Capítulo 4

En ese momento, y justo antes de responderle a Tony, su madre se levantó y puso música a todo volumen, todos los adultos incluyendo algunos amigos y parientes de sus padres, se reían y bailaban tontamente a causa de los efectos del alcohol.

Tony tomó mi mano guiándome a su habitación, me había quedado muda, paralizada, sabía que al entrar ya no podría escapar. Era mi novio, buscaba hacerlo feliz, y tontamente hacía lo que decía, en mi mente solo quería complacerlo. Cuando por fin llegamos, antes de entrar, se puso detrás de mí, abrazando mi cintura lentamente, aunque yo seguía sin reaccionar a sus caricias.

—Estás hermosa Crystalle —me dijo al oído mientras me besaba el cuello con lujuria, aquello me provocaba cosquillas—. Te amo.

Escuchar esa simple palabra hizo que bajara automáticamente la guardia, derrumbando todos los muros que había puesto, la distancia no me ayudaría esta vez, yo lo amaba, y sin decir nada más, cedí a sus deseos más profundos, pero de inmediato me tapó los ojos con sus manos.

—¿Lista para la gran sorpresa que te preparé? —me preguntó con voz ronca.

—Si —acepté remojando mis labios lentamente.

Entramos a su habitación, el olor a rosas frescas invadió mi ser y la emoción recorría cada una de mis venas, provocando una explosión de alegría. Cuando me destapó los ojos, mi corazón no pudo evitar palpitar fuerte ante lo que estaba frente a mí.

Por toda la habitación se encontraban velas enormes de color blanco, pero lo que me enamoró más era el detalle que se encontraba en su cama, un gran número de rosas amarillas esparcidas por todo el lugar, y en medio, una gran caja de regalo con un moño dorado.

Me acerqué a su cama, al momento que escuchaba como Tony cerraba con pasador su puerta, de pronto me abrazó por detrás.

—Es un obsequio para ti, amor.

—¡Gracias! —contesté toda emocionada.

—Que esperas, ¡ábrelo!.

Mil ideas se cruzaron por mi mente en ese momento, la primera fue un anillo de promesa, pero rápidamente descarté eso ya que la caja era muy grande, se me ocurrió un oso de felpa, mil detalles a mano, algún álbum de fotos de los dos, en breves momentos me había imaginado un sin fin de cosas.

Cuando por fin lo abrí, me di cuenta como una parte de mí se hacía pequeña, y es que, lo que estaba dentro de aquella caja de regalo, no era nada de lo que había pensado. Contenía un gran retrato de él, casi desnudo, solo traía unos bóxers grises, y en una pose extremadamente egocéntrica, debajo de toda la b****a de papel de colores llamativos, había una nota que decía lo guapo que saldría nuestro primer hijo.

Cuando volteé a verlo para decirle lo estúpido que era, él se abalanzó sobre mí haciendo a un lado la caja, y recostándose encima de mí.

Yo me sentía muy nerviosa y confundida, entonces comenzó a besarme el cuello tan efusivamente, que cada roce de sus labios y lengua sobre mi delicada piel, me provocaban ciertas sensaciones en mis partes blandas. Sabía qué era el sexo, pero lo que no sabía era si quería que mi primera vez fuera con Tony.

Sus besos eran más veloces y jadeaba, Tony puso una de sus piernas entre las mías, haciendo que mis piernas se separaran y comenzó a tocarme los senos bruscamente, después su mano bajó hacia el final de mi vestido y lo subió, en el momento en que intentaba bajarme las bragas, reaccioné, yo no quería hacerlo, después de ver el regalo que preparó para mí, toda mi pasión había muerto. Poniéndolo ante mis ojos como una persona egoísta.

Como pude lo quité de encima de mi y de inmediato me dirigí a la puerta, quité el pasador y salí corriendo de aquel lugar.

