—¡Primero Ha-neul con el hiatus, y ahora tú con salirte! —exclamó Tae-yang, con un tono que mezclaba incredulidad y sarcasmo—. ¡Por favor, alguien que me explique qué está pasando aquí! ¿Acaso estamos en una competencia para ver quién destruye Chromatic más rápido? ¡Porque van muy bien encaminados! ¡Primero un descanso indefinido, luego la deserción! ¿Qué será lo próximo? ¿Qué Ji-woo se una a una banda de polka? ¿Qué Seo-joon se haga ermitaño en el Himalaya? ¡Esto es una locura! ¡Una completa y absoluta locura! ¡Necesito un trago! ¡O, mejor dicho, una botella entera! ¡Todos ustedes me estan volviendo loco! ¡Loco!
El silencio posterior a la explosión de Tae-yang fue aún más denso. Las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí, con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Ethan… ¿hablas en serio? —preguntó Jae-hyun, con la voz cargada de incredulidad.
—No tienes que hacer esto —añadió Ji-woo, con un tono suave.
Incluso Ha-neul, aunque con cierta reticencia, parecía sorprendido.
El director Kim carraspeó, rompiendo el silencio.
—Ethan —dijo con voz grave—, esta decisión te va a conllevar a una deuda millonaria. ¿Estás realmente seguro de que quieres hacerlo? También una deuda millonaria que vas a dejar a los miembros de Chromatic, y sin contar la decepción hacia las fans de Chromatic. ¿Pensaste en ello?
El peso de esas palabras me aplastó. Millones. Mis compañeros. Nuestros fans. No podía defraudarlos. Me sentía atrapado en una trampa.
—Está bien —dije con un suspiro resignado—. Iré.
Yu-jin asintió con una sonrisa triunfal.
—Sabía que tomarías la decisión correcta. La camioneta te recogiendo en diez minutos. Vuelo directo a Los Ángeles. Los chicos llegarán el miércoles.
Todo estaba fríamente calculado. Me habían tendido una trampa y yo había caído de lleno. Me sentía como un objeto, una pieza más en su juego. Me habían convertido en el centro de un escándalo para luego ofrecerme una "solución" que solo beneficiaba a la empresa. Era una manipulación descarada, y lo peor era que no podía hacer nada para evitarlo.
Mientras esperaba la camioneta, Yu-jin me pasó una tableta con una serie de fotos de Ariana. Sus instrucciones fueron claras y concisas, como si estuviera dando órdenes a un soldado.
—Ella será tu acompañante durante el evento. Es la hija de Matilde Vázquez, así que prepárate para la atención mediática. Necesitamos que interactúes con ella. Que se vea natural. Que haya… química. Esto lo teníamos planeado desde hace meses, Ethan.
«Meses». Todo este tiempo habían estado planeando esto. Me habían utilizado como cebo para luego ofrecerme esta farsa como una salida. El resentimiento me quemaba por dentro. Mientras esperaba la camioneta, Yu-jin me envió un email con una serie de fotos de Ariana y de instrucciones.
—Ella será tu acompañante durante el evento. Es la hija de Matilde Vázquez, así que prepárate para la atención mediática. Necesitamos que interactúes con ella. Que se vea natural. Que haya… química.
Observé las fotos. Ariana tenía una belleza magnética, con una mirada que parecía leerte el alma. Era impresionante. Y yo tendría que fingir que me interesaba. Fingir que había algo entre nosotros. Era una farsa. Una completa y absoluta farsa. Una profunda sensación de vacío y resentimiento me invadió. El viaje fue un suplicio. Sentía el estómago revuelto, las manos sudorosas y una opresión en el pecho que me dificultaba respirar. Era como si mi cuerpo supiera lo que me esperaba. No era un viaje a Los Ángeles, era una condena. Al llegar, corrí a mi habitación de hotel como si escapara de un peligro inminente. Necesitaba alejarme de todo, aunque fuera por unas horas.
Antes de subir al ascensor, me volví a Yu-jin que creía que estaba a mi espalda, pero no, estaba caminando hacia el final del lobby, observé con fastidio porque no se despidio de mí, o al menos no lo había escuchado, cuando di un paso hacia adelante para acercarme a él, una Chevrolet Suburban se detuvo frente a la puerta del hotel y Yu-jin subió al interior. A través de los cristales oscuros, solo pude ver un destello de su sonrisa y un gesto de saludo dirigido a alguien que permanecía oculto en el interior. «¿Quién era? ¿Con quién se reunía a escondidas?» La paranoia comenzó a carcomerme.
En el estudio, la confirmación de mis peores temores. Yu-jin estaba conversando con esa mujera otra vez. La misma mujer que había estado en varios premios o eventos cerca de Yu-jin. No había duda, se habían reunido ayer. Todo estaba conectado.
Yu-jin me vio y me llamó con una sonrisa que se me antojó falsa y estudiada.
—Ethan, te presento a Silvia, la manager de Ariana. Silvia, él es Ethan Park, de Chromatic.
