11(2)-Aceptando nuevos sentimientos

He descubierto que me gusta levantarme temprano, eso gracias a que Ji es muy perezosa y siempre se levanta tarde, entonces yo aprovecho para verla dormir.

Nunca compartí cama con una mujer, con Daniela solo teníamos relaciones y luego se iba o se alejaba. Verdaderamente nunca sentí la necesidad de compartir una noche abrazados, tal vez fue porque nunca lo hicimos y no sabía lo que se sentía. Pero dormir abrazado a mi esposa se siente tan correcto, se siente paz y extrañamente puedo quedarme dormido con facilidad.

Quizás es porque ella es una persona que trasmite todo lo anterior.

Detengo el coche frente al camino que lleva al lago y bajo, abro su puerta y la ayudo a bajar del coche.

—Gracias—. me sonríe tomando mi mano y bajando del coche.

—Con gusto, linda—le devuelvo la sonrisa.

La guío por el camino no tan estrecho que da al lago, muchas personas también están aquí disfrutando de la naturaleza y el hermoso día que esta haciendo.

Este es uno de los lugares turísticos más visitados de Los Ángeles, hay pájaros y algunas otras especies de animales que no son peligrosos. También hay algunos cuidadores que los protegen para que los visitantes no los lastiman o cazen.

Volteo a ver a mi esposa y esta fotografiando a unas hermosas codornices, no sabía que podían ser visibles en este lugar en especifico pero prestando mayor atención, hay varias cerca de la orilla del lago.

—¿Te ha gustado? —pregunto lanzando una pequeña piedra al lago y viendo como las pequeñas aves se echan a volar.

—Sí, me ha encantado—su sonrisa se expande y se acerca a mi—. Y no asustes a las codornices.

Se acerca más a mi y cuando estoy por cerras los ojos para recibir el supuesto beso que por su cercanía pensé que me daría, ella alza la cámara y tomado una foto a mi rostro.

Me sorprendo un poco pero sonrío para sus fotos y ella sigue tomándolas por un rato más. Cuando termina me abraza y yo paso mis manos por su cintura y la atraigo más a mí, beso sus labios sintiendo como se estremece bajo mi toque.

Me separo al recordar que estamos en un lugar público y la llevo a la orilla del lago.

—Gracias por traerme—murmura tocando el agua con sus dedos.

—No agradezcas—responde con una sonrisa.

Quito la cámara de sus manos y le tomo una fotografía. Su sonrisa y el brillo en sus ojos queda capturado en la hermosa fotografía.

Pasamos toda la mañana recorriendo el lugar, ella se distrae fácilmente tomando fotografías, me toca estar pendiente de que no se quede atrás o que no tropiece con una piedra.

Al llegar medio día la llevo a almorzar, a diferencia de nuestras salidas anteriores esta ocasión compro tres cajitas felices en McDonald y lo comemos en un parque bajo la sombra de los árboles de laurel.

—¿Entonces nunca te dejo trabajar, para que recibiste una carrera si no la ejercerás?—pregunto limpiando mis labios.

—No, nunca lo hizo—responde con simpleza—. Pensé que después de que cumpliera mi parte del trato quedaría libre de sus cadenas.

—Sí, pero tú no sabias de ese contrato...¿Oh sí?—la veo, mis ojos expresan lo que la respuesta provocará si es una afirmación; frialdad.

—No, no sabía de este contrato—responde y me devuelve la mirada—. Hablo de el que él y yo hablamos.

—¿De qué otro hablas?—la expresión de mi rostro cambia a una de confucion.

—Yo...yo le prometí que si me dejaba estudiar lo que yo deseaba, haría lo que él pidiera—responde con un deje de tristeza y baja su rostro—. Pero no sabía que pediría esto.

Pongo mis dedos en su barbilla y levanto su rostro. Un suspiro de tristeza sale de su boca.

—No sabías, tranquila, yo no te forzare a nada—me acerco a ella y la abrazo—. Al principio solo pensé en mi familia y en mí, pero ahora tu también eres parte de ella.

Acaricio su cabello y beso su mejilla, me parece increíble que su padre me parece un ser humano cada vez más despreciable, aunque soy alguien de personalidad reservada y fría, nunca he odia a nadie, no creo que ese sentimiento debería existir pero este señor se está ganando mi odio con mucha facilidad.

Después de unos minutos ella dice que se siente mejor y recogemos todo lo que utilizamos, tiro todo a la basura y regreso con ella.

—Quiero saber más de ti—murmura recostandose en mis piernas.

—Umm...¿Qué quieres que te diga?—llevo mi mano a su cabello y dejo suaves masajes.

—No lo se, lo que tú quieras—sus ojos están cerrados disfrutando de las caricias.

—Bueno....—pienso un poco y suelto un suspiro antes de empezar a hablar—. Antes de que mi padre muriera yo ya trabajaba en la empresa, me encargaba de las finanzas y en ocasiones de llevar a cabo algunas juntas. No tengo amigos porque mi padre desde pequeño me repitió que son una distracción para un futuro próspero, entonces solo es Edgar el único con el que tengo una amistad. Solo he tenido una relación la cual se terminó unos meses antes de que papá muriera—termino de hablar.

—Oh, creo que yo hice más cosas malas que tú—ríe, su risa hace que también ría un poco mientras niego levemente.

