Carraspea detrás de mí, una leve sonrisa adorna sus labios. —Estoy bien, no me duele en absoluto. —Se limpia las manos—. ¿Tú estás bien?Tan orgulloso...—Estoy bien, gracias por defenderme. —Doy palmadas sobre su hombro y trato de ignorar lo bien que se ven sus fornidos brazos—. ¿Ahora qué haremos?Miro hacia el auto, el cual ha dejado de emanar humo. Todavía siento el rubor en mis mejillas, estoy un poco avergonzada por lo de hace un momento atrás. Trato de no hacer mucho caso, quizá me estoy confundiendo, ya que él es muy apuesto y también me coquetea. No es mi culpa, sino de mi pobre corazoncito. —No soporto que maltraten a una mujer... No lo sé, creí que lo del adivino sería una buena idea pero... —Niega con la cabeza, como buscando las palabras.—Una charlatana nos ha timado y aparte de todo, golpeado. Es que no soporto ver cómo te han dejado la cara. ¡Son unos idiotas! —Le doy una patada a la puerta y grito.Escucho su risa a mis espaldas.—Estás loca... —Niega y sonríe con es
Se echa hacia atrás tomando su pie entre sus manos y me lanza una mirada furiosa que luego se convierte en una divertida. —Oye, qué salvaje eres. Me duele mucho, ¿crees que soy de metal o qué? Solo te robé un beso, no es para que intentes matarme. —Ese fue mi primer beso... —Me acaricio los labios con los dedos y suspiro, sintiendo todavía la agradable presión y humedad—. ¿Ahora eres un roba besos? ¡Te odio! ¡Me robaste mi beso, ahora no podré vivirlo como yo quería!De pronto tengo una torpe rabieta, por lo que reprimo las lágrimas debido a la rabia que siento, camino hacia la playa para alejarme de él y dejarlo solo con su pesada actitud. Hace todo esto para molestarme. Respiro pesadamente mientras observo a las gaviotas volar de aquí para allá y las olas que viene y van, produciendo un sonido calmante.—Llámame ladrón entonces. —Se detiene a mi lado, pero no lo veo.Estoy molesta todavía.—¡Cierto! El apodo te queda de maravilla, ¿sabes? —Levanto los brazos y los dejo caer sobre m
Me muerdo una que otra vez los labios, un tanto nerviosa. A un lado del camino se ve una especie de atajo, así que aparcamos allí. Suspiro cuando el silencio reina en el lugar, solo se escuchan nuestras respiraciones y uno que otro pajarito cantando a lo lejos. Reviso la pantalla de mi móvil, desgraciadamente no hay señal.—¿Tampoco tienes señal? Desvío la mirada hacia él, lo pillo mirándome.Mi corazón comienza a latir desbocado debido a que me produce nervios y no comprendo el porqué.—No, bonita... —Niega y me sigue sosteniendo la mirada con aquella extraña insistencia que me eriza el vello.Cuando me dice bonita siento que se me nubla la mente y solo puedo pensar en lo lindo que se escucha cuando me llama así y yo... creo que me gusta eso.Dejo salir todo el aire que retengo en los pulmones y abro la puerta para salir del auto, desviando así mi atención hacia otra cosa que no sea él. Porque me he sentido cómoda sola, porque siempre he pensado que no necesito a nadie a mi lado para
Busco en todos los lugares posibles, mas no hallo la perfecta silueta de Mark. Me quedo aquí de pie, sintiendo un nudo en la garganta y mucho temor debido a que estoy sola y sin ayuda ahora. —Bonita... —Escucho su grave voz a mis espaldas y me giro con el corazón latiendo a mil. Sin siquiera pensarlo un segundo, me lanzo a su cuello y escondo mi cabeza allí, él se abraza a mi cintura con fuerza. —Pensé que te habías ido... —dejo escapar un sollozo cargado de impotencia y de nuevo me aferro a su cuello. Aspiro su aroma a sudor y perfume, sintiéndome en paz, tranquila y a salvo.—Jamás lo haría. ¿Por qué pensaste eso? —Se separa de mí y toma mi rostro entre sus manos, clava sus mieles en mis ojos. De nuevo este sentimiento, estas ganas de tenerlo a mi lado y pensar que nunca me cansaría de verlo aquí frente a mí, este temor agonizante de tan solo pensar no volverlo a ver. Niego a su pregunta y lo miro a los ojos, tratando de ver un atisbo de esto que yo siento, que me inquieta tant