Como si un escalofrío me recorriera la espina dorsal, comprendí la verdad. Todo había sido una farsa, una elaborada puesta en escena. Cada detalle, cada coincidencia, había sido cuidadosamente planeado para orquestar este encuentro. Silvia me estrechó la mano con una sonrisa mecánica. Sus ojos, fríos y calculadores, me evaluaron de arriba abajo.
—Un placer, Ethan. Ariana está deseando trabajar contigo, ya te la quiero presentar, ella es gran admiradora de Chromatic, seguro, la vas amar.
«Por favor, que esto acabé pronto», pensé, reprimiendo un suspiro. Un miembro del staff me indicó que lo siguiera. Al llegar a la pasarela, la vi. Ariana. Era aún más impresionante en persona que en las fotos. Su mirada, intensa y penetrante, me atrapó al instante. Era como si una fuerza invisible me impidiera apartar la vista. Su presencia era magnética, una atracción que me resultaba profundamente perturbadora. Me molestaba sentirme tan vulnerable ante su mirada.
En medio del ensayo, tropezó con sus propios pies y cayó justo a mi lado. Una oleada de pánico me recorrió. «No la toques. No te involucres.» Pero mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. Extendí la mano y la ayudé a levantarse, sintiendo el suave contacto de su piel.
Después del ensayo, Yu-jin me informó que iríamos a su casa para ultimar los detalles del contrato. El viaje fue silencioso y tenso. Al llegar, entramos en una mansión lujosa y llena de luz. Yu-jin me condujo al salón, donde nos esperaba una mujer elegante y serena.
—Ethan —dijo Yu-jin, con una sonrisa formal que me pareció exagerada—. Permíteme presentarte a la madre de Ariana, Matilde Vázquez.La efusividad de Yu-jin me puso nervioso. Sentía una presión extraña en el pecho, como si me estuvieran observando desde todas partes. Asentí con una sonrisa forzada, mientras Yu-jin y Matilde intercambiaban cumplidos y hablaban de temas que me resultaban ajenos. Sus palabras resonaban a mi alrededor como un zumbido distante.—Serán una pareja encantadora —dijo Matilde, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Su mirada era penetrante, como si pudiera leer mis pensamientos—. Estoy segura de que esto generará muchas oportunidades… muchos contratos para ambos.La confirmación me golpeó como un puñetazo en el estómago. «Todo era una farsa, una elaborada estrategia de marketing». Me estaban utilizando como un simple peón en su retorcido juego, y Matilde, con su frialdad y su pragmatismo, era la maestra de ceremonias. Sentí una profunda repulsión. Apreté los
(ARIANA JÁUREGUI)SEMANAS DESPUÉSSilvia no tardó ni diez minutos en contratar a alguien para lidiar con mis inseguridades. Esa misma tarde, al regresar del almuerzo, una mujer me esperaba en una videoconferencia, lista para desmenuzar mis problemas. Entendía la importancia de la paz mental, del crecimiento personal, del trabajo interno… pero cuando te toca a ti, se convierte en una tortura. Sinceramente, no quería hablar de esto con nadie. Pero claro, ellas creían que era un paso necesario. Incluso hablé con mi hermano, veterano en estas lides, quien ya había posado en ropa interior para Calvin Klein. Su consejo fue pragmático: si creían que necesitaba ayuda, que la aceptara. Que me permitiría procesar esas emociones que me tenían en un limbo constante. Pero «hablarlo…» esa era la verdadera dificultad.Mi padre también dio su visto bueno, así que decidí callar cualquier objeción que pudiera interpretarse como irracional o imprudente. Sin embargo, mi primera sesión con aquella mujer
—Quiero invitar a Sarah a la grabación. Creo que debería venir esta noche también —dije, apoyando los antebrazos en la cama para mirar a Keyla, que me ayudaba a quitarme las botas. No era parte de su trabajo, pero conocía mi pereza y se adelantaba a mis peticiones.Sabía que en cualquier momento le pediría que me desvistiera por completo. Esta rutina había comenzado durante los ensayos, aunque, para ser honesta, se había intensificado después de cada pasarela. Muchas veces me quedaba dormida en la cama antes de quitarme los zapatos, y ella siempre me ayudaba, sin importar si se lo pedía o no. «¿Soy demasiado consentida?» me pregunté, con una sonrisa culpable. Una vez que dejó las botas en el suelo, se recostó a mi lado, mirándome fijamente. Keyla había estado presente en gran parte de mi vida. Era mayor que yo, y a veces la veía como una figura materna, pero nuestra relación era mucho más compleja que eso. Compartíamos confidencias, risas y hasta travesuras. En realidad, la sentía com
—No la subas, salgo fatal.—Pero te ves linda —corro detrás de ella para intentar recuperar mi teléfono y ver si borró la foto. Sonrío al ver que no lo ha hecho—. Si quieres, le pongo un filtro.—Está bien. ¿Vas a tomar fotos de la pijamada?—Obvio, pero nada de videos… bueno, a TikTok sí.—¿Qué? —me siento en el taburete que me palmea para que me siente—. ¿Te hiciste una cuenta?—Ajá, estoy pensando en subir videos con Sarah —contestó Keyla—. ¿Y para qué me invocas ser sensual? —pregunté con diversión. —¿Qué? —se ríe, tapándose los ojos con las manos—. No soy sensual, cállate.—Claro que lo eres, ¿por qué dices lo contrario? —Porque me vives pasando tus fotos en tanga, ¡mami!La miro con los ojos abiertos como platos y me echo a reír mientras le doy golpecitos. —Y encima te tratan como a una reina. ¡Ya quisiera yo una Keyla que me atienda así! —Cállate, exagerada —miré a Sarah con cara de pocos amigos después de pedir que se guarde silencio porque para mí, está exagerando. —¡Ay, mira
Antes del mediodía, Silvia me despertó para mi sesión con la terapeuta. Comí algo y volví a dormirme hasta que Keyla nos despertó de nuevo, apresurándonos para llegar con tiempo al edificio de grabación. Nos esperaba una larga sesión de vestuario y maquillaje.Más tarde, después de un día agotador entre preparativos y nervios, finalmente llegamos a casa. Estaba exhausta, pero aliviada de que todo estuviera a punto de comenzar. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de relajarme de verdad, tocaron el timbre. Mi ama de llaves me avisó que Ethan me esperaba en la sala. Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué hacía él aquí? Me sorprendí mucho cuando escuché que Ethan había venido a mi casa. ¡Un miembro de Chromatic conocía mi dirección! Era una locura. Siempre fui una gran fan de la banda, desde que eran unos adolescentes. Tener a uno de ellos parado en mi sala era surrealista, pero dadas las circunstancias, solo sentía fastidio. El recuerdo de las fotos de anoche regresó con fuerza,
Mi madre fue la última en estar conmigo. Me dijo que podía hacerlo, que me amaba, y tomó mi mano hasta que escuchamos el grito de «¡Acción!». A pesar del cansancio y la tristeza que aún sentía por lo de Ethan, me concentré en el presente. No iba a dejar que su actitud me robara este momento. Seguía enojada con él por dudar de mí, pero ahora tenía algo más importante en qué pensar.El 2 de octubre de 2020, el show de modas se estrenó a nivel mundial. Mientras caminaba hacia el centro del escenario, la imagen de Ethan y su acusación resonaban en mi mente, pero las palabras de mi madre y Keyla, junto con el apoyo silencioso de Sarah, me impulsaron a seguir adelante. Este era mi momento, y nada, ni siquiera la sombra de un malentendido, lo arruinaría.(PARK ETHAN)UNA SEMANA ANTESEl estruendo de los aplausos y los flashes de las cámaras… aún no habían llegado. Faltaba una semana para el show. Pero el vacío, ese vacío ensordecedor, ya se había instalado en mi interior. Caminaba por los pas
—Está bien —respondí, aunque mis palabras sonaban huecas incluso para mis propios oídos.Unas horas después, se escucharon risas y voces provenientes del pasillo. Los demás miembros de Chromatic habían llegado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Tae-yang, con su habitual energía desbordante, seguido por Min-ho, Ji-woo y Seo-joon. Ha-neul entró justo detrás, con una expresión más reservada.—¡Ji-hoon! ¡Hyung! ¡Llegamos! —exclamó Tae-yang, entrando a la habitación como un torbellino. Se detuvo en seco al vernos a Jae-hyun y a mí, con nuestras expresiones serias. El ambiente festivo que traía consigo se desvaneció al instante—. ¿Y ahora por qué parece que alguien murió?Una muy pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar a Tae-yang. Una parte de mí extrañaba a estos chicos, incluso a Ha-neul, que me miraba como si me estuviera estudiando. Dirigí mi atención a Jae-hyun, que se secaba el cabello con una toalla, y le cuestioné: —No me habías dicho que venías con compañía.—Yo n
—¡Yo no empecé nada! —exclamé, empujando a Jae-hyun a un lado con brusquedad. Agarré a Ha-neul del cuello de la camisa, con unas fervientes ganas de estamparle la mano en la cara. La rabia me nublaba el juicio—. ¡Cállate de una m*****a vez! ¡Y no la vuelvan a pronunciar en mi presencia! —Miré a todos los presentes, que me observaban con gestos de sorpresa e interrogación. Solté a Ha-neul, alejándome de él a grandes zancadas para encerrarme de un portazo en el baño.Desde dentro del baño, escuché la voz de Jae-hyun, con un tono severo que rara vez utilizaba: —Tienes que aprender cuándo callar, Jung Ha-neul.Escuché a Ha-neul maldecir entre dientes y gritos ahogados, hasta que la voz de Jae-hyun resonó con fuerza, imponiendo silencio en la habitación:—¡Ya basta! —gritó Jae-hyun, haciendo que el silencio reinara de nuevo en la suite—. Todos, busquen dónde van a dormir y démosle espacio a Ji-hoon.Agradecí el gesto de Jae-hyun, aunque una parte de mí seguía sintiéndose perdido. Los próxim