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2. El debut público (6/9)

—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.

Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.

—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?

Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.

—Yo no sabía que ellos vendrían, no les dije nada —exhaló un suspiro al ver las manos levantadas de Jae-hyun, como si se lavara las manos de la situación—. ¿Qué hacen aquí? Se supone que llegan mañana.

—Realmente, ¿creen que no los conozco? —respondió Seo-joon con los brazos cruzados, una sonrisa socarrona dibujada en su rostro—. Sabía que algo estaba pasando para que, de la nada, en el correo de Jae-hyun apareciera un boleto de avión para acá y que en la oficina estuviesen hablando de una tal Ariana con Ethan. —Se encogió de hombros con aire de suficiencia—. Les dije que teníamos que viajar hoy. Al principio pusieron resistencia, pero al final accedieron. Incluso Jung Ha-neul.

—¡Deja de llamarme así, hyung! —exclamó Ha-neul, soltando una serie de maldiciones en coreano y dándole una palmada a Seo-joon en la cabeza—. ¡Oye!

Me reí ante la escena. Era típico de ellos. A pesar de la tensión que había entre nosotros, una parte de mí se sintió aliviada de tenerlos cerca.

—¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras largas? —preguntó Min-ho, con el ceño fruncido. Ji-woo y Seo-joon intercambiaron miradas preocupadas.

Ji-woo, siempre atento a los detalles, notó mis ojos rojos e hinchados.

Después de la tensa conversación sobre el contrato, el ambiente en la suite se había vuelto denso. Jae-hyun intentaba mantener la calma, pero la preocupación por Ji-hoon era evidente en su rostro. Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado.

La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.

—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante.

—¿Ji-hoon, has estado llorando? —preguntó Tae-yang, frunciendo los labios y acercándose para tirarse encima de mí y abrazarme con fuerza, como si intentara consolarme—. Ya sé que me extrañas, pero no tenías que llorar por mí, ya estoy aquí.

Jae-hyun y yo intercambiamos una mirada. Decidimos, por el momento, no contarles a los demás sobre el contrato. No queríamos alarmarlos innecesariamente, al menos hasta que tuviéramos un plan.

—No es nada —mentí, intentando forzar una sonrisa. —Solo… estoy un poco cansado.

—¿Cansado de… de estar con Ariana? —preguntó Min-ho, con una ceja levantada. Su mirada recorrió la habitación, deteniéndose en la maleta de Jae-hyun—. ¿Y tú qué haces aquí, hyung? Estoy molesto contigo por no traernos contigo.

—Tuve que adelantar mi vuelo —respondió Jae-hyun con naturalidad, aunque yo noté una ligera tensión en su voz.

—Sí, bueno, eso no responde a mi pregunta principal —insistió Min-ho, cruzándose de brazos—. Quiero saber la m****a que habla el staff a nuestras espaldas. El Director Kim dijo que a su momento nos diría. ¿Qué está pasando con Ariana?

—No lo sé —respondí, intentando sonar lo más casual posible. Pero por dentro, me hervía la sangre. La presencia constante de Ariana me resultaba insoportable, un recordatorio constante del contrato que me ataba a ella. «¿Cuánto tiempo más podré seguir con esta farsa? ¿Qué le digo a Min-ho? No puedo mentirles para siempre».

En ese momento, Ha-neul, que había entrado a la habitación justo detrás de Tae-yang, me dirigió una mirada fría y penetrante. La tensión entre nosotros era palpable desde hacía un tiempo, una rivalidad silenciosa que nunca habíamos abordado directamente.

—Deberías estar agradecido —dijo Ha-neul con desdén, cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta. Su mirada recorrió mi rostro con una mezcla de envidia y desprecio—. No todos tienen la oportunidad de pasar tiempo con una chica como Ariana.

—¿Agradecido? —repetí, con una risa amarga que resonó en la habitación. La rabia comenzaba a crecer en mi interior, convirtiéndose en un nudo en mi garganta—. No tienes ni idea de lo que estás hablando.

—Claro que sí —replicó Ha-neul, acercándose a mí con una sonrisa sarcástica que mostraba sus dientes blancos—. Estás saliendo con una de las modelos más cotizadas del momento. ¿Qué más podrías pedir? ¿Qué te ponga un altar? Además, vas a desfilar para una diosa como Robyn. ¿Sabes cuántos matarían por estar en tu lugar? —Su voz estaba cargada de veneno, como si cada palabra fuera una daga.

—¡Que me dejen en paz! —exclamé, perdiendo la paciencia. La mirada de Ha-neul se endureció, sus ojos se entrecerraron en dos finas líneas. Pero no retrocedí. Mantuve mi posición frente a él, desafiándolo con la mirada. La tensión entre nosotros era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. «Él no entiende nada. No entiende que esto no es un juego para mí. No entiende que me siento atrapado.»

—Ya basta ustedes dos —intervino Jae-hyun, poniéndose entre nosotros, con una expresión de cansancio y fastidio. —No es momento para esto.

—Él empezó —se quejó Ha-neul, señalándome con el dedo.

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