Observo con pena las vergonzosas pantuflas. —Tu abrigo me queda grande y llevo puesta estas cosas... —No te preocupes por eso. —Fija su vista hacia el frente. Me encojo de hombros y suspiro rendida. Bueno... De igual forma ya estoy acostumbrada a que me pasen estas cosas. Tiempo después llegamos al estacionamiento de un centro comercial, uno de los más visitados de Miami, me bajo del auto junto a él y caminamos hacia dentro del lugar. Doy un respingo al sentir su cálida mano tomar la mía y guiarme hacia quién sabe donde, nos detenemos frente a una tienda de ropa. —¿Qué hacemos aquí? —Espero, sintiéndome muy curiosa. Observo la cantidad de ropa, también tienen zapatos. —Escoge algo cómodo y también un par de zapatos. —Me dice aquello de repente. Niego rotundamente. —No... —Me suelto de su mano. —Él me observa con atención. —Es un obsequio de mi parte. Niego de nuevo. —No puedo aceptarlo, te lo pagaré apenas lleguemos a casa. —Ya te dije que es un obsequio, bonita. —Toma mi
—Sí, por eso... Te entendí bien, quiero decir... Vamos a mi casa para hacerlo..., lo de la modificación. —Niego y me adelanto en salir de allí. ¡Debo parecer una pervertida! —No, no, no. Primero vamos a desayunar, ya después nos ocupamos de eso. Quiero pasar algo más de tiempo contigo ahora que... no te veré de nuevo. —Me toma del brazo y gira hacia él. —Está decidido entonces. —Desvío la mirada, siento que un nudo en mi garganta y un vacío en el estómago me roban la poca tranquilidad que me queda—. Ya veo... El ambiente es tenso de pronto. Él solo toma mi mano con delicadeza y me guía hacia la cafetería. No pongo mucha atención a las personas, al menú o a lo que dice Mark, me encuentro perdida en mi inmenso mundo, ese al que imagino sin él. ¿Cómo es que alguien se volvió indispensable para mí en tan solo unas horas? Toda esta situación me sobrepasa, es demasiado intensa e increíble, sobretodo increíble. —¿En qué piensas? —Toma mi mano. Aquel gesto de repente me enerva, me hace
Asiento lentamente, conteniéndome para no saltar a su cuello y quedarme ahí como una niña; sin embargo, no puedo impedir que mis pies se muevan sin mi aprobación y caminen hacia él como dos autómatas. —Te extrañé... —Me escondo en su cuello, olfateo ese picante aroma masculino y cierro los ojos, a la vez que él rodea mi cintura con sus fuertes brazos. Lo escucho suspirar. —¿Qué me has hecho, Camila? Su pregunta me toma por sorpresa, por lo que trato de apartarme de él, pero me lleva hacia su pecho y con una mano acaricia suavemente mi cabeza, provocando mil sensaciones y emociones en mí. —Yo creo que mejor me retiro... —Aly dice aquello, seguido del sonido de la puerta al cerrarse. Ya después volverá y me obligará a que le cuente todo, de eso estoy segura como que la conozco demasiado. —¿Por qué me preguntas eso? —Continúo con los ojos cerrados, disfrutando de su calidez. —No quiero dejarte ir, me tienes pensando en ti todo el día, bonita... —Besa mi mejilla, su aliento acaric
Acaricio la pasta dura y observo la portada, la cual tiene unos labios rojos muy sensuales bajo el título Pasiones. Sonrío al ver el amanecer iluminar mi rostro y el bello sol calentar mi cuerpo con sus cálidos rayos anaranjados. De repente doy un respingo al sentir una tibia mano meterse bajo la tela de mi blusa y tocar mi cintura, mas no me muevo porque ya sé quien es. Pega su pecho a mi espalda mientras que aparta el cabello de mi cuello y lo besa despacio, haciendo que cierre los ojos y suspire ante tan agradable sensación, rodea mi cintura completamente y de manera posesiva con su fornido brazo, lo que me devuelve a la realidad de golpe. —Mark... —Toco su mano que está sobre mi piel, tratando de quitarla y escapar de sus brazos, mas él me sostiene con fuerza—. ¿Por qué me haces esto? Dejame ir, ve con tu esposa. Forcejeo con él, pero es inútil ganarle. Oh, cielos... ¿Por qué estoy llorando ahora? —No iré con ella, ¿por qué dices eso, bonita? —mete ambas mano bajo la tela de m