Escucho la fuerte discusión desde un rincón. —Eres un imbécil! ¿Cómo puedes hacerme esto? Tanto tiempo botado a la basura. Está claro que no me mereces... —Ella llora, golpea el pecho de él, quien le dice palabras de arrepentimiento y trata de tranquilizarla, mas no lo consigue. Respiro cada vez más rápido y mis sentidos me gritan que soy la culpable de todo esto. ¿No podía enamorarme de otro hombre? Puede que en mi mundo su relación sea un desastre y que él no la ame, pero en su mundo es todo lo contrario. Yo no tenía el derecho de meterme entre los dos, solo debía dejar pasar los días y alejarme de toda esta locura. La culpa me carcome, no puedo verlos y saber que por mi culpa se destruyó una relación. Ellos eran mi pareja favorita, y no quisiera sonar hipócrita, aunque en realidad, lo soy. Soy una hipócrita. No me siento cómoda viendo aquello, así que tomo mi mochila y mis converse rosa, para después bajar las escalinatas en forma de caracol e irme de la casa. Haría bien en no r
Me quedo como muda, el nudo en mi garganta crece con cada segundo que ella besa a Mark en la mejilla y hace que él acaricie su pequeño vientre, el cual de verdad luce un poco abultado. Las lágrimas se agolpan en mis ojos, mas no me permito llorar. El viento helado golpea mi rostro con violencia y miro al cielo, parece que se acerca una tormenta. Observo una última vez a los dos, ella está feliz a más no poder, y él muestra emoción, pero en su expresión gana la preocupación según puedo ver ahora que se ha movido un poco para acariciar el vientre de Amanda. —No, jamás lo permitiría... —Mark responde completamente decidido—. Aunque voy a pedirte y agradecerte que no vuel... Me trago todo el dolor antes de dar la media vuelta y salir de ahí en silencio, desatando el nudo que me apretujaba la garganta hace momentos atrás. Corro hacia mi habitación y tomo rápidamente la maleta, allí empaco en desorden toda la ropa y objetos que puedo, dejando caer lágrimas sobre mis temblorosas manos. Ant
—¿Por qué me pides eso? —Su expresión se ensombrece de repente. —Que no nos veamos es lo mejor, nos evitaremos mucho problemas. Tampoco podemos tapar el sol con un dedo, no nos engañemos creyendo que esto va a funcionar si en unos días te irás de aquí. Mejor... vete —espeto aquello tratando de sonar lo mas dura posible. —Eso dices, ¿pero tú lo quieres, deseas que lo nuestro acabe? Solo piensas en que me iré, pero no en que yo también estoy sintiendo lo mismo que tú, que me va a lastimar no volver a verte... —Está y se ve enojado. «Esto no debió suceder». —Solo no quiero sufrir, es todo. ¿Sabes? Evité tantas veces enamorarme en estos últimos años, que llegué a sentirme tan cómoda así hasta que llegaste tú y pusiste todo al revés, con tu sonrisa y reclamos y más exigencias descaradas. —Cierro los ojos—. Vete... Siento cómo sus manos me toman de los hombros con un poco de fuerza, llevando mi pecho hacia él. —Lo siento, bonita... —Se sienta a mi lado, besa mi mejilla húmeda—. No me v
Asiento enérgicamente y grito que sí, que sí quiero ser su esposa. No me quedan dudas.—¡Sí quiero! Sonríe y me lanzo a su cuello para abrazarlo, le demuestro mi amor con un tierno beso en los labios. Coloca en mi dedo anular un anillo de color dorado con una piedra redonda en el centro, la cual parece ser un diamante. Algunas personas nos felicitan y después de eso nos encaminamos hacia nuestro siguiente destino. Luego de viajar durante toda la madrugada y parte de la mañana en el avión privado de Mark, por fin llegamos al aeropuerto internacional Ted Stevens, en la ciudad de Anchorage-Alaska. Es hermoso ver cómo el hielo a lo lejos es bañado por la luz tenue del sol que se cuela entre las nubes grises. Respiro el delicioso viento helado y este aroma a esperanza, también a pan dulce que viene de las cafeterías cuando salimos de la zona de migraciones. Camino casi atónita y distraída tomada de su mano, de él quien parece tan orgulloso de tenerme a su lado. Aún no puedo creer cómo est
