El aroma que emana de él, de repente, me recuerda intensamente a Ethan, su colonia, ese olor amaderado que tanto conozco. La confusión me golpea con fuerza. ¿Por qué estoy viendo a Ethan? ¿Por qué huelo a Ethan? ¿Por qué tengo esta necesidad repentina de besarlo, de tenerlo cerca? Confundida por la imagen fugaz, me acerco más, buscando refugio en ese hombro que ahora, en mi mente distorsionada, pertenece a Ethan. Necesito sentir esa cercanía, aunque sea una fantasía. Él asintió como si me estuviera dando permiso para apoyarme en él, y con una pequeña sonrisa lo hice: apoyé mi frente en su hombro. Su aroma a Ethan era delicioso; sus caricias se sentían tan suaves, tan bonitas, que sentía que estaba flotando. Exhaló un suspiro corto, frotando mi frente en él, dejando un beso en la zona donde mi cabeza estaba apoyada. En ese momento, la cercanía, el alcohol y el recuerdo de Ethan me nublan el juicio por completo. Me incorporo lentamente, mis ojos buscando los suyos, que ahora, en mi mente, son inconfundiblemente los de Ethan. Lo tomo por el rostro y lo beso, un beso intenso, lleno de una necesidad que no comprendo del todo. Es un beso que mezcla la confusión, el deseo y la rabia contenida por el reciente encuentro con Ethan, la prohibición de ir al concierto. En mi mente, estoy besando al hombre que me acusó, al que me prohibió ir a ver a su propia banda, pero al mismo tiempo, al hombre que amo, al que siempre he admirado.
—Hueles delicioso.
Aprieto mis labios nuevamente, pero esta vez no siento vergüenza por los elogios, sino un extraño éxtasis, una sensación de estar viviendo algo prohibido y excitante. Además, se sentía verdaderamente bien estar a su lado, más aún cuando su mano se dirigió a mi mejilla para dejar una pequeña caricia que aceleró mi corazón. ¿Qué carajos es esto? No me lo puedo creer. Bueno, sí, pero no al mismo tiempo, porque siento que todo esto se siente como un bendito cuento de hadas, o no. No lo sé, pero me encanta.
Justo en ese momento, Thomas toma la botella de Whisky que está en la mesa, una botella que reconozco al instante; es una de las botellas de la colección privada del papá de la dueña de la casa, una colección carísima y casi intocable. Sin decir nada, sirve dos vasos y me ofrece uno. Sin dudarlo, lo acepto. Demonios, si voy a ser imprudente, lo seré con todas las de la ley. Además, un trago no me hará daño, ¿verdad? Y si me hace daño, pues, qué más da.
Brindamos en silencio, chocando suavemente los vasos. El whisky quema al pasar por mi garganta, pero el calor que deja después es reconfortante. Thomas me mira con una sonrisa que me desarma por completo. Rayos, este hombre es peligroso.
—¿Así que Jordan…? ¿A qué te dedicas? —pregunta, inclinándose un poco hacia mí.
En ese momento, la imagen de Ethan vuelve a aparecer en mi mente, mucho más clara que antes. Su rostro se superpone al de Thomas, sus ojos oscuros me miran con reprobación. Recuerdo nuestra discusión, su voz fría y tajante prohibiéndome ir al concierto. La rabia vuelve a encenderse en mi interior. ¿Quién se cree que es para decirme qué hacer?
—Soy… ¿eso importa? —respondo, con la voz un poco más apagada.
La imagen de Ethan persiste. Lo veo ahí, frente a mí, con esa mirada que me hace sentir pequeña e insignificante. Pero al mismo tiempo, siento una atracción irresistible hacia él, una necesidad de desafiarlo, de demostrarle que no puede controlarme. Y entonces, entiendo. No estoy viendo a Thomas. Estoy viendo a Ethan. Y la necesidad de besarlo se intensifica, se convierte en una obsesión.
Sin previo aviso, tomo a Thomas por el cuello de la camisa y lo acerco a mí. Lo beso con fuerza, con una pasión que me sorprende incluso a mí misma. Es un beso que mezcla la rabia, la frustración y el deseo. En mi mente, estoy besando a Ethan, al hombre que me prohíbe, al que me controla, pero también al hombre que amo, al que deseo con todas mis fuerzas. El whisky y la confusión hacen estragos en mis sentidos.
El beso se intensifica. Sus labios se mueven al compás de los míos, respondiendo a mi intensidad con la misma fuerza. En mi mente, ya no hay duda. Estoy besando a Ethan. Siento su aroma amaderado, su tacto, su calor. Es él. Tiene que ser él.
Me separo de él lentamente, con la respiración entrecortada. Lo miro a los ojos, buscando una respuesta, una confirmación de que lo que acabo de experimentar es real. Pero al verlo bien, la imagen de Ethan se desvanece, dejando ver de nuevo el rostro de Thomas, con una expresión de sorpresa y… ¿excitación?
