—¿Cómo sabes que pedí un deseo? Ah, y ya sé que eres Mark Michaels, no sigas tratando de engañarme con eso de ser "un trabajador de editorial", porque te conozco bien, como la palma de mi mano...Lo veo cómo sonríe levemente y asiente, mientras se rasca una de sus tupidas cejas oscuras, sus ojos miel ahora se clavan en los míos.Trago en seco. —¿Por qué estás tan a la defensiva? —De nuevo se acerca y yo retrocedo.¿Qué por qué retrocedo? Nadie lo conoce en realidad como yo, nadie sabe que él es un hombre posesivo, intimidante, todo un apasionado; capaz de enamorarte con uno de sus adictivos besos y hacerte caer rendida entre sus brazos.El reloj marca las doce y una dulce melodía inunda el lugar. Desvío la mirada y ubico el gran calendario rosa colgado en la pared, veo cómo el número del día 14 de febrero desaparece y es reemplazado por un espacio de color gris. Ahora todo el póster es de ese color y solo en el quedan los días desde el miércoles número 15 hasta el martes 21.¿Qué clas
El sonido del hermoso canto de los pájaros me despierta y los tenues rayos de sol se filtran entre las blancas cortinas.—Buenos días, señorita Vega... ¿Qué desea desayunar esta mañana?Abro los ojos de golpe y ubico frente a mi cama a dos mujeres, ambas están prolijamente vestidas y muy bien peinadas. Son Bianca y Gisela, una especie de asistentes de Amanda... Jesús... Todo es tan idéntico... Es como si se hubiera creado un mundo paralelo aquí en Miami, de la casa y las personas que habitan la mansión de Amanda y Mark, la cual originalmente se encuentra en el fabuloso estado de Nueva York.Me desperezo entre las suaves mantas, recordando las palabras de Mark y dudando. Quizá no esté bien seguir con esto, ¿pero acaso tengo otra opción? Al diablo con Mark. —Buenos días... Hmm... No lo sé, me encantarían unos huevos revueltos con bacon, tostadas, mermelada de mora y una buena taza de café con leche —suspiro, ya imaginado lo delicioso que sería.Hace meses que solo como pasta, una que ot
Niego con la cabeza, mientras sonrio levemente. —Okay Mark, una disculpa siempre arregla las cosas, no te preocupes. —Cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre el asiento.De repente, el auto se detiene abruptamente y el humo empieza a emanar de la defensa.—¿Qué sucede? —Me quito el cinturón.—Demonios... De nuevo se averió... —Mark golpea el volante con un poco de fuerza—. Disculpa...Yo le di ese carácter, soy la responsable. Me pregunto si esto será algún karma...Desvío la mirada y echo un vistazo a la calle.—Oye, pero mira, por suerte llegamos al lugar... —Señalo la entrada de una casa un tanto particular, ya que es muy pequeña—. Es la dirección que decía en la página de lectura del Tarot.Mark se baja del auto y corre, atónita veo cómo abre mi puerta para que salga.—Vamos entonces... —Me tiende la mano.La tomo con un poco de duda y salgo, su mirada parece esperarme, llamarme como un imán y hacerme olvidar hasta mi nombre y solo centrarme en todo él. Observo cómo de pronto s
Carraspea detrás de mí, una leve sonrisa adorna sus labios. —Estoy bien, no me duele en absoluto. —Se limpia las manos—. ¿Tú estás bien?Tan orgulloso...—Estoy bien, gracias por defenderme. —Doy palmadas sobre su hombro y trato de ignorar lo bien que se ven sus fornidos brazos—. ¿Ahora qué haremos?Miro hacia el auto, el cual ha dejado de emanar humo. Todavía siento el rubor en mis mejillas, estoy un poco avergonzada por lo de hace un momento atrás. Trato de no hacer mucho caso, quizá me estoy confundiendo, ya que él es muy apuesto y también me coquetea. No es mi culpa, sino de mi pobre corazoncito. —No soporto que maltraten a una mujer... No lo sé, creí que lo del adivino sería una buena idea pero... —Niega con la cabeza, como buscando las palabras.—Una charlatana nos ha timado y aparte de todo, golpeado. Es que no soporto ver cómo te han dejado la cara. ¡Son unos idiotas! —Le doy una patada a la puerta y grito.Escucho su risa a mis espaldas.—Estás loca... —Niega y sonríe con es
