Capítulo 9

Antes de llegar, no pude evitar voltear a ver hacia la casa de Bastian, y al mismo tiempo pensaba en la caja de condones que llevaba en la mano, si ya había terminado con su novia, ¿para qué los querría?, me sentía como una tonta al pensar en esas cosas, cuando apenas tenía unos minutos de conocerlo.

Al llegar a casa, Milan y yo le ayudamos a mi madre a ordenar todo lo que habíamos comprado, aunque Milan estaba más serio de lo normal, lo conocía a la perfección, cuando Milan guardaba demasiado silencio, era porque algo le molestaba, las cosas no andaban bien.

Cuando terminamos sonó el celular de mi madre, y al instante temí que fuera mi padre con toda la intención del mundo para lastimarla, pero al ver su rostro de felicidad cuando observó la pantalla, me relajó.

—Saldré para contestar, enseguida vuelvo —dice dirigiéndose a la entrada principal, dejándonos a solas.

Milan se recostó en el sofá y suspiró como si estuviera muy agotado.

—¿Estás molesto? —por fin decidí preguntarle.

—No, solo algo cansado —contestó sin voltear a verme siquiera.

—Ya veo.

—Creo que iré a descansar, es lo que necesito, bajaré luego Crys —me dice rápidamente mientras se dirige hacia las escaleras.

—Si tu lo dices —pongo los ojos en blanco, y hablo en tono sarcástico.

Milan subió y yo me quedé mirando la hora que el reloj marcaba, no sabía que hacer, me encontraba demasiado aburrida, de pronto, mi madre vuelve a entrar con una sonrisa en los labios.

—¡El oficial Wilsonk nos ha invitado a la fiesta del pueblo! —dice toda emocionada—. ¿Te apetece ir?.

—Claro, ya había oído hablar de eso en el mini súper.

—Pues bien, son las dos, aún tenemos tiempo para preparar algo de comer, y tendremos tiempo suficiente para alistarnos hasta que pase por nosotros.

—Me parece perfecto —digo sin mucho entusiasmo.

—¿Y Milan dónde se ha metido? —pregunta mi madre con aire protector.

—Fue a descansar un poco —levanto los hombros.

—Ya veo, pues pondré manos a la obra —me dice muy feliz.

—¡Yo te ayudo! —hablo rápidamente.

La verdad era que, la sola idea de estar en mi habitación sin hacer nada, me iba a llevar a pensar directamente en Tony, Milan, Bastian, en todo, ¡Dios!, ¿por qué siempre tiene que ser difícil olvidar a alguien que te ha roto el corazón en mil pedazos?, sería más fácil que algún día existiera una cura para el mal de amores.

Sé que Tony diario me ha enviado mensajes, mismos que no abro y borro al instante, pero me odio al querer saber de él, al aferrarme a alguien a quien no le importo, necesitaba una distracción, y rápido.

—¿Segura? —mi madre me observa fijamente.

—Por supuesto —le digo y trato de aparentar mi más falsa felicidad.

Mi madre sonríe y se dirige a la cocina, yo iba detrás de ella, los próximos 30 minutos nos dedicamos a cocinar algo delicioso, pero sin mucha dificultad, pasta con aderezo de chipotle, rollos de pollo rellenos al horno, y papas, tenía mucho tiempo que no compartíamos algo juntas, al menos no de esta manera.

—¡Vaya, todo está delicioso! —dice Milan mientras baja por las escaleras.

—Crys me ha ayudado, hizo un trabajo excelente —presume mi madre.

Yo me sonrojo y agacho la mirada.

—Pues felicidades Crys, había bajado para informar que no comería, pero al ver todo lo que han preparado, me ha regresado el apetito —dice al momento que se acerca para darme un beso en la frente.

—Gracias, será mejor que comamos —digo para cambiar el ambiente tan meloso que se colocaba alrededor.

Ambos me sonríen y tomamos asiento, mientras mi madre se dirige a la cocina para servir los platos, Milan seguía muy serio y pensativo, algo le sucedía y quería ayudarlo.

