—Quiero invitar a Sarah a la grabación. Creo que debería venir esta noche también —dije, apoyando los antebrazos en la cama para mirar a Keyla, que me ayudaba a quitarme las botas. No era parte de su trabajo, pero conocía mi pereza y se adelantaba a mis peticiones.
Sabía que en cualquier momento le pediría que me desvistiera por completo. Esta rutina había comenzado durante los ensayos, aunque, para ser honesta, se había intensificado después de cada pasarela. Muchas veces me quedaba dormida en la cama antes de quitarme los zapatos, y ella siempre me ayudaba, sin importar si se lo pedía o no. «¿Soy demasiado consentida?» me pregunté, con una sonrisa culpable. Una vez que dejó las botas en el suelo, se recostó a mi lado, mirándome fijamente. Keyla había estado presente en gran parte de mi vida. Era mayor que yo, y a veces la veía como una figura materna, pero nuestra relación era mucho más compleja que eso. Compartíamos confidencias, risas y hasta travesuras. En realidad, la sentía como una hermana mayor, una confidente incondicional.
—¿Quieres que le pida a Matías que la traiga? —preguntó Keyla, interrumpiendo mis pensamientos.
—Primero pásame el teléfono para decirle que le voy a pedir a Matías que la traiga —respondí con una sonrisa—. Haremos una pijamada como debe ser. Encárgate tú de pedir comida, que vengan los masajistas y que preparen mascarillas.
—Está bien —respondió Keyla, con una sonrisa cómplice.
—Gracias —dije, sintiendo una profunda gratitud hacia ella.
Le dediqué una sonrisa antes de levantarme de la cama para meterme al baño y llamar a Sarah. La puse en altavoz mientras me lavaba la cara, esperando que contestara, pero la condenada me colgó. Por supuesto, la volví a llamar.
—¿Qué? —contestó agresivamente Sarah, haciéndome reír.
—Me colgaste, oye —dije entre risas.
—¿Perdona? ¿Y tú me dejas en visto y luego me llamas? ¿Qué onda contigo?
—¡Ay, Sarah! A veces eres insoportable —me reí—. Pero en serio, me colgaste.
—¿En serio? No me di cuenta. Pero igual, ¿qué quieres? ¿Ahora sí te acuerdas de mí?
—¿Te has enfadado? ¡Qué dramática! —Me di la vuelta, mirándome en el espejo—. No, en serio, ¿estás molesta?
—¿Tú no lo estarías? Me dejaste botada en tu cama y te fuiste sin decir nada.
—¡Uf! Tenía que trabajar, lo siento, de verdad. Pero mira, ¿qué te parece si te vienes? Hacemos pijamada, vemos pelis, comemos helado… ¿Qué dices?
—Mmm… No sé… Me dejaste dormida, Ariana. Eso no se hace.
—Ya, ya, perdón. ¡Por favor! Será divertido, te lo prometo. Le digo a Matías que te recoja. ¡Todo el fin de semana!
—¿En serio? ¿Todo el fin de semana? Mmm… Está bien… Pero si me aburro, me voy.
—¡Siii! ¡Sabía que dirías que sí! Eres la mejor.
Apreté mis labios para reprimir la risa que quería salir, y es que me hacía gracia cómo se ponía tan intensa por cosas que yo consideraba pequeñas, pero para ella, eran enormes.
—No te hagas de rogar, di que sí.
—Está bien, voy a alistar mi maleta.
Colgué sin previo aviso y le envié un mensaje de texto a Matías para pedirle que fuera por ella. Primero le pregunté a mi madre, porque todavía vivo en la casa familiar y mi hermano también, lo que me gusta porque no soy la única. Una vez tuve su permiso, envié un mensaje a Matías para que pudiera recoger a mi mejor amiga, y luego a ella para que supiera que ya iban por ella. El día fue demasiado largo, pero estaba emocionada porque mañana era el gran día. Solo esperaba que finalmente pudiera tener mi foto con Robyn. Me mordí los labios al verme al espejo, me enrojecí los labios de forma natural y me tomé una foto inmediatamente, con la leyenda: «El gran día se acerca». Estaba desmaquillada, con la bata de pijama, así que nadie sospecharía que iba a participar en el show de Robyn. Aunque los reporteros hablaban de rumores, no había nada confirmado, además, Silvia no dijo nada sobre mi aparición ni sobre mi madre. Así que, nadie debería sospechar absolutamente nada. ¿Cierto? ¡Cierto!
Bloqueé mi teléfono de nuevo y terminé de desvestirme, quedándome mirando en el espejo, mordiendo el interior de mi mejilla. No es tan malo verme sin ropa, pero me metí rápido en la ducha para salir y vestirme pronto con mi camisón de seda. Me eriza al tocar la piel, es mi favorito, aunque no siempre me gusta cómo se siente encima de mi piel. Me tumbé en la cama para acomodar la toalla de tal manera que no se mojaran las almohadas. Desbloqueé mi teléfono para revisar mis redes sociales, especialmente la foto que acababa de publicar, queriendo ver cuántos comentarios y likes había recibido. Revisé otras publicaciones de mis seguidores, terminando unos segundos después en videos cortos de comida.