Demonios. ¿Qué he hecho?
La culpa me invade de repente. Me siento avergonzada, confundida, y, sobre todo, terriblemente culpable. Acabo de besar a un extraño, un completo desconocido, creyendo que era mi… mi novio. Sí, mi novio. La ridícula y secreta farsa que mantenemos para el mundo. #Ethiana, repito en mi mente con sarcasmo. Espero que no se esté divirtiendo sin mí en ese concierto al que me prohibió ir.
—Yo… lo siento —murmuro, apartando la mirada.
Thomas me observa en silencio, con una expresión indescifrable. ¿Qué estará pensando? ¿Pensará que estoy loca? Probablemente tenga razón.
El resto de la fiesta se desvaneció en un segundo plano. Solo existíamos él y yo, en una burbuja de conexión inexplicable, ahora rota por mi impulsivo error. Sin embargo, en algún lugar de mi mente, recordaba la mención del after-party. Una parte de mí deseaba seguir en esta burbuja con Thomas, o, mejor dicho, con la fantasía de Ethan que había proyectado en él, pero otra, más cautelosa, se preguntaba qué pasaría después, cuando la magia de este encuentro fugaz se disipara, y, sobre todo, cómo reaccionaría al recordar a quién había besado realmente, y la razón por la que estaba tan enojada con él. Y ahora, además, con la resaca moral de haber besado a un extraño.
—Carajo, me gustas desde el primer momento en que te vi... —confieso, fue como un impulso de verdad, como si no pudiese ocultarle absolutamente nada—. Te deseo tanto que quiero sentirte, te quiero dentro de mí.Él solo me observó, sus gestos de hecho no cambiaron ni un poco, se mantuvieron fijos en los míos. Su mano, a estas alturas, había bajado de mi mejilla a mi brazo. Mantener el contacto físico tenía todo mi cuerpo temblando, tanto, tanto que mi respiración se aceleró y mis labios se resecaron tan solo un poco, aunque aún se sentían suaves. Pasé la lengua por mis labios, algo que pareció retener su aliento.—Quiero besarte, hacerte gritar, gemir, ¿puedo hacerlo?¿Qué? Demonios, claro que sí. ¡Hazlo ahora, por favor!Exhalo tan solo un suspiro pequeño con los ojos puestos en él. A estas alturas ya deseaba subirme encima de él, abrazarlo, besarlo y hacerle cosas que hace un rato sentía asquerosas, pero es que con él nada se siente asqueroso de ningún tipo. ¿Es lógico? Ni un poco, pe
No tardó demasiado en que su mano terminara en mi diestra y, sin que pudiera decir nada, él se deslizó entre mis piernas para meterse debajo de mi falda, jadeando ante la sorpresa que se encontró. En ese instante, la imagen de Ethan se intensificó aún más. Ya no era una simple superposición, era una presencia completa. Sentía sus manos en mi piel, sus besos en mi boca, su cuerpo contra el mío. Era como si él estuviera ahí, realmente ahí, haciéndome el amor. La culpa y la confusión se mezclaron con una excitación incontrolable. Sabía que estaba mal, que estaba besando a Thomas mientras pensaba en Ethan, pero la sensación era demasiado intensa para resistirme.Justo cuando Thomas comenzaba a moverse para entrar dentro de mí, la puerta se abrió de golpe. Kaia y Sarah irrumpieron en la habitación, con una mezcla de shock y horror en sus rostros. Kaia se tapó la boca con las manos, mientras que Sarah se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos y la mandíbula caída. La escena que tenían d
Yu-jin se levantó también, con una expresión de advertencia en el rostro. —Ethan, piénsalo bien. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido.Lo miré fijamente a los ojos, con una determinación que no sentía desde hacía mucho tiempo. —Prefiero perderlo todo a seguir viviendo esta mentira.Salí de la oficina dando un portazo, dejando a Yu-jin con la palabra en la boca. La adrenalina me recorría el cuerpo, una mezcla de rabia y alivio. Alivio por haber finalmente expresado lo que sentía, rabia por haber tenido que llegar a este punto. Sabía que esta conversación tendría consecuencias, repercusiones que probablemente afectarían a Chromatic y a mi propia carrera, pero ya no me importaba. Había llegado a un punto de quiebre. Necesitaba recuperar mi vida, mi banda, a mí mismo. Y en mi mente, la única forma de lograrlo era ponerle fin a la farsa con Ariana, de una vez por todas.La decisión me carcomía por dentro desde hacía meses, como un ácido lento y corrosivo. Cada vez que veía
