Mi madre fue la última en estar conmigo. Me dijo que podía hacerlo, que me amaba, y tomó mi mano hasta que escuchamos el grito de «¡Acción!». A pesar del cansancio y la tristeza que aún sentía por lo de Ethan, me concentré en el presente. No iba a dejar que su actitud me robara este momento. Seguía enojada con él por dudar de mí, pero ahora tenía algo más importante en qué pensar.
El 2 de octubre de 2020, el show de modas se estrenó a nivel mundial. Mientras caminaba hacia el centro del escenario, la imagen de Ethan y su acusación resonaban en mi mente, pero las palabras de mi madre y Keyla, junto con el apoyo silencioso de Sarah, me impulsaron a seguir adelante. Este era mi momento, y nada, ni siquiera la sombra de un malentendido, lo arruinaría.
(PARK ETHAN)
UNA SEMANA ANTES
El estruendo de los aplausos y los flashes de las cámaras… aún no habían llegado. Faltaba una semana para el show. Pero el vacío, ese vacío ensordecedor, ya se había instalado en mi interior. Caminaba por los pasillos del hotel, sintiéndome como un autómata. Había sonreído a los managers, había asentido a las indicaciones de los estilistas, había ensayado las coreografías con el resto de Chromatic. Había interpretado el papel que me habían asignado. Pero por dentro, seguía sintiéndome vacío, roto.
De vuelta en la suite, las persianas estaban completamente bajas, sumiendo la habitación en una penumbra casi total. El aire acondicionado mantenía el ambiente helado, contrastando con el calor exterior de Los Ángeles. Me había arrojado en la cama sin siquiera quitarme la ropa del día anterior, agotado física y emocionalmente. El sueño me había vencido, un sueño inquieto y plagado de pesadillas.
Desperté sobresaltado, con el corazón latiendo con fuerza. La tenue luz que se filtraba por los bordes de las persianas me lastimaba los ojos, acostumbrados a la oscuridad. Me incorporé lentamente, sintiendo cada músculo de mi cuerpo rígido y dolorido. El teléfono, tirado sobre la mesita de noche, vibró débilmente. Lo tomé con mano temblorosa. Era un mensaje de Keyla. Jae-hyun estaba en Los Ángeles.
Un nudo se formó en mi garganta. Había pasado un día desde mi llamada desesperada, un día que se había sentido como una eternidad. La idea de ver a Jae-hyun, de tener a alguien que me entendiera, me trajo un atisbo de alivio, pero también una punzada de ansiedad. No quería que me viera así, tan vulnerable.
Minutos después, un suave golpe en la puerta resonó en el silencio de la habitación. Me levanté de la cama como un autómata, arrastrando los pies. Al abrir la puerta, allí estaba él. Jae-hyun. Su rostro mostraba cansancio por el viaje, pero sus ojos brillaban con una preocupación sincera.
—Hyung… —susurré, sintiendo las lágrimas amenazar con volver. La máscara de frialdad y control que tanto me esforzaba por mantener se hizo añicos. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas sin que pudiera detenerlas. Me derrumbé, sollozando sin control, aferrándome a Jae-hyun como si mi vida dependiera de ello.
Jae-hyun me abrazó con fuerza, sin decir nada, dejando que me desahogara. Sentí su calor, su apoyo incondicional, y por primera vez en mucho tiempo, me permití llorar sin reservas.
Después de unos minutos, cuando mis sollozos se calmaron un poco, Jae-hyun me separó suavemente y me miró a los ojos, con una expresión de profunda preocupación.
—Ji-hoon… ¿qué demonios pasó?
—Me… me obligaron a firmar… un contrato —logré decir entrecortadamente, con la voz aún temblorosa. Le conté todo lo que había sucedido, desde el encuentro con Yu-jin hasta la firma del contrato en casa de Ariana, omitiendo, por el momento, la parte de las fotos filtradas.
Jae-hyun escuchó atentamente, con el ceño fruncido. Una vez que terminé, guardó silencio por un momento, procesando la información. Luego, habló con voz suave pero firme:
—Esto es muy raro, Ji-hoon. Porque el Director Kim no me dijo absolutamente nada. Cancelé toda mi agenda para venir. Los demás chicos llegan mañana. Honestamente, estoy perdido con los días, me siento como si estuviera en el pasado, porque en teoría yo viajé hoy. —Miró a su alrededor, como buscando una explicación lógica a la situación—. ¿Qué día es hoy siquiera?
Vi a Jae-hyun con un gesto cansado, pero no sabía cómo consolarlo. Ni siquiera yo podía consolarme a mí mismo. Opté por acomodar su maleta en el armario mientras él abría las cortinas, dejando que la luz del sol inundara la habitación, haciendo que entrecerrara los ojos.
—Voy a dormir contigo, como en los viejos tiempos —dijo Jae-hyun, con una sonrisa nostálgica. Me miró con detenimiento, con una expresión que intentaba ocultar su preocupación—. ¿Estás mejor?
—Dudo que no lo sepa… Yu-jin, nunca acciona sin órdenes —dije, secándome las lágrimas con el dorso de la mano. La confusión y la angustia se arremolinaban en mi interior. «¿Quién está detrás de todo esto? ¿Por qué el Director Kim no me ha contactado? ¿Qué significa este silencio?»
—No lo sé, Hyun, solo sé que no me siento bien —continué, con la voz temblorosa—. Ya fui a dos fiestas con Ariana, tengo que fingir que la paso bien, cuando tú sabes que no me gustan esas cosas. Jamás acepté un contrato privado con nadie, y ahora estoy atado a uno, faltando la regla de oro de la empresa. Y lo peor de todo… el Director Kim no me llama a cuestionarme nada, ni siquiera una sola vez. Ni una llamada. ¿No te parece raro? —Me miré las manos, sintiéndome sucio, como si la firma en ese contrato me hubiera manchado para siempre. «¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿En qué momento permití que esto sucediera?»
Jae-hyun me miró con profunda preocupación, asintiendo lentamente. Se sentó a mi lado en la cama, pasándome un brazo por los hombros en un gesto de consuelo.
—Tienes razón, Ji-hoon. Todo esto es muy extraño. Demasiado extraño. Tenemos que averiguar qué está pasando —me reccosté entre las sábanas, mirando al techo, como si esto me ayudara a pensar—. ¿Has hablado con Yu-jin?
—No... evito hablar con él, siento que me traiciono —solté un suspiro cansado, intentando huir del resentimiento que siento por Yu-jin, hacia la situación—. Para él solo somos un producto.
Jae-hyun suspiró, con una expresión de tristeza en el rostro. —También es nuestro amigo, recuerda que, sin él, no estaríamos donde estamos —chasqueé la lengua, queriendo estar en desacuerdo, pero Jae-hyun tiene razón. «Pero… ¿y si ya no lo es? ¿Y si esto lo cambió todo?»—. Recuerda por qué iniciamos en este mundo, no pierdas el rumbo, Ji-hoon —me apretó suavemente el hombro—. No dejes que esto te consuma.
—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.—Yo n
—¡Yo no empecé nada! —exclamé, empujando a Jae-hyun a un lado con brusquedad. Agarré a Ha-neul del cuello de la camisa, con unas fervientes ganas de estamparle la mano en la cara. La rabia me nublaba el juicio—. ¡Cállate de una m*****a vez! ¡Y no la vuelvan a pronunciar en mi presencia! —Miré a todos los presentes, que me observaban con gestos de sorpresa e interrogación. Solté a Ha-neul, alejándome de él a grandes zancadas para encerrarme de un portazo en el baño.Desde dentro del baño, escuché la voz de Jae-hyun, con un tono severo que rara vez utilizaba: —Tienes que aprender cuándo callar, Jung Ha-neul.Escuché a Ha-neul maldecir entre dientes y gritos ahogados, hasta que la voz de Jae-hyun resonó con fuerza, imponiendo silencio en la habitación:—¡Ya basta! —gritó Jae-hyun, haciendo que el silencio reinara de nuevo en la suite—. Todos, busquen dónde van a dormir y démosle espacio a Ji-hoon.Agradecí el gesto de Jae-hyun, aunque una parte de mí seguía sintiéndose perdido. Los próxim
—Sí, muy linda —murmuré, intentando ocultar mi sarcasmo. Bebí un trago de mi copa, intentando calmar los nervios. La mano de Ariana seguía aferrada a la mía, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.—¿Te estás divirtiendo, Ji-hoon? —preguntó Tae-yang, acercándose a nosotros con una sonrisa. Su mirada recorrió a Ariana y a mí, deteniéndose en nuestras manos entrelazadas. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero rápidamente la reemplazó con una expresión neutra, aunque sus ojos brillaban con una picardía mal disimulada. Miró a Ariana con una sonrisa socarrona y soltó: —Te regalo a Ha-neul, Ariana. Es todo tuyo. Pero a mí… dame a mi Ji-hoon.Sin darle tiempo a reaccionar a Ariana, Tae-yang tomó mi muñeca, separando mi mano de la de ella con una suavidad firme. Me jaló hacia la pista de baile, donde la música resonaba con más fuerza y la gente bailaba sin inhibiciones. Los demás miembros nos siguieron, creando un pequeño círculo alrededor nuestro.—¡Vamos, Ji-hoon! ¡
Asentimos en silencio, uniendo nuestras miradas en un pacto tácito. Sabíamos que nos enfrentábamos a una situación difícil, pero también sabíamos que no estábamos solos. Juntos, intentaríamos navegar por este nuevo y complicado capítulo de nuestras vidas, aferrándonos a la esperanza de que, al final, podríamos salir adelante sin perdernos a nosotros mismos en el camino. La determinación brillaba en nuestros ojos, un pequeño fuego que ardía en medio de la oscuridad. A la mañana siguiente, bajamos a desayunar al restaurante del hotel. El ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de las conversaciones y el tintineo de las tazas. Apenas nos habíamos sentado cuando un miembro del staff se acercó con Ariana, que sonreía al vernos. Yo apenas la vi, desviando mi mirada a mi café, intentando mantenerme al margen de su presencia. Los demás hicieron lo mismo después de saludarla amablemente frente al miembro del staff.—Buenos días, chicos —dijo Ariana, con una voz alegre que contrastaba con
(ARIANA JÁUREGUI)3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024Tener amigos en este mundo es muy fácil, porque todos son los que quieren ser, pero muy pocos son los que son verdaderamente sinceros, honestos, con quienes verdaderamente son. No me voy a poner como ejemplo porque no soy del todo congruente con mis actos. Pero Kaia es mi mejor amiga en este mundo; incluso hemos decidido hacer las mismas pasarelas para pasar tiempo juntas, salir a desayunar o comer. Ella no tiene tanta «ayuda» como la tengo yo; ella no tiene un chófer, ni un ama de llaves. Sí tiene una señora que se encarga de limpiar su departamento un día a la semana y una asistente, pero tiene más descansos que la mía. ¿Es malo que mi asistente solo tenga dos días libres? No son exactamente todos los fines de semana porque ella me acompaña a las pasarelas o sesiones fotográficas. Se supone que Keyla nos asiste a los tres, lleva nuestras agendas, pero a quien más consciente es a mí; siempre está conmigo y me encanta porque me trat
—Sabes que eres mi otra mitad, y mi espíritu gemelo...La noche continuó, la música subió de volumen, la gente bailaba y reía. Kaia regresó un rato después, radiante, contándome sobre el chico que había conocido. Aunque me sentía un poco desplazada, me alegré por ella. Alguien mencionó un after-party en un club cercano, y la idea comenzó a circular entre algunos de los invitados. La sola mención hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. Después de todo lo que había pasado con Ethan, la idea de salir de fiesta me generaba sentimientos encontrados. Sin embargo, la noche aún era joven, y la promesa de olvidar, aunque fuera por unas horas, los problemas recientes, era tentadora.A estas alturas estaba chillando la canción de Paula de Zoé. Imposible evitarlo; es tan perfecta, lo abarca todo, que solo me permitía seguir dando vueltas en la habitación, brincando incluso sobre el sofá.—Increíble.Me volteé hacia la puerta para ver si me estaba imaginando los aplausos, o si me habían pi
El aroma que emana de él, de repente, me recuerda intensamente a Ethan, su colonia, ese olor amaderado que tanto conozco. La confusión me golpea con fuerza. ¿Por qué estoy viendo a Ethan? ¿Por qué huelo a Ethan? ¿Por qué tengo esta necesidad repentina de besarlo, de tenerlo cerca? Confundida por la imagen fugaz, me acerco más, buscando refugio en ese hombro que ahora, en mi mente distorsionada, pertenece a Ethan. Necesito sentir esa cercanía, aunque sea una fantasía. Él asintió como si me estuviera dando permiso para apoyarme en él, y con una pequeña sonrisa lo hice: apoyé mi frente en su hombro. Su aroma a Ethan era delicioso; sus caricias se sentían tan suaves, tan bonitas, que sentía que estaba flotando. Exhaló un suspiro corto, frotando mi frente en él, dejando un beso en la zona donde mi cabeza estaba apoyada. En ese momento, la cercanía, el alcohol y el recuerdo de Ethan me nublan el juicio por completo. Me incorporo lentamente, mis ojos buscando los suyos, que ahora, en mi mente
—Carajo, me gustas desde el primer momento en que te vi... —confieso, fue como un impulso de verdad, como si no pudiese ocultarle absolutamente nada—. Te deseo tanto que quiero sentirte, te quiero dentro de mí.Él solo me observó, sus gestos de hecho no cambiaron ni un poco, se mantuvieron fijos en los míos. Su mano, a estas alturas, había bajado de mi mejilla a mi brazo. Mantener el contacto físico tenía todo mi cuerpo temblando, tanto, tanto que mi respiración se aceleró y mis labios se resecaron tan solo un poco, aunque aún se sentían suaves. Pasé la lengua por mis labios, algo que pareció retener su aliento.—Quiero besarte, hacerte gritar, gemir, ¿puedo hacerlo?¿Qué? Demonios, claro que sí. ¡Hazlo ahora, por favor!Exhalo tan solo un suspiro pequeño con los ojos puestos en él. A estas alturas ya deseaba subirme encima de él, abrazarlo, besarlo y hacerle cosas que hace un rato sentía asquerosas, pero es que con él nada se siente asqueroso de ningún tipo. ¿Es lógico? Ni un poco, pe