—No la subas, salgo fatal.
—Pero te ves linda —corro detrás de ella para intentar recuperar mi teléfono y ver si borró la foto. Sonrío al ver que no lo ha hecho—. Si quieres, le pongo un filtro.
—Está bien. ¿Vas a tomar fotos de la pijamada?
—Obvio, pero nada de videos… bueno, a TikTok sí.
—¿Qué? —me siento en el taburete que me palmea para que me siente—. ¿Te hiciste una cuenta?
—Ajá, estoy pensando en subir videos con Sarah —contestó Keyla—. ¿Y para qué me invocas ser sensual? —pregunté con diversión. —¿Qué? —se ríe, tapándose los ojos con las manos—. No soy sensual, cállate.
—Claro que lo eres, ¿por qué dices lo contrario? —Porque me vives pasando tus fotos en tanga, ¡mami!
La miro con los ojos abiertos como platos y me echo a reír mientras le doy golpecitos. —Y encima te tratan como a una reina. ¡Ya quisiera yo una Keyla que me atienda así! —Cállate, exagerada —miré a Sarah con cara de pocos amigos después de pedir que se guarde silencio porque para mí, está exagerando. —¡Ay, mira lo que tengo que estar viendo, Keyla! —exclamó Sarah con dramatismo, rodando los ojos con una expresión que me llamó la atención. Había algo más que simple fastidio en su mirada, una tensión que no había notado antes.
Sarah saca su teléfono para mostrarle a Keyla las fotos que le envié. Necesitaba su opinión, no me puede juzgar por buscar su aprobación. Ella sabe que siempre se la pido.
—Wow… —enfatizó Keyla exagerando. —Ya, basta —digo, sonrojándome un poco—. ¿Qué estás diciendo?
Keyla se ríe a carcajadas, interrumpiendo el secado de mi cabello. De repente, Sarah se pone seria, con el teléfono en la mano, la cara tensa. Se acerca a mí con una expresión que me hiela la sangre.
—¡Miren esto! —exclama, mostrándonos la pantalla.
En la pantalla veo una foto de Ethan. Bueno, varias fotos, en realidad. Fotos editadas, con filtros extraños, subidas por cuentas de fans. Pero entonces veo una que me deja helada. Estoy yo, frente a Ethan. ¡¿Yo?! No recuerdo para nada este momento. Es como si me hubieran borrado ese recuerdo. En la foto estamos muy cerca, casi cara a cara. ¡¿Cuándo pasó esto?! El pánico empieza a recorrer mi cuerpo. Sarah me mira con preocupación, y Keyla, que ahora también mira la pantalla, frunce el ceño.
—¿Qué…? —alcanzo a murmurar, sintiendo un nudo en la garganta.
Sarah sigue bajando por el carrete, mostrándonos más fotos. En algunas estoy yo sola, en otras con Ethan, todas con ese aire extraño, como si fueran sacadas de un sueño confuso. Y lo peor de todo: ¡me están etiquetando en todas partes! Mi nombre aparece en los comentarios, en las etiquetas de las fotos, en historias. ¡Un escándalo en potencia! ¿Por qué me etiquetan a mí? ¿Qué significa todo esto?
—¡No puede ser! —exclamo, llevándome las manos a la cabeza.
Keyla deja de secarme el pelo y me abraza fuerte. Sarah se acerca y me da un beso en la mejilla, tratando de reconfortarme. Luego, como intentando aligerar el ambiente, me dice: —A ver, va, una foto para las redes sociales—me quita el teléfono y nos acomoda a las tres para una selfie. Ella se sienta en mi regazo mientras Keyla sigue con la toalla en mis manos, secándome el cabello, y justo antes de tomar la foto me da un beso en la mejilla—. ¡Sonrían!
Saca varias fotos antes de subir un par a nuestra lista de Mejores Amigos en I*******m. Después se levanta y regresa a mi habitación, volviendo al rato con una botella de champán. Suelto un gritito de emoción, intentando olvidar por un momento el caos que acabo de ver en redes.
—No, no puedes beber. Mañana tienes que estar en perfectas condiciones y además no tienes la edad —me reprende Keyla.
—Pero solo un poquito… —pongo cara de cachorrito, mirando su reflejo que niega con la cabeza—. De tu copa, si quieres.
—No tienes edad. Silvia me mata si te dejo beber.
—¿Después del show? —Tal vez una copa. —¡Pero es una pijamada, Keyla! Mañana es otro día. Y después me vas a decir que es muy temprano para que beba o que voy a terminar muy tarde.
Sarah festejó y me obligó a levantarme para despejar la zona. Me tomó de la mano, me hizo dar unas vueltas y me arrastró de vuelta a mi habitación, donde nos esperaba una botella y unas copas en mi mesa de noche. Sirvió tres copas bajo la atenta mirada de Keyla, quien la detuvo justo a tiempo antes de que se pasara de la raya. Con una sonrisa divertida, Keyla se encargó de repartirlas.
