Observo con pena las vergonzosas pantuflas. —Tu abrigo me queda grande y llevo puesta estas cosas... —No te preocupes por eso. —Fija su vista hacia el frente. Me encojo de hombros y suspiro rendida. Bueno... De igual forma ya estoy acostumbrada a que me pasen estas cosas. Tiempo después llegamos al estacionamiento de un centro comercial, uno de los más visitados de Miami, me bajo del auto junto a él y caminamos hacia dentro del lugar. Doy un respingo al sentir su cálida mano tomar la mía y guiarme hacia quién sabe donde, nos detenemos frente a una tienda de ropa. —¿Qué hacemos aquí? —Espero, sintiéndome muy curiosa. Observo la cantidad de ropa, también tienen zapatos. —Escoge algo cómodo y también un par de zapatos. —Me dice aquello de repente. Niego rotundamente. —No... —Me suelto de su mano. —Él me observa con atención. —Es un obsequio de mi parte. Niego de nuevo. —No puedo aceptarlo, te lo pagaré apenas lleguemos a casa. —Ya te dije que es un obsequio, bonita. —Toma mi
—Sí, por eso... Te entendí bien, quiero decir... Vamos a mi casa para hacerlo..., lo de la modificación. —Niego y me adelanto en salir de allí. ¡Debo parecer una pervertida! —No, no, no. Primero vamos a desayunar, ya después nos ocupamos de eso. Quiero pasar algo más de tiempo contigo ahora que... no te veré de nuevo. —Me toma del brazo y gira hacia él. —Está decidido entonces. —Desvío la mirada, siento que un nudo en mi garganta y un vacío en el estómago me roban la poca tranquilidad que me queda—. Ya veo... El ambiente es tenso de pronto. Él solo toma mi mano con delicadeza y me guía hacia la cafetería. No pongo mucha atención a las personas, al menú o a lo que dice Mark, me encuentro perdida en mi inmenso mundo, ese al que imagino sin él. ¿Cómo es que alguien se volvió indispensable para mí en tan solo unas horas? Toda esta situación me sobrepasa, es demasiado intensa e increíble, sobretodo increíble. —¿En qué piensas? —Toma mi mano. Aquel gesto de repente me enerva, me hace
Asiento lentamente, conteniéndome para no saltar a su cuello y quedarme ahí como una niña; sin embargo, no puedo impedir que mis pies se muevan sin mi aprobación y caminen hacia él como dos autómatas. —Te extrañé... —Me escondo en su cuello, olfateo ese picante aroma masculino y cierro los ojos, a la vez que él rodea mi cintura con sus fuertes brazos. Lo escucho suspirar. —¿Qué me has hecho, Camila? Su pregunta me toma por sorpresa, por lo que trato de apartarme de él, pero me lleva hacia su pecho y con una mano acaricia suavemente mi cabeza, provocando mil sensaciones y emociones en mí. —Yo creo que mejor me retiro... —Aly dice aquello, seguido del sonido de la puerta al cerrarse. Ya después volverá y me obligará a que le cuente todo, de eso estoy segura como que la conozco demasiado. —¿Por qué me preguntas eso? —Continúo con los ojos cerrados, disfrutando de su calidez. —No quiero dejarte ir, me tienes pensando en ti todo el día, bonita... —Besa mi mejilla, su aliento acaric
Acaricio la pasta dura y observo la portada, la cual tiene unos labios rojos muy sensuales bajo el título Pasiones. Sonrío al ver el amanecer iluminar mi rostro y el bello sol calentar mi cuerpo con sus cálidos rayos anaranjados. De repente doy un respingo al sentir una tibia mano meterse bajo la tela de mi blusa y tocar mi cintura, mas no me muevo porque ya sé quien es. Pega su pecho a mi espalda mientras que aparta el cabello de mi cuello y lo besa despacio, haciendo que cierre los ojos y suspire ante tan agradable sensación, rodea mi cintura completamente y de manera posesiva con su fornido brazo, lo que me devuelve a la realidad de golpe. —Mark... —Toco su mano que está sobre mi piel, tratando de quitarla y escapar de sus brazos, mas él me sostiene con fuerza—. ¿Por qué me haces esto? Dejame ir, ve con tu esposa. Forcejeo con él, pero es inútil ganarle. Oh, cielos... ¿Por qué estoy llorando ahora? —No iré con ella, ¿por qué dices eso, bonita? —mete ambas mano bajo la tela de m
