Hola a tod@s. Gracias por llegar hasta aquí. Espero que disfrutaran de esta historia tanto como lo hice cuando lo escribí. La siguiente historia será de Vincenzo Morelli, el hermano de Gio. El título "Robando a la novia" y estará disponible en la plataforma en el transcurso de la siguiente semana. Si aun no has leído el resto de historias, te invito a hacerlo. El orden es el siguiente. Primera generación: 1. Niñera del italiano 2. Una enfermera para el italiano 3. Por una promesa (Hermanos Morelli #01) 4. Encuentro inesperado (Hermanos Morelli #02) 5. Cuestión de negocios (Hermanos Morelli #03) 6. Más que venganza 7. ¡Qué gane el mejor! Dentro del mismo universo: 1. Mi dulce bestia 2. Mi feroz protector Segunda generación (hijos): 1. Acuerdo perfecto 2. Matrimonio sobre papel 3. Rompiendo las reglas 4. El bebé sorpresa del playboy 5. Destinada a ti 6. Seducción planeada 7. Secretos en la oficina Nuevamente muchas gracias y un abrazo a tod@s.
Isla nunca podría saber cómo se las había arreglado para mantener la compostura hasta que los clientes abandonaron la sala de juntas. Estaba enfadada y quería desquitarse con los responsables. Caminó por la habitación mientras tomaba inhalaciones profundas. Necesitaba calmarse. Si dejaba que sus emociones la controlaran, podía perder su trabajo y ese era un lujo que no podía permitirse. Las facturas no se iban a pagar a solas, ni mucho menos la medicación de su mamá. Pensó en Lando, el hijo de su jefe, y la maldit@ sonrisa presumida que había tenido mientras recibía felicitaciones por sus diseños. Esas felicitaciones deberían haber sido suyas, al igual que el bono que el idiota iba a recibir. Había trabajado en aquel proyecto durante dos semanas, sin parar. No había dormido más de un par de horas y había tenido que ingeniárselas para no descuidar sus otras obligaciones, obligaciones que bien podrían hacerlas otras personas si su jefe se diera la molestia de contratar más personal.
Isla se sentó en el sofá vacío y saludó a los otros dos candidatos. Los dos hombres apenas le dirigieron la mirada, así que no hizo el esfuerzo de entablar una conversación. Además, estaba demasiado nerviosa como para intentarlo. Después de un poco más de un mes sin trabajo, estaba cerca de perder la esperanza. Al ritmo que sus ahorros se estaban desvaneciendo, no tendría nada en unos tres meses. El tratamiento de su mamá no era nada barato y, aunque el seguro cubría una gran parte, todavía le dejaba a ella con varios gastos por cubrir. Había mandado su currículo a cinco empresas en el último mes y solo un par de ellas le había devuelto la llamada. Como era de suponer, nadie la quería contratar sin tener referencias de su último trabajo, sin importar que hubiera trabajado allí más de cuatro años o que hubiera sido una de las mejores empleadas. Podía apostar que su jefe se había asegurado de difundir mentiras cada vez que alguna persona consideraba contratarla y lo llamaba para pre
Horatio le dio una mirada minuciosa a Isla. Ella estaba usando un traje de baño de una pieza en color negro, pese a que poseía más tela que muchos de los bikinis que había visto usar a algunas mujeres allí, no hacía nada por disimular las curvas naturales de su cuerpo. Sus senos eran del tamaño perfecto para caber en sus manos y sus caderas anchas le trajeron algunas imágenes bastantes eróticas a la mente. Intentó cambiar la dirección de sus pensamientos al sentir el tirón contra sus shorts. No quería dar un espectáculo. Además, la mujer frente a él, no era otra que su nueva empleada y él prefería no tener nada que ver con personas del trabajo. —Bonito traje —dijo subiendo la mirada. —Gracias. —Ella le dio una sonrisa que no llegó a sus ojos—. Jamás creí encontrarlo en un lugar como este. —¿Por qué no? Todo el mundo va a la playa de vez en cuando. —Asumí que preferiría ir a un lugar más privado. —Si quiero pasar un rato a solas, suelo ir a la casa de playa de mis padres. Pero
