Capítulo 8

Él se agachó y la levantó, después me miró fijamente, pero no parecía avergonzado o algo por el estilo, más bien parecía que estudiaba la expresión de mi rostro.

—No es nada de gran importancia —me sonrió—. Eres la chica nueva ¿no?.

—¿La nueva? —pregunté en un tono de voz casi audible.

—Si, escuché que alguien nuevo se mudaría a la casa del lago.

—¡Oh!, si, me acabo de mudar ayer con mi madre y mi mejor amigo —respondí.

—Pues me parece bien, por cierto, soy Bastian Woodwryn, un placer conocerte —me dijo estirando su mano para estrecharla contra la mía.

—Encantada, soy Crystalle Bellowk —estreché su mano.

Era tan cálida y pude sentir su fuerza varonil, lo miré a los ojos y le sonreí, era muy guapo y me parecía algo familiar, es como si ya lo hubiera visto antes. Pero era imposible, nunca había estado antes en este pueblo, así que descarté la idea.

—Así que Crystalle... —dijo en un tono melancólico y divertido a la vez.

—Sí —reafirmo orgullosa de mi nombre—. Pero llámame Crys.

Yo sonreí como una tonta, y observé la caja de condones que sostenía en la mano, de pronto caigo en cuenta de que me observa, pero es educado y no dice nada.

—Hoy en la noche habrá una fiesta aquí en la plaza, deberías venir, se pone buena, y quemarán un enorme muñeco de paja.

—Con que una fiesta... —digo curiosa—. ¿Y con motivo de qué?.

—Se conmemora la llegada del fundador de este pequeño pueblo, creo.

—Ya veo —digo algo pensativa y dudosa.

—Invita a tu amigo, les aseguro una gran diversión —sonríe y me guiña un ojo.

—Lo pensaré, aún no conozco este lugar —respondí.

Bastian colocó una mirada tan penetrante en mí, que podía sentir como entraba en mi alma.

—Yo con mucho gusto te puedo llevar a los lugares más interesantes, después de todo, somos vecinos.

—¿Vecinos?... ya veo.

—Sí, vivo en la casa amarilla, a unos cuantos metros de ti —no dejaba de sonreír, se veía más contento que al principio.

Recuerdo haber visto aquella casa, me llamó la atención por aquellos hermosos arbustos, y eso me hizo pensar en lo que dijo en la noche el oficial Wilsonk, acerca de unos chicos problema, en especial uno que vivía cerca, por lo que debía de ser él.

—La vi, tienes una casa hermosa —dije tratando de cambiar de tema.

—No tanto como la tuya —dice entre risas.

Su voz hacía que me temblaran las piernas, y algo en mí estómago crecía, una mezcla de emoción y confusión, este chico tenía algo que a la vez me daba miedo, y no dejaba de darle vueltas al asunto, yo sabía que ya lo había visto en algún lado, de pronto reacciono y recuerdo que es el chico de la fotografía que encontré.

—¡Ya sé quien eres! —digo apenas sin darme cuenta que debí haberme quedado callada.

Bastian frunce el ceño y enseguida sé que piensa que estoy loca, luego parece nervioso y su rostro se ensombrece.

—¿Disculpa? —me pregunta con confusión.

—Sí, eres el chico de la fotografía que ayer encontré, fuiste anoche al árbol de cerezos, ¿no es así? —digo sin pensar en las consecuencias, mordiendo mi lengua.

La expresión dulce, amable y cortes de antes, se endureció con cierto aire de tristeza, eso me hizo recordar en como me sentía yo cada que mencionaban a Tony.

Entonces llego a la conclusión de que aquella chica pelirroja, era su novia, y por como se encontraba rota aquella foto, era más que obvio que habían roto.

—¡Oh!, lo siento, no quise verme imprudente en temas que no son de mi incumbencia —disculpo rápidamente mi vomito verbal.

Bastian no dice nada y me mira detenidamente, su expresión pasa de ser seria, a relajada como antes.

—No pasa nada, sí, en efecto, fuí yo quien dejó esa foto rota.

—Lo siento, de verdad.

—¿Sueles disculparte siempre? —me sonríe y se acerca más a mí, intimidándome.

—No siempre —respondo nerviosa.

Bastian me guiñó el ojo y da dos pasos más hacia mí, estábamos muy cerca, él quería decirme algo, pero

en ese instante llegó Milan, quien al parecer tomó la postura de un hermano mayor muy protector, como siempre hacía cuando algún chico intentaba abordarme, era tan tierno cuando se ponía en ese plan, me sentía importante.

—¿Todo bien? —me preguntó Milan sin quitarle la mirada de encima a Bastian.

—Sí —respondí.

—No lo parece, aún no llevas nada en el carrito —Milan volteó a verme muy serio.

En cuanto me dice eso, miro el suyo, que a diferencia mía, él ya tiene todo casi lleno.

—Yo la entretuve, lo siento —se apresura Bastian a hablar antes de que yo diera una respuesta, parece muy divertido con la situación—. Soy Bastian Woodwryn.

Las facciones del rostro de Milan se relajan y le estrecha la mano amablemente.

—Soy Milan —se limita a decir.