—¡Brindemos! —exclamó Sarah. —¿Y por qué brindamos? —pregunté, con el fastidio aún presente por las fotos. —¡Pues obvio! ¡Por mañana, tonta!
Keyla se echó a reír por las payasadas de Sarah. Yo, en cambio, solo deseaba que terminara con el brindis. Me ponía un poco nerviosa; no me gustan nada, ni tampoco ser el centro de atención. Es una contradicción, lo sé. Mi trabajo no me permite precisamente pasar desapercibida, pero me avergüenza un poco que celebren mis logros. Además, después de ver esas fotos… todo se sentía un poco agridulce.
—Brindemos porque mañana en la noche Ariana Jáuregui va a enseñar su pequeño trasero en televisión —dijo Sarah con picardía.
—Que estará cubierto por un short —repliqué, intentando seguirle el juego, aunque con menos entusiasmo. —¡Un short tan chiquito que se le van a ver las nalgas en la tele!
—Y que vengan más contratos buenos para que me suban el sueldo —añadí.
—¡Eso! Brindemos por un sueldo más alto para Keyla… ¡y por las nalgas de Ari! —celebró Sarah con diversión.
Me puse roja y le di un pequeño empujón a Sarah, pero ella siguió riendo. Brindamos y bebí solo un sorbo, porque Keyla me bajaba la copa cada vez que intentaba tomar otro trago.
—Ya es suficiente alcohol por hoy. ¿Listas para los masajes y las mascarillas?
—¡Sí!
La noche transcurrió entre risas, mascarillas y masajes. Tres profesionales nos mimaron como reinas. Compartimos una pizza entre las tres y terminamos el champán que mi mejor amiga había servido. Jugamos un rato antes de caer rendidas en mi espaciosa cama, lo suficientemente grande para las tres. A pesar de la relajación, un pequeño pensamiento sobre las fotos seguía rondando en mi cabeza. Observé a Sarah de reojo. Incluso en medio de las risas y la diversión, noté que su mirada volvía a posarse en mí con esa misma intensidad de antes. Una intensidad que me incomodaba y que, por alguna razón, parecía dirigida también a Keyla. La tensión entre ellas, aunque sutil, era palpable. Mañana sería el gran día, y ahora, además del nerviosismo por el desfile, tenía la extraña sensación de que algo más estaba sucediendo entre mis dos mejores amigas.
Antes del mediodía, Silvia me despertó para mi sesión con la terapeuta. Comí algo y volví a dormirme hasta que Keyla nos despertó de nuevo, apresurándonos para llegar con tiempo al edificio de grabación. Nos esperaba una larga sesión de vestuario y maquillaje.Más tarde, después de un día agotador entre preparativos y nervios, finalmente llegamos a casa. Estaba exhausta, pero aliviada de que todo estuviera a punto de comenzar. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de relajarme de verdad, tocaron el timbre. Mi ama de llaves me avisó que Ethan me esperaba en la sala. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué hacía él aquí? Me sorprendí mucho cuando escuché que Ethan había venido a mi casa. ¡Un miembro de Chromatic conocía mi dirección! Era una locura. Siempre fui una gran fan de la banda, desde que eran unos adolescentes. Tener a uno de ellos parado en mi sala era surrealista, pero dadas las circunstancias, solo sentía fastidio. El recuerdo de las fotos de anoche regresó con fuerza,
Mi madre fue la última en estar conmigo. Me dijo que podía hacerlo, que me amaba, y tomó mi mano hasta que escuchamos el grito de «¡Acción!». A pesar del cansancio y la tristeza que aún sentía por lo de Ethan, me concentré en el presente. No iba a dejar que su actitud me robara este momento. Seguía enojada con él por dudar de mí, pero ahora tenía algo más importante en qué pensar.El 2 de octubre de 2020, el show de modas se estrenó a nivel mundial. Mientras caminaba hacia el centro del escenario, la imagen de Ethan y su acusación resonaban en mi mente, pero las palabras de mi madre y Keyla, junto con el apoyo silencioso de Sarah, me impulsaron a seguir adelante. Este era mi momento, y nada, ni siquiera la sombra de un malentendido, lo arruinaría.(PARK ETHAN)UNA SEMANA ANTESEl estruendo de los aplausos y los flashes de las cámaras… aún no habían llegado. Faltaba una semana para el show. Pero el vacío, ese vacío ensordecedor, ya se había instalado en mi interior. Caminaba por los pas
—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.—Yo n