—De hecho, sí. —Horatio avanzó e Isla dio algunos pasos atrás hasta que quedó atrapada entre él y escritorio—. Hay algo más. Horatio inclinó la cabeza hacia adelante. Durante un instante, creyó que él iba a besarla, pero Isla no hizo ningún intento por escapar. Pensó en dejarse llevar y descubrir si sus labios serían demandantes como se los había imaginado. O, por el contrario, también podía darle un rodillazo en las bolas que él nunca olvidaría. No tuvo que tomar una decisión porque el beso nunca sucedió. Con la misma velocidad que Horatio se había acercado, se hizo para atrás. —Necesito esto —dijo él e hizo rodar un lapicero entre sus dedos. —¿Es enserio? —preguntó incrédula. —Así es —dijo él encogiéndose de hombros—. ¿Qué es lo que creías? —Deberías guardar tu distancia la próxima vez —dijo sin ceder a sus provocaciones—. Podrías perder una parte muy valiosa de su cuerpo. —Miró hacia su bragueta para que él tuviera claro de lo que le estaba hablando, luego volvió a mirarlo a
Esa única palabra provocó que la imaginación de Horatio se desviará por un rumbo nada inocente. —De hecho, hay algo más que me gustaría —continuó Isla—. Quiero que revises estos papeles —terminó ella e hizo el intento de dar un paso hacia atrás. Horatio fue más rápido. Envolvió una mano en su cintura y, sujetándola por la espalda baja, la mantuvo en su lugar. La sonrisa victoriosa que ella le había dado al acabar, desapareció al verse atrapada. Acercó su rostro hasta que sus labios rozaron los de ella. —¿Vas a algún lugar? —preguntó y se deleitó al sentirla vibrar—. No he podido dejar de hacerme una sola pregunta desde que te conozco —susurró sobre sus labios. —¿Qué cosa? —Incluso en un momento como aquel, ella sonaba segura. No vaciló al hablar y mantuvo una mirada desafiante. —A qué saben tus labios. Sacó la lengua y la pasó sobre sus labios. —Deliciosos —declaró y esperó. Los segundos pasaron y, en lugar de hacer algún intento de alejarlo, ella se quedó mirándolo, llamándo
—¿Qué opinas? —preguntó Isla llamando la atención de su madre que estaba concentrada en una revista de tejido.Ella la observó de pies a cabeza con una enorme sonrisa en el rostro.—Como siempre estaba en lo correcto, te queda perfecto. Tu cita se quedará con la boca abierta.Isla se miró y, aunque también le gustaba su vestido y la hacía sentirse sexy, no estaba segura si era la prenda adecuada.—Creo que es demasiado. Quizás debería cambiarme.Una notificación llegó a su celular avisándole que su taxi ya la estaba esperando afuera.—Ya no tienes tiempo. Soltó un suspiro y tomó su cartera.—Llámame si me necesitas y volveré de inmediato.—Puedo cuidar de mí misma, ve y diviértete. —Su madre sacudió las manos para botarla—. Y recuerda, no hay toque de queda —ella le dio un guiño.Isla sonrió y se acercó para darle un beso.El taxi estaba esperándola estacionado frente a la puerta de su edificio. El conductor la saludó tan pronto subió para luego quedarse en silencio por el resto del
—Tienes un problema serio con las puertas —comentó Isla sin levantar la mirada.Horatio sonrió divertido.Desde que Gio se había tomado sus vacaciones, Horatio había comenzado a visitar la oficina de Isla casi todas las mañanas.En la mayoría de ocasiones, sus visitas terminaban en un enfrentamiento, que disfrutaba más de lo que debería.Isla, por supuesto, nunca lo dejaba ganar. Ella siempre tenía algún comentario ocurrente, a diferencia de su primo que, en su mayoría, se limitaba a ignorarlo.Además, entre ver a Isla o el malhumorado rostro de su primo, no era difícil decir que opción le gustaba más.—Ese sería el menor de mis problemas —dijo y cerró la puerta detrás de él.Avanzó hasta el escritorio de Isla y dejó la taza de café que le había conseguido. Luego se dejó caer en la silla frente a ella y se reclinó en el espaldar.—También soy atractivo, inteligente y…—Tienes un concepto demasiado alto de ti mismo. —Isla le dio una mirada divertida—. No creo que alguna vez hayas escuc