14-Dejandonos llevar

...

Min Jung-Li

Me despido de las chicas y veo como cada una se va en su coche.

¿Estoy sorprendida? Sí, es que, me parece increíble esto.

Ingreso a la mansión, son las 7:16 minutos, hemos perdido la noción del tiempo mientras hablábamos de todo lo que está pasando.

—Buenas noches, ya bajo para ayudarle—saludo a la señora Olivia y después subo las escaleras.

Nicolle no sabe que hacer, porque tampoco es que va a empezar una relación con mi cuñado solo por el bebé. Por lo que hemos hablado hasta ahora, ella ha decidido no decirle, no estoy de acuerdo con si decisión pero no tengo porqué influir en ella.

Entro a mi habitación y me despojo de la incomoda ropa y entro a la ducha. Me quedo por algunos minutos ahí hasta que escucho la puerta abrirse y la voz de mi esposo hablando con alguien. Salgo de la ducha y me cubro el cuerpo con una toalla grande.

Asomo mi cabeza por la puerta del baño, Andrew esta hablando por celular con alguien y parece frustrado.

—He dicho que no, revisa bien todo y busca otra modelo, mi mujer será la encargada de esas tomas—cuelga el celular y lo deja en la cama.

Nunca lo había visto tan frustrado, pero el hecho de que me haya llamado "su mujer" me hace sonreír inconscientemente.

Me acerco a él y lo abrazo por la espalda, todavía no me he puesto ropa pero no me incomoda ya que es él el único que está aquí.

—Oh, hola, linda—me atrae hasta que quedo frente a él y pasa sus manos por mi cintura a la vez que me besa.

Suelto un leve suspiro, cómo quisiera contarle todo esto. Se que no es mi problema, que es algo que Nicolle tiene que afrontar, pero siempre hemos sido muy unidas y si ella necesita mi ayuda la tendrá.

Siento como profundiza el beso, sus manos pasan a estar dentro de la toalla acariciando mi cuerpo sin ninguna barrera. Mi cuerpo cuerpo empieza a calentarse, sus manos son cálidas y sus besos son tan exquisitos.

Mis manos pasan de estar en su pecho a subir a sus hombros, deteniéndome en ellos. El aire empieza a faltarnos, ahí es cuándo Andrew se separa, pero junta nuestros rostros, nuestras respiraciones están alteradas pero sus manos siguen ahí.

Su rostro baja a mi cuello y deja besos húmedos, cierra los ojos y lamo mis labios al sentirlo.

Después de unos segundos se aleja y ve mi rostro con una sonrisa. Quiero que siga acariciandome pero no se lo pediré porque tengo vergüenza.

—¿Cómo estuvo tu día?—pregunta dejando un beso en mi mejilla.

Saca sus manos de la toalla con una sonrisa y la acomoda para que no caiga, las llenas de sus dedos haciendo contacto con mi pecho me produce un escalofrío y levanto la vista, sonriéndole por su acción.

—Insano...—respondo con simpleza.

La verdad no tengo ánimos de hablar, solo quiero mas besos y ir a la cama a descansar, aunque mi cuerpo me pide algo más.

—¿El tuyo?—pregunto alejándome para ponerme el pijama.

—Igual, empezó bien, después se enredo, y gracias a tí ya está mejorando—sus pasos se oyen en el baño.

Me sonrojo al sentir la humedad en mi intimidad al colocarme la ropa interior, respiro profundo para bajar el sonrojo y que mi acelerado corazón no salga de mi pecho.

Me limpio y termino de cambiarme rápido, no quiero empeorar esto.

Al terminar de ponerme mi pijama de dormir, salgo del armario y regreso al área de la recamara.

—Iré a ayudar a tu mamá con la mesa—murmuro tomando mi celular.

Cuando estoy por retirarme una llamada cae a su celular, él camina hasta el celular y al ver la pantalla suelta un gruñido.

—Ahora te alcanzo, linda—responde tomando el celular con seriedad.

Muerdo mi labio pensativa, suspiro y salgo de la recamara. Bajo las escaleras y camino hacia la señora Olivia.

—Permitame...—murmuro quitándole los utensilios de las manos.

Los llevo a la mesa y los acomodo con cuidado de no volver a lastimarme. Al terminar le ayudo a servir la comida y veo a mi cuñado ingresar al comedor.

—Hola, mamá y cuñadita—se sienta en su lugar sonriendo.

Me pregunto como reaccionaría con la noticia del bebé, niego y me concentró en terminar de servir.

Al terminar me siento en mi lugar al mismo tiempo que mi esposo baja, se sienta a mi lado y suelta un suspiro, después finje una sonrisa y saluda a su madre y hermano.

—¿Lo resolviste?—la voz de Edgar hace que lo vea rápidamente.

Me estoy cuestionando el porqué de su frustración.