—Choqué con él y me entretuve, me decía acerca de una fiesta en el pueblo, hoy en la noche —le expliqué a Milan.

—Entiendo.

—Ojalá puedan venir ambos, se pone de muy buen ambiente y la gente es amable —Bastian observaba su reloj de mano—. Tengo que irme, un placer conocerlos, si necesitan algo ya sabes donde encontrarme Crys —me dice sonriendo al momento que me da un beso en la mejilla.

—Sí, gracias, hasta luego —le respondo observando sus ojos fijamente.

—Los veré esta noche —dice sin decir nada más y se marcha.

Era muy guapo y amable, me alegraba que fuéramos vecinos, mi estómago reaccionó de una manera poco usual, aquello me gustaba.

—¿Me puedes decir qué fue todo eso? —me pregunta Milan algo enfadado.

—¿Qué? —me hago la tonta.

—¿Ya te dice Crys? —Milan seguía molesto—. Creía que solo tu madre y yo teníamos derecho a decirte así.

—Yo le pedí que me dijera así, me gusta, y creo que todos deberían hacerlo —le sonreí.

—Como digas —puso los ojos en blanco—. Hay que apresurarnos antes de que a tu madre le de un infarto al ver que no has hecho ninguna compra.

Durante los próximos diez minutos Milan me acompañó a comprar mis cosas, y después nos dirigimos a pagar, mi madre ya nos estaba esperando en la entrada, metía con sumo cuidado todo a la cajuela del carro. Después se dirigió a la cajera y dijo que todo iba por su cuenta, cuando mi madre nos estaba esperando en el carro, observé como la encargada del lugar no le quitaba los ojos de encima a Milan.

¡Pobre de ella, si supiera que es gay!, pensé para mis adentros, Milan se adelantó a subir las cosas y yo me quedé a solas con aquella chica.

—Ustedes son los nuevos, ¿cierto? —me preguntó con una sonrisa.

Aquella chica era alta, rubia, ojos café oscuro, cabello largo y lacio, tenía una voz muy amable, era muy guapa.

—Es la segunda vez que me dicen eso en este lugar —respondo educadamente.

—Las noticias vuelan rápidamente en este pueblo —dice al tiempo que termina de pasar la tarjeta de mi madre y me la entrega— por cierto, soy Serena Crespo.

—Soy Crystalle Bellowk, pero llámame Crys.

—Te vi platicar con Bastian hace un rato.

—¿Lo conoces? —pregunté.

—¿Qué si lo conozco?, toda chica en el pueblo lo conoce, es muy popular por aquí, es el chico más codiciado de este pueblo.

—Pues me dijo algo acerca de una fiesta hoy en la noche.

—¿Irás con él? —me preguntó con asombro—. Bastian nunca lleva a ninguna chica a fiestas o reuniones familiares, ni siquiera a la chica en turno.

—No, que va, lo mencionó, tal vez vaya con Milan.

—Milan es el chico con el que vienes, ¿no?, tu novio se ve que es buena persona —me dijo algo sonrojada.

No sé porque no me contengo, y al escuchar eso suelto una carcajada, después, al ver el rostro de Serena me doy cuenta de que está confundida.

—Milan no es mi novio, es mi mejor amigo, nos conocemos desde que eramos bebés —le respondo sonriendo—. Es el hermano mayor que nunca tuve.

—Con que son amigos, disculpa, ¿entonces vendrán a la fiesta? —habla en un tono más relajado.

—Tendré que ver si Milan quiere venir, lo más probable es que si.

—Si vienen, entonces los veré ahí, puede que les presente a unos amigos, si ustedes están de acuerdo.

Al ver que Serena de inmediato voltea afuera a ver a Milan, no puedo evitar sentirme triste por ella, tal vez deba decirle que no tiene oportunidad alguna con él, ya que es gay, pero no me correspondía andar diciendo sus cosas personales a personas que aún no conocía, por lo que decidí callarme, aunque parecía buena persona.

—¡Claro, nos veremos ahí! —respondo.

Antes de irme con las bolsas que contenían lo que compré, Serena me detuvo.

—Crystalle, ten cuidado con Bastian —estaba seria.

—¿Por qué me dices eso?.

—Solo es una advertencia amistosa, no te conviene estar cerca de él, a menos que quieras salir lastimada, es un poco... —guardó silencio unos segundos—. Digamos, inestable.

—Apenas lo conozco, no te preocupes, lo tendré en mente —le dije sonriendo y luego salí.

Al ver a Milan con expresión de aburrimiento, no pude sostener la risa, era tan tierno, me preguntaba qué me diría si le dijera que la cajera preguntó por él.

—Tardaste demasiado Crys —me dice Milan.

—Me entretuve un poco.

Milan y yo nos subimos al carro y nos pusimos en marcha, no sabía si iría a la dichosa fiesta del pueblo, pero lo que si sabía era que aquel chico llamado Bastian, me había llamado mucho la atención, aquellos ojos tan penetrantes y misteriosos que tenía, el simple hecho de pensar en él, me provocaban mariposas en el estómago.

Nunca he creído en el amor a primera vista, algo en mi interior me decía que era el comienzo.

Aunque para ser sincera, lo único que quería hacer era escapar de todo.

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