El sol de la mañana en la Bahía de Dickenson, en la isla caribeña, brilla intensamente sobre las aguas color turquesa y las enormes hojas de las palmeras que contrastan con las blancas arenas. Por la playa de la extensa bahía, un pequeño grupo de personas aparecen de entre la vegetación y caminan por la arena hasta sentarse cerca de la orilla. Otros grupos aparecen más lejos por la misma playa, sentándose también mirando hacia el mar.
En una montaña del sudeste asiático llamada Nong Khiaw, se han reunido un gran número de personas que se han sentado en sus faldas, mirando hacia el valle.
En el desierto de Atacama en Chile, también se han reunido un gran número de observadores que se han situado debajo de quitasoles y carpas.
Después de 20 minutos, cientos de otros lugares de la tierra se han llenado de personas, observando paisajes naturales en silencio.
Rustic Metaverse - La Era de la Ascensión “Hasta la más pequeña de las luces, se transforma en una guía en la más completa oscuridad.” J. E. Fourt "No es signo de buena salud, el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma" Jiddu Krishnamurti -----------------O----------------- "Cierra los ojos e inhala profundamente… Ahora exhala lentamente por la nariz", dice la voz femenina desde el celular. Ignacio entreabre los ojos y mira al mar. Las olas rompen con suavidad. El sol ya se oculta. Con su mano recoge algo de arena y la suelta: aún está tibia. "Inhala nuevamente y mantén el aire en tus pulmones por un instante". La playa está casi desierta. Una pareja camina de la mano a varios metros a su izquierda, y más lejos a su derecha; un pescador solitario que apenas se divisa a través de la bruma marina, recoge con su caña un anzuelo que retorna vacío. A sus 26 años, Ignacio aparenta ser más jove
El reloj del celular marca las 06:44 de la mañana sobre el velador. Un minuto después comienza a sonar una música suave que despierta a Ignacio. Con un ojo abierto busca a tientas el celular, hasta que lo encuentra: cancela la alarma y sigue durmiendo. Diez minutos más tarde la alarma vuelve a sonar. Estira el brazo y bota un vaso con agua desde el velador. —Mierda. —Levanta el celular y al ver la hora pega un salto de la cama. Dos horas más tarde ingresa a su trabajo caminando rápido, un poco agachado para que su cabeza quede por debajo de los paneles que separan los box, intentando ocultarse de su jefe. Pasa rápidamente por un laberinto de paneles hasta llegar a su espacio en donde se encuentra con alguien sentado en su silla. —Llegas cinco minutos tarde. Es la tercera vez este mes. Tendré que reportarte a la gerencia —dice su jefe, levantando su grueso cuerpo de la silla. —Es que… —No me interesan tus excusas, no es mi problema. Díselas al gerente de recursos humanos —concluye
El pub está lleno de gente. La terraza que da a la calle está iluminada sólo por pequeñas luces cálidas que cuelgan por todo el perímetro. En una de las mesas, junto a la calle, está Ignacio tomando una cerveza junto a su amigo Jaime, mirando abstraído las luces de los automóviles que pasan a su lado. —Ánimo compadre. En tu rubro hay harto trabajo. No vas a estar mucho tiempo cesante —dice Jaime. —Es que no quiero seguir trabajando así. Estoy harto de estos trabajos de m****a que pagan poco y te explotan como un puto esclavo —responde Ignacio. —¿Y qué pasa con tu negocio de informática? —Nadie me llama. He puesto avisos en todos lados. Algunas personas me escriben pero cuando les doy un presupuesto, no me hablan más. —Es por culpa de los inmigrantes. Ellos hacen el mismo trabajo por la mitad del precio. —No creo… Bueno, puede ser. Pero no es culpa de los inmigrantes. Ellos sólo buscan una vida mejor. La culpa es de los que prefieren pagarle menos a un inmigrante desesperado que a
“Y ahora vamos con las noticias internacionales”, dice la periodista en la edición central del noticiario. “Según las autoridades de Reino Unido, se habrían detectado al menos 20 personas contagiadas por una nueva cepa de COVID en ese país. El Departamento de Salud y Asistencia Social confirmó que no se trataría de una nueva variante, sino de una nueva cepa que sería más contagiosa y mortal que la original. Aunque se han encontrado pocos casos y su estudio lleva pocos días, se ha obligado nuevamente el uso de mascarillas en Londres, Bristol y Brighton. La Organización Mundial de la Salud dice que es probable que ya esté en otros países de Europa y la han bautizado como COVID-24”. «Hasta cuándo vamos a seguir con esto», piensa Ignacio, cambiando el canal a uno de documentales sobre naturaleza. Toma su celular y mira el chat con Theresa. La última frase “¿Estás?” de hace 3 días sigue con un solo tick. «¿Le habrá pasado algo?». En ese mismo instante aparece un segundo
