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1. El Escándalo y la Propuesta (4/5)

—¡Primero Ha-neul con el hiatus, y ahora tú con salirte! —exclamó Tae-yang, con un tono que mezclaba incredulidad y sarcasmo—. ¡Por favor, alguien que me explique qué está pasando aquí! ¿Acaso estamos en una competencia para ver quién destruye Chromatic más rápido? ¡Porque van muy bien encaminados! ¡Primero un descanso indefinido, luego la deserción! ¿Qué será lo próximo? ¿Qué Ji-woo se una a una banda de polka? ¿Qué Seo-joon se haga ermitaño en el Himalaya? ¡Esto es una locura! ¡Una completa y absoluta locura! ¡Necesito un trago! ¡O, mejor dicho, una botella entera! ¡Todos ustedes me estan volviendo loco! ¡Loco!

El silencio posterior a la explosión de Tae-yang fue aún más denso. Las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí, con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Ethan… ¿hablas en serio? —preguntó Jae-hyun, con la voz cargada de incredulidad.

—No tienes que hacer esto —añadió Ji-woo, con un tono suave.

Incluso Ha-neul, aunque con cierta reticencia, parecía sorprendido.

El director Kim carraspeó, rompiendo el silencio.

—Ethan —dijo con voz grave—, esta decisión te va a conllevar a una deuda millonaria. ¿Estás realmente seguro de que quieres hacerlo? También una deuda millonaria que vas a dejar a los miembros de Chromatic, y sin contar la decepción hacia las fans de Chromatic. ¿Pensaste en ello?

El peso de esas palabras me aplastó. Millones. Mis compañeros. Nuestros fans. No podía defraudarlos. Me sentía atrapado en una trampa.

—Está bien —dije con un suspiro resignado—. Iré.

Yu-jin asintió con una sonrisa triunfal.

—Sabía que tomarías la decisión correcta. La camioneta te recogiendo en diez minutos. Vuelo directo a Los Ángeles. Los chicos llegarán el miércoles.

Todo estaba fríamente calculado. Me habían tendido una trampa y yo había caído de lleno. Me sentía como un objeto, una pieza más en su juego. Me habían convertido en el centro de un escándalo para luego ofrecerme una "solución" que solo beneficiaba a la empresa. Era una manipulación descarada, y lo peor era que no podía hacer nada para evitarlo.

Mientras esperaba la camioneta, Yu-jin me pasó una tableta con una serie de fotos de Ariana. Sus instrucciones fueron claras y concisas, como si estuviera dando órdenes a un soldado.

—Ella será tu acompañante durante el evento. Es la hija de Matilde Vázquez, así que prepárate para la atención mediática. Necesitamos que interactúes con ella. Que se vea natural. Que haya… química. Esto lo teníamos planeado desde hace meses, Ethan.

«Meses». Todo este tiempo habían estado planeando esto. Me habían utilizado como cebo para luego ofrecerme esta farsa como una salida. El resentimiento me quemaba por dentro. Mientras esperaba la camioneta, Yu-jin me envió un email con una serie de fotos de Ariana y de instrucciones.

—Ella será tu acompañante durante el evento. Es la hija de Matilde Vázquez, así que prepárate para la atención mediática. Necesitamos que interactúes con ella. Que se vea natural. Que haya… química.

Observé las fotos. Ariana tenía una belleza magnética, con una mirada que parecía leerte el alma. Era impresionante. Y yo tendría que fingir que me interesaba. Fingir que había algo entre nosotros. Era una farsa. Una completa y absoluta farsa. Una profunda sensación de vacío y resentimiento me invadió. El viaje fue un suplicio. Sentía el estómago revuelto, las manos sudorosas y una opresión en el pecho que me dificultaba respirar. Era como si mi cuerpo supiera lo que me esperaba. No era un viaje a Los Ángeles, era una condena. Al llegar, corrí a mi habitación de hotel como si escapara de un peligro inminente. Necesitaba alejarme de todo, aunque fuera por unas horas.

Antes de subir al ascensor, me volví a Yu-jin que creía que estaba a mi espalda, pero no, estaba caminando hacia el final del lobby, observé con fastidio porque no se despidio de mí, o al menos no lo había escuchado, cuando di un paso hacia adelante para acercarme a él, una Chevrolet Suburban se detuvo frente a la puerta del hotel y Yu-jin subió al interior. A través de los cristales oscuros, solo pude ver un destello de su sonrisa y un gesto de saludo dirigido a alguien que permanecía oculto en el interior. «¿Quién era? ¿Con quién se reunía a escondidas?» La paranoia comenzó a carcomerme.

En el estudio, la confirmación de mis peores temores. Yu-jin estaba conversando con esa mujera otra vez. La misma mujer que había estado en varios premios o eventos cerca de Yu-jin. No había duda, se habían reunido ayer. Todo estaba conectado.

Yu-jin me vio y me llamó con una sonrisa que se me antojó falsa y estudiada.

—Ethan, te presento a Silvia, la manager de Ariana. Silvia, él es Ethan Park, de Chromatic.

Como si un escalofrío me recorriera la espina dorsal, comprendí la verdad. Todo había sido una farsa, una elaborada puesta en escena. Cada detalle, cada coincidencia, había sido cuidadosamente planeado para orquestar este encuentro. Silvia me estrechó la mano con una sonrisa mecánica. Sus ojos, fríos y calculadores, me evaluaron de arriba abajo.

—Un placer, Ethan. Ariana está deseando trabajar contigo, ya te la quiero presentar, ella es gran admiradora de Chromatic, seguro, la vas amar.

«Por favor, que esto acabé pronto», pensé, reprimiendo un suspiro. Un miembro del staff me indicó que lo siguiera. Al llegar a la pasarela, la vi. Ariana. Era aún más impresionante en persona que en las fotos. Su mirada, intensa y penetrante, me atrapó al instante. Era como si una fuerza invisible me impidiera apartar la vista. Su presencia era magnética, una atracción que me resultaba profundamente perturbadora. Me molestaba sentirme tan vulnerable ante su mirada.

En medio del ensayo, tropezó con sus propios pies y cayó justo a mi lado. Una oleada de pánico me recorrió. «No la toques. No te involucres.» Pero mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. Extendí la mano y la ayudé a levantarse, sintiendo el suave contacto de su piel.

Después del ensayo, Yu-jin me informó que iríamos a su casa para ultimar los detalles del contrato. El viaje fue silencioso y tenso. Al llegar, entramos en una mansión lujosa y llena de luz. Yu-jin me condujo al salón, donde nos esperaba una mujer elegante y serena.

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