Los camiones de la mudanza ya habían llegado, y debo admitir que me sorprendió mucho el gran tamaño que tenían, me preguntaba porqué eran tantos y tan grandes, si solo estaríamos viviendo cinco meses aquí, tenía planeado preguntárselo más tarde a mi madre. Mientras tanto, ella se dirigía a uno de los señores que bajaban de los camiones, detrás de ella iba el oficial Wilsonk, al parecer firmaría unas hojas para que posteriormente se dedicaran a descargar e instalar todo.
Cuando por fin firmó, Milan y yo nos acercamos.
—Hola chicos —nos saludó el oficial Wilsonk—. ¿Cómo están?.
—De maravilla —respondió Milan mientras me tomaba una fotografía—. ¿No es así Crys?.
—Si —me limité a responder.
—Bueno, me retiro, me alegra que estén bien y que llegaran a salvo, nos estaremos viendo seguido —se dirigió a mi madre—. Tiene mi número si necesita algo, cualquier cosa, a cualquier hora.
—Gracias oficial —mi madre le sonrió coquetamente—. Nos veremos después.
Aquel oficial le devolvió el gesto con una sonrisa seductora, y después se fue, miré a mi madre, parecía ilusionada, pero aquello me daba un poco de miedo, no quería que la volvieran a lastimar, si llegase a suceder, esta vez no sobreviviría, se derrumbaría.
—¿Por qué hay tantas cosas de la mudanza a parte de las que íbamos a traer? —le pregunté sin tapujos a mi madre.
—Compré nuevos muebles y cosas que nos serían de utilidad, después de todo, este será nuestro segundo hogar —me sonrió—. En la cena les contaré la verdadera historia de esta casa, y porque decidí comprarla.
—Así que hay una historia misteriosa detrás de todo esto —dijo Milan mientras tomaba algunas fotos a los chicos de la mudanza—. Pues muero por saberlo.
—¿Y tu hija, te dio también curiosidad? —mi madre me tocó la mejilla como muestra de cariño.
—Supongo que si —le sonreí con algo de cansancio.
—Pues andando, hay que apresurarnos para terminar antes de la hora de la cena —mi madre parecía más relajada.
Aquella tarde pasamos la mayor parte del tiempo ayudando a los chicos de la mudanza, mi madre se encargaba de mostrarles dónde se colocaba cada cosa, me sorprendió ver que me había comprado libreros nuevos, y que mandara equipar más de los libros que yo había decidido traer, yo también me encargué de dirigir algunas cosas de mi biblioteca personal, mi habitación, y ayudé con la de Milan, ya que a él se le veía muy divertido tomando más fotos a todos, y al parecer, no les molestaba, eso ya era ganancia.
Al terminar, exactamente a las seis de la tarde, mi madre les dio un pago extra en agradecimiento, a mi no me importó, al final ella siempre era así. Tomamos dos horas más para acomodar nuestras cosas personales, cada habitación debía tener un baño personal, pero por desgracia la única que lo tenía era mi madre, lo que significaba que Milan y yo tendríamos que compartir regadera en diferentes turnos.
Mi cama estaba hecha y todo en su lugar, me recosté en ella un momento, el cansancio me había vencido por completo, y supuse que a Milan también, ya que no me molestó en aquellos momentos.
De pronto, me di cuenta de que me faltaba por guardar un álbum de fotos que se encontraba en mi tocador, me acerqué a él con emoción, lo abrí para echar un vistazo, eran de mi época navideña, pasé vista a cada una de mis fotografías, las cuales muchas las había tomado Milan, hasta que llegué a las últimas, ver aquello hizo que se me revolviera el estómago, provocando la aparición de aquel nudo en la garganta que sacaba mis lágrimas a fuerza, se trataban de fotos de Tony y mías.
Recuerdo que hace dos años la habíamos pasado bien al principio de la velada, él tiene la costumbre de hacer una posada en su casa, que para ser honesta, siempre terminaba en una fiesta a lo grande, sus padres al parecer no le decían nada, y como obtenía muy buenas notas le daban mucha libertad, por lo que ese día acostumbraban dejarle la casa sola, y a la mañana siguiente cenaban todos en familia.
Aquella vez no pude asistir a la fiesta de siempre, por lo que tuve que ir al día siguiente, tan solo pensar que cenaría con sus padres me ponía muy nerviosa, mi corazón palpitaba al mil, me arreglé elegantemente, con un vestido de noche escotado color negro, sin mangas, que hacía juego con mis zapatillas del mismo color, me recogí el cabello como a Tony le gustaba, quería complacerlo.
Había quedado en pasar por mí a las ocho de la noche, cuando por fin llegó, una sonrisa traviesa inundó su rostro, y en el trayecto jamás se le borró, creo que en el fondo, una parte de mí sabía que sucedería, pero no lo quería aceptar, me encontraba muy confundida, era como si hubiese entrado en un coma temporal.
Llegamos a su casa y al entrar, el olor a pavo, vino y cigarrillos me provocaron el apetito. Justo cuando me dirigía a la sala de estar, Tony me jaló del brazo y sonriendo me susurró al oído algo, dando como resultado que me temblaran las piernas.
—Vayamos a mi habitación, te tengo una gran sorpresa —me dijo con un gran brillo de lujuria en sus ojos—. Te va a encantar.
—Pero... —me mordí el labio inferior—. ¿Y la cena?.
—Comeremos en mi habitación, observa, no han cenado ellos tampoco —dijo acariciando suavemente uno de los mechones de mi cabello.
—¿Y tus padres, qué dirán si no nos ven en la cena? —le pregunté con algo de angustia en mi voz.
—No te preocupes por ellos, están tan entretenidos con sus cosas de adultos que no se darán cuenta de nuestra ausencia.
