Acomodo muy bien la bufanda en mi cuello y las oscuras gafas de sol en mis ojos, ya que he intentado salir dos veces a la calle y ha sido una misión fallida. Por fortuna mi plan ha sido exitoso ahora que voy cubierta, creí que se darían cuenta que soy yo, pero no ha sido así.
Avanzo con café en mano a través del pasillo que lleva hacia mi oficina. Todavía es temprano por la mañana y eso quiere decir que mis compañeros y jefe tardan en llegar. Entro y me pongo cómoda sobre el asiento, tomo un sorbo de la bebida caliente y comienzo a teclear en mi computadora para buscar los documentos y escritos pendientes por edición o corrección. Estoy tan concentrada que ni siquiera me doy cuenta que el tiempo se ha ido casi volando. Escucho un bullicio afuera, pero le resto importancia al ver entrar a mi jefe a la oficina.
—Camila... —Se planta frente a mí.
Me aclaro la garganta y me levanto como un resorte.
—Dígame, señor Roberto. —Pestañeo algunas veces, la pantalla del aparato me cansa la vista.
—¿Qué significa esto? —Lanza una carpeta blanca sobre el escritorio, lo hace con tal rudeza y enojo que me provoca dar un respingo.
Ouch...
La tomo y leo con atención, me encuentro con que es un informe detallando mi contrato con la editorial Rogers.
—¿Y qué ocurre con esto? —Niego con la cabeza.
El hombre me quiere fulminar con la mirada. ¿Qué le pasa ahora?
—Pues que está despedida. No voy a permitir que un empleado importante de la editorial se congracie con nuestra competencia. —El regordete y pelirrojo hombre se cruza de brazos.
¡¿Qué?!
Abro la boca, pero no puedo decir nada, me ha tomado por sorpresa.
—Pero si en el contrato que firmé con usted no decía nada sobre tener prohibido trabajar con otras editoriales. Además, les propuse revisar mi libro y ni siquiera me hicieron caso, ¿por qué me reprocha esto ahora? —Niego con la cabeza muy molesta mientras recojo mis cosas—. La mejor editorial se ha fijado en mí, y déjeme decirle que usted ha perdido alguien importante.
Si me despidió, ¡pues despedida me quedo! No voy a rogarle a nadie.
—¿A dónde va? —Me mira con atención.
—¿No me ha despedido? Ya me voy, con permiso.
No soporto seguir viendo su cara. Paso por su lado con prisa y acomodo mi corto cabello, restándole importancia a su presencia. Avanzo rápidamente y enojada por el pasillo, robándome las miradas de compañeros y desconocidos. Cuando estoy a punto de abrir la puerta, escucho la voz de mi ahora ex jefe.
—¡Vega, espere!
Hago como si no lo hubiera escuchado y salgo, encontrándome de frente con tremendo bullicio. Veo muchas personas correr hacia mí con afiches de mi novela entre las manos o bolsas de regalo.
¡Por Dios!
Estoy atónita, aquí de pie pestañeando como tonta. Me quito los lentes de aumento y me froto los ojos para comprobar si no estoy alucinando. ¡Hay cientos de personas, esto parece un concierto!
—¡Hola! ¡Camila! —Veo una jovencita venir hacia mí y me echo hacia atrás un tanto sorprendida—. ¿Podrías regalarme un autógrafo? Soy la presidenta de tu club de fans. Lo hemos llamado ¡Vegadicters!
Chilla emocionada y todas las demás gritan al unísono.
—M-muchas gracias... Sí, claro que sí...
Me siento halagada por tan bonita demostración. Acomodo mi cabello y tomo el sharpie para dejar mi firma sobre su cuaderno. Estoy muy emocionada... Tiempo después, no sé ya cuantas firmas y sonrisas he regalado, pero me siento exhausta.
—A ver, a ver... —Se escucha una voz masculina en el lugar, el guardia de seguridad aparece para ayudarme.
—Retírense jovencitas, este es un lugar privado, por lo que no pueden estar aquí. —El hombre las ahuyenta y ellas le hacen abucheos.
—¡Chicas!... Pronto habrá una firma de autógrafos, no se preocupen. En mi blog les avisaré todo, como siempre... —intervengo.
Todas sonríen y se miran entre sí, asintiendo. Pongo mis manos a cada lado de mi cintura y exhalo profundamente cuando se van dispersando despacio. Me regreso a la editorial, para refrescarme con el delicioso frío del aire acondicionado, puesto que allá afuera ya está haciendo calor.
—¿Qué ha sido eso? —Aly se acerca a mí y me abraza.
—He sido despedida y... soy famosa... —Suelto una risita nerviosa y la miro.
—¿Y ahora qué harás? —Aly me mira con sus grandes ojos de color miel, ella es toda una española guapa.
Sonrío muy contrariada y sorprendida todavía.
—Pues ya que no tengo trabajo, me dedicaré a disfrutar de las mieles de la fama... —Finjo una mueca triste.
—Es lógico... —Asiente pensativa.
—Te diría que vinieras a disfrutar conmigo, pero debes ir con tu marido e hijo. —La miro, con un poco de burla.
—Serás malvada... —Cierra los ojos con fingido dolor.
—Bueno amiga, nos vemos pronto. Voy a extrañar verte a diario. —Le doy un fuerte abrazo.
—Yo también te voy a extrañar. Ese jefe, es un estúpido jefe... —suspira molesta.
Le sonrío una última vez antes de salir y caminar hacia el estacionamiento. Voy a marcharme hacia mi departamento y dormiré todo el día, creo que me lo merezco y con intereses de por medio...
Me desperezo en la cama al sentir los cálidos rayos de sol darme de lleno en la cara.
¡Buenas tardes, Miami!
Me levanto de un salto para ir a abrir las altas y extensas cortinas, pero suelto un gemido horrorizado al ver un centenar de gente agolpada y gritando en el primer piso. Varios golpes en la puerta y el sonido del timbre me hacen dar un respingo, voy corriendo como un coyote hacia la entrada y abro la puerta con fuerza, es entoces el bonito rostro del guapo Mark me da las malas tardes, porque tiene una expresión de desespero casi épica.
—Hola, señorita Vega. —Me tiende la mano y la estrecho, fijando mi vista en sus lindos ojos miel.
—Hola Mark... ¿Qué te trae por aquí? —Ladeo la cabeza, como tratando de comprender su extraña expresión.
Desde la vez que firmamos el contrato, no lo había vuelto a ver y ahora me parece todavía más apuesto e hipnotizante. Mi corazón se acelera un poco cuando lo veo pasar tan cerca de mí y detenerse a mi lado.
No recuerdo haberlo invitado a pasar, pero bueno...
—Mis directivos me han informado sobre algo terrible. La orden ha venido desde arriba y por más que quisiéramos remediarlo, no podríamos. —Disimula un suspiro y clava sus brillantes ojos en los míos.
Mi corazón da un vuelco.
—¿A qué se refiere? —Me rasco el cuello desnudo con delicadeza y arrugo el entrecejo. Ahora solo he conseguido ponerme más ansiosa.
—La editorial ha decidido cancelar el contrato... —Hace un gesto como de estar lamentándolo—. Pero le reembolsaremos una indemnización por el incumplimiento...
No espabilo, solo me he quedado mirando hacia el oscuro mármol del suelo. Simplemente no puedo digerirlo. ¿Cómo voy a decirles aquello a mis lectores?
—¿Cómo...? —Niego y espabilo en reiteradas ocasiones.
Suspiro y miro su rostro, el cual está en dirección hacia el mío, sus ojos me escrutan con detalle.
—Lo siento mucho, señorita... —Niega con la cabeza y resopla.
Empuño las manos, muy decepcionada y molesta hasta respirar con más fuerza.
—¿Cómo va a sentirlo? No tiene nada de qué preocuparse, tiene su trabajo y su sueldo... No como yo que acabo de quedar en la ruina... —De un momento a otro tengo una horrible y torpe rabieta de la que me arrepiento luego, como siempre—. L-lo siento...
El hombre resopla de nuevo, pareciendo muy enojado. Creo que he sido algo grosera, o muy grosera.
—Debería sentirlo también por mí, por defenderla me he quedado sin empleo... —Desvía la mirada—. Con permiso...
Da la media vuelta y se marcha rápidamente, corro detrás de él.
—¡Espera! Lo siento, lo siento de verdad...
Me detengo frente al elevador, pero las puertas se cierran, dejándome ver sus expresivos ojos miel escrutarme por última vez. Regreso al apartamento con la cabeza gacha y arrastrando mis pantuflas de conejito.
Es un desastre, un completo y jodido desastre...
