Asiento lentamente, conteniéndome para no saltar a su cuello y quedarme ahí como una niña; sin embargo, no puedo impedir que mis pies se muevan sin mi aprobación y caminen hacia él como dos autómatas. —Te extrañé... —Me escondo en su cuello, olfateo ese picante aroma masculino y cierro los ojos, a la vez que él rodea mi cintura con sus fuertes brazos. Lo escucho suspirar. —¿Qué me has hecho, Camila? Su pregunta me toma por sorpresa, por lo que trato de apartarme de él, pero me lleva hacia su pecho y con una mano acaricia suavemente mi cabeza, provocando mil sensaciones y emociones en mí. —Yo creo que mejor me retiro... —Aly dice aquello, seguido del sonido de la puerta al cerrarse. Ya después volverá y me obligará a que le cuente todo, de eso estoy segura como que la conozco demasiado. —¿Por qué me preguntas eso? —Continúo con los ojos cerrados, disfrutando de su calidez. —No quiero dejarte ir, me tienes pensando en ti todo el día, bonita... —Besa mi mejilla, su aliento acaric
Acaricio la pasta dura y observo la portada, la cual tiene unos labios rojos muy sensuales bajo el título Pasiones. Sonrío al ver el amanecer iluminar mi rostro y el bello sol calentar mi cuerpo con sus cálidos rayos anaranjados. De repente doy un respingo al sentir una tibia mano meterse bajo la tela de mi blusa y tocar mi cintura, mas no me muevo porque ya sé quien es. Pega su pecho a mi espalda mientras que aparta el cabello de mi cuello y lo besa despacio, haciendo que cierre los ojos y suspire ante tan agradable sensación, rodea mi cintura completamente y de manera posesiva con su fornido brazo, lo que me devuelve a la realidad de golpe. —Mark... —Toco su mano que está sobre mi piel, tratando de quitarla y escapar de sus brazos, mas él me sostiene con fuerza—. ¿Por qué me haces esto? Dejame ir, ve con tu esposa. Forcejeo con él, pero es inútil ganarle. Oh, cielos... ¿Por qué estoy llorando ahora? —No iré con ella, ¿por qué dices eso, bonita? —mete ambas mano bajo la tela de m
Escucho la fuerte discusión desde un rincón. —Eres un imbécil! ¿Cómo puedes hacerme esto? Tanto tiempo botado a la basura. Está claro que no me mereces... —Ella llora, golpea el pecho de él, quien le dice palabras de arrepentimiento y trata de tranquilizarla, mas no lo consigue. Respiro cada vez más rápido y mis sentidos me gritan que soy la culpable de todo esto. ¿No podía enamorarme de otro hombre? Puede que en mi mundo su relación sea un desastre y que él no la ame, pero en su mundo es todo lo contrario. Yo no tenía el derecho de meterme entre los dos, solo debía dejar pasar los días y alejarme de toda esta locura. La culpa me carcome, no puedo verlos y saber que por mi culpa se destruyó una relación. Ellos eran mi pareja favorita, y no quisiera sonar hipócrita, aunque en realidad, lo soy. Soy una hipócrita. No me siento cómoda viendo aquello, así que tomo mi mochila y mis converse rosa, para después bajar las escalinatas en forma de caracol e irme de la casa. Haría bien en no r
Me quedo como muda, el nudo en mi garganta crece con cada segundo que ella besa a Mark en la mejilla y hace que él acaricie su pequeño vientre, el cual de verdad luce un poco abultado. Las lágrimas se agolpan en mis ojos, mas no me permito llorar. El viento helado golpea mi rostro con violencia y miro al cielo, parece que se acerca una tormenta. Observo una última vez a los dos, ella está feliz a más no poder, y él muestra emoción, pero en su expresión gana la preocupación según puedo ver ahora que se ha movido un poco para acariciar el vientre de Amanda. —No, jamás lo permitiría... —Mark responde completamente decidido—. Aunque voy a pedirte y agradecerte que no vuel... Me trago todo el dolor antes de dar la media vuelta y salir de ahí en silencio, desatando el nudo que me apretujaba la garganta hace momentos atrás. Corro hacia mi habitación y tomo rápidamente la maleta, allí empaco en desorden toda la ropa y objetos que puedo, dejando caer lágrimas sobre mis temblorosas manos. Ant