En ese momento, y justo antes de responderle aTony, su madre se levantó y puso música a todo volumen, todos los adultos incluyendo algunos amigos y parientes de sus padres, se reían y bailaban tontamente a causa de los efectos del alcohol.Tonytomó mi mano guiándome a su habitación, me había quedado muda, paralizada, sabía que al entrar ya no podría escapar. Era mi novio, buscaba hacerlo feliz, y tontamente hacía lo que decía, en mi mente solo quería complacerlo. Cuando por fin llegamos, antes de entrar, se puso detrás de mí, abrazando mi cintura lentamente, aunque yo seguía sin reaccionar a sus caricias.—Estás hermosaCrystalle—me dijo al oído mientras me besaba el cuello con lujuria
Al bajar y llegar a la estancia principal, el olor a carne en adobo abrió mi apetito salvajemente, y al parecer el estómago deMilansentía lo mismo, ya que un pequeño ruido parecido al gruñido de un animal, hizo que mi atención se dirigiera hacia él, y una sonrisa traviesa apareció en mi rostro, eso pasaba siempre conMilan, a su lado siempre me sentía como una niña pequeña haciendo travesuras.Por otra parte, mi madre cantaba en la cocina, y pude notar que por primera vez en mucho tiempo, tenía la radio prendida.Eso debía ser bueno, ya que cuando mis padres estaban casados, ella acostumbraba cantar mientras horneaba o cocinaba cosas deliciosas, eso significaba que estaba contenta, y era realmente maravilloso volver a revivir aquellos momentos. Algo en mi interior me dec&iacut
—Creo que no tiene nada de malo que te guste otro hombre, me agrada, y tienes derecho a ser feliz —le dije sonriendo—. ¡Deberías conocerlo mejor!.—¿Hablas en serio? —me preguntó mi madre con asombro.—Sí, y será mejor que nos apresuremos a servir la cena, a parte,Milany yo morimos por escuchar la historia de esta casa.Mi madre me miró y pude observar como sus ojos brillaban, se veía alegre, ella buscaba mi aprobación y la tenía, era algo apresurado, y no significaba que de la noche a la mañana floreciera el amor, pero me parecía bueno que por algo empezaran.Salimos de la cocina y nos dirigimos al comedo
Siempre había sido una persona muy curiosa, era algo que sencillamente no podía ocultar ni evitar, por lo que decidí bajar y averiguar de quien se trataba, de paso podría hacer alguna nueva amistad. Me parecía perfecta aquella idea, por lo que salí rápidamente de mi habitación, al bajar a la estancia principal, observé que mi madre se hallaba sentada en el sofá viendo un programa de televisión, de esos en los que ganas dinero haciendo alguna ridiculez.—¿Adónde vas? —me preguntó sin quitar la mirada del televisor de plasma—. Es muy noche para escapar.—No estés de broma mamá —puse los ojos en blanco—. No tardo, se me olvidó algo en el coche.
Él se agachó y la levantó, después me miró fijamente, pero no parecía avergonzado o algo por el estilo, más bien parecía que estudiaba la expresión de mi rostro.—No es nada de gran importancia —me sonrió—. Eres la chica nueva ¿no?.—¿La nueva? —pregunté en un tono de voz casi audible.—Si, escuché que alguien nuevo se mudaría a la casa del lago.—¡Oh!, si, me acabo de mudar ayer con mi madre y mi mejor amigo —respondí.—Pues me parece bien, por cierto, soyBastianWoodwryn, un placer conocerte —me
Antes de llegar, no pude evitar voltear a ver hacia la casa deBastian, y al mismo tiempo pensaba en la caja de condones que llevaba en la mano, si ya había terminado con su novia, ¿para qué los querría?, me sentía como una tonta al pensar en esas cosas, cuando apenas tenía unos minutos de conocerlo.Al llegar a casa,Milany yo le ayudamos a mi madre a ordenar todo lo que habíamos comprado, aunqueMilanestaba más serio de lo normal, lo conocía a la perfección, cuandoMilanguardaba demasiado silencio, era porque algo le molestaba, las cosas no andaban bien.Cuando terminamos sonó el celular de mi madre, y al instante temí que fuera mi padre con toda la intención del mundo para lastimarla, pero al ver su rostro de felicidad cuando observó la pantalla,
Los siguientes veinte minutos, mi madre se la pasó hablando de ropa, sobre algunas anécdotas de cuando iba a la universidad, y sobre todo, de lo caballeroso y buena gente que era el oficialWilsonk. No quise mencionar el tema de mi padre, no pretendía arruinarle el momento, mi mente estaba hecha un lío y no podía dejar de pensar enMilan.Al terminar, quise ayudar a lavar los platos, pero decidió hacerlo ella misma, por lo que subí a mi habitación sin más remedio, estando ahí, recordé aquel mensaje en mi celular, decía algo acerca de mis redes sociales, hace meses que no pasaba por todos los chismes de mis ociosos compañeros de escuela, una parte de mi no quería saber nada, pero como siempre, terminó ganando mi lado curioso. Odiaba eso, no es bueno tener mucha curiosidad, co
Me dirigí haciamíclósety comencé a elegir que sería bueno ponerme, se trataba de una fiesta informal, no quería estropear nada, era muyperfeccionista, por lo que después de cinco minutos, me decidí por unosjeansnegros entubados, unos botines negros conestoperolesplata, una blusa blanca sin mangas que dejaba ver un poco mi dotado busto, y una chamarra de piel color negro, antes de salir, volteé a ver aBastian, quien estaba entretenido jugando con su celular.—Enseguida vuelvo —le dije antes de salir.—Vale, no tardes, si no tendré que ir a ayudarte.—Ni en tus sueños —le respondí y salí.
Último capítulo