con el público, interactuar con ellos entre canción y canción, como siempre lo hacía. Pero la imagen de esos carteles seguía presente en mi mente, como una mancha que no podía borrar. «Es como si me estuvieran restregando en la cara la mentira que estoy viviendo. Como si me dijeran: 'Recuerda, Ethan, esto no es real'.»
Durante todo el concierto, me esforcé por disimular mi fastidio. Intenté no mirar directamente a la zona donde veía los carteles de "Ethaniana", concentrándome en los fans que coreaban nuestras canciones con entusiasmo. Interactué con los chicos en el escenario, compartiendo miradas cómplices y pequeñas bromas, intentando mantener la energía alta. «Tengo que hacerlo por ellos. Por Chromatic.»
Pero por dentro, me sentía como una bomba a punto de estallar. Cada vez que veía un nuevo cartel, cada vez que escuchaba a alguien gritar nuestros nombres juntos, la presión aumentaba. «Es insoportable. ¿Cuánto tiempo más podré seguir con esto?» Era como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, intentando mantener el equilibrio mientras una tormenta amenazaba con derribarme.
Finalmente, el concierto terminó. El último acorde resonó en el estadio, y la multitud estalló en aplausos. Nos inclinamos ante el público, agradeciendo su apoyo. Mientras bajaba del escenario, sentí un profundo alivio. Lo había logrado. Había logrado disimular mi fastidio y dar el concierto que los fans merecían. «Pero esto no ha terminado. La farsa continúa, y la conversación pendiente con Yu-jin me espera al final del camino.»
La adrenalina del concierto se había disipado, dejando un vacío frío en su lugar. El alivio inicial por haber superado la presentación sin incidentes se desvanecía rápidamente, reemplazado por la inminente confrontación con Yu-jin. Lo encontré esperándome en mi camerino, con los brazos cruzados y una expresión que presagiaba una tormenta.
—Tenemos que hablar, Ethan —dijo, sin rodeos. Su voz era dura, cortante.
—Ya lo sé —respondí, dejando caer mi guitarra en el sofá. Me sentía agotado, física y mentalmente.
—¿Qué demonios te crees que estás haciendo? —espetó Yu-jin, dando un paso hacia mí. Su rostro estaba rojo de furia. —¡Pedirle a Ariana que no venga a los conciertos! ¿Acaso te has vuelto loco?
—Estoy pensando en la banda —dije, intentando mantener la calma. —Los chicos se sienten…
—¡Me importa un bledo cómo se sientan los chicos! —me interrumpió, con la voz cada vez más alta. —Lo que me importa es la imagen, las ventas, el éxito. ¡Y tú estás poniendo todo eso en riesgo!
—No estoy poniendo nada en riesgo —repliqué, con la mandíbula apretada. —Estoy intentando salvar a Chromatic.
—¡Tú no estás salvando nada! —gritó Yu-jin, dando un golpe en la mesa que hizo que varios miembros del staff se giraran a mirarnos con preocupación. Bajó la voz, pero la furia seguía presente en cada palabra. —Escúchame bien, Ethan. Ariana va a seguir apareciendo contigo en todos los eventos, en todas las entrevistas, en todos los conciertos. ¿Entendido?
—No —respondí, con firmeza. —No voy a pedírselo.
Yu-jin me miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. —¿Te estás negando? ¿A mí?
—Sí —dije, mirándolo directamente a los ojos. —Ya no voy a seguir con esta farsa. No a costa de mi banda. No a costa de mis amigos.
—¡Eres un ingrato! —gritó Yu-jin, perdiendo por completo la compostura. —Te di la oportunidad de tu vida, te convertí en una estrella, ¡y así me lo agradeces!
—Me diste una jaula dorada, Yu-jin —repliqué, con la voz cargada de amargura. —Y ya no quiero estar dentro.
La discusión continuó durante varios minutos, con gritos, reproches y amenazas. El resto del staff se movía incómodo a nuestro alrededor, intentando no involucrarse, pero era imposible ignorar la tensión que llenaba el ambiente. Algunos incluso se retiraron discretamente, buscando alejarse del inminente estallido.
—¡Vas a llamarla ahora mismo! —ordenó Yu-jin, señalándome con el dedo. —Y le vas a decir que todo fue un malentendido, que la necesitas a tu lado, que la extrañas. ¡Dile lo que sea, pero convéncela de que vuelva!
—No lo haré —respondí, con la voz firme como una roca—, ya se lo dije. No voy a pedirle que vuelva.
Yu-jin respiró profundamente, intentando controlar su ira. Su rostro estaba rojo y sus manos temblaban ligeramente—. Ethan… —dijo, con una voz peligrosamente baja—. Estás jugando con fuego. Y te vas a quemar.