Tomo asiento frente al escritorio y enciendo el computador, para enviarle unas cuantas verdades a la editorial, pero las notificaciones de mi blog saltan a la vista, una tras otra. No paran. Temiendo lo peor, abro la ventana del navegador y pongo los ojos casi como platos al ver insultos, horribles y dolorosos insultos.Así que ya se enteraron...Me tomo la cabeza entre las manos y desordeno mi cabello con frustración, el cual ahora cae sobre mi frente. El sonido de cosas golpear el vidrio de las ventanas me hace levantar la mirada: hay huevos, tomates y más tomates deslizándose sobre el cristal.¿Cómo es que supieron dónde vivo?Ahora me he quedado sin el pan y sin el queso... Me pregunto qué hará Mark, quien parece odiarme ahora. Y yo que pensaba invitarlo a tomar un café algún día no muy lejano...Mi teléfono suena insistentemente, así que respondo al llamado de mi molesto ex jefe, Roberto.—¡Vega, tiene que venir y solucionar esto!Tengo que apartar el móvil de mi oreja debido a s
Corro de inmediato hacia la pantalla y miro la fecha del día de hoy: 14 de febrero, es la misma del lunes de la semana pasada. Y precisamente, día de San Valentín. ¡¿Qué clase de broma pesada es esta?! Busco en mi correo electrónico el borrador de la novela que envié la semana pasada a la editorial y veo que no ha sido enviado... ¿Pero cómo? ¿Cómo es posible que haya podido regresar en el tiempo, o más bien, soñar con el futuro? —¿Camila? —Mi jefe de nuevo me habla. —S-sí, señor. Voy en camino, nos vemos en un m-momento... Cuelgo y dejo el móvil a un lado. ¿Qué significa esto? «Okay, Camila... —inhalo y exhalo profundo—, no pasa nada, creo que fuiste al futuro o volviste al pasado como Marty Mcfly... No pasa nada...», me doy aliento. A partir de ese momento empiezo a susurrarme cosas a mí misma, pero sólo consigo reírme un tanto nerviosa. Creo que estoy a punto de tener un ataque de pánico. Observo el borrador del correo dirigido a la editorial Rogers y lo elimino de inmediato,
Me mira un poco dudoso y yo me quedo muda de repente, se aleja con una sonrisa boba y se disculpa, yo solo lo observo mientras que se acerca a la barra para pedir algo de tomar. Aparto la mirada de él y voy a la mesa donde me espera mi amigo, sonríe espléndido apenas me ve llegar. —¡Camila! Qué hermosa estás. —Deposita un beso en mi mejilla—. Mira cómo te dejó ese hombre. Ven, te ayudo a limpiar la blusa, te ha quedado toda mojada. Agarra un par de servilletas y me las entrega para que me seque. —Muchas gracias... ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo? Mueve la silla para que tome asiento, dejo mi bolso sobre la mesa y acomodo mi cabello. Retiro mis lentes y masajeo mis ojos para descansar por un momento la vista. —Excelente. Como te lo dije hace un rato, estoy vendiendo la editorial, ya que me voy del país. —Me observa expectante, con sus grandes ojos azules. —Espero que te vaya muy bien con tus nuevos planes y... —Un mesero se acerca y deja sobre la mesa dos tazas de café bien caliente
—Hola, Mark... ¿Q-qué tal? —Ya me dio la verborrea.¡De nuevo peco por tonta! Se supone que no sé su nombre...—Sabes mi nombre, eso es interesante. —Ladea la cabeza y se cruza de brazos, me observa con una expresión neutral.Sus brazos son perfectos. —Ah..., yo... —Pienso en alguna mentira—. Es que me hablaron sobre ti, ¿trabajas en la editorial Rogers, no? Yo soy editora en W.R.Sonríe y asiente. Su sonrisa es tan hermosa, la más hermosa.—Quizá allí nos topamos algunas vez. Pero lastimosamente he sido despedido ayer y estoy buscando empleo.¿Qué? ¿Pero entonces por qué yo sigo trabajando en W.R. y él ha sido despedido de todas formas? Ex extraño: hay cosas que se suceden de la misma manera, pero hay otras que cambian por completo. —El destino juega con nosotros... —Se me escapa aquel pensamiento.—Así es. Siempre he creído tal cosa. —Asiente y clava sus ojos miel en los míos.Me quedo embelesada observando su cabello un poco largo y del color de las castañas, su nariz algo resping