—No, no creo, eso es solo lo bueno o al menos de lo que mis padres se enteraron. Me escape de casa muchas ocasiones para ir a ver con Daniela. Y con mi hermano a las carreras clandestinas, me gustaban las motocicletas y pasaba horas practicando de noche, participé en algunas pocas carreras, no muchas veces. Comparto un tatuaje con mi hermano, el se tatuó el Yin y yo el Yang, reflejando que él y yo tenemos un equilibrio entre los dos. Y aunque no tenía una vida como la de mi hermano, si he hecho cosas ariesgadas, al final todos somos humanos y tenemos que pasar por la etapa de conocernos, solamente que yo lo hice con cuidado y sin poner en peligro a nadie—veo como parece bastante concentrada en lo que he dicho.

—Wow...¿Duele?—pregunta con algo de temor y yo no entiendo al principio, pero luego entiendo que habla de él tatuaje.

—Un poco, no es la gran cosa—alzo los hombros restandole importancia.

—Oh, si me sorprendí un poco—se sienta recta y espero su reacción.

No parece afectada con lo que he dicho, mis padres en su lugar en estos momentos me estarían desheredando sin pensarlo dos veces.

—Sí...no tengo mucho que contar igual—acaricio su mejilla viendo el sonrojo en estas.

—Es más de lo que esperaba—me sonríe como siempre y por primera vez desde hace tiempo siento algo moverse en mi interior.

Esta vez es diferente, no solo es lo que me ha hecho sentir o la paz que ella me da. En más de una ocasión he escuchado que ninguna buena mujer acepta a un hombre que no le genera confianza y seguridad.

Ella parece muy tranquila y serena cuando está conmigo. Eso hace que me sienta bien, el generarle seguridad es algo importante para mi aunque no lo demuestre mucho. Me siento bien cuando las personas a mi alrededor se sienten seguras con mi presencia.

Cuando termine con Daniela pensé verdaderamente que ella me dejaba porque no generaba ese sentimiento en ella. Pero ahora me he dado cuenta que la relación ya estaba desgastada, no se podía salvar de ninguna forma si el único aferrado a ella era yo.

Desde hace algunos días he venido pensando que mi relación con ella lo que me brindaba era solo seguridad, empecé mi relación con Daniela desde la adolescencia entonces estaba acostumbrado y tenía le idea de que un matrimonio entre los dos sería perfecto pero nunca tome en cuenta que estábamos tan acostumbrados y que nunca lograriamos llegar siquiera al matrimonio.

Dejo de pensar en mi pasado y me concentro en Ji que esta señalando un puesto de helado.

—Amo el helado de chocolate con caramelo, vamos, compraré para ambos—me tomo de la mano y prácticamente me arrastra a la heladería.

Pide dos helados, para ella de chocolate con caramelo y para mi de naranja.

—Yo pago—saco el dinero pero ella se adelanta y saca antes.

—No, yo lo hago—extiende su mano con el dinero a la chica que atiende pero yo bajo si mano.

—Dijo, yo pago—vuelvo con la chica y le entrego el dinero.

Salimos del local y caminamos al auto, veo su rostro y esta un poco triste.

—¿Qué tienes?—me detengo y pongo toda mi atención en ella.

—¿Te enojaste?—su voz sale baja.

—¿Por qué piensas eso?—limpio sus labios qué tienen helado con la servilleta.

—Porque respondiste serio y no me dejaste pagar—susurra, mi expresión cambia rápidamente a una de culpa.

—No, perdón por hacerte creer eso, solo no quiero que gastes tu dinero cuando yo puedo pagar por ti perfectamente. Ese es dinero que tú ganas en el trabajo, mientras estemos casados yo pagaré todos tus gastos, tú puedes ahorrarlo—acaricio su mejilla y como un poco de mi helado.

Ella suelta un suspiro y asiente, sigue comiendo su helado mientras retomamos el camino al coche.

Al llegar ya hemos terminado de comer los helados y tiro las servilletas en el basurero. Abro su puerta y subo después de ella.

—Dime lo que quieres, así podemos hablarlo y no tendremos problemas—tomo su mano y la apreto levemente.

—Quiero pagar mis cosas, quiero sentirme independiente, ir haciéndolo desde ahora y no esperar a quedarme sola con nuestro hijo para aprender a valerme por mi misma—responde sin titubear.

Su respuesta me sorprende un poco, pero es muy razonable, lo que me molesta es que piense que la dejaré sola con nuestro futuro hijo.

—Nunca te dejaré desamparada a tí ni a mi hijo—murmuro viendo sus ojos—. Y tu ya eres una chica independiente, ya te vales por ti misma. Que no te deje pagar una cuenta o que quiera que no gastes tu dinero no significa que te estoy quitando tu libertad, solo quiero que no lo hagas mientras estás conmigo, yo perfectamente puedo pagar por todo lo que tus ojos vean, entonces no veo porque tú, mi esposa, tendrías que gastar el dinero que te esfuerzas en ganar.

Sus ojos ya no están tristes, de un momento a otro han cambiado y ahora parecen mostrar ilusión en ellos. Mi mano esta en su muslo dejando suaves caricias para que su tristeza desaparesca.

—Está bien, si lo pones de esa forma—responde.

Su voz es tan dulce y cálida qué estoy seguro de que nuestro hijo se calmará con solo oírla, parece un suave susurro de viento soplando las hojas de un árbol en otoño.

—Igualmente es tu decisión, no tienes que hacer todo lo que yo diga—le sonrio para que sepa que no está obligada a nada.

—Tranquilo, tus explicaciones me hicieron cambiar de opinión—responde sonrojada.

Me encanta cuando sus mejillas se tornan naturalmente rojas, es como si el color de las rosas estuviera en ellas.

—Está bien, linda—beso su mejilla—. Hay que volver a casa.

Conduzco de regreso a nuestro hogar, todo el camino estuvo en un silencio para nada incómodo. Solo era ella viendo la ventana y yo concentrado en el camino.

...

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