Capítulo 6

—Creo que no tiene nada de malo que te guste otro hombre, me agrada, y tienes derecho a ser feliz —le dije sonriendo—. ¡Deberías conocerlo mejor!.

—¿Hablas en serio? —me preguntó mi madre con asombro.

—Sí, y será mejor que nos apresuremos a servir la cena, a parte, Milan y yo morimos por escuchar la historia de esta casa.

Mi madre me miró y pude observar como sus ojos brillaban, se veía alegre, ella buscaba mi aprobación y la tenía, era algo apresurado, y no significaba que de la noche a la mañana floreciera el amor, pero me parecía bueno que por algo empezaran.

Salimos de la cocina y nos dirigimos al comedor, al parecer Milan y el oficial Wilsonk se divertían contando chistes malos. Después mi madre sirvió la cena y nos dedicamos a llenar el estómago.

—¿Y ustedes qué están estudiando? —nos preguntó el oficial.

—Yo, fotografía y edición —Milan se apresuró a contestar.

—Yo estudio Pedagogía —respondí.

—Ya veo, ambas son carreras buenas, disculpen si soy un poco intruso en sus asuntos, pero estamos en el mes de agosto, ¿no deberían estar en el colegio?.

—Digamos que estamos en un estado de introspección, todos tomamos un tiempo libre —dijo Milan quien nos observaba con diversión.

—Entiendo —el oficial Wilsonk sonrió.

El resto de la noche, Milan y mi madre se dedicaron a escuchar atentamente las historias de vida del oficial Wilsonk, yo estudiaba la situación y no sabía porque estaba a la defensiva.

Cuando por fin sirvió el postre mi mamá, que consistía en un banana split, observé que aquel hombre veía a mi madre como nunca lo hacía mi padre, aquella mirada cuando ves al amor de tu vida, cuando no existe nadie más en este mundo que te pueda llenar como esa persona especial para ti, comprendí que el gusto era mutuo, y bajé la guardia con aquel oficial.

—Y bien, ¿Ya podemos saber la historia que esconde esta casa? —Milan rompió el silencio—. ¡Alguna historia de terror por favor!.

—Me temo que no es de ese tipo Milan —mi madre le contestó.

—Es una lástima, esas son las mejores —dijo Milan en tono decepcionante.

—¿Así que quieren conocer la historia de "La Casa Del Lago"?. —preguntó muy divertido el oficial Wilsonk.

—¿Casa del lago? —mi madre puso más atención—. Es un nombre muy obvio.

—Si, hay muchas versiones, pero solo una verdadera —el señor Wilsonk se acomodó en su asiento—. ¿Quieren oírla de mí, o de tu madre? —se dirigió hacia mí.

—Pues... —me mostré muy dudosa.

—Creo que lo mejor será que lo cuentes tú, después de todo has vivido aquí toda tu vida —mi madre sonreía.

—Opino lo mismo —dijo Milan.

—¿Y tú qué dices Crystalle? —me preguntó el oficial Wilsonk.

—Encantada, muero por conocer que se esconde detrás de estas paredes —respondí.

—Pues bien, me parece perfecto, escuchen atentamente: se dice que hace cincuenta años atrás había una pareja de jóvenes, ella tuvo que luchar contra todos los pronósticos malos por su amor, ya que era proveniente de una familia muy humilde, mientras que su enamorado pertenecía a una de las familias más ricas de Calypso, no crean que es la típica historia donde la chica pobre se enamora del chico rico y luchan por su amor para después morir trágicamente, y estar juntos toda la eternidad, el conflicto de ellos era más simple de lo que parece.

Una chica estaba enamorada de él, y no cualquiera, era la hija del alcalde del lugar, una chica caprichosa, egoísta y de muy mal humor. Resulta que ella les hizo la vida imposible, al grado de intentar asesinarlos, pero al cabo de un año de sufrimiento murió a causa de un golpe en la cabeza, que le proporcionó uno de sus caballos mientras montaba. Se dice que muchos habitantes del pueblo los odiaron, ya que creían que había sido su culpa, que su amor estaba maldito y solo provocaba desgracias ajenas, los padres de ambos jóvenes nunca se opusieron a su relación, pero al enterarse de lo sucedido los abandonaron a su suerte, los habitantes los echaron del lugar, ya que ninguno quería vivir cerca de ellos y tomaron medidas extremas, destruyendo sus hogares, por lo que ambas familias se fueron a vivir a otra parte. Estos dos jóvenes se vieron obligados a buscar un lugar en donde vivir en completa paz y tranquilidad, alejados de todos.