El celular marca las 5:54 de la madrugada. La pantalla frente a su cama sigue encendida. Aparece una notificación, pero el celular está en silencio. Ignacio sigue durmiendo. Tres minutos después el sonido del teléfono se activa por sí solo. Llega otra notificación. Esta vez el sonido hace que Ignacio cambie de posición, pero continúa durmiendo. A los pocos segundos entra una llamada y comienza a sonar la canción Highway to Hell de AC/DC que usa como ringtone en su teléfono. Ignacio abre un ojo y mira la pantalla del celular. Es Theresa. Toma el teléfono y cuando va a presionar el botón para responder, la llamada se corta. Ve que hay 2 notificaciones. Ambas son de Theresa. Theresa: Estás? Theresa: HOLA!!! Ignacio: Si aquí estoy. Estás bien? Theresa: Sí, no hay problema. Sólo quería pedirte disculpas por haber cortado la conversación de repente. Es que entró mi compañera de departamento llorando a contarme un drama con su po
Jon observa atentamente la pantalla de su estación de trabajo cuando salta una alerta. Mueve el puntero del mouse y presiona con el botón izquierdo sobre esta. Aparece una lista de instrucciones y números que se despliegan sobre un fondo negro. La lista avanza hasta detenerse en un par de líneas. Key ID +41 566 6847 9878 --invalid key El agente, sentado en una gran sala llena de operadores y monitores, presiona una tecla sobre la pantalla táctil de un intercomunicador a su derecha y contacta a su superior directo. —Señor, tenemos una anomalía —dice Jon en inglés. —¿Qué clase de anomalía? —pregunta Morgan sentado en otra estación de trabajo más atrás, en un nivel del piso más alto. —Tenemos un enlace con una clave criptográfica que Athenea no ha podido resolver. —¿Qué tipo de clave? —Al parecer es una clave simétrica parecida a la AES, pero de 8192 bits con un tipo de algoritmo que nunca había visto —responde Jon. —Confirme los datos —dice Morgan y corta la comunicación. —Sí..
Ignacio sube al ascensor de su edificio y presiona el botón del piso 1 para bajar al lobby. Un display sobre la botonera muestra una cuenta regresiva desde el piso 5. Se mira en el espejo, pasa su mano por el pelo para ordenarlo un poco y se mete la camisa en el pantalón. Como todos los domingos por la tarde, Ignacio sale a buscar a su madre para tomar un café en la cafetería favorita de ambos. Al llegar a la recepción, pasa frente al conserje al que saluda amablemente. —Hola don Juan, ¿cómo le ha ido? —Muy bien don Ignacio… Parece que aquí hay algo para usted —dice el anciano conserje colocándose unos gruesos lentes ópticos. Ignacio detiene el paso y se devuelve al mesón. Juan levanta un paquete del suelo y se lo entrega. —Llegó hoy en la mañana —dice Juan. El paquete es una caja liviana del tamaño de un maletín ejecutivo. Ignacio lo examina. Por un costado hay una etiqueta con su dirección, un remitente de Miami en Estados Unidos y una cinta adhesiva amarilla. —Aah y hay otra c
—Llueve torrencialmente. El sonido de las gotas cayendo a mí alrededor es muy nítido. Siento como si el agua golpeara sobre mis hombros y brazos gracias a los sensores del traje háptico. Sopla un fuerte viento y el traje presiona sobre ciertas áreas del cuerpo para simular la fuerza del viento. ¡Es bacán! Ya no tengo el teclado, así es que no sé cómo moverme. Tampoco tengo un joystick —dice Ignacio mientras se graba en video con el celular, instalado sobre un pequeño trípode en el escritorio junto al monitor del computador que está en negro. A su alrededor dispuso varios cojines que sirven para marcar el límite hasta dónde puede moverse, para no terminar estrellándose contra una pared o cayendo por la ventana del edificio mientras usa los lentes de realidad virtual. El avatar de Ignacio está quieto mirando el paisaje oscuro a su alrededor desde una perspectiva en primera persona. Es de noche, esta nublado y apenas se ve el entorno. Relámpagos de color verde, azul, rojo o amarillo cruz