CAPÍTULO 5

Me mira un poco dudoso y yo me quedo muda de repente, se aleja con una sonrisa boba y se disculpa, yo solo lo observo mientras que se acerca a la barra para pedir algo de tomar. Aparto la mirada de él y voy a la mesa donde me espera mi amigo, sonríe espléndido apenas me ve llegar.

—¡Camila! Qué hermosa estás. —Deposita un beso en mi mejilla—. Mira cómo te dejó ese hombre. Ven, te ayudo a limpiar la blusa, te ha quedado toda mojada.

Agarra un par de servilletas y me las entrega para que me seque.

—Muchas gracias... ¿Cómo estás? ¿Qué tal va todo?

Mueve la silla para que tome asiento, dejo mi bolso sobre la mesa y acomodo mi cabello. Retiro mis lentes y masajeo mis ojos para descansar por un momento la vista.

—Excelente. Como te lo dije hace un rato, estoy vendiendo la editorial, ya que me voy del país. —Me observa expectante, con sus grandes ojos azules.

—Espero que te vaya muy bien con tus nuevos planes y... —Un mesero se acerca y deja sobre la mesa dos tazas de café bien caliente—. Disculpe, pero no hemos pedido aún.

Miro a Josh y él niega.

—Las bebidas las invita aquel joven de allí, y también le pide disculpas... —El chico mira en dirección a Mark, quien me sonríe levemente mientras bebe lo suyo.

Qué rumbo tan extraño están tomando las cosas.

—Está bien, no hay problema... —Le resto importancia al asunto y permito que el mesero se marche.

—¿Conoces al hombre? —Josh lo observa de manera insistente.

Se me olvidaba que Mark es su tipo de hombre ideal.

—No lo conozco, pero se nota que le agrado yo... —Me río traviesa.

Hace una mueca.

—Es una lástima... Está precioso, está hecho todo un muñeco...

Me quedo con la boca abierta. Echo un vistazo a Mark disimuladamente y luego regreso la mirada a Josh.

—¡Qué cosas dices! —Suelto una carcajada.

—Ya me conoces, nena... —Me guiña un ojo.

Niego y reviso mi móvil, me han llegado algunos correos, corroboro que no sean de importancia.

—¿Y bien? ¿Entonces, me cederás tu editorial? —bebo un sorbo del café humeante.

—Rotundamente creo que harás de esto un éxito, al igual que tus novelas. Ya llegó tu hora de tener tu propia editorial y producir tus propios libros, mi vida, eso sería increíble. —Hace gestos exagerados que me causan gracia.

Enarco una ceja, debido a su sagacidad. Tener una editorial y producir mis propios libros en físico sería cumplir un sueño que creía frustrado, pero por el que tengo que trabajar muy duro y abrirme paso en este complicado gremio.

—Eso sería maravilloso... —Me quedo pensativa, imaginando muchas formas de hacerlo.

—¡Claro que sí! Comienzas de a poco, con una novela y luego con otra. También ofrece servicios de edición y corrección a otras personas, ya verás cómo vas creciendo. Sé que serás astuta y encontrarás una buena estrategia para atraer a tus clientes. Ah, si también necesitas ayuda en publicidad, te recomendaría al que trabajaba para mí, pero ahora me odia. —Me mira con ojos brillantes, soñadores.

—Me tienes mucha fe... —Le regalo una sonrisa—. ¿Vas a abandonar la escritura?

Ladeo la cabeza, observándolo con atención, ya que en realidad no parece tan feliz como siempre.

—No te voy a mentir... —suspira agotado—. Me cansé, simplemente descubrí que mi vocación es la música y por eso me iré a Nueva York, para tocar en una banda que está iniciando y quizá a finales de mes termine de mochilero en Argentina —sonríe levemente.

Le regalo una sonrisa ladeada.

—Es bueno que hayas descubierto lo que en realidad te apasiona, es lo mejor que nos puede pasar. Yo sé que lo mío son los libros, de eso estoy segura hasta la muerte. —Despeino su cabello rubio.

—Sabias palabras... Entonces, preciosura latina, ¿te quedas con la editorial y con mis clientes? —Enarca una ceja.

—Claro que sí, señor. Esto que estás haciendo es demasiado, no cualquiera lo hace. ¿Qué debemos hacer para el traspaso? —Trato de disimular mi ansiedad, porque ya deseo irme corriendo a trabajar.

—Debemos ir a una notaría. Yo aquí tengo los documentos de la editorial. ¿Trajiste lo que te pedí, verdad princesa?

—Sí, aquí tengo todo.

—Pues no se diga más...

Imito sus movimientos y me levanto del asiento mientras le doy una sugerente mirada a Mark, quien charla animadamente con alguien en su teléfono. Me siento algo ansiosa, porque no sé si luego de hoy lo volveré a ver y los nervios se apoderan de mis manos, las cuales se han puesto heladas. No estoy segura si ir allí y dejarle mi tarjeta, ya que creo que pensará estoy loca o soy una coqueta demasiado atrevida. No lo sé... son varios motivos los que me hacen dudar.

—Camila... ¿No vienes? —La voz de Josh me saca de mis pensamientos e intenciones dubitativas.

—S-sí, disculpa...

Suspiro triste antes de dar la media vuelta y caminar a la par de él. Soy una cobarde...

Casi al medio día y después de cumplir las tediosas exigencias de la ley, por fin puedo decir que soy la nueva propietaria de mi editorial, la cual ahora lleva por nombre "Vega ediciones". Josh se ha marchado hace poco y me ha dado las llaves del local. Tengo frente a mí un lugar escuálido, la fachada está pintada de color amarillo, pero solo eso, nada aquí llama la atención... Por dentro tiene una bonita especie de recepción, al fondo una oficina y al lado de esta, otra más, que es donde se guardan los implementos y archivos, hacia el lado derecho hay un baño bastante pulcro y luego hay un gran salón que hace de taller de creación. Todo está bien equipado con lo necesario, aunque pienso que tendré que invertir todos mis ahorros en esto.

Me voy del lugar y llego a casa para prepararme algo de comer y así continuar con mis planes de hoy. Aprovecharé este día de fuga laboral para volver de mi editorial, una hermosura.

Mientras como un buen plato de pasta a la bolognesa, marco el numero de mi alocada Aly, después de algunos pitidos contesta.

—¿Qué tal, amiga? —Se escucha tranquila.

—Tengo algo muy loco que contarte y también necesito un favor. ¿Puedes ayudarme a hacer algunas compras y decorar un lugar? Te necesito toda la tarde. —Me muerdo el labio, es una manía mía.

—¿Ahora en qué lío te metiste? —suspira y ríe.

—Créeme que yo también me lo pregunto. Por favor, dime que sí. —Me llevo el último espagueti a la boca.

—Está bien. Apenas acabe de almorzar iré a tu departamento. —Se escucha cómo sorbe su batido.

Después de esperar a mi amiga por un momento, vamos juntas a comprar una gran cantidad de implementos necesarios para la editorial. Estoy gastado muchísimo dinero, pero lo vale.

—Voy por las carpetas, esas son indispensables. Ya vuelvo... —Aly se va al fondo de los pasillos del supermercado.

Me quedo esperándola, apoyo los codos sobre el carrito y miro a la nada, un tanto pensativa. Pienso en todo y en nada, en mí y en los azares del destino, los cuales ahora me tienen atrapada.

—¿Pensativa? —Una voz suave y muy masculina me hace espabilar en reiteradas ocasiones.

Vuelvo a mi posición inicial y busco al dueño de aquella voz tan conocida...

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