Suspiro y niego, eso no debería de importarme, pero lo hace y mucho. Lo amo y en verdad no quiero verlo así.

Empezamos a comer, creo que esto es lo único rutinario en nuestras vidas, comer los 4 juntos.

En mi familia no era así, mi padre come fuera de casa, mamá apenas come y yo antes prefería comer en mi cuarto.

Cuando era pequeña todo era tan bonito, una familia amorosa, padres presentes, mi hermano y yo llevábamos una muy bonita relación de hermanos.

Todo cambio esa tarde, he deseado millones de veces que ese recuerdo se borre de mí, olvidar que por mi culpa mi pequeño hermano murió, pero ese es mi castigo, el remordimiento constante, el recuerdo de que fue mi culpa y que él si merecía vivir, daría mi vida una y mil veces por él, haría lo que fuese porque él estuviera vivo.

—¿Qué tienes, estás bien, te duele algo?—la voz de mi esposo me saca de la ensoñación.

Él ahora parece estar preocupado, no entiendo el porqué hasta que el limpia mis lágrimas, ni siquiera sabía que estaba llorando.

—Oh, sí, tranquilo, estoy bien, seguro se me metió algo en el ojo—le sonrio leve, la verdad no estoy de ánimos para fingir sentirme bien en éstos momentos.

—¿Estás segura, linda?—su voz suena a que en verdad esta preocupado.

Algo dentro de mi se vuelve a sentir bien por eso, pero, ¿Por qué me alegra que él se sienta mal? Tal vez es porque su malestar es por la preocupación que siente por mí.

—Sí, gracias por preocuparte—en esta ocasión mi sonrisa si es real.

Creo que soy bipolar, pero es que su sola existencia cambia todo dentro de mi.

Su mano baja a mi pierna y la acaricia, seguimos cenando, me incomoda un poco el silencio y no se como empezar una conversación. Hago un pequeño puchero mientras muevo mi comida en el plato.

—¿Mañana si trabajas, cuñada?—levanto la vista y asiento a la pregunta de Edgar.

—Sí, mañana tengo que empezar a planear la toma de fotos con el director de piso—sonrio ya mas tranquila.

—Oh, tú amas tu trabajo y yo ya no soporto al insoportable señor Ernesto, ¡Con él todo tiene que ser perfecto!—arruga el entre seño entre enojado y triste.

—Así es el trabajo, tienes que acostumbrarte porque cuando él se vaya, tú tendrás toda la responsabilidad—Andrew limpia sus labios después de decir eso.

—Lo sé, pero es tan insoportable y su bigote que da miedo—hace una mueca que parece que le está dando un escalofrío.

Todos reímos por su drama, definitivamente él y Nicoll serían una pareja muy especial.

La señora Olivia entra a la conversación, como dije antes, ella casi nunca habla entonces es extraño cuando lo hace, pero mi cuñado y esposo parecen tan alegres al verla interactuar.

—Recuerdo que de pequeño le tenías miedo, según tú el bigote del señor Miller era como los tentáculos de un pulpo—todos reímos todavía más por lo que ella dice.

Tienen razón, a mi también me hubiera traumado ver eso, no es para nada atractivo ese largo bigote, o al menos para mí.

—Recuerdo también que él y tú fueron amigos en su niñez—volteo rápidamente a mi esposo al escucharlo.

—Sí, en ocasiones pienso que él se quedo soltero toda su vida esperando la muerte de Ronald para cortejarte, mamá—el atisbo de enojo en su voz al pronunciar el nombre de su padre es evidente, pero luego le sonríe de forma pícara a su madre, por la insinuación de un pretendiente.

—Claro que no, no digas esas cosas—la señora Olivia responde de inmediato.

Aún con sus 49 años, esta muy bien conservada y en mi pensar, podría tener una relación que no sea tóxica como la que tuvo con el señor Ronald. Pero claramente después de salir de ese tipo de relaciones, se tiene que tomar el tiempo suficiente para sanarte a ti mismo y ella no parece haber sanado lo suficiente, aunque igual, es su decisión y creo que sus hijos la apoyaría.

—Está bien, me callo—responde con una sonrisa burlesca—. Pero aunque su bigote me da miedo, yo te apoyaría, es molesto y muy exigente, pero sería un buen padre y esposo.

Ellos no parecen recios a que alguien más ocupe el lugar de su padre, Edgar es el que está haciendo sonrojar a su madre con sus palabras y insinuaciones mientras Andrew está sonriendo, su frustración ha desaparecido.

Su mirada vieja a mí y me sonrojo al ser descubierta mirándolo por milésima vez. Su mano en mi pierna se apreta produciendo un cosquilleo en mi.

Se escuchan las voces de mi suegra y cuñado de fondo, pero desde que cruzamos miradas he dejado de escucharlos.

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