—¿Te pasa algo? —acerqué mi rostro al de él para ver mejor su expresión.

—No... —se sonrojó y volteó a otra dirección—. Bueno sí, hay algo que me gustaría contarte después de la cena.

—¡Pero si no estaremos en casa esta noche! —digo abriendo los ojos como platos.

Milan rápidamente frunce el ceño y me mira confundido.

—¿Qué? —su tono de voz parecía molesto.

—Iremos a la fiesta del pueblo, ¿recuerdas?, el oficial Wilsonk invitó a mi madre y pues pensé que... —en ese instante la imagen de Bastian se me vino a la mente—. Tal vez deberíamos ir nosotros, ya sabes, para distraernos, por eso estamos aquí.

—Creía que tú y yo nos quedaríamos en casa, viendo algunas películas de terror como en los viejos tiempos —su mirada era vaga, parecía algo dolido.

—Sí, eso quería, pero... —me mordí el labio inferior—. En verdad necesitó distraerme, quiero despejar mi mente, y que mejor que en la fiesta del pueblo, será divertido.

—Es eso, ¿O es por qué te invitó el chico del mini súper? —dice con voz ronca.

Al escuchar eso, no puedo evitar pensar que en el fondo es por eso, quisiera volver a verlo, no pensaba enamorarme ni nada por el estilo, pero parecía una buena compañía, y no entendía como es que Milan había cambiado tanto de humor, en un solo día. Estaba extraño, como si quisiera gritarle al mundo entero algo, pero no pudiera.

—De igual manera también me ha invitado Serena, sabes —le digo cruzándome de brazos.

—¿Y quién demonios es Serena?.

—La cajera del mini súper, esta mañana lo mencionó, y sabes algo, creo que le gustas —digo en un tono pícaro—. Es una lástima que no te gusten las chicas, porque eres un buen partido, y podrías llegar a algo lindo con ella.

Al decir aquello, Milan volteó a verme aventándome una mirada fulminante. Estaba muy enojado y no sabía porqué.

—Yo me quedaré, has lo que quieras y ve con quien se te dé la gana —dice levantándose de la mesa.

—¡Espera! —me adelanto y me pongo frente a él—. ¿Qué te sucede?, en la mañana estabas de muy buen humor, y ahora pareciera que ni tú te soportas.

—No es nada Crys, tengo que pensar muchas cosas.

—Si tienes algún problema me gustaría saberlo, puedes confiar en mí, y lo sabes.

Milan pasó de ser relajado y serio, a mucho más molesto.

—¿Por qué eres tan molesta? —dijo en un tono más alto—. La verdad es que en estos momentos no puedo hablar Crys, hay algo que debo decirte, un secreto que te he estado ocultando hace mucho tiempo, pero no estoy preparado para que lo sepas.

—¿Un secreto, a qué le temes Milan? —pregunto molesta—. Me conoces mejor que nadie, somos mejores amigos, quiero estar contigo en esta lucha interna, háblame.

—Le temo a tu reacción —dice por fin, bajando la mirada.

No entendía nada de lo que estaba pasando, me sentía como una hoja en blanco, me habían robado a mí mejor amigo en tan solo unas horas, ¿qué era ese secreto que lo mataba?.

—Milan, yo...

—Ese es tu problema Crys, no ves más allá de lo que esta frente a ti —pone los ojos en blanco—. ¡Diviértete en la estúpida fiesta del pueblo!.

Milan subió las escaleras enfurecido, y yo me quedé perpleja de lo que acababa de suceder, ¿qué ha pasado?, nunca habíamos peleado, a los pocos momentos mi madre entra con la cena, y al verme sentada y sola, abre los ojos como platos.

—¿Y Milan?.

—Se ha ido, dijo que ya no tenía apetito, al parecer cambió de idea —dije lo más natural que pude, tratando de justificar lo que a Milan le pasaba.

—Ya veo, bueno empecemos nosotras, que el tiempo apremia —me dice muy emocionada mi madre.

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