Capítulo 17. Eres el hijo de mi jefe

Astrid sintió una puñalada atravesarle el corazón al escuchar las palabras de Dylan, fueron casi una réplica de las mismas que ella utilizó unos días atrás.

—Dylan, yo…

—No deberías estar aquí, Astrid. Será mejor que te vayas —su tono fue brusco, más de lo que imaginó, pero no se disculpó. Después de todo, Astrid lo lastimó primero y él era un demonio, no un santo.

—Lo siento tanto, Dylan —se disculpó, estirando la mano para tocarlo; sin embargo, él se apartó antes de que la mano alcanzara su piel. Estaba débil y hambriento, mas no deseaba sucumbir ante ella. Debía tener un poco de orgullo y amor propio. ¿No era así como pensaban los humanos?

Astrid apretó la mano en un puño, el rechazo de Dylan fue como una nueva daga rasgando su corazón. Aunque lo merecía, dolía.

—Vete, Astrid, no tiene sentido que estés aquí —le pidió, moderando su tono de voz.

La herida le dolió cuando se movió un poco. Necesitaba desesperadamente alimentarse para que la herida sanara, pero era mil veces preferibl
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