—Los masajistas están por llegar, ven que te ayudo a secarte el cabello —dijo Keyla.
—Gracias, Keyla —le mostré mi teléfono para que viera mi publicación—. ¡Mira! Un montón de likes en esta última. Algunos están en shock porque estoy sin maquillaje.
—¡Wow! Te ves súper bien, amiga. ¿En serio? Y es que yo subo puras fotos profesionales, no fotos con cara de pato como tú… —Keyla me empujó suavemente, haciéndome tambalear.
—¡Oye! ¡Casi me matas! —Exageré, llevándome una mano al pecho—. ¡Pudiste hacerme daño, loca!
—Ay, no seas dramática. Además, tú eres la fea —me sacó la lengua en broma.
—¡Qué grosera! —Le devolví la lengua y me reí—. Pero sí, a mí también me gustó cómo salí. Creo que a veces está bien subir fotos así, más naturales, ¿no crees?
—Pues sí, te ves bien. Aunque con maquillaje te ves mejor, obvio —me guiñó un ojo.
—Ay, ¡qué intensa! Ya, ayúdame con el pelo.
Moví la cabeza para mirar a Keyla por el rabillo del ojo, pero ella me puso derecha de nuevo, concentrada en secar mi cabello con la toalla. Keyla continuó secándome el pelo, pero un silencio incómodo se instaló entre nosotras. Sentía su mirada, no sobre mi cabello, sino sobre mí, como si estuviera intentando descifrar algo. Me puse nerviosa y evité su mirada, concentrándome en la pantalla de mi teléfono. ¿Qué le pasaba?
—No la subas, salgo fatal.—Pero te ves linda —corro detrás de ella para intentar recuperar mi teléfono y ver si borró la foto. Sonrío al ver que no lo ha hecho—. Si quieres, le pongo un filtro.—Está bien. ¿Vas a tomar fotos de la pijamada?—Obvio, pero nada de videos… bueno, a TikTok sí.—¿Qué? —me siento en el taburete que me palmea para que me siente—. ¿Te hiciste una cuenta?—Ajá, estoy pensando en subir videos con Sarah —contestó Keyla—. ¿Y para qué me invocas ser sensual? —pregunté con diversión. —¿Qué? —se ríe, tapándose los ojos con las manos—. No soy sensual, cállate.—Claro que lo eres, ¿por qué dices lo contrario? —Porque me vives pasando tus fotos en tanga, ¡mami!La miro con los ojos abiertos como platos y me echo a reír mientras le doy golpecitos. —Y encima te tratan como a una reina. ¡Ya quisiera yo una Keyla que me atienda así! —Cállate, exagerada —miré a Sarah con cara de pocos amigos después de pedir que se guarde silencio porque para mí, está exagerando. —¡Ay, mira
Antes del mediodía, Silvia me despertó para mi sesión con la terapeuta. Comí algo y volví a dormirme hasta que Keyla nos despertó de nuevo, apresurándonos para llegar con tiempo al edificio de grabación. Nos esperaba una larga sesión de vestuario y maquillaje.Más tarde, después de un día agotador entre preparativos y nervios, finalmente llegamos a casa. Estaba exhausta, pero aliviada de que todo estuviera a punto de comenzar. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de relajarme de verdad, tocaron el timbre. Mi ama de llaves me avisó que Ethan me esperaba en la sala. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué hacía él aquí? Me sorprendí mucho cuando escuché que Ethan había venido a mi casa. ¡Un miembro de Chromatic conocía mi dirección! Era una locura. Siempre fui una gran fan de la banda, desde que eran unos adolescentes. Tener a uno de ellos parado en mi sala era surrealista, pero dadas las circunstancias, solo sentía fastidio. El recuerdo de las fotos de anoche regresó con fuerza,
Mi madre fue la última en estar conmigo. Me dijo que podía hacerlo, que me amaba, y tomó mi mano hasta que escuchamos el grito de «¡Acción!». A pesar del cansancio y la tristeza que aún sentía por lo de Ethan, me concentré en el presente. No iba a dejar que su actitud me robara este momento. Seguía enojada con él por dudar de mí, pero ahora tenía algo más importante en qué pensar.El 2 de octubre de 2020, el show de modas se estrenó a nivel mundial. Mientras caminaba hacia el centro del escenario, la imagen de Ethan y su acusación resonaban en mi mente, pero las palabras de mi madre y Keyla, junto con el apoyo silencioso de Sarah, me impulsaron a seguir adelante. Este era mi momento, y nada, ni siquiera la sombra de un malentendido, lo arruinaría.(PARK ETHAN)UNA SEMANA ANTESEl estruendo de los aplausos y los flashes de las cámaras… aún no habían llegado. Faltaba una semana para el show. Pero el vacío, ese vacío ensordecedor, ya se había instalado en mi interior. Caminaba por los pas
—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.—Yo n
—¡Yo no empecé nada! —exclamé, empujando a Jae-hyun a un lado con brusquedad. Agarré a Ha-neul del cuello de la camisa, con unas fervientes ganas de estamparle la mano en la cara. La rabia me nublaba el juicio—. ¡Cállate de una m*****a vez! ¡Y no la vuelvan a pronunciar en mi presencia! —Miré a todos los presentes, que me observaban con gestos de sorpresa e interrogación. Solté a Ha-neul, alejándome de él a grandes zancadas para encerrarme de un portazo en el baño.Desde dentro del baño, escuché la voz de Jae-hyun, con un tono severo que rara vez utilizaba: —Tienes que aprender cuándo callar, Jung Ha-neul.Escuché a Ha-neul maldecir entre dientes y gritos ahogados, hasta que la voz de Jae-hyun resonó con fuerza, imponiendo silencio en la habitación:—¡Ya basta! —gritó Jae-hyun, haciendo que el silencio reinara de nuevo en la suite—. Todos, busquen dónde van a dormir y démosle espacio a Ji-hoon.Agradecí el gesto de Jae-hyun, aunque una parte de mí seguía sintiéndose perdido. Los próxim
—Sí, muy linda —murmuré, intentando ocultar mi sarcasmo. Bebí un trago de mi copa, intentando calmar los nervios. La mano de Ariana seguía aferrada a la mía, como si temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento.—¿Te estás divirtiendo, Ji-hoon? —preguntó Tae-yang, acercándose a nosotros con una sonrisa. Su mirada recorrió a Ariana y a mí, deteniéndose en nuestras manos entrelazadas. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero rápidamente la reemplazó con una expresión neutra, aunque sus ojos brillaban con una picardía mal disimulada. Miró a Ariana con una sonrisa socarrona y soltó: —Te regalo a Ha-neul, Ariana. Es todo tuyo. Pero a mí… dame a mi Ji-hoon.Sin darle tiempo a reaccionar a Ariana, Tae-yang tomó mi muñeca, separando mi mano de la de ella con una suavidad firme. Me jaló hacia la pista de baile, donde la música resonaba con más fuerza y la gente bailaba sin inhibiciones. Los demás miembros nos siguieron, creando un pequeño círculo alrededor nuestro.—¡Vamos, Ji-hoon! ¡
Asentimos en silencio, uniendo nuestras miradas en un pacto tácito. Sabíamos que nos enfrentábamos a una situación difícil, pero también sabíamos que no estábamos solos. Juntos, intentaríamos navegar por este nuevo y complicado capítulo de nuestras vidas, aferrándonos a la esperanza de que, al final, podríamos salir adelante sin perdernos a nosotros mismos en el camino. La determinación brillaba en nuestros ojos, un pequeño fuego que ardía en medio de la oscuridad. A la mañana siguiente, bajamos a desayunar al restaurante del hotel. El ambiente era tranquilo, con el suave murmullo de las conversaciones y el tintineo de las tazas. Apenas nos habíamos sentado cuando un miembro del staff se acercó con Ariana, que sonreía al vernos. Yo apenas la vi, desviando mi mirada a mi café, intentando mantenerme al margen de su presencia. Los demás hicieron lo mismo después de saludarla amablemente frente al miembro del staff.—Buenos días, chicos —dijo Ariana, con una voz alegre que contrastaba con
(ARIANA JÁUREGUI)3 AÑOS DESPUÉS, 2 DE ABRIL DEL 2024Tener amigos en este mundo es muy fácil, porque todos son los que quieren ser, pero muy pocos son los que son verdaderamente sinceros, honestos, con quienes verdaderamente son. No me voy a poner como ejemplo porque no soy del todo congruente con mis actos. Pero Kaia es mi mejor amiga en este mundo; incluso hemos decidido hacer las mismas pasarelas para pasar tiempo juntas, salir a desayunar o comer. Ella no tiene tanta «ayuda» como la tengo yo; ella no tiene un chófer, ni un ama de llaves. Sí tiene una señora que se encarga de limpiar su departamento un día a la semana y una asistente, pero tiene más descansos que la mía. ¿Es malo que mi asistente solo tenga dos días libres? No son exactamente todos los fines de semana porque ella me acompaña a las pasarelas o sesiones fotográficas. Se supone que Keyla nos asiste a los tres, lleva nuestras agendas, pero a quien más consciente es a mí; siempre está conmigo y me encanta porque me trat