—¿Por qué me pides eso? —Su expresión se ensombrece de repente. —Que no nos veamos es lo mejor, nos evitaremos mucho problemas. Tampoco podemos tapar el sol con un dedo, no nos engañemos creyendo que esto va a funcionar si en unos días te irás de aquí. Mejor... vete —espeto aquello tratando de sonar lo mas dura posible. —Eso dices, ¿pero tú lo quieres, deseas que lo nuestro acabe? Solo piensas en que me iré, pero no en que yo también estoy sintiendo lo mismo que tú, que me va a lastimar no volver a verte... —Está y se ve enojado. «Esto no debió suceder». —Solo no quiero sufrir, es todo. ¿Sabes? Evité tantas veces enamorarme en estos últimos años, que llegué a sentirme tan cómoda así hasta que llegaste tú y pusiste todo al revés, con tu sonrisa y reclamos y más exigencias descaradas. —Cierro los ojos—. Vete... Siento cómo sus manos me toman de los hombros con un poco de fuerza, llevando mi pecho hacia él. —Lo siento, bonita... —Se sienta a mi lado, besa mi mejilla húmeda—. No me v
Asiento enérgicamente y grito que sí, que sí quiero ser su esposa. No me quedan dudas.—¡Sí quiero! Sonríe y me lanzo a su cuello para abrazarlo, le demuestro mi amor con un tierno beso en los labios. Coloca en mi dedo anular un anillo de color dorado con una piedra redonda en el centro, la cual parece ser un diamante. Algunas personas nos felicitan y después de eso nos encaminamos hacia nuestro siguiente destino. Luego de viajar durante toda la madrugada y parte de la mañana en el avión privado de Mark, por fin llegamos al aeropuerto internacional Ted Stevens, en la ciudad de Anchorage-Alaska. Es hermoso ver cómo el hielo a lo lejos es bañado por la luz tenue del sol que se cuela entre las nubes grises. Respiro el delicioso viento helado y este aroma a esperanza, también a pan dulce que viene de las cafeterías cuando salimos de la zona de migraciones. Camino casi atónita y distraída tomada de su mano, de él quien parece tan orgulloso de tenerme a su lado. Aún no puedo creer cómo est
Y así el oficiante empieza con un discurso que tarda unos minutos. Él y yo solo nos sonreímos unas que otras veces, trato de pedirle explicaciones con la mirada, pero solo me guiña un ojo. Entonces llega la parte más importante de esta improvisada pero muy bien elaborada ceremonia. Ya tendré tiempo de sobra para exigirle una explicación después, porque debe dármela o me volveré loca. —Así pues, les pregunto: Mark Michaels, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Camila Vega y efectivamente lo contraes en este acto? —Acepto —responde con total seguridad, mirándome atento y respirando un poco más rápido. Suspiro ante todo esto, me ha tomado por sorpresa. ¿Es una locura? Sí, pero es que, ¿acaso todos somos totalmente cuerdos? Un poco de locura no le hace mal a nadie. —Camila Vega, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Mark Michaels y efectivamente lo contraes en este acto? De repente se me forma una especie de nudo en el estómago, un tremendo vuelo de cosquillas n
Despierto a su lado, ambos bañados por la tenue luz de la mañana, muy diferente de como es en Miami.—Buenos días. Acaricio su oreja con mi dedo, provocándole cosquillas.—Buenos días a la mujer más hermosa de toda la tierra. —Enreda sus piernas con las mías y se abraza a mi cintura.Se ha vuelto todo un romántico, y eso me enamora más cada vez más.Nos quedamos así por un rato y luego bajamos a desayunar al restaurante del hotel, tomados de la mano y con un poco de cansancio, ya que solo hemos dormido unas cuatro horas. Sí, ya se imaginarán el porqué... Luego de saciar nuestros estómagos nos dirigimos a navegar en káyak hacia los glaciares, lo que me parece sumamente una locura, pero tan emocionante sentir el hielo vibrar y el misterio indómito de la naturaleza bajo mis pies. Recorremos los largos senderos en bicicleta, hablando de nosotros mientras observamos el paisaje digno de ser la pintura más cara del mundo. Al llegar la noche, vamos a cenar al restaurante Crow's Nest, un lug