14(2)-Dejandonos Llevar

...

Andrew Alexander Black

Todo mi día ha ido mal, desde que salí de casa.

No sé si sea una broma del destino, pero el director del proyecto en el que trabajará mi esposa ha contratado a Daniela para ser la modelo de esta campaña de fotografía.

Si Jung-Li se puso celosa de la señorita Brown no quiero saber como estará cuando se de cuenta de esto, aunque Daniela y yo no nos cruzaremos ya que no trabajo en el mismo piso de Ji y la sección de fotos será tomada en ese piso.

Justo cuando todo va bien ella vuelve y no malinterpreten mis palabras, no siento más que aprecio por el pasado que tuvimos. Pero no quiero que mi relación con mi esposa salga afectada, lo peor del esto es que ya ha firmado el contrato y si lo anulamos tendríamos que pagar mucho dinero.

En estos momentos estamos todos reunidos en la mesa, la verdad es mi parte favorita del día, siento que siempre debió ser así, nosotros cuatro nos llevamos muy bien.

Apreto levemente la pierna de Ji, ella y yo estamos sumidos en nuestras miradas, he dejado de escuchar lo que mamá y Edgar hablaban.

—...y por eso digo que él puede ser un excelente esposo,¿Cierto hermano?—volteo rápidamente a ver a Edgar y asiento.

No tengo idea de que ha dicho, pero finjo haber estado prestando atención.

Volvemos a conversar, la sonrisa de mi esposa es tan linda y brillante, no puedo dejar de verla.

—Eso no opinabas cuando estabas pequeño—respondo sonriendo.

Mi mano esta en su muslo, no lo separó de ahí ni cuando ella sirve el postre, al terminar me da mi porción y se sirve la suya.

—Sí, olvidemos el pasado, son cosas que me mantienen humilde, tienen que quedarse en la tumba—mi hermano expresa fingiendo desinterés.

Las suaves risas de mi esposa y madre hacen que sonría, hace mucho no se escuchaban risas en esta casa.

—Vamos, hay que ir a dormir—expreso después de terminar de lavar lo que habíamos ensuciado.

Jung-Li y yo nos encargamos de eso mientras mi madre y hermano iban a descansar.

—Sí, vamos—toma mi mano con una sonrisa.

Subimos las escaleras y entramos a la recamara, yo voy al baño mientras ella se encarga de acomodar la cama.

Salgo después de lo que creo son 15 minutos y me visto con algo cómodo. Mi esposa está concentrada en el celular, frunzo el ceño y me acomodo a su lado.

—¿Con quién hablas?—paso mis manos por su cintura al hacer la pregunta.

Ella parece pensarlo un poco y apaga el celular, el suspiro que suelta me hace pensar que mi pregunta le ha incomodado pero ella se sube a mi cuerpo y recuesta su cabeza en mi pecho.

—Nicolle...—responde y siento cosquillas en mi cuello al sentir su aliento caliente cerca de él.

Bajo mis manos a su trasero, no quiero incomodarla así que mejor vuelvo a subirla haciendo un recorrido desde su espalda baja hasta su cabello. Dejo una caricia en ella y beso su mejilla.

—¿Segura que está todo bien?—mi voz sale un poco ronca por la exitacion que estoy empezando a sentir.

—No...pero no importa...—responde y sonríe leve.

—Si quieres puedes decirme lo que tu quieras—la abrazo más intentando que se sienta mejor.

Ella asiente, se nota cansada así que solo sigo acariciando su cabello. Poco después ambos caemos en los brazos de morfeo.

***

Suelto un suspiro fuerte al ver los papeles que mi nueva secretaria ha traído, son muchos y tendré que pasar todo el día revisando y firmando esto.

Le he prometido a Ji ir a comer juntos, igual que siempre, pero por lo visto no podré cumplir.

Tomo mi celular y marco su número, tarda un poco en contestar.

—No podremos salir a almorzar, si quieres vas con Edgar o pedimos algo para comer aquí—mientras hablo, acomodo los papeles de los más importantes, a los que pueden esperar.

—La segunda opción, le preguntaré a Ed si se queda con nosotros o él comerá solo—se escuchan muchos ruidos en la llamada mientras ella habla.

Parece estar igual de atareada que yo, se que le gusta salir a comer conmigo porque nunca se niega a los lugares que la llevo, parece disfrutar de mi presencia tanto como yo disfruto de la suya.

—Sí, gracias—respondo y después cuelgo.

Seguí con los documentos por lo menos dos horas, después de eso resivo una llamada informándome que ya han cancelado de forma exitosa el contrato que firmó Daniela.