—Tal vez —respondí, encogiéndome de hombros—. Pero prefiero quemarme a seguir viviendo esta mentira.
—¡Te arrepentirás de esto, Ethan! —gritó Yu-jin antes de salir del camerino, dando otro portazo que resonó por todo el backstage. Varios miembros del staff que se habían quedado cerca intercambiaron miradas nerviosas, algunos incluso negando con la cabeza. La tensión en el aire era palpable, incluso después de que Yu-jin se fuera.
Me quedé solo en la habitación, con el corazón latiendo con fuerza. Sabía que había cruzado un límite, que la guerra con Yu-jin estaba declarada. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentía una extraña sensación de libertad. Había tomado una decisión, y estaba dispuesto a afrontar las consecuencias. «Por Chromatic. Por mí. Por… tal vez, incluso por Ariana.»
El silencio en el camerino era pesado, incluso después de que los chicos intentaran aligerar el ambiente. La discusión con Yu-jin resonaba en mi cabeza, y la tensión seguía presente, aunque de una forma más contenida. Estaba sentado en el sofá, con la mirada fija en el suelo, repasando mentalmente lo que había sucedido.
De repente, la puerta se abrió y los chicos comenzaron a entrar uno a uno. Jae-hyun fue el primero, seguido por Ji-woo, Min-ho y finalmente Ha-neul. Sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.—¿Todo bien, Ethan? —preguntó Jae-hyun, acercándose y poniendo una mano en mi hombro.Levanté la vista y le dediqué una débil sonrisa. —Sí, todo bien —mentí, intentando restarle importancia al asunto.Justo en ese momento, un miembro del staff entró en el camerino con una expresión apresurada.—Chicos, prepárense. Ya están listos para la despedida —anunció, mirando a todos. —Las fans los están esperando en la puerta trasera.Un murmullo de emoción recorrió la habitación. A pesar de la tensión anterior, la idea de interactuar con los fans siempre nos animaba.—Bien —dijo Jae-hyun, dando una palmada. —Vamos a darles una buena despedida.Los chicos comenzaron a moverse, recogiendo sus cosas y preparándose para salir. Yo me levanté lentamente, sintiendo un nudo en el estómago. Sab
«¿Tenso? Estoy a punto de estallar», pensé, pero me limité a encogerme de hombros y a murmurar un "sí" apenas audible. No quería preocuparlos más de lo necesario. Ya bastante tenían con la situación con Yu-jin.En ese momento, una chica se acercó con una sonrisa tímida y me extendió los brazos.—¿Te puedo abrazar? —preguntó, con los ojos brillantes de ilusión.«Otro recordatorio más», pensé, sintiendo un nudo en la garganta. Pero antes de que pudiera responder con una de mis sonrisas prefabricadas, la chica añadió, con una pizca de picardía en la voz:—¿No se pondrá celosa Ariana?Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. La pregunta resonó en mis oídos como un eco burlón. Miré a la chica, que me observaba con una sonrisa expectante, y luego a Jae-hyun, que me miraba con preocupación. «¿Qué se supone que debo decir?», pensé, sintiendo la presión aumentar.Respiré hondo, intentando controlar la creciente ansiedad. «Tengo que salir de esta», me dije. Forcé una sonrisa y abrí los brazos, in
(ARIANA JÁUREGUI)Hace tres años, Ethan me pidió que fuera su novia en su nuevo video musical. Recuerdo la propuesta como si fuera ayer. Estábamos en el set, rodeados de cámaras y personal, y de repente, entre toma y toma, me soltó la pregunta. Al principio pensé que era una broma, una estrategia publicitaria más. Pero luego vi la seriedad en sus ojos, una seriedad que contrastaba con la sonrisa pícara que siempre llevaba. Acepté. No porque me cayera bien, de hecho, desconfiaba profundamente de él. Seguía pensando que sus acciones perjudicaban a Chromatic, aunque en el fondo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, disfrutaba de su cercanía. Estar con él significaba estar cerca de la banda que amaba, de la música que me hacía vibrar. Era una contradicción constante, un tira y afloja entre la razón y la emoción. «¿Cómo podía sentirme atraída por alguien que, según yo, estaba dañando a mi grupo favorito? Era absurdo. Pero ahí estaba, mi corazón latiendo más rápido cada vez
Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo como si me estuviese escaneando, deteniéndose por un instante en mi cuello, como si hubiera notado algo que le incomodaba. «¿Será el perfume de Thomas? ¿Todavía se nota?». Olfateó en el ambiente y arrugó la nariz. Por puro instinto, retrocedí, intentando mantenerme lo más alejada posible de él; no quería que descubriera lo que hice antes de venir aquí. «Si se entera de que estuve con Thomas… no sé qué podría pasar. Aunque, ¿qué más da? Ya nada importa.» La culpa me carcomía por dentro, mezclada con una extraña sensación de rebeldía. «¿Por qué tengo que esconderme? ¿Por qué tengo que fingir todo el tiempo?».—¿A qué te refieres? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Instintivamente me toqué el cuello, recordando los besos de Thomas. Demonios.—Me refiero a que no eres precisamente un ángel, Ariana —Ethan se acercó un poco más, su voz se tornó grave y amenazante—. Hueles… interesante. Una mezcla de excitación y arrepentimient
Las palabras salieron de mi boca como un torrente descontrolado, una confesión que había estado guardando durante demasiado tiempo. «Tenía que decírselo. No podía seguir callándomelo más. Necesitaba que lo supiera. Necesitaba que entendiera.» Lo miré a los ojos, buscando alguna reacción, alguna señal de que mis palabras lo habían afectado de alguna manera. Buscaba una chispa de sorpresa, de comprensión, incluso de enojo. Cualquier cosa que me diera una pista de lo que estaba sintiendo. «¿Acaso no siente nada? ¿Es que no le importa en absoluto?». Pero su rostro permanecía impasible, inexpresivo. Como si le estuviera hablando a una pared. «Es como si no me viera. Como si no me oyera. Como si no existiera para él.» La frialdad en su mirada me caló hasta los huesos, haciéndome sentir más sola y vulnerable que nunca. «¿Por qué me hace esto? ¿Por qué es tan frío conmigo? ¿Acaso no se da cuenta del daño que me está haciendo?»—Sin ti, yo sigo siendo Ariana Jáuregui —continué, con la voz tembl
—Ji-hoon Park, ¿qué significa esto? —apenas pude pronunciar las palabras en un susurro que Ethan no logró escuchar, pues se quitó la camiseta y desabrochaba sus pantalones mientras se dirigía al baño, o al menos eso creía yo porque sino, no tendría sentido el porqué se desnuda sin importarle mi presencia—. «¿Qué está haciendo? ¿Acaso no le importa que esté aquí? ¿Es que no tiene ni un poco de respeto?». Oh, no.El sonido del agua corriendo inundó la habitación, confirmando mis peores temores. Me quedé paralizada en el mismo lugar, en estado de shock. «No puedo creer lo que está pasando. Esto es una pesadilla.» ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué iba a pasar ahora? Mi mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones contradictorias. El recuerdo de Thomas, la confrontación con Ethan, su rechazo… todo se mezclaba en un caos que me impedía pensar con claridad.La habitación del hotel tenía una pequeña sala de estar, separada del dormitorio por una puerta corredera. Caminé como un autóm
Me puse la camiseta de Ethan. Me llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando mis piernas completamente desnudas. «Perfecto. Justo lo que necesito.» Esta camiseta es perfecta para lo que quiero lograr: molestarlo. «Quiero sacarlo de su frialdad. Quiero ver una reacción en él. La que sea.» Con esa idea fija en mi mente, me quité el pantalón de pijama que también me había dado y se lo arrojé a los pies de la cama con una deliberada falta de cuidado. «Que vea lo poco que me importa su opinión ahora.» La luz del baño seguía encendida, iluminando la habitación con una luz suave que hacía que la tela blanca de la camiseta se transparentara, revelando la silueta de mi cuerpo. Lo vi allí, en la cama, mirándome fijamente como si me desnudara con esa intensa mirada oscura sin los lentes de contacto azules. «Por fin me está mirando. Por fin me ve.» Ahora entiendo por qué lo ven irresistible las biased Ethan. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me puso nerviosa, pero al mismo tiempo
Sin decir nada más, me di la vuelta y me dirigí al sofá. Pero antes de llegar, me detuve. «No. No voy a dormir ahí. No voy a ceder ante su indiferencia.» No iba a dormir allí. No después de todo. No iba a permitir que me tratara de esa manera. «Voy a luchar por mi lugar. Aunque sea en esta cama. Aunque sea por esta noche.»Respiré hondo, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Luego, me di la vuelta y regresé al dormitorio. Ethan me miraba con el ceño fruncido, como si estuviera anticipando una nueva discusión. «Que espere lo que quiera. No voy a irme.»Sin embargo, no dije nada. Simplemente me deslicé bajo las sábanas, dándole la espalda. «No voy a darle la satisfacción de verme sufrir más. No voy a darle la espalda a lo que siento.» El silencio que se instaló en la habitación era denso, cargado de tensión y emociones contenidas. «Pero esta noche, voy a dormir en su cama. Y eso, al menos por ahora, es una pequeña victoria.»—¿Qué crees que haces? —Murmuró Ethan, con l