Capítulo 10

Los siguientes veinte minutos, mi madre se la pasó hablando de ropa, sobre algunas anécdotas de cuando iba a la universidad, y sobre todo, de lo caballeroso y buena gente que era el oficial Wilsonk. No quise mencionar el tema de mi padre, no pretendía arruinarle el momento, mi mente estaba hecha un lío y no podía dejar de pensar en Milan.

Al terminar, quise ayudar a lavar los platos, pero decidió hacerlo ella misma, por lo que subí a mi habitación sin más remedio, estando ahí, recordé aquel mensaje en mi celular, decía algo acerca de mis redes sociales, hace meses que no pasaba por todos los chismes de mis ociosos compañeros de escuela, una parte de mi no quería saber nada, pero como siempre, terminó ganando mi lado curioso. Odiaba eso, no es bueno tener mucha curiosidad, como decían algunas personas: "El que busca, encuentra". Y Milan siempre me decía que es mejor no saber algunas cosas, y dejárselas al misterio de la vida.

Tomo mi laptop y la enciendo, me causa un poco de risa el fondo de pantalla que aparece, precisamente una casa con un hermoso lago, ¿Destino o casualidad?, no lo sé, pero la realidad es que estaba ahí. Al abrir mi f******k, como aquel mensaje extraño me lo había pedido, no pude evitar romper en llanto, aquello no me lo esperaba, la verdad es que no. Me había olvidado por completo que aún tenía agregado a Tony, y él no tenía la decencia de haberme eliminado o bloqueado, y para el colmo de los males, subió varias fotografías de él con una chica que no conocía.

Se abrazaban, se besaban, se publicaban recados cursis, y se hablaban empalagosamente, no lo podía creer, mientras yo la pasaba mal, extrañándolo, llorando y con el corazón en mil pedazos, él se la pasaba de maravilla.

No quería seguir llorando pero se me escapaban más lágrimas, seguidas de una punzada sentimental en el pecho, mi corazón seguía lastimado.

Cierro de inmediato mi laptop, y me recuesto con la firme idea de no volver a usarla, no quería volver a ver algo así. Miro el techo y por más raro que parezca, pienso en Bastian, y era una lástima que mi mejor amigo no estuviera a mi lado.

De pronto, me quedo dormida con miles de dudas, hasta que al poco rato, un ruido me despertó, alguien llamaba a mi puerta, así que me levanto de inmediato para abrir, y al hacerlo, mi sorpresa es inmensa.

—Hola Crys.

—¿Bastian? —digo sorprendida.

Miro rápidamente la hora en el reloj del pasillo, eran las cinco en punto, no pensaba que hubiese dormido tanto.

—Parece que has llorado —dice en tono serio.

—No, que va, solo es cansancio —le respondo tallando un poco mis ojos con ambas manos.

—¿Estás sorprendida? —me pregunta muy sonriente.

—¿Qué haces aquí, cómo has entrado? —evado su pregunta.

—Son muchas preguntas —me dice haciendo una especie de puchero—. ¿Me invitarás a pasar?, prometo explicarte todo.

Nunca había invitado a algún chico a mi habitación, el único que tenía ese derecho era Milan, pero me hago a un lado para darle el paso, al mirar el pasillo dudé por un segundo en dejar la puerta abierta, pero opté por mejor cerrarla.

—Tienes una habitación muy hermosa —me dice Bastian observando minuciosamente cada detalle.

—¿Ya me responderás? —le pregunté mirando rápido mi aspecto en el espejo de mi tocador.

—He venido por ti, para ir a la fiesta, tu madre fue muy amable al dejarme pasar, en estos momentos se encuentra abajo charlando con el oficial Wilsonk.

Eso no me lo esperaba, ni siquiera estaba arreglada, y tener tan cerca a un chico que apenas y conozco, me ponía de nervios.

—Pensé que nos veríamos en la fiesta —dije en tono neutro.

—Cambié de opinión, me interesas —dice guiñándome un ojo.

Debí poner una cara muy graciosa, porque enseguida Bastian comenzó a reírse.

—No de la manera en la que piensas, me agradas como me gustan los perros, en pocas palabras, me caes bien.

—Perros... ya veo —dije esbozando una sonrisa, eso me entristeció un poco, era obvio que un chico como él no se fijaría en alguien como yo, no soy su tipo.

—Me gustaría que fuéramos buenos amigos —dice Bastian.

—Entiendo —digo apartando la mirada de él—. Tengo que ducharme y arreglarme.

—¡Te esperaré aquí!, si tú me lo permites —dice sentándose en mi cama para después recostarse.

—No sé si es buena idea —dije dudosa—. No es bueno tener a un chico desconocido en mi habitación.

—¡Vamos Crys!, no soy un desconocido, sabes mi nombre y donde vivo, somos vecinos, y tú madre me ha permitido la entrada —dice entre pequeñas risas.

—Está bien —respondo poniendo los ojos en blanco—. Tú ganas.

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