Suspiro de alivio, no quiero más problemas justo ahora que todo va bien, no quiero que Jung-Li tenga dudas.

Aunque, pare ser sincero, si no fuese por el hecho de que ella se sentía mal, me gustó su reacción, me gustó que sintiera celos, se ve linda haciendo caprichos pero espero no vuelverle a causar inseguridades a ella.

Sé que me esconde algo, quiero saber qué es, no se porqué llora de la nada, han sido pocas veces pero siempre parece ser por un dolor gigante que intenta ocultar.

Quiero ser un buen esposo y estar para ella en su dolor, pero parece no querer decirme.

Justo antes de la hora de almuerzo, termino de revisar más de la mitad de folders y voy con Ji, le dije que comeríamos aquí, pero ya que puedo llevarla, lo haré.

Le pido a mi secretaria que llame al restaurante que esta cerca para pedir una mesa para tres y no perder tiempo esperando a que desocupen una.

Entro al piso de Ji y recorro las instalaciones con la mirada, mi rostro pasa de relajado a uno de enojo cuando veo que Francesco está de nuevo en la empresa, no entiendo el porqué de mi enojo si él siempre está en la empresa, pero ya me esta cansando, su lugar de trabajo es dos pisos abajo y siempre está aquí buscando coquetearle a mi esposa.

—Francesco—expreso con el rostro serio.

—Alexander—responde con esa sonrisa burlesca que me hace hervir la sangre.

—¿Buscabas algo en este piso? No está permitido estar aquí a menos que estés en una sección de fotos y no te veo preparado para una—mi voz sale sin ningún titubeo, me fuerzo a no alzar la voz.

—A tu esposa, Alexander, ¿algún problema? —su respuesta hace que mi enojo aumente, ese maldito asentó italiano.

Lamo mis labios en un intento de no pegarle, nunca he armado una pelea y no lo hare en esta ocasión.

Lo veo mientras empiezo a jugar con mi anillo de matrimonio, le devuelvo la sonrisa burlesca que tiene en su rostro.

—Umm...—finjo pensarlo un poco—..no tiene porqué haber un problema, como tú dijiste, es mi esposa.

Veo como su sonrisa se desvanece por la respuesta que le he dado. Justo cuando termino de hablar, veo que tras él, viene caminando Ji, con su natural moviéndote de caderas.

—Hola, amor—me sonríe mientras pasa sus manos por mi cuerpo.

Algo dentro de mí se siente satisfecho al ver que que la sonrisa del contrario se ha borrado y que mi esposa ha pasado de él, concentrando toda su atención en mí.

—Hola, linda—subo mis manos a su cintura, dejándola ahi mientras beso su cabeza—¿Has terminado tu trabajo? Ya Edgar esta esperándonos en el parqueo, logre terminar antes y si te llevaré a almorzar.

—Bueno, yo me despido, espero que la dona y la malteada te hayan gustado—escucho que Francesco vuelve a hablar y mi ceño se frunce.

Quiero disimular y hacer como que no importa pero justo en ese momento Jung-Li se aleja del abrazo para ponerse a mi costado.

—Gracias por eso, pero no debiste preocuparte, no me gusta la vainilla y estoy haciendo dieta, entonces se lo he dado a producción—ella sonríe y desde el primer momento noto que su sonrisa, al igual que lo que dijo anteriormente, es falzo.

Después de una rápida despedida en la cual Francesco parece irse humillado, volteo a ver a Ji y alzo una ceja.

–¿Dieta? ¿Tú?—pregunte con una sonrisa al haberla pillado en la mentira, mientras juntaba nuestros rostros—. Hoy casi me dejas sin desayuno y ayer comiste una gran porción de pastel.

—¿Estas pendiente de cuanto gastas en alimentarme? —besa mis labios y al alejarse suelta una pequeña risa burlesca—. Y en respuesta a tu pregunta,me incomoda que me den regalos personas con las que no soy cercana, pero igual, no quise hacer que se sintiera mal.

Su respuesta me hace sonreír, es chistoso que yo si haya descubierto su mentira, en realidad creo que Francesco también lo noto, ella no es muy buena mintiendo.

—Solo me preocupo por mi linda esposa—sonrio y beso su mejilla.

Después de eso, entramos a elevador y al bajar, nos juntamos con mi hermano que esta desesperado por la comida. Subimos al coche y conduzco al restaurante.

El camino estuvo tranquilo, mi hermano y esposa charlan de cómo ha ido su día, me da tranquilidad que mi hermano esté tomando las riendas de su vida.

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