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3. #ETHIANA: El error (4/10)

—Carajo, me gustas desde el primer momento en que te vi... —confieso, fue como un impulso de verdad, como si no pudiese ocultarle absolutamente nada—. Te deseo tanto que quiero sentirte, te quiero dentro de mí.

Él solo me observó, sus gestos de hecho no cambiaron ni un poco, se mantuvieron fijos en los míos. Su mano, a estas alturas, había bajado de mi mejilla a mi brazo. Mantener el contacto físico tenía todo mi cuerpo temblando, tanto, tanto que mi respiración se aceleró y mis labios se resecaron tan solo un poco, aunque aún se sentían suaves. Pasé la lengua por mis labios, algo que pareció retener su aliento.

—Quiero besarte, hacerte gritar, gemir, ¿puedo hacerlo?

¿Qué? Demonios, claro que sí. ¡Hazlo ahora, por favor!

Exhalo tan solo un suspiro pequeño con los ojos puestos en él. A estas alturas ya deseaba subirme encima de él, abrazarlo, besarlo y hacerle cosas que hace un rato sentía asquerosas, pero es que con él nada se siente asqueroso de ningún tipo. ¿Es lógico? Ni un poco, pero me importa una m****a lo lógico porque solo quiero estar con él, estar en sus brazos, llevármelo a casa para conocerlo por siempre y para siempre.

Carajo, soy una cursi, pero me encanta sentirme así.

—¿De verdad? —pregunté como una niña—. ¿De verdad quieres tenerme?

Corrección, como una tonta, que una niña no preguntaría. En mi caso, no pregunté; yo ya sabía qué quería hacer cuando era niña, así que no hay comparación de ningún tipo, eso es seguro. Alcé la mano para llevar mis dedos a sus labios cuando los separó para volver a hablar. Posiblemente no iba a hablar, pero yo ahí, creando una situación muy linda.

—Olvídemos mi pregunta. Quiero que me beses desde que mis ojos se cruzaron con los tuyos, claro, antes de que me cayera del sofá —mordí apenas mi labio inferior, con una sonrisa que soy incapaz de reprimir. Me es imposible reprimir alguna emoción con él; solo sé que lo quiero por siempre conmigo—. Hazme lo que me has dicho, hazlo ahora.

Besó mis dedos antes de que se deslizaran por su mentón y cayeran abruptamente al sofá, a mi pierna. Mi respiración se aceleró cuando su mano tomó mi mejilla. Ni me jaló hacia él, más bien yo enderecé mi espalda para acortar la distancia entre nosotros, acercándome tanto como pude a sus labios, a esos que besé de inmediato, colgando mis manos en sus hombros. A estas alturas creí que nos estaríamos besando, pero estábamos tan cerca el uno del otro que podía sentir su respiración contra mis labios, hambriento de los suyos. Y aunque no quiero abusar, acorto la distancia para tocar la suavidad de estos que se cierran al sentirme.

Carajo, se siente electricidad pura.

No literalmente, digo, son cosquilleos que van en aumento mientras sus labios vuelven a besar los míos. Mis manos se aprietan en el cuello de su camiseta para atraerlo hacia mí, reconociendo esos labios que me daban ganas de derretirme frente a él. Mi cuerpo automáticamente se impulsó para acercarse más al suyo, atrayendo su cuerpo más al mío, sintiendo cómo vibraba todo mi cuerpo, cómo las zonas erógenas estaban hirviendo. Esto me gustaría no confesarlo, pero una de ellas estaba tan, pero tan mojada que me dio la impresión, esto es muy vergonzoso, pero vamos, como si me hubiese orinado encima, solo un poco, pero eso.

Carajo, esto se siente maravilloso, pero me siento tan apenada.

Tan apenada que me aparto lo suficiente para mirarlo. Sus ojos estaban en llamas pasionales, sus labios calientes y su respiración jadeante. Sin pensarlo dos veces, lo volví a acercar a mí con fuerza, echándome en el sofá para que él se pusiera encima. La posición es rara en un sofá, pero él buscó la forma de acomodarse para no lastimarme, eso creo.

Lo que me puso curiosa es que sus caderas las redireccionó lejos de mi pelvis, pero una de mis piernas encontró la forma de aprisionarlo entre mis piernas, sonriendo al sentir la dureza del reflejo que le gustaba tanto como a mí.

En ese instante, la imagen de Ethan irrumpió en mi mente con más fuerza que nunca. Sus ojos, su boca, su expresión de reprobación, todo se mezcló con la imagen de Thomas, creando una confusión aún mayor. Por un momento, sentí que estaba traicionando a Ethan, aunque nuestra relación fuera una farsa. Pero al mismo tiempo, la sensación de libertad y rebeldía que me embargaba era demasiado fuerte para detenerla. Thomas, ajeno a mi tormento interno, comenzó a besar mi cuello, dejando pequeños mordiscos que me hicieron estremecer. Su mano se deslizó por mi muslo, subiendo lentamente bajo la tela de mi vestido. Cada toque, cada roce, se sentía como si fuera Ethan quien lo estuviera haciendo. En mi mente, era él quien me besaba con esa intensidad, con esa mezcla de deseo y control que me volvía loca.

Cerré los ojos, permitiéndome caer por completo en la fantasía. Ya no veía a Thomas. Solo veía a Ethan. Sus labios se apoderaron de los míos en un beso profundo y apasionado. Sus manos recorrían mi cuerpo con una familiaridad que me hacía suspirar. Era él, sin duda. Su aroma, su tacto, su calor... todo encajaba a la perfección con el recuerdo que tenía de él. En mi mente, estaba en sus brazos, entregándome por completo a la pasión que siempre había existido entre nosotros, una pasión que negábamos en público, pero que ardía con fuerza en la intimidad.

Los besos se volvieron más intensos, más demandantes. Sus manos desabrocharon mis pantalones para meter una de ellas y sentirlo, tocarlo... Tan caliente se siente al tacto que comencé a masajearlo, como si supiera lo que estaba haciendo. Él exhaló un suave rugido encima de mis labios, aquellos que mordí tan solo un poco. Él se estremeció, tocando mi rostro con una de sus manos, hundiendo el pulgar entre mis labios, como si supiera qué hacer. Lo chupé antes de buscar de nuevo sus labios. Cada caricia, cada gemido, cada susurro, todo se sentía como si fuera real, como si estuviera con Ethan en ese momento. La confusión era total, pero ya no me importaba. Solo quería sentir, disfrutar de esa fantasía que se sentía tan real.

—Se siente bien.

—Tú también.

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