Y así el oficiante empieza con un discurso que tarda unos minutos. Él y yo solo nos sonreímos unas que otras veces, trato de pedirle explicaciones con la mirada, pero solo me guiña un ojo. Entonces llega la parte más importante de esta improvisada pero muy bien elaborada ceremonia. Ya tendré tiempo de sobra para exigirle una explicación después, porque debe dármela o me volveré loca. —Así pues, les pregunto: Mark Michaels, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Camila Vega y efectivamente lo contraes en este acto? —Acepto —responde con total seguridad, mirándome atento y respirando un poco más rápido. Suspiro ante todo esto, me ha tomado por sorpresa. ¿Es una locura? Sí, pero es que, ¿acaso todos somos totalmente cuerdos? Un poco de locura no le hace mal a nadie. —Camila Vega, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Mark Michaels y efectivamente lo contraes en este acto? De repente se me forma una especie de nudo en el estómago, un tremendo vuelo de cosquillas n
Despierto a su lado, ambos bañados por la tenue luz de la mañana, muy diferente de como es en Miami.—Buenos días. Acaricio su oreja con mi dedo, provocándole cosquillas.—Buenos días a la mujer más hermosa de toda la tierra. —Enreda sus piernas con las mías y se abraza a mi cintura.Se ha vuelto todo un romántico, y eso me enamora más cada vez más.Nos quedamos así por un rato y luego bajamos a desayunar al restaurante del hotel, tomados de la mano y con un poco de cansancio, ya que solo hemos dormido unas cuatro horas. Sí, ya se imaginarán el porqué... Luego de saciar nuestros estómagos nos dirigimos a navegar en káyak hacia los glaciares, lo que me parece sumamente una locura, pero tan emocionante sentir el hielo vibrar y el misterio indómito de la naturaleza bajo mis pies. Recorremos los largos senderos en bicicleta, hablando de nosotros mientras observamos el paisaje digno de ser la pintura más cara del mundo. Al llegar la noche, vamos a cenar al restaurante Crow's Nest, un lug
Lo miro con tristeza. —¿Por qué hablas como si te estuvieras despidiendo? Nos queda un día, podemos hacer todo lo que queramos mañana. Ahora no te vayas de mi lado, por favor... —Me aferro a su pecho, con mis brazos rodeo su espalda, como si pudiera así retenerlo para que no desaparezca—. Sabes que también te amo, lo sabes.—No iré a ningún lugar, aquí me quedaré contigo, amor. —Besa mi cabello, una y otra vez—. Cálmate y duerme, que yo estaré aquí mañana y todos los días hasta que seamos viejos...Sus caricias en mi espalda y cabello terminan por tranquilizarme luego de un largo rato hasta conseguir el sueño, sin embargo, en medio de la madrugada tengo una horrible pesadilla, por lo que despierto y busco a mi pelicastaño favorito, el que se encuentra durmiendo abrazado a mí. Sonrío al verlo aquí conmigo, pero de repente se me escapa un sollozo horrizado cuando parece que comienzo a caer en un profundo hoyo negro, el cual me traga solo a mí rápidamente. Grito, pido ayuda y trato de s
Camila observa el cielo lleno de estrellas desde el amplio balcón de su habitación, la que se encuentra en el tercer piso de su mansión alejada de la ciudad. El cantar de los grillos y el sonido del viento vienen y van en la silenciosa madrugada llena de calma. Eleva el rostro y cierra los ojos, olfateando el aroma a rocío de la mañana. Esperar el amanecer se ha convertido en uno de sus pasatiempos favoritos.Después de llenarse de energía, comienza el día tomando un largo baño de burbujas y un desayuno bajo en grasas y calorías. Ahora que es famosa, el superficial manager Patrick le exige mantener una buena figura. Se ve un poco más delgada y alta, tiene la presencia de una modelo. Su cabello castaño luce largo y recto hasta las caderas, y su expresión es seria y muchas veces severa. Ha recibido educación de etiqueta y protocolo en todos los aspectos, tanto de su día a día, como en su trabajo. Se comporta recatada, callada y un poco despreocupada. Hubo un cambio en ella desde que Mar