El radio de Jason suena nuevamente.
—Nos hemos comunicado con su embajada. Nos han confirmado que efectivamente había un equipo Delta operando en esta zona, pero que fueron abatidos por los putos terroristas. O sea, ustedes.
Jason comienza a enfadarse:
—Esa información no es correcta… Comuníquense con…
—Tienen cinco minutos para entregarnos a los rehenes o los sacaremos en bolsas plásticas.
—¡Si entran morirán los ancianos! —grita Charly.
—Los ancianos no son nuestra prioridad. Si los asesinan, ustedes serán los únicos responsables.
—Parece que el plan no está funcionando —dice Carol—. Para ellos los ancianos no son blancos de interés. Les da igual si los matamos.
—Los únicos blancos de interés son los chicos —dice Charly. Todos se miran en silencio.
Jason ingr
El equipo Delta se encuentra desarmado a unos 20 metros de los tres helicópteros del ejército chileno, que aterrizaron junto al Black Hawk en la playa frente a la gasolinera. Ignacio y Jessica se suben al que está al centro, escoltados por varios comandos que llevan máscaras antigases. Algunos se mantienen apuntando en todo momento a los Delta con sus rifles SIG SG 540. Una vez que todos han subido a sus respectivas naves, comienzan a elevarse. Ambos jóvenes levantan sus manos despidiéndose del equipo. Jason, de brazos cruzados, responde sólo con una sonrisa y asintiendo con su cabeza.—¡Adiós novato! —se despide Carol. Los demás integrantes del equipo observan resignados.La playa va quedando atrás con los Delta sobre la arena. Los helicópteros se adentran en el mar, para luego girar y avanzar paralelos a la costa con dirección norte.—¿Qué nos irán a hacer? —le pregunta Jessica a Ignacio, sentado junto a ella.—Supongo que todo va a depender de si ganamos o perdimos. Si el Ermitaño l
Una hora más tarde, el Eurocopter AS532 Cougar sobrevuela el helipuerto del hospital de Puerto Montt. Ignacio observa un gran número de carpas rