—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.
Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.
—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?
Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.
—Yo no sabía que ellos vendrían, no les dije nada —exhaló un suspiro al ver las manos levantadas de Jae-hyun, como si se lavara las manos de la situación—. ¿Qué hacen aquí? Se supone que llegan mañana.
—Realmente, ¿creen que no los conozco? —respondió Seo-joon con los brazos cruzados, una sonrisa socarrona dibujada en su rostro—. Sabía que algo estaba pasando para que, de la nada, en el correo de Jae-hyun apareciera un boleto de avión para acá y que en la oficina estuviesen hablando de una tal Ariana con Ethan. —Se encogió de hombros con aire de suficiencia—. Les dije que teníamos que viajar hoy. Al principio pusieron resistencia, pero al final accedieron. Incluso Jung Ha-neul.
—¡Deja de llamarme así, hyung! —exclamó Ha-neul, soltando una serie de maldiciones en coreano y dándole una palmada a Seo-joon en la cabeza—. ¡Oye!
Me reí ante la escena. Era típico de ellos. A pesar de la tensión que había entre nosotros, una parte de mí se sintió aliviada de tenerlos cerca.
—¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras largas? —preguntó Min-ho, con el ceño fruncido. Ji-woo y Seo-joon intercambiaron miradas preocupadas.
Ji-woo, siempre atento a los detalles, notó mis ojos rojos e hinchados.
Después de la tensa conversación sobre el contrato, el ambiente en la suite se había vuelto denso. Jae-hyun intentaba mantener la calma, pero la preocupación por Ji-hoon era evidente en su rostro. Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado.
La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.
—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante.
—¿Ji-hoon, has estado llorando? —preguntó Tae-yang, frunciendo los labios y acercándose para tirarse encima de mí y abrazarme con fuerza, como si intentara consolarme—. Ya sé que me extrañas, pero no tenías que llorar por mí, ya estoy aquí.
Jae-hyun y yo intercambiamos una mirada. Decidimos, por el momento, no contarles a los demás sobre el contrato. No queríamos alarmarlos innecesariamente, al menos hasta que tuviéramos un plan.
—No es nada —mentí, intentando forzar una sonrisa. —Solo… estoy un poco cansado.
—¿Cansado de… de estar con Ariana? —preguntó Min-ho, con una ceja levantada. Su mirada recorrió la habitación, deteniéndose en la maleta de Jae-hyun—. ¿Y tú qué haces aquí, hyung? Estoy molesto contigo por no traernos contigo.
—Tuve que adelantar mi vuelo —respondió Jae-hyun con naturalidad, aunque yo noté una ligera tensión en su voz.
—Sí, bueno, eso no responde a mi pregunta principal —insistió Min-ho, cruzándose de brazos—. Quiero saber la m****a que habla el staff a nuestras espaldas. El Director Kim dijo que a su momento nos diría. ¿Qué está pasando con Ariana?
—No lo sé —respondí, intentando sonar lo más casual posible. Pero por dentro, me hervía la sangre. La presencia constante de Ariana me resultaba insoportable, un recordatorio constante del contrato que me ataba a ella. «¿Cuánto tiempo más podré seguir con esta farsa? ¿Qué le digo a Min-ho? No puedo mentirles para siempre».
En ese momento, Ha-neul, que había entrado a la habitación justo detrás de Tae-yang, me dirigió una mirada fría y penetrante. La tensión entre nosotros era palpable desde hacía un tiempo, una rivalidad silenciosa que nunca habíamos abordado directamente.
—Deberías estar agradecido —dijo Ha-neul con desdén, cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta. Su mirada recorrió mi rostro con una mezcla de envidia y desprecio—. No todos tienen la oportunidad de pasar tiempo con una chica como Ariana.
—¿Agradecido? —repetí, con una risa amarga que resonó en la habitación. La rabia comenzaba a crecer en mi interior, convirtiéndose en un nudo en mi garganta—. No tienes ni idea de lo que estás hablando.
—Claro que sí —replicó Ha-neul, acercándose a mí con una sonrisa sarcástica que mostraba sus dientes blancos—. Estás saliendo con una de las modelos más cotizadas del momento. ¿Qué más podrías pedir? ¿Qué te ponga un altar? Además, vas a desfilar para una diosa como Robyn. ¿Sabes cuántos matarían por estar en tu lugar? —Su voz estaba cargada de veneno, como si cada palabra fuera una daga.
—¡Que me dejen en paz! —exclamé, perdiendo la paciencia. La mirada de Ha-neul se endureció, sus ojos se entrecerraron en dos finas líneas. Pero no retrocedí. Mantuve mi posición frente a él, desafiándolo con la mirada. La tensión entre nosotros era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. «Él no entiende nada. No entiende que esto no es un juego para mí. No entiende que me siento atrapado.»
—Ya basta ustedes dos —intervino Jae-hyun, poniéndose entre nosotros, con una expresión de cansancio y fastidio. —No es momento para esto.
—Él empezó —se quejó Ha-neul, señalándome con el dedo.
—¡Yo no empecé nada! —exclamé, empujando a Jae-hyun a un lado con brusquedad. Agarré a Ha-neul del cuello de la camisa, con unas fervientes ganas de estamparle la mano en la cara. La rabia me nublaba el juicio—. ¡Cállate de una m*****a vez! ¡Y no la vuelvan a pronunciar en mi presencia! —Miré a todos los presentes, que me observaban con gestos de sorpresa e interrogación. Solté a Ha-neul, alejándome de él a grandes zancadas para encerrarme de un portazo en el baño.Desde dentro del baño, escuché la voz de Jae-hyun, con un tono severo que rara vez utilizaba: —Tienes que aprender cuándo callar, Jung Ha-neul.Escuché a Ha-neul maldecir entre dientes y gritos ahogados, hasta que la voz de Jae-hyun resonó con fuerza, imponiendo silencio en la habitación:—¡Ya basta! —gritó Jae-hyun, haciendo que el silencio reinara de nuevo en la suite—. Todos, busquen dónde van a dormir y démosle espacio a Ji-hoon.Agradecí el gesto de Jae-hyun, aunque una parte de mí seguía sintiéndose perdido. Los próxim
—Sí, muy linda —murmuré, intentando ocultar mi sarcasmo. Bebí un trago de mi copa, intentando calmar los nervios. La mano de Ariana seguía aferrada a la mía, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.—¿Te estás divirtiendo, Ji-hoon? —preguntó Tae-yang, acercándose a nosotros con una sonrisa. Su mirada recorrió a Ariana y a mí, deteniéndose en nuestras manos entrelazadas. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero rápidamente la reemplazó con una expresión neutra, aunque sus ojos brillaban con una picardía mal disimulada. Miró a Ariana con una sonrisa socarrona y soltó: —Te regalo a Ha-neul, Ariana. Es todo tuyo. Pero a mí… dame a mi Ji-hoon.Sin darle tiempo a reaccionar a Ariana, Tae-yang tomó mi muñeca, separando mi mano de la de ella con una suavidad firme. Me jaló hacia la pista de baile, donde la música resonaba con más fuerza y la gente bailaba sin inhibiciones. Los demás miembros nos siguieron, creando un pequeño círculo alrededor nuestro.—¡Vamos, Ji-hoon! ¡
Asentimos en silencio, uniendo nuestras miradas en un pacto tácito. Sabíamos que nos enfrentábamos a una situación difícil, pero también sabíamos que no estábamos solos. Juntos, intentaríamos navegar por este nuevo y complicado capítulo de nuestras vidas, aferrándonos a la esperanza de que, al final, podríamos salir adelante sin perdernos a nosotros mismos en el camino. La determinación brillaba en nuestros ojos, un pequeño fuego que ardía en medio de la oscuridad. A la mañana siguiente, bajamos a desayunar al restaurante del hotel. El ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de las conversaciones y el tintineo de las tazas. Apenas nos habíamos sentado cuando un miembro del staff se acercó con Ariana, que sonreía al vernos. Yo apenas la vi, desviando mi mirada a mi café, intentando mantenerme al margen de su presencia. Los demás hicieron lo mismo después de saludarla amablemente frente al miembro del staff.—Buenos días, chicos —dijo Ariana, con una voz alegre que contrastaba con
(ARIANA JÁUREGUI)3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024Tener amigos en este mundo es muy fácil, porque todos son los que quieren ser, pero muy pocos son los que son verdaderamente sinceros, honestos, con quienes verdaderamente son. No me voy a poner como ejemplo porque no soy del todo congruente con mis actos. Pero Kaia es mi mejor amiga en este mundo; incluso hemos decidido hacer las mismas pasarelas para pasar tiempo juntas, salir a desayunar o comer. Ella no tiene tanta «ayuda» como la tengo yo; ella no tiene un chófer, ni un ama de llaves. Sí tiene una señora que se encarga de limpiar su departamento un día a la semana y una asistente, pero tiene más descansos que la mía. ¿Es malo que mi asistente solo tenga dos días libres? No son exactamente todos los fines de semana porque ella me acompaña a las pasarelas o sesiones fotográficas. Se supone que Keyla nos asiste a los tres, lleva nuestras agendas, pero a quien más consciente es a mí; siempre está conmigo y me encanta porque me trat
—Sabes que eres mi otra mitad, y mi espíritu gemelo...La noche continuó, la música subió de volumen, la gente bailaba y reía. Kaia regresó un rato después, radiante, contándome sobre el chico que había conocido. Aunque me sentía un poco desplazada, me alegré por ella. Alguien mencionó un after-party en un club cercano, y la idea comenzó a circular entre algunos de los invitados. La sola mención hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. Después de todo lo que había pasado con Ethan, la idea de salir de fiesta me generaba sentimientos encontrados. Sin embargo, la noche aún era joven, y la promesa de olvidar, aunque fuera por unas horas, los problemas recientes, era tentadora.A estas alturas estaba chillando la canción de Paula de Zoé. Imposible evitarlo; es tan perfecta, lo abarca todo, que solo me permitía seguir dando vueltas en la habitación, brincando incluso sobre el sofá.—Increíble.Me volteé hacia la puerta para ver si me estaba imaginando los aplausos, o si me habían pi
El aroma que emana de él, de repente, me recuerda intensamente a Ethan, su colonia, ese olor amaderado que tanto conozco. La confusión me golpea con fuerza. ¿Por qué estoy viendo a Ethan? ¿Por qué huelo a Ethan? ¿Por qué tengo esta necesidad repentina de besarlo, de tenerlo cerca? Confundida por la imagen fugaz, me acerco más, buscando refugio en ese hombro que ahora, en mi mente distorsionada, pertenece a Ethan. Necesito sentir esa cercanía, aunque sea una fantasía. Él asintió como si me estuviera dando permiso para apoyarme en él, y con una pequeña sonrisa lo hice: apoyé mi frente en su hombro. Su aroma a Ethan era delicioso; sus caricias se sentían tan suaves, tan bonitas, que sentía que estaba flotando. Exhaló un suspiro corto, frotando mi frente en él, dejando un beso en la zona donde mi cabeza estaba apoyada. En ese momento, la cercanía, el alcohol y el recuerdo de Ethan me nublan el juicio por completo. Me incorporo lentamente, mis ojos buscando los suyos, que ahora, en mi mente
—Carajo, me gustas desde el primer momento en que te vi... —confieso, fue como un impulso de verdad, como si no pudiese ocultarle absolutamente nada—. Te deseo tanto que quiero sentirte, te quiero dentro de mí.Él solo me observó, sus gestos de hecho no cambiaron ni un poco, se mantuvieron fijos en los míos. Su mano, a estas alturas, había bajado de mi mejilla a mi brazo. Mantener el contacto físico tenía todo mi cuerpo temblando, tanto, tanto que mi respiración se aceleró y mis labios se resecaron tan solo un poco, aunque aún se sentían suaves. Pasé la lengua por mis labios, algo que pareció retener su aliento.—Quiero besarte, hacerte gritar, gemir, ¿puedo hacerlo?¿Qué? Demonios, claro que sí. ¡Hazlo ahora, por favor!Exhalo tan solo un suspiro pequeño con los ojos puestos en él. A estas alturas ya deseaba subirme encima de él, abrazarlo, besarlo y hacerle cosas que hace un rato sentía asquerosas, pero es que con él nada se siente asqueroso de ningún tipo. ¿Es lógico? Ni un poco, pe
No tardó demasiado en que su mano terminara en mi diestra y, sin que pudiera decir nada, él se deslizó entre mis piernas para meterse debajo de mi falda, jadeando ante la sorpresa que se encontró. En ese instante, la imagen de Ethan se intensificó aún más. Ya no era una simple superposición, era una presencia completa. Sentía sus manos en mi piel, sus besos en mi boca, su cuerpo contra el mío. Era como si él estuviera ahí, realmente ahí, haciéndome el amor. La culpa y la confusión se mezclaron con una excitación incontrolable. Sabía que estaba mal, que estaba besando a Thomas mientras pensaba en Ethan, pero la sensación era demasiado intensa para resistirme.Justo cuando Thomas comenzaba a moverse para entrar dentro de mí, la puerta se abrió de golpe. Kaia y Sarah irrumpieron en la habitación, con una mezcla de shock y horror en sus rostros. Kaia se tapó la boca con las manos, mientras que Sarah se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos y la mandíbula caída. La escena que tenían d