Parqueo en el lugar sin darle mucha importancia y busco las llaves en el fondo de mi bolso. —¡Es una pasada! ¿Es aquí? Pero si dijiste que el lugar era un asco... —Aly se escucha emocionada. —Aquí es, es insípido... No sé qué le ves de bonito. Ah... No encuentro las llaves... —¿A quién mataste o qué banco robaste? ¡Joder! —Aquí está... ¿De qué hablas? —Levanto la mirada, pero lo que veo me hace abrir la boca y los ojos casi como platos—. Por Dios... Debí equivocarme de calle. E-es que... —¡Señorita Vega! —Un hombre muy bien vestido con traje elegante abre las altísimas puertas dobles del lugar y se dirige al auto con pasos presurosos. Miro atónita a Aly y ella me ve como si le estuviera dando una parálisis facial. —Oh, señorita... No debió venir en este auto, por fortuna su Ferrari se encuentra en perfecto estado y ya lo dejaron en su mansión. El choque que tuvo fue mínimo, solo un pequeño rasguño. —El chico abre la puerta y me tiende la mano. La tomo con suavidad y salgo de ah
—¿Cómo sabes que pedí un deseo? Ah, y ya sé que eres Mark Michaels, no sigas tratando de engañarme con eso de ser "un trabajador de editorial", porque te conozco bien, como la palma de mi mano...Lo veo cómo sonríe levemente y asiente, mientras se rasca una de sus tupidas cejas oscuras, sus ojos miel ahora se clavan en los míos.Trago en seco. —¿Por qué estás tan a la defensiva? —De nuevo se acerca y yo retrocedo.¿Qué por qué retrocedo? Nadie lo conoce en realidad como yo, nadie sabe que él es un hombre posesivo, intimidante, todo un apasionado; capaz de enamorarte con uno de sus adictivos besos y hacerte caer rendida entre sus brazos.El reloj marca las doce y una dulce melodía inunda el lugar. Desvío la mirada y ubico el gran calendario rosa colgado en la pared, veo cómo el número del día 14 de febrero desaparece y es reemplazado por un espacio de color gris. Ahora todo el póster es de ese color y solo en el quedan los días desde el miércoles número 15 hasta el martes 21.¿Qué clas
El sonido del hermoso canto de los pájaros me despierta y los tenues rayos de sol se filtran entre las blancas cortinas.—Buenos días, señorita Vega... ¿Qué desea desayunar esta mañana?Abro los ojos de golpe y ubico frente a mi cama a dos mujeres, ambas están prolijamente vestidas y muy bien peinadas. Son Bianca y Gisela, una especie de asistentes de Amanda... Jesús... Todo es tan idéntico... Es como si se hubiera creado un mundo paralelo aquí en Miami, de la casa y las personas que habitan la mansión de Amanda y Mark, la cual originalmente se encuentra en el fabuloso estado de Nueva York.Me desperezo entre las suaves mantas, recordando las palabras de Mark y dudando. Quizá no esté bien seguir con esto, ¿pero acaso tengo otra opción? Al diablo con Mark. —Buenos días... Hmm... No lo sé, me encantarían unos huevos revueltos con bacon, tostadas, mermelada de mora y una buena taza de café con leche —suspiro, ya imaginado lo delicioso que sería.Hace meses que solo como pasta, una que ot
Niego con la cabeza, mientras sonrio levemente. —Okay Mark, una disculpa siempre arregla las cosas, no te preocupes. —Cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre el asiento.De repente, el auto se detiene abruptamente y el humo empieza a emanar de la defensa.—¿Qué sucede? —Me quito el cinturón.—Demonios... De nuevo se averió... —Mark golpea el volante con un poco de fuerza—. Disculpa...Yo le di ese carácter, soy la responsable. Me pregunto si esto será algún karma...Desvío la mirada y echo un vistazo a la calle.—Oye, pero mira, por suerte llegamos al lugar... —Señalo la entrada de una casa un tanto particular, ya que es muy pequeña—. Es la dirección que decía en la página de lectura del Tarot.Mark se baja del auto y corre, atónita veo cómo abre mi puerta para que salga.—Vamos entonces... —Me tiende la mano.La tomo con un poco de duda y salgo, su mirada parece esperarme, llamarme como un imán y hacerme olvidar hasta mi nombre y solo centrarme en todo él. Observo cómo de pronto s