(ARIANA JÁUREGUI)
3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024
Tener amigos en este mundo es muy fácil, porque todos son los que quieren ser, pero muy pocos son los que son verdaderamente sinceros, honestos, con quienes verdaderamente son. No me voy a poner como ejemplo porque no soy del todo congruente con mis actos. Pero Kaia es mi mejor amiga en este mundo; incluso hemos decidido hacer las mismas pasarelas para pasar tiempo juntas, salir a desayunar o comer. Ella no tiene tanta «ayuda» como la tengo yo; ella no tiene un chófer, ni un ama de llaves. Sí tiene una señora que se encarga de limpiar su departamento un día a la semana y una asistente, pero tiene más descansos que la mía. ¿Es malo que mi asistente solo tenga dos días libres? No son exactamente todos los fines de semana porque ella me acompaña a las pasarelas o sesiones fotográficas. Se supone que Keyla nos asiste a los tres, lleva nuestras agendas, pero a quien más consciente es a mí; siempre está conmigo y me encanta porque me trata como si fuese su hermana, o incluso, su hija.
Volviendo al cumpleaños, esta fiesta es de Kaia; cumple al fin 27 años, a mí me falta un año para cumplirlos. A pesar de que no me gusta invitar a Sarah a las fiestas a las que me invitan, e incluso a las que ni siquiera voy, este cumpleaños creí que era necesario que mis dos amigas se conocieran ya. Aunque desde el inicio de la noche solo compartí un poco con Kaia, porque Sarah no me quería soltar, ni tampoco deseaba que lo hiciera, porque quería decir que me quedaría completamente sola.
Alcé mis manos al aire al ritmo de la música, moviendo mi cuerpo como si no le temiera absolutamente a nada, como si quisiera quedarme aquí para siempre o al menos hasta que la música pare. Varios chicos me invitaron a salir, pero este día había prometido que sería únicamente de mi mejor amiga, con quien bailé la mayoría de las canciones, al menos hasta que me apartó porque un chico le estaba haciendo ojitos desde el otro lado de la sala. Quise protestar, pero la música era demasiado alta, y ella ya se había ido. Lo sé, no importó.
Pero yo la traje a la fiesta, qué bonito.
Me muevo entre la gente, evitando chocar con nadie porque tenía miedo de que mi enojo explosivo caiga encima de alguien y luego salga en alguna revista o periódico. La casa era de una amiga que también es modelo, de hecho, de una muy buena amiga mía; estuvo conmigo en algunas pasarelas, pero por supuesto, ella también estaba ligando con alguien. Camino por el pasillo de las habitaciones, metiéndome en una que, tras una búsqueda muy escudriñada, encontré vacía. La mayoría de las habitaciones o bien estaban con llave, o estaban con dos personas acurrucándose contra una cama, una pared o un mueble. Un poco de vergüenza y asco me dio porque no terminaba de entender por qué deben de hacer este tipo de actos en una casa que no es tuya; un hotel, no lo sé. Mi hermano tuvo novias en la escuela, alguna que otra vez lo vi teniendo un beso con ellas, pero jamás estos gestos tan pasionales que no hay necesidad que otros lo vean, por último, cierren la puerta con llave. Es horrible.
—Esta es mi primera fiesta, y estoy sola.
Bueno, no es cierto, no es la primera fiesta a la que asisto, pero sí una donde hay mucha gente contemporánea conmigo, que están bebiendo y tocándose inapropiadamente. Muchas de esas personas las conozco porque trabajamos en lo mismo, otros porque son amigos de Kaia, pero no más que eso. No pude seguir conociendo a nadie porque mi querida amiga tiró de mí para llevarme al centro de la pista de baile para después detenerme a mitad de la canción para irse con alguien más; sí que se lo voy a decir. De donde estoy recostada en el sofá me levanto para explorar; por el contenido de la habitación parecía una oficina, pero no estaba del todo segura porque era demasiado colorida, no la típica que tiene mi padre en casa. Vi a mi alrededor cuadros, un escritorio con un precioso monitor donde se podía usar para muchas cosas, en especial una buena partida de Sims, y un mini bar que sin pensar dos veces decidí hurgar. Después del champán que probé hace dos años, no volví a repetirlo, pero ahora me dan ganas de experimentar, de ser imprudente.
Sin pensarlo más, saqué una botella de champán rosa que para mi suerte ya estaba abierta, cogí el vaso que está dentro de la heladera para servirme un poco, bebiendo este líquido de un tirón, largo y entero. Exhalé un quejido que acompaña un gesto de asco, frío, al sentir lo helado de la bebida en mi garganta, aunque no me gustó, volví a servirme otro poco para beber este de una sola sentada. Más que suficiente para calmar esa irracionalidad.
Cerré los párpados un segundo con la botella en la mano y en la otra el vaso que me entumecía los dedos. Tan frío que no podía sostenerlo por mucho tiempo porque tengo miedo de que se me queden pegadas las huellas digitales.
—Música —dije en voz alta, asumiendo que la casa es igual de inteligente que la mía. Estaba en lo cierto, porque salió música de los parlantes que tienen en forma de nube rosa—. ¿Qué es?
La música era tan suavecita que seguirla no era demasiado difícil; me gustaba tanto que me levanté para bailarla, bebiendo del pico de la botella. Gracias a mi madre reconocí el idioma. Cuando se detuvo, volví a poner todo en su sitio, pero quedándome con la botella; pedí que la repitieran en bucle, tarareando la canción como debía ser. Esa noche llevaba un vestido que moví en cada vuelta que daba, y con una sonrisa en los labios canté como pude la canción. Muchos colores vi al cerrar los párpados, formas que tomaban formas; vi tantas cosas que todo el sentimiento negativo se escapó de mis manos como lo hizo la botella al caer en la alfombra. Practiqué ballet en mis primeros años de vida; gracias a la práctica camino tan delicada en las pasarelas, pero esa noche improvisé, bailando en bucle, al igual que la canción.
—Sabes que eres mi otra mitad, y mi espíritu gemelo...La noche continuó, la música subió de volumen, la gente bailaba y reía. Kaia regresó un rato después, radiante, contándome sobre el chico que había conocido. Aunque me sentía un poco desplazada, me alegré por ella. Alguien mencionó un after-party en un club cercano, y la idea comenzó a circular entre algunos de los invitados. La sola mención hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. Después de todo lo que había pasado con Ethan, la idea de salir de fiesta me generaba sentimientos encontrados. Sin embargo, la noche aún era joven, y la promesa de olvidar, aunque fuera por unas horas, los problemas recientes, era tentadora.A estas alturas estaba chillando la canción de Paula de Zoé. Imposible evitarlo; es tan perfecta, lo abarca todo, que solo me permitía seguir dando vueltas en la habitación, brincando incluso sobre el sofá.—Increíble.Me volteé hacia la puerta para ver si me estaba imaginando los aplausos, o si me habían pi
El aroma que emana de él, de repente, me recuerda intensamente a Ethan, su colonia, ese olor amaderado que tanto conozco. La confusión me golpea con fuerza. ¿Por qué estoy viendo a Ethan? ¿Por qué huelo a Ethan? ¿Por qué tengo esta necesidad repentina de besarlo, de tenerlo cerca? Confundida por la imagen fugaz, me acerco más, buscando refugio en ese hombro que ahora, en mi mente distorsionada, pertenece a Ethan. Necesito sentir esa cercanía, aunque sea una fantasía. Él asintió como si me estuviera dando permiso para apoyarme en él, y con una pequeña sonrisa lo hice: apoyé mi frente en su hombro. Su aroma a Ethan era delicioso; sus caricias se sentían tan suaves, tan bonitas, que sentía que estaba flotando. Exhaló un suspiro corto, frotando mi frente en él, dejando un beso en la zona donde mi cabeza estaba apoyada. En ese momento, la cercanía, el alcohol y el recuerdo de Ethan me nublan el juicio por completo. Me incorporo lentamente, mis ojos buscando los suyos, que ahora, en mi mente
—Carajo, me gustas desde el primer momento en que te vi... —confieso, fue como un impulso de verdad, como si no pudiese ocultarle absolutamente nada—. Te deseo tanto que quiero sentirte, te quiero dentro de mí.Él solo me observó, sus gestos de hecho no cambiaron ni un poco, se mantuvieron fijos en los míos. Su mano, a estas alturas, había bajado de mi mejilla a mi brazo. Mantener el contacto físico tenía todo mi cuerpo temblando, tanto, tanto que mi respiración se aceleró y mis labios se resecaron tan solo un poco, aunque aún se sentían suaves. Pasé la lengua por mis labios, algo que pareció retener su aliento.—Quiero besarte, hacerte gritar, gemir, ¿puedo hacerlo?¿Qué? Demonios, claro que sí. ¡Hazlo ahora, por favor!Exhalo tan solo un suspiro pequeño con los ojos puestos en él. A estas alturas ya deseaba subirme encima de él, abrazarlo, besarlo y hacerle cosas que hace un rato sentía asquerosas, pero es que con él nada se siente asqueroso de ningún tipo. ¿Es lógico? Ni un poco, pe
No tardó demasiado en que su mano terminara en mi diestra y, sin que pudiera decir nada, él se deslizó entre mis piernas para meterse debajo de mi falda, jadeando ante la sorpresa que se encontró. En ese instante, la imagen de Ethan se intensificó aún más. Ya no era una simple superposición, era una presencia completa. Sentía sus manos en mi piel, sus besos en mi boca, su cuerpo contra el mío. Era como si él estuviera ahí, realmente ahí, haciéndome el amor. La culpa y la confusión se mezclaron con una excitación incontrolable. Sabía que estaba mal, que estaba besando a Thomas mientras pensaba en Ethan, pero la sensación era demasiado intensa para resistirme.Justo cuando Thomas comenzaba a moverse para entrar dentro de mí, la puerta se abrió de golpe. Kaia y Sarah irrumpieron en la habitación, con una mezcla de shock y horror en sus rostros. Kaia se tapó la boca con las manos, mientras que Sarah se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos y la mandíbula caída. La escena que tenían d
Yu-jin se levantó también, con una expresión de advertencia en el rostro. —Ethan, piénsalo bien. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido.Lo miré fijamente a los ojos, con una determinación que no sentía desde hacía mucho tiempo. —Prefiero perderlo todo a seguir viviendo esta mentira.Salí de la oficina dando un portazo, dejando a Yu-jin con la palabra en la boca. La adrenalina me recorría el cuerpo, una mezcla de rabia y alivio. Alivio por haber finalmente expresado lo que sentía, rabia por haber tenido que llegar a este punto. Sabía que esta conversación tendría consecuencias, repercusiones que probablemente afectarían a Chromatic y a mi propia carrera, pero ya no me importaba. Había llegado a un punto de quiebre. Necesitaba recuperar mi vida, mi banda, a mí mismo. Y en mi mente, la única forma de lograrlo era ponerle fin a la farsa con Ariana, de una vez por todas.La decisión me carcomía por dentro desde hacía meses, como un ácido lento y corrosivo. Cada vez que veía
Ha-neul, que hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente habló: —Ethan… ¿estás seguro de esto? ¿De verdad crees que es la mejor solución?—No lo sé, Ha-neul —admití, con sinceridad. —Pero no podía seguir así. Tenía que hacer algo.—Estás siendo egoísta, Ethan —dijo Yu-jin, con la voz cargada de reproche, clavando sus ojos en mí como si quisiera perforarme con la mirada—. Estás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido. Años de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio… ¡todo por tu capricho!—No —respondí, mirándolo directamente a los ojos, sin ceder ante su intensidad. Mi voz era firme, aunque por dentro me debatía entre la convicción y la duda—. Estoy intentando salvarla. A Chromatic. A nosotros.Un silencio tenso se extendió entre nosotros, roto solo por el murmullo lejano de la multitud impaciente. Yu-jin respiraba con dificultad, con las mejillas enrojecidas por la ira contenida. Sus puños estaban apretados a los costados del cuerpo.—¿Salvarla? —espetó finalmente, con u
Entre la multitud de carteles con nuestros nombres, con mensajes de apoyo y dibujos coloridos, destacaban algunos que me helaron la sangre. Carteles con mi nombre y el de Ariana, unidos por un corazón. Fotos nuestras de las alfombras rojas, recortadas y pegadas juntas. Incluso algunos con frases como "Ethan y Ariana para siempre" o "#Ethaniana". La "ship" que habían creado los fans, esa fantasía que alimentaban con cada una de nuestras apariciones públicas, estaba ahí, frente a mí, recordándome la farsa que vivía.Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Apreté la mandíbula y cerré los ojos por un instante, intentando controlar la rabia que comenzaba a crecer en mi interior. «No puedo dejar que esto me afecte. No puedo dejar que esta mentira arruine el concierto. Los chicos dependen de mí, los fans dependen de nosotros.»Abrí los ojos y me obligué a sonreír. Intenté conectar con el público, interactuar con ellos entre canción y canción, como siempre lo hacía. Pero la imagen de esos car
De repente, la puerta se abrió y los chicos comenzaron a entrar uno a uno. Jae-hyun fue el primero, seguido por Ji-woo, Min-ho y finalmente Ha-neul. Sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.—¿Todo bien, Ethan? —preguntó Jae-hyun, acercándose y poniendo una mano en mi hombro.Levanté la vista y le dediqué una débil sonrisa. —Sí, todo bien —mentí, intentando restarle importancia al asunto.Justo en ese momento, un miembro del staff entró en el camerino con una expresión apresurada.—Chicos, prepárense. Ya están listos para la despedida —anunció, mirando a todos. —Las fans los están esperando en la puerta trasera.Un murmullo de emoción recorrió la habitación. A pesar de la tensión anterior, la idea de interactuar con los fans siempre nos animaba.—Bien —dijo Jae-hyun, dando una palmada. —Vamos a darles una buena despedida.Los chicos comenzaron a moverse, recogiendo sus cosas y preparándose para salir. Yo me levanté lentamente, sintiendo un nudo en el estómago. Sab