No estaba preparada para dar un paso tan importante, sé que para muchas chicas el tener sexo no era la gran maravilla, yo escuchaba a veces las conversaciones de mis compañeras del colegio, la gran mayoría ya había perdido la virginidad y se acostaban con cualquiera en las fiestas, pero no era mi caso, yo soñaba que mi primera vez sería con alguien a quien amara de verdad, y que me amara de la misma forma, tendría que haber pasión y amor, y no solo una calentura pasajera juvenil.

Ese día al llegar a casa no quise hablar con mi mamá, me dirigí a mi habitación y le marqué a Tony, necesitaba hablar con él, explicarle lo sucedido, pero nunca contestó. Después de las vacaciones él no quiso hablar del tema, pero desde ahí nuestra relación ya se había fracturado, de la noche a la mañana las cosas cambiaron.

Ya no era el mismo, todo el tiempo andaba de muy mal humor, casi no nos mensajeábamos y discutíamos por cualquier cosa.

Incluso llegué a pensar que solo pensaba en sexo.

Aquel viaje mental me estaba llevando directo a la depresión, cuando alguien tocó mi puerta, y enseguida entró Milan, estaba más guapo que de costumbre.

—¡Hey Crys! —se recostó en mi cama a mi lado—. Tu madre me ha dicho que te llame para cenar, le está dando los últimos toques a la comida.

—Ya veo —contesto—. Este viaje será bueno, ¿cierto?.

—¿Lo estás dudando?.

—No sé.

En ese momento Milan se percató del álbum de fotos, lo tomó y me miró fijamente.

—Si quieres sanar no es bueno recordar cosas malas del pasado, enfócate en lo bueno que te ofrece el presente, y en lo prometedor que se ve el futuro.

—Pero a veces no es fácil, sabes.

—Lo sé pero hay que intentar.

—Creo que al final, yo no funciono en el amor.

—¿Y qué te hace creer eso? —me preguntó Milan con cierto tono de curiosidad—. ¿No lo dirás por un pequeño error, o si?

—No lo sé, pero sé que tienes razón, no puedo avanzar si veo constantemente el pasado.

—¡Esa es mi chica!, estos meses serán maravillosos.

—Si no fueras gay... —me mordí el labio inferior—. Y si no fueras mi mejor amigo, ¿te fijarías en mí?.

No sabía porque le preguntaba eso, pero al final, creo que necesitaba que alguien más me viera atractiva, aunque fuera algo banal, en ese momento de mi vida lo necesitaba.

Milan se quedó callado por unos instantes y después sonrió.

—¡Claro que me fijaría en ti!, eres guapa, tienes unos ojos que enamoran con la primera mirada, unos labios tan carnosos que dan ganas de besarlos toda una eternidad —Milan volteó a verme acercándose más y más a mi rostro—. Y creo que si no fuera gay, si no me gustaran los hombres, tú serías el amor de mi vida.

Milan comenzó a acercarse tanto, que podía respirar su aliento a menta fresca, una ola de calor envuelta en vergüenza se apoderó de mí.

—¡Cielos Crys, estás roja!, deberías ver tu cara —me dijo entre risas—. Apuesto a que pensaste que te besaría.

—Eres un tonto —le dije al momento que se me salía una pequeña y muy nerviosa risita.

—¿En serio creíste que te besaría? —Milan me miró con asombro.

—Yo que sé, eres toda una monería —encogí mis hombros.

—Eres mi mejor amiga, ¡y soy gay!, yo me muero por conocer chicos.

Aquello era cierto, y me tranquilicé poco a poco.

—¡La cena está servida! —mi madre gritó.

—Será mejor bajar antes de que se enoje, muero por escuchar la historia de esta casa —Milan estaba muy ansioso.

—Si.

Ambos salimos de mi habitación, y al darme la vuelta para cerrar, observé por última vez aquel álbum.

De algo estaba segura, sería un adiós definitivo a mi pasado, le daría la bienvenida a mi nuevo ciclo desde mañana.

Después de todo, el invierno aún no llegaba, y la época amorosa a penas comenzaba.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados