Una hora más tarde, el Eurocopter AS532 Cougar sobrevuela el helipuerto del hospital de Puerto Montt. Ignacio observa un gran número de carpas rectangulares blancas en los estacionamientos y jardines, que antes no estaban ahí. Hombres y mujeres de blanco se mueven, entrando y saliendo del hospital con bultos. El helicóptero finalmente aterriza.
—Ya pueden bajar —dice uno de los comandos que abre la puerta. Ignacio desciende primero y ayuda a bajar a Jessica, que aún está con problemas de movilidad, debido a las lesiones que todavía no sanan por completo. Ambos caminan abrazados, alejándose de la aeronave en dirección a la entrada principal del hospital.
—No pueden andar aquí sin mascarillas —dice una enfermera que se acerca, entregándoles luego una a cada uno.
—Disculpe. Gracias —responde Jessica, colocándose la mascarilla de tela. La mujer se aleja en dirección a una de las carpas.
—¡Perdone! ¡Una consulta! —grita Ignacio. La enfermera se detiene y gira.
Quince minutos más tarde, el vehículo se detiene frente a una cabaña de madera, con sus paredes exteriores revestidas por las típicas tejuelas de alerce que conforman la arquitectura tradicional del sur de Chile.—Llegamos —dice Ignacio, apagando el motor.Mira a Jessica. Ella le devuelve la mirada. Se quedan así un momento. «Ella me ha apoyado en todo… Y yo no le he preguntado nada sobre su familia o sobre lo que siente».Ignacio se siente culpable, egoísta.—Pase lo que pase de aquí en adelante, quiero que sepas que te agradezco de todo corazón tu apoyo… Y que te quiero mucho. Te prometo que apenas podamos, vamos a ir a buscar a tus padres. Estamos juntos en esto y seguiremos juntos.Jessica lo mira con ternura. Se a
El sol de la mañana en la Bahía de Dickenson, en la isla caribeña, brilla intensamente sobre las aguas color turquesa y las enormes hojas de las palmeras que contrastan con las blancas arenas. Por la playa de la extensa bahía, un pequeño grupo de personas aparecen de entre la vegetación y caminan por la arena hasta sentarse cerca de la orilla. Otros grupos aparecen más lejos por la misma playa, sentándose también mirando hacia el mar.En una montaña del sudeste asiático llamada Nong Khiaw, se han reunido un gran número de personas que se han sentado en sus faldas, mirando hacia el valle.En el desierto de Atacama en Chile, también se han reunido un gran número de observadores que se han situado debajo de quitasoles y carpas.Después de 20 minutos, cientos de otros lugares de la tierra se han llenado de personas, observando paisajes naturales en silencio.
Rustic Metaverse - La Era de la Ascensión “Hasta la más pequeña de las luces, se transforma en una guía en la más completa oscuridad.” J. E. Fourt "No es signo de buena salud, el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma" Jiddu Krishnamurti -----------------O----------------- "Cierra los ojos e inhala profundamente… Ahora exhala lentamente por la nariz", dice la voz femenina desde el celular. Ignacio entreabre los ojos y mira al mar. Las olas rompen con suavidad. El sol ya se oculta. Con su mano recoge algo de arena y la suelta: aún está tibia. "Inhala nuevamente y mantén el aire en tus pulmones por un instante". La playa está casi desierta. Una pareja camina de la mano a varios metros a su izquierda, y más lejos a su derecha; un pescador solitario que apenas se divisa a través de la bruma marina, recoge con su caña un anzuelo que retorna vacío. A sus 26 años, Ignacio aparenta ser más jove
El reloj del celular marca las 06:44 de la mañana sobre el velador. Un minuto después comienza a sonar una música suave que despierta a Ignacio. Con un ojo abierto busca a tientas el celular, hasta que lo encuentra: cancela la alarma y sigue durmiendo. Diez minutos más tarde la alarma vuelve a sonar. Estira el brazo y bota un vaso con agua desde el velador. —Mierda. —Levanta el celular y al ver la hora pega un salto de la cama. Dos horas más tarde ingresa a su trabajo caminando rápido, un poco agachado para que su cabeza quede por debajo de los paneles que separan los box, intentando ocultarse de su jefe. Pasa rápidamente por un laberinto de paneles hasta llegar a su espacio en donde se encuentra con alguien sentado en su silla. —Llegas cinco minutos tarde. Es la tercera vez este mes. Tendré que reportarte a la gerencia —dice su jefe, levantando su grueso cuerpo de la silla. —Es que… —No me interesan tus excusas, no es mi problema. Díselas al gerente de recursos humanos —concluye
El pub está lleno de gente. La terraza que da a la calle está iluminada sólo por pequeñas luces cálidas que cuelgan por todo el perímetro. En una de las mesas, junto a la calle, está Ignacio tomando una cerveza junto a su amigo Jaime, mirando abstraído las luces de los automóviles que pasan a su lado. —Ánimo compadre. En tu rubro hay harto trabajo. No vas a estar mucho tiempo cesante —dice Jaime. —Es que no quiero seguir trabajando así. Estoy harto de estos trabajos de m****a que pagan poco y te explotan como un puto esclavo —responde Ignacio. —¿Y qué pasa con tu negocio de informática? —Nadie me llama. He puesto avisos en todos lados. Algunas personas me escriben pero cuando les doy un presupuesto, no me hablan más. —Es por culpa de los inmigrantes. Ellos hacen el mismo trabajo por la mitad del precio. —No creo… Bueno, puede ser. Pero no es culpa de los inmigrantes. Ellos sólo buscan una vida mejor. La culpa es de los que prefieren pagarle menos a un inmigrante desesperado que a
“Y ahora vamos con las noticias internacionales”, dice la periodista en la edición central del noticiario. “Según las autoridades de Reino Unido, se habrían detectado al menos 20 personas contagiadas por una nueva cepa de COVID en ese país. El Departamento de Salud y Asistencia Social confirmó que no se trataría de una nueva variante, sino de una nueva cepa que sería más contagiosa y mortal que la original. Aunque se han encontrado pocos casos y su estudio lleva pocos días, se ha obligado nuevamente el uso de mascarillas en Londres, Bristol y Brighton. La Organización Mundial de la Salud dice que es probable que ya esté en otros países de Europa y la han bautizado como COVID-24”. «Hasta cuándo vamos a seguir con esto», piensa Ignacio, cambiando el canal a uno de documentales sobre naturaleza. Toma su celular y mira el chat con Theresa. La última frase “¿Estás?” de hace 3 días sigue con un solo tick. «¿Le habrá pasado algo?». En ese mismo instante aparece un segundo
El celular marca las 5:54 de la madrugada. La pantalla frente a su cama sigue encendida. Aparece una notificación, pero el celular está en silencio. Ignacio sigue durmiendo. Tres minutos después el sonido del teléfono se activa por sí solo. Llega otra notificación. Esta vez el sonido hace que Ignacio cambie de posición, pero continúa durmiendo. A los pocos segundos entra una llamada y comienza a sonar la canción Highway to Hell de AC/DC que usa como ringtone en su teléfono. Ignacio abre un ojo y mira la pantalla del celular. Es Theresa. Toma el teléfono y cuando va a presionar el botón para responder, la llamada se corta. Ve que hay 2 notificaciones. Ambas son de Theresa. Theresa: Estás? Theresa: HOLA!!! Ignacio: Si aquí estoy. Estás bien? Theresa: Sí, no hay problema. Sólo quería pedirte disculpas por haber cortado la conversación de repente. Es que entró mi compañera de departamento llorando a contarme un drama con su po
Jon observa atentamente la pantalla de su estación de trabajo cuando salta una alerta. Mueve el puntero del mouse y presiona con el botón izquierdo sobre esta. Aparece una lista de instrucciones y números que se despliegan sobre un fondo negro. La lista avanza hasta detenerse en un par de líneas. Key ID +41 566 6847 9878 --invalid key El agente, sentado en una gran sala llena de operadores y monitores, presiona una tecla sobre la pantalla táctil de un intercomunicador a su derecha y contacta a su superior directo. —Señor, tenemos una anomalía —dice Jon en inglés. —¿Qué clase de anomalía? —pregunta Morgan sentado en otra estación de trabajo más atrás, en un nivel del piso más alto. —Tenemos un enlace con una clave criptográfica que Athenea no ha podido resolver. —¿Qué tipo de clave? —Al parecer es una clave simétrica parecida a la AES, pero de 8192 bits con un tipo de algoritmo que nunca había visto —responde Jon. —Confirme los datos —dice Morgan y corta la comunicación. —Sí..