Ha-neul, que hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente habló: —Ethan… ¿estás seguro de esto? ¿De verdad crees que es la mejor solución?—No lo sé, Ha-neul —admití, con sinceridad. —Pero no podía seguir así. Tenía que hacer algo.—Estás siendo egoísta, Ethan —dijo Yu-jin, con la voz cargada de reproche, clavando sus ojos en mí como si quisiera perforarme con la mirada—. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido. Años de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio… ¡todo por tu capricho!—No —respondí, mirándolo directamente a los ojos, sin ceder ante su intensidad. Mi voz era firme, aunque por dentro me debatía entre la convicción y la duda—. Estoy intentando salvarla. A Chromatic. A nosotros.Un silencio tenso se extendió entre nosotros, roto solo por el murmullo lejano de la multitud impaciente. Yu-jin respiraba con dificultad, con las mejillas enrojecidas por la ira contenida. Sus puños estaban apretados a los costados del cuerpo.—¿Salvarla? —espetó finalmente, con u
Entre la multitud de carteles con nuestros nombres, con mensajes de apoyo y dibujos coloridos, destacaban algunos que me helaron la sangre. Carteles con mi nombre y el de Ariana, unidos por un corazón. Fotos nuestras de las alfombras rojas, recortadas y pegadas juntas. Incluso algunos con frases como "Ethan y Ariana para siempre" o "#Ethaniana". La "ship" que habían creado los fans, esa fantasía que alimentaban con cada una de nuestras apariciones públicas, estaba ahí, frente a mí, recordándome la farsa que vivía.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Apreté la mandíbula y cerré los ojos por un instante, intentando controlar la rabia que comenzaba a crecer en mi interior. «No puedo dejar que esto me afecte. No puedo dejar que esta mentira arruine el concierto. Los chicos dependen de mí, los fans dependen de nosotros.»Abrí los ojos y me obligué a sonreír. Intenté conectar con el público, interactuar con ellos entre canción y canción, como siempre lo hacía. Pero la imagen de esos car
De repente, la puerta se abrió y los chicos comenzaron a entrar uno a uno. Jae-hyun fue el primero, seguido por Ji-woo, Min-ho y finalmente Ha-neul. Sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.—¿Todo bien, Ethan? —preguntó Jae-hyun, acercándose y poniendo una mano en mi hombro.Levanté la vista y le dediqué una débil sonrisa. —Sí, todo bien —mentí, intentando restarle importancia al asunto.Justo en ese momento, un miembro del staff entró en el camerino con una expresión apresurada.—Chicos, prepárense. Ya están listos para la despedida —anunció, mirando a todos. —Las fans los están esperando en la puerta trasera.Un murmullo de emoción recorrió la habitación. A pesar de la tensión anterior, la idea de interactuar con los fans siempre nos animaba.—Bien —dijo Jae-hyun, dando una palmada. —Vamos a darles una buena despedida.Los chicos comenzaron a moverse, recogiendo sus cosas y preparándose para salir. Yo me levanté lentamente, sintiendo un nudo en el estómago. Sab
«¿Tenso? Estoy a punto de estallar», pensé, pero me limité a encogerme de hombros y a murmurar un "sí" apenas audible. No quería preocuparlos más de lo necesario. Ya bastante tenían con la situación con Yu-jin.En ese momento, una chica se acercó con una sonrisa tímida y me extendió los brazos.—¿Te puedo abrazar? —preguntó, con los ojos brillantes de ilusión.«Otro recordatorio más», pensé, sintiendo un nudo en la garganta. Pero antes de que pudiera responder con una de mis sonrisas prefabricadas, la chica añadió, con una pizca de picardía en la voz:—¿No se pondrá celosa Ariana?Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. La pregunta resonó en mis oídos como un eco burlón. Miré a la chica, que me observaba con una sonrisa expectante, y luego a Jae-hyun, que me miraba con preocupación. «¿Qué se supone que debo decir?», pensé, sintiendo la presión aumentar.Respiré hondo, intentando controlar la creciente ansiedad. «Tengo que salir de esta», me dije. Forcé una sonrisa y abrí los brazos, in
(ARIANA JÁUREGUI)Hace tres años, Ethan me pidió que fuera su novia en su nuevo video musical. Recuerdo la propuesta como si fuera ayer. Estábamos en el set, rodeados de cámaras y personal, y de repente, entre toma y toma, me soltó la pregunta. Al principio pensé que era una broma, una estrategia publicitaria más. Pero luego vi la seriedad en sus ojos, una seriedad que contrastaba con la sonrisa pícara que siempre llevaba. Acepté. No porque me cayera bien, de hecho, desconfiaba profundamente de él. Seguía pensando que sus acciones perjudicaban a Chromatic, aunque en el fondo, una parte de mí, una parte que me negaba a reconocer, disfrutaba de su cercanía. Estar con él significaba estar cerca de la banda que amaba, de la música que me hacía vibrar. Era una contradicción constante, un tira y afloja entre la razón y la emoción. «¿Cómo podía sentirme atraída por alguien que, según yo, estaba dañando a mi grupo favorito? Era absurdo. Pero ahí estaba, mi corazón latiendo más rápido cada vez