Hasta que llegaron a esta zona, anteriormente la llamaban "El lago del terror", la gente contaba que espantaban aquí, incluso algunos aseguraban haber visto a una niña flotando en el agua, cosa que nunca se comprobó. Aquella pareja decidió tomar el miedo de la gente como su protección, fue ahí cuando comenzaron a construir esta casa, al paso de los años, y al ser una vivienda hermosa, la nombraron " La casa del lago", un nombre simple pero famoso.

La pareja fue un matrimonio feliz, dándoles como fruto de su inmenso amor, cinco hijos, de los cuales dos de ellos aún viven. Muchas personas vienen a este lugar y se dan un beso bajo el gran árbol de cerezos que está al otro lado del lago, aquel árbol lo plantaron la pareja fundadora de este sitio, y extrañamente sus hojas y flores no se caen, no importa la estación del año, permanece intacto, y jamás se ha marchitado.

Dicen que al hacer ese tipo de ritual, su amor será eterno sin importar los obstáculos y dificultades que se les presenten, hace diez años encontraron a los ancianos muertos bajo aquel árbol, tuvieron una vida muy longeva, estaban sentados, con las manos entrelazadas. Lo curioso de esto, es que en sus rostros se colocaba una sonrisa que reflejaba paz.

Y esa es la historia, un gran amor eterno.

—Esa fue la razón por la cual gasté todos mis ahorros en esta propiedad —dijo mi madre suspirando—. Pienso que es hermoso, en cuanto me enteré de la historia por parte de la hija menor, supe que sería un buen inicio.

—¡Es maravilloso! —Milan tenía un brillo en los ojos.

—¿Y a ti qué te parece hija?.

—Es algo triste y magnifico a la vez —contesté.

En ese instante sonó el celular del oficial Wilsonk, cuando colgó, se dirigió a mi madre y después a nosotros.

—Lo siento, tengo que retirarme, cosas del trabajo.

—¡Oh!, espero no sea nada grave —dijo mi madre.

—No, solo es un grupo de chicos, los conozco a todos desde que eran unos niños, al parecer se metieron en un pequeño lío, uno de ellos vive cerca de aquí, tendré que avisarles a sus padres.

—Fue un placer conocerlo oficial Wilsonk —dijo Milan al momento que le tomaba una foto.

—Lo mismo digo, fue un placer cenar con los tres, la cena estuvo deliciosa, nos estaremos viendo.

Mi madre lo acompañó hasta la puerta y se despidieron, después se dirigió hacia nosotros y sonrió.

—Recogeré todo esto, es mejor que se den una ducha y duerman, mañana iremos a hacer unas cuantas compras.

—¿De compras? —Milan dijo mientras caminaba hacia las escaleras.

—Si, necesitamos algunas cosas, y será bueno conocer el pueblo —contestó mi madre.

—Ok, pero... ¿No quieres qué te ayude? —pregunté.

—No hija, lo haré yo.

—Como digas, entonces hasta mañana —me despedí.

Subí exactamente detrás de Milan, y al llegar al pasillo volteó y me miró.

—Y bien, ¿quién irá primero?, hay que echar un volado —me dijo cruzándose de brazos y con una postura sexy.

—No, tú primero, necesito buscar algunas cosas, mejor avísame cuando termines.

—Está bien, nos vemos en un rato —Milan se acercó y me dio un beso en la frente.

Yo entré a mi habitación, miré el álbum y supe enseguida que mañana tiraría aquellas fotografías, las de Tony y mías, aquellas que me dolía tanto ver.

Me dirigí hacia mí clóset y saqué un pijama cómodo, de pronto, sentí la necesidad de asomarme por la ventana, y al hacerlo, a lo lejos pude observar como alguien se dirigía al árbol de cerezos, al otro lado del lago, por el ancho de su espalda y la forma de caminar, se trataba de un chico.

Me mordí el labio inferior, ya que mi lado curioso estaba a punto de ganar batalla. Lo inesperado estaba a punto de dar inicio, algo nuevo se acercaba, o al menos eso sentía en mi interior.

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