Capítulo 35

La espera, tras la llamada telefónica que tuve con Jerry fue intensa, dolorosa y estresante. La incertidumbre que sentía por no saber de mi guardián y su hermana alcanzó niveles altos en mi cerebro. Experimentaba un torbellino de sensaciones, sin que pudiera ignorar el sentimiento de culpa que me atormentaba. Nelinda había intentado salvarme de Las garras de Isabel. ¿Cómo no pude percibir las señales? De repente sentí la voz de Amara, suplicándole al guardia de seguridad que no le impidiera el paso.

- Por favor - dijo - yo tengo que hablar con Elizabet.

Corrí hacia la puerta y, con una señal, el representante de mi equipo se apartó, posibilitando la entrada de mi suegra al lugar.

- Dime que no es verdad lo que me dijeron en la llamada - susurró. Su cara pálida y desencajada mostraba el dolor y la desesperación de una madre ante el peligro que enfrentan sus hijos.

- ¿La llamada? - pregunté nerviosa.

Asintió con lágrimas en los ojos. ¿Isabel se había atrevido a molestarla? ¡Cuánta
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