Se echa hacia atrás tomando su pie entre sus manos y me lanza una mirada furiosa que luego se convierte en una divertida. —Oye, qué salvaje eres. Me duele mucho, ¿crees que soy de metal o qué? Solo te robé un beso, no es para que intentes matarme. —Ese fue mi primer beso... —Me acaricio los labios con los dedos y suspiro, sintiendo todavía la agradable presión y humedad—. ¿Ahora eres un roba besos? ¡Te odio! ¡Me robaste mi beso, ahora no podré vivirlo como yo quería!De pronto tengo una torpe rabieta, por lo que reprimo las lágrimas debido a la rabia que siento, camino hacia la playa para alejarme de él y dejarlo solo con su pesada actitud. Hace todo esto para molestarme. Respiro pesadamente mientras observo a las gaviotas volar de aquí para allá y las olas que viene y van, produciendo un sonido calmante.—Llámame ladrón entonces. —Se detiene a mi lado, pero no lo veo.Estoy molesta todavía.—¡Cierto! El apodo te queda de maravilla, ¿sabes? —Levanto los brazos y los dejo caer sobre m
Me muerdo una que otra vez los labios, un tanto nerviosa. A un lado del camino se ve una especie de atajo, así que aparcamos allí. Suspiro cuando el silencio reina en el lugar, solo se escuchan nuestras respiraciones y uno que otro pajarito cantando a lo lejos. Reviso la pantalla de mi móvil, desgraciadamente no hay señal.—¿Tampoco tienes señal? Desvío la mirada hacia él, lo pillo mirándome.Mi corazón comienza a latir desbocado debido a que me produce nervios y no comprendo el porqué.—No, bonita... —Niega y me sigue sosteniendo la mirada con aquella extraña insistencia que me eriza el vello.Cuando me dice bonita siento que se me nubla la mente y solo puedo pensar en lo lindo que se escucha cuando me llama así y yo... creo que me gusta eso.Dejo salir todo el aire que retengo en los pulmones y abro la puerta para salir del auto, desviando así mi atención hacia otra cosa que no sea él. Porque me he sentido cómoda sola, porque siempre he pensado que no necesito a nadie a mi lado para
Busco en todos los lugares posibles, mas no hallo la perfecta silueta de Mark. Me quedo aquí de pie, sintiendo un nudo en la garganta y mucho temor debido a que estoy sola y sin ayuda ahora. —Bonita... —Escucho su grave voz a mis espaldas y me giro con el corazón latiendo a mil. Sin siquiera pensarlo un segundo, me lanzo a su cuello y escondo mi cabeza allí, él se abraza a mi cintura con fuerza. —Pensé que te habías ido... —dejo escapar un sollozo cargado de impotencia y de nuevo me aferro a su cuello. Aspiro su aroma a sudor y perfume, sintiéndome en paz, tranquila y a salvo.—Jamás lo haría. ¿Por qué pensaste eso? —Se separa de mí y toma mi rostro entre sus manos, clava sus mieles en mis ojos. De nuevo este sentimiento, estas ganas de tenerlo a mi lado y pensar que nunca me cansaría de verlo aquí frente a mí, este temor agonizante de tan solo pensar no volverlo a ver. Niego a su pregunta y lo miro a los ojos, tratando de ver un atisbo de esto que yo siento, que me inquieta tant
Observo con pena las vergonzosas pantuflas. —Tu abrigo me queda grande y llevo puesta estas cosas... —No te preocupes por eso. —Fija su vista hacia el frente. Me encojo de hombros y suspiro rendida. Bueno... De igual forma ya estoy acostumbrada a que me pasen estas cosas. Tiempo después llegamos al estacionamiento de un centro comercial, uno de los más visitados de Miami, me bajo del auto junto a él y caminamos hacia dentro del lugar. Doy un respingo al sentir su cálida mano tomar la mía y guiarme hacia quién sabe donde, nos detenemos frente a una tienda de ropa. —¿Qué hacemos aquí? —Espero, sintiéndome muy curiosa. Observo la cantidad de ropa, también tienen zapatos. —Escoge algo cómodo y también un par de zapatos. —Me dice aquello de repente. Niego rotundamente. —No... —Me suelto de su mano. —Él me observa con atención. —Es un obsequio de mi parte. Niego de nuevo. —No puedo aceptarlo, te lo pagaré apenas lleguemos a casa. —Ya te dije que es un obsequio, bonita. —Toma mi