Me mira un poco dudoso y yo me quedo muda de repente, se aleja con una sonrisa boba y se disculpa, yo solo lo observo mientras que se acerca a la barra para pedir algo de tomar. Aparto la mirada de él y voy a la mesa donde me espera mi amigo, sonríe espléndido apenas me ve llegar. —¡Camila! Qué hermosa estás. —Deposita un beso en mi mejilla—. Mira cómo te dejó ese hombre. Ven, te ayudo a limpiar la blusa, te ha quedado toda mojada. Agarra un par de servilletas y me las entrega para que me seque. —Muchas gracias... ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo? Mueve la silla para que tome asiento, dejo mi bolso sobre la mesa y acomodo mi cabello. Retiro mis lentes y masajeo mis ojos para descansar por un momento la vista. —Excelente. Como te lo dije hace un rato, estoy vendiendo la editorial, ya que me voy del país. —Me observa expectante, con sus grandes ojos azules. —Espero que te vaya muy bien con tus nuevos planes y... —Un mesero se acerca y deja sobre la mesa dos tazas de café bien caliente
—Hola, Mark... ¿Q-qué tal? —Ya me dio la verborrea.¡De nuevo peco por tonta! Se supone que no sé su nombre...—Sabes mi nombre, eso es interesante. —Ladea la cabeza y se cruza de brazos, me observa con una expresión neutral.Sus brazos son perfectos. —Ah..., yo... —Pienso en alguna mentira—. Es que me hablaron sobre ti, ¿trabajas en la editorial Rogers, no? Yo soy editora en W.R.Sonríe y asiente. Su sonrisa es tan hermosa, la más hermosa.—Quizá allí nos topamos algunas vez. Pero lastimosamente he sido despedido ayer y estoy buscando empleo.¿Qué? ¿Pero entonces por qué yo sigo trabajando en W.R. y él ha sido despedido de todas formas? Ex extraño: hay cosas que se suceden de la misma manera, pero hay otras que cambian por completo. —El destino juega con nosotros... —Se me escapa aquel pensamiento.—Así es. Siempre he creído tal cosa. —Asiente y clava sus ojos miel en los míos.Me quedo embelesada observando su cabello un poco largo y del color de las castañas, su nariz algo resping
Parqueo en el lugar sin darle mucha importancia y busco las llaves en el fondo de mi bolso. —¡Es una pasada! ¿Es aquí? Pero si dijiste que el lugar era un asco... —Aly se escucha emocionada. —Aquí es, es insípido... No sé qué le ves de bonito. Ah... No encuentro las llaves... —¿A quién mataste o qué banco robaste? ¡Joder! —Aquí está... ¿De qué hablas? —Levanto la mirada, pero lo que veo me hace abrir la boca y los ojos casi como platos—. Por Dios... Debí equivocarme de calle. E-es que... —¡Señorita Vega! —Un hombre muy bien vestido con traje elegante abre las altísimas puertas dobles del lugar y se dirige al auto con pasos presurosos. Miro atónita a Aly y ella me ve como si le estuviera dando una parálisis facial. —Oh, señorita... No debió venir en este auto, por fortuna su Ferrari se encuentra en perfecto estado y ya lo dejaron en su mansión. El choque que tuvo fue mínimo, solo un pequeño rasguño. —El chico abre la puerta y me tiende la mano. La tomo con suavidad y salgo de ah
—¿Cómo sabes que pedí un deseo? Ah, y ya sé que eres Mark Michaels, no sigas tratando de engañarme con eso de ser "un trabajador de editorial", porque te conozco bien, como la palma de mi mano...Lo veo cómo sonríe levemente y asiente, mientras se rasca una de sus tupidas cejas oscuras, sus ojos miel ahora se clavan en los míos.Trago en seco. —¿Por qué estás tan a la defensiva? —De nuevo se acerca y yo retrocedo.¿Qué por qué retrocedo? Nadie lo conoce en realidad como yo, nadie sabe que él es un hombre posesivo, intimidante, todo un apasionado; capaz de enamorarte con uno de sus adictivos besos y hacerte caer rendida entre sus brazos.El reloj marca las doce y una dulce melodía inunda el lugar. Desvío la mirada y ubico el gran calendario rosa colgado en la pared, veo cómo el número del día 14 de febrero desaparece y es reemplazado por un espacio de color gris. Ahora todo el póster es de ese color y solo en el quedan los días desde el miércoles número 15 hasta el martes 21.¿Qué clas
El sonido del hermoso canto de los pájaros me despierta y los tenues rayos de sol se filtran entre las blancas cortinas.—Buenos días, señorita Vega... ¿Qué desea desayunar esta mañana?Abro los ojos de golpe y ubico frente a mi cama a dos mujeres, ambas están prolijamente vestidas y muy bien peinadas. Son Bianca y Gisela, una especie de asistentes de Amanda... Jesús... Todo es tan idéntico... Es como si se hubiera creado un mundo paralelo aquí en Miami, de la casa y las personas que habitan la mansión de Amanda y Mark, la cual originalmente se encuentra en el fabuloso estado de Nueva York.Me desperezo entre las suaves mantas, recordando las palabras de Mark y dudando. Quizá no esté bien seguir con esto, ¿pero acaso tengo otra opción? Al diablo con Mark. —Buenos días... Hmm... No lo sé, me encantarían unos huevos revueltos con bacon, tostadas, mermelada de mora y una buena taza de café con leche —suspiro, ya imaginado lo delicioso que sería.Hace meses que solo como pasta, una que ot
Niego con la cabeza, mientras sonrio levemente. —Okay Mark, una disculpa siempre arregla las cosas, no te preocupes. —Cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre el asiento.De repente, el auto se detiene abruptamente y el humo empieza a emanar de la defensa.—¿Qué sucede? —Me quito el cinturón.—Demonios... De nuevo se averió... —Mark golpea el volante con un poco de fuerza—. Disculpa...Yo le di ese carácter, soy la responsable. Me pregunto si esto será algún karma...Desvío la mirada y echo un vistazo a la calle.—Oye, pero mira, por suerte llegamos al lugar... —Señalo la entrada de una casa un tanto particular, ya que es muy pequeña—. Es la dirección que decía en la página de lectura del Tarot.Mark se baja del auto y corre, atónita veo cómo abre mi puerta para que salga.—Vamos entonces... —Me tiende la mano.La tomo con un poco de duda y salgo, su mirada parece esperarme, llamarme como un imán y hacerme olvidar hasta mi nombre y solo centrarme en todo él. Observo cómo de pronto s
Carraspea detrás de mí, una leve sonrisa adorna sus labios. —Estoy bien, no me duele en absoluto. —Se limpia las manos—. ¿Tú estás bien?Tan orgulloso...—Estoy bien, gracias por defenderme. —Doy palmadas sobre su hombro y trato de ignorar lo bien que se ven sus fornidos brazos—. ¿Ahora qué haremos?Miro hacia el auto, el cual ha dejado de emanar humo. Todavía siento el rubor en mis mejillas, estoy un poco avergonzada por lo de hace un momento atrás. Trato de no hacer mucho caso, quizá me estoy confundiendo, ya que él es muy apuesto y también me coquetea. No es mi culpa, sino de mi pobre corazoncito. —No soporto que maltraten a una mujer... No lo sé, creí que lo del adivino sería una buena idea pero... —Niega con la cabeza, como buscando las palabras.—Una charlatana nos ha timado y aparte de todo, golpeado. Es que no soporto ver cómo te han dejado la cara. ¡Son unos idiotas! —Le doy una patada a la puerta y grito.Escucho su risa a mis espaldas.—Estás loca... —Niega y sonríe con es
Se echa hacia atrás tomando su pie entre sus manos y me lanza una mirada furiosa que luego se convierte en una divertida. —Oye, qué salvaje eres. Me duele mucho, ¿crees que soy de metal o qué? Solo te robé un beso, no es para que intentes matarme. —Ese fue mi primer beso... —Me acaricio los labios con los dedos y suspiro, sintiendo todavía la agradable presión y humedad—. ¿Ahora eres un roba besos? ¡Te odio! ¡Me robaste mi beso, ahora no podré vivirlo como yo quería!De pronto tengo una torpe rabieta, por lo que reprimo las lágrimas debido a la rabia que siento, camino hacia la playa para alejarme de él y dejarlo solo con su pesada actitud. Hace todo esto para molestarme. Respiro pesadamente mientras observo a las gaviotas volar de aquí para allá y las olas que viene y van, produciendo un sonido calmante.—Llámame ladrón entonces. —Se detiene a mi lado, pero no lo veo.Estoy molesta todavía.—¡Cierto! El apodo te queda de maravilla, ¿sabes? —Levanto los brazos y los dejo caer sobre m