Capítulo 5

Al bajar y llegar a la estancia principal, el olor a carne en adobo abrió mi apetito salvajemente, y al parecer el estómago de Milan sentía lo mismo, ya que un pequeño ruido parecido al gruñido de un animal, hizo que mi atención se dirigiera hacia él, y una sonrisa traviesa apareció en mi rostro, eso pasaba siempre con Milan, a su lado siempre me sentía como una niña pequeña haciendo travesuras.

Por otra parte, mi madre cantaba en la cocina, y pude notar que por primera vez en mucho tiempo, tenía la radio prendida.

Eso debía ser bueno, ya que cuando mis padres estaban casados, ella acostumbraba cantar mientras horneaba o cocinaba cosas deliciosas, eso significaba que estaba contenta, y era realmente maravilloso volver a revivir aquellos momentos. Algo en mi interior me decía que era el resultado de haber conocido al oficial Wilsonk.

La mesa se encontraba hermosa, todo ubicado en su preciso lugar, pero solo un pequeño detalle acaparó mi atención, en la mesa había cuatro platos, eramos tres, por lo que preguntarle quien era la cuarta persona me pareció de lo más normal. Y al ver aquel brillo en los ojos de mi madre, me imaginé de quien se podía tratar, estaba más arreglada que de costumbre para ser una simple cena informal con nosotros.

Cuando nos vio de pie anonadados junto a la mesa, soltó una pequeña risa.

—¡Vamos!, quiten esa cara pálida, la cena pronto estará servida.

—Por supuesto señora Bellowk —dijo Milan tomando asiento y guiñándome un ojo.

Mi madre miraba constantemente la hora que marcaba nuestro reloj, colocado en una de las paredes cerca de la chimenea. Se dirigió a la cocina tratando de evitarme, pero no lo lograría, me dirigí rápidamente a ella y me puse en la entrada de la cocina, bloqueándole el paso.

—¿Puedo saber por qué hay cuatro platos? —pregunté.

—¿Cuatro platos? —repitió mi madre con asombro.

—Si, hay un plato de más.

Ella guardó silencio unos segundos mientras me esquivaba y se dedicaba a cortar con sumo cuidado el rollo de pan, después se quedó quieta y volteó hacia mí.

—Invité al oficial Wilsonk, por su amabilidad de hoy —me miró con tristeza—. ¿Está mal que lo haga cuando no lo conocemos bien?.

Sabía perfectamente que esa no era la verdadera pregunta, algo se escondía detrás de eso, ella quería decir: "¿Está mal que quiera conocer a otro hombre cuando falta poco para el divorcio?".

Yo no era nadie para juzgarla, ella estaba feliz y eso bastaba, por lo que si aquel oficial era buena persona, y la hacía sonreír, yo encantada de que se conocieran.

—No, es buena idea, también tengo curiosidad por conocerlo, después de todo hay que conocer a la gente de este pueblo.

—Eso me hace feliz hija, temía que estuviera haciendo mal, tu aprobación es muy importante para mí.

En esos momentos escuchamos el timbre, mi madre parecía nerviosa, se quitó el mandil y se arregló un poco el cabello.

—¿Qué tal? —me preguntó.

—Tranquila, te ves guapa.

Mi madre me regaló una sonrisa y salió de inmediato para recibir a su invitado especial. Yo me dirigí al comedor y tomé asiento al lado de Milan, era una lástima que no estuviera mejor vestida, y moría por un buen baño de agua caliente, por otra parte, Milan se encontraba muy entretenido viendo su celular, al asomarme para ver que era aquello que le arrebataba toda la atención, rápidamente lo apagó.

—¿Qué sucede? —pregunté extrañada.

—Nada, hay cosas que son mejor no ver, ni saber.

De pronto mi madre llegó con su invitado, el cual aún traía su uniforme.

—Buenas noches jóvenes.

—Buenas noches —ambos contestamos al mismo tiempo.

—Al parecer tienen la costumbre de hablar y contestar en coro —dijo el oficial Wilsonk sonriendo.

Mi madre se encontraba fascinada con su presencia, ella se percató que la observaba y se sonrojó.

—Serviré la cena, tomen asiento —mi madre habló un poco nerviosa y después se dirigió al oficial Wilsonk—. Siéntase como en su casa.

—¿Te ayudo? —le pregunté.

—Si.

Me dirigí con ella a la cocina, el cansancio me vencía, y en lo único en lo que pensaba era que quería que ya terminara la cena, para así por fin darme un buen baño de agua caliente y dormir plácidamente.

Cuando mi madre tomó un cucharón para servir, se detuvo y volteó a verme.

—Dime la verdad Crys —dijo nerviosa—. Sin mentiras.

—¿A qué te refieres?.

—¿Crees que hago mal, si me gusta el oficial Wilsonk?.

—¿Y por qué estaría mal?.

Mi madre se mostró más seria, le costaba trabajo abrirse conmigo, y la entendía muy bien.

—Tú sabes hija, el divorcio, tu padre...

Al verla así, en ese estado, me hizo recordar aquel secreto que guardaba yo. Era algo sencillo, yo sabía hace tiempo atrás acerca de la amante de mi padre, el día que me enteré fue por puro accidente, o tal vez mera coincidencia.

Recuerdo que ese día mi padre había llegado a la casa, después de una gran y larga jornada, trabajó mucho para estar con nosotras ese fin de semana, mientras él y mamá cocinaban juntos, yo subí a mi habitación para un cambio de ropa más cómodo, pero antes de llegar pasé por la de mis padres, y al hacerlo, escuché el timbre del celular de mi padre.

Por un momento dudé y quise ignorarlo, pero era tanta su insistencia, que decidí contestar, después de todo podría ser algo importante del trabajo. Me acerqué y recibí la llamada, pero antes de siquiera decir una palabra, la voz de una mujer se adelantó para decirle a mi padre "Amor", al principio quise saber quien era ella para hablarle con tanta familiaridad a mi padre, solo que al no contestar yo, ella de inmediato colgó sin decir nada más. Fue ahí cuando supe que mi padre engañaba a mi madre, no quise decir ni una sola palabra, supongo que estaba en una época en la cual no me importaba nada, únicamente Tony y yo. Grave error.

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