—¡Yo no empecé nada! —exclamé, empujando a Jae-hyun a un lado con brusquedad. Agarré a Ha-neul del cuello de la camisa, con unas fervientes ganas de estamparle la mano en la cara. La rabia me nublaba el juicio—. ¡Cállate de una m*****a vez! ¡Y no la vuelvan a pronunciar en mi presencia! —Miré a todos los presentes, que me observaban con gestos de sorpresa e interrogación. Solté a Ha-neul, alejándome de él a grandes zancadas para encerrarme de un portazo en el baño.Desde dentro del baño, escuché la voz de Jae-hyun, con un tono severo que rara vez utilizaba: —Tienes que aprender cuándo callar, Jung Ha-neul.Escuché a Ha-neul maldecir entre dientes y gritos ahogados, hasta que la voz de Jae-hyun resonó con fuerza, imponiendo silencio en la habitación:—¡Ya basta! —gritó Jae-hyun, haciendo que el silencio reinara de nuevo en la suite—. Todos, busquen dónde van a dormir y démosle espacio a Ji-hoon.Agradecí el gesto de Jae-hyun, aunque una parte de mí seguía sintiéndose perdido. Los próxim
—Sí, muy linda —murmuré, intentando ocultar mi sarcasmo. Bebí un trago de mi copa, intentando calmar los nervios. La mano de Ariana seguía aferrada a la mía, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.—¿Te estás divirtiendo, Ji-hoon? —preguntó Tae-yang, acercándose a nosotros con una sonrisa. Su mirada recorrió a Ariana y a mí, deteniéndose en nuestras manos entrelazadas. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero rápidamente la reemplazó con una expresión neutra, aunque sus ojos brillaban con una picardía mal disimulada. Miró a Ariana con una sonrisa socarrona y soltó: —Te regalo a Ha-neul, Ariana. Es todo tuyo. Pero a mí… dame a mi Ji-hoon.Sin darle tiempo a reaccionar a Ariana, Tae-yang tomó mi muñeca, separando mi mano de la de ella con una suavidad firme. Me jaló hacia la pista de baile, donde la música resonaba con más fuerza y la gente bailaba sin inhibiciones. Los demás miembros nos siguieron, creando un pequeño círculo alrededor nuestro.—¡Vamos, Ji-hoon! ¡
Asentimos en silencio, uniendo nuestras miradas en un pacto tácito. Sabíamos que nos enfrentábamos a una situación difícil, pero también sabíamos que no estábamos solos. Juntos, intentaríamos navegar por este nuevo y complicado capítulo de nuestras vidas, aferrándonos a la esperanza de que, al final, podríamos salir adelante sin perdernos a nosotros mismos en el camino. La determinación brillaba en nuestros ojos, un pequeño fuego que ardía en medio de la oscuridad. A la mañana siguiente, bajamos a desayunar al restaurante del hotel. El ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de las conversaciones y el tintineo de las tazas. Apenas nos habíamos sentado cuando un miembro del staff se acercó con Ariana, que sonreía al vernos. Yo apenas la vi, desviando mi mirada a mi café, intentando mantenerme al margen de su presencia. Los demás hicieron lo mismo después de saludarla amablemente frente al miembro del staff.—Buenos días, chicos —dijo Ariana, con una voz alegre que contrastaba con
(ARIANA JÁUREGUI)3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024Tener amigos en este mundo es muy fácil, porque todos son los que quieren ser, pero muy pocos son los que son verdaderamente sinceros, honestos, con quienes verdaderamente son. No me voy a poner como ejemplo porque no soy del todo congruente con mis actos. Pero Kaia es mi mejor amiga en este mundo; incluso hemos decidido hacer las mismas pasarelas para pasar tiempo juntas, salir a desayunar o comer. Ella no tiene tanta «ayuda» como la tengo yo; ella no tiene un chófer, ni un ama de llaves. Sí tiene una señora que se encarga de limpiar su departamento un día a la semana y una asistente, pero tiene más descansos que la mía. ¿Es malo que mi asistente solo tenga dos días libres? No son exactamente todos los fines de semana porque ella me acompaña a las pasarelas o sesiones fotográficas. Se supone que Keyla nos asiste a los tres, lleva nuestras agendas, pero a quien más consciente es a mí; siempre está conmigo y me encanta porque me trat
—Sabes que eres mi otra mitad, y mi espíritu gemelo...La noche continuó, la música subió de volumen, la gente bailaba y reía. Kaia regresó un rato después, radiante, contándome sobre el chico que había conocido. Aunque me sentía un poco desplazada, me alegré por ella. Alguien mencionó un after-party en un club cercano, y la idea comenzó a circular entre algunos de los invitados. La sola mención hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. Después de todo lo que había pasado con Ethan, la idea de salir de fiesta me generaba sentimientos encontrados. Sin embargo, la noche aún era joven, y la promesa de olvidar, aunque fuera por unas horas, los problemas recientes, era tentadora.A estas alturas estaba chillando la canción de Paula de Zoé. Imposible evitarlo; es tan perfecta, lo abarca todo, que solo me permitía seguir dando vueltas en la habitación, brincando incluso sobre el sofá.—Increíble.Me volteé hacia la puerta para ver si me estaba imaginando los aplausos, o si me habían pi