Escucho la fuerte discusión desde un rincón. —Eres un imbécil! ¿Cómo puedes hacerme esto? Tanto tiempo botado a la basura. Está claro que no me mereces... —Ella llora, golpea el pecho de él, quien le dice palabras de arrepentimiento y trata de tranquilizarla, mas no lo consigue. Respiro cada vez más rápido y mis sentidos me gritan que soy la culpable de todo esto. ¿No podía enamorarme de otro hombre? Puede que en mi mundo su relación sea un desastre y que él no la ame, pero en su mundo es todo lo contrario. Yo no tenía el derecho de meterme entre los dos, solo debía dejar pasar los días y alejarme de toda esta locura. La culpa me carcome, no puedo verlos y saber que por mi culpa se destruyó una relación. Ellos eran mi pareja favorita, y no quisiera sonar hipócrita, aunque en realidad, lo soy. Soy una hipócrita. No me siento cómoda viendo aquello, así que tomo mi mochila y mis converse rosa, para después bajar las escalinatas en forma de caracol e irme de la casa. Haría bien en no r
Me quedo como muda, el nudo en mi garganta crece con cada segundo que ella besa a Mark en la mejilla y hace que él acaricie su pequeño vientre, el cual de verdad luce un poco abultado. Las lágrimas se agolpan en mis ojos, mas no me permito llorar. El viento helado golpea mi rostro con violencia y miro al cielo, parece que se acerca una tormenta. Observo una última vez a los dos, ella está feliz a más no poder, y él muestra emoción, pero en su expresión gana la preocupación según puedo ver ahora que se ha movido un poco para acariciar el vientre de Amanda. —No, jamás lo permitiría... —Mark responde completamente decidido—. Aunque voy a pedirte y agradecerte que no vuel... Me trago todo el dolor antes de dar la media vuelta y salir de ahí en silencio, desatando el nudo que me apretujaba la garganta hace momentos atrás. Corro hacia mi habitación y tomo rápidamente la maleta, allí empaco en desorden toda la ropa y objetos que puedo, dejando caer lágrimas sobre mis temblorosas manos. Ant
—¿Por qué me pides eso? —Su expresión se ensombrece de repente. —Que no nos veamos es lo mejor, nos evitaremos mucho problemas. Tampoco podemos tapar el sol con un dedo, no nos engañemos creyendo que esto va a funcionar si en unos días te irás de aquí. Mejor... vete —espeto aquello tratando de sonar lo mas dura posible. —Eso dices, ¿pero tú lo quieres, deseas que lo nuestro acabe? Solo piensas en que me iré, pero no en que yo también estoy sintiendo lo mismo que tú, que me va a lastimar no volver a verte... —Está y se ve enojado. «Esto no debió suceder». —Solo no quiero sufrir, es todo. ¿Sabes? Evité tantas veces enamorarme en estos últimos años, que llegué a sentirme tan cómoda así hasta que llegaste tú y pusiste todo al revés, con tu sonrisa y reclamos y más exigencias descaradas. —Cierro los ojos—. Vete... Siento cómo sus manos me toman de los hombros con un poco de fuerza, llevando mi pecho hacia él. —Lo siento, bonita... —Se sienta a mi lado, besa mi mejilla húmeda—. No me v
Asiento enérgicamente y grito que sí, que sí quiero ser su esposa. No me quedan dudas.—¡Sí quiero! Sonríe y me lanzo a su cuello para abrazarlo, le demuestro mi amor con un tierno beso en los labios. Coloca en mi dedo anular un anillo de color dorado con una piedra redonda en el centro, la cual parece ser un diamante. Algunas personas nos felicitan y después de eso nos encaminamos hacia nuestro siguiente destino. Luego de viajar durante toda la madrugada y parte de la mañana en el avión privado de Mark, por fin llegamos al aeropuerto internacional Ted Stevens, en la ciudad de Anchorage-Alaska. Es hermoso ver cómo el hielo a lo lejos es bañado por la luz tenue del sol que se cuela entre las nubes grises. Respiro el delicioso viento helado y este aroma a esperanza, también a pan dulce que viene de las cafeterías cuando salimos de la zona de migraciones. Camino casi atónita y distraída tomada de su mano, de él quien parece tan orgulloso de tenerme a su lado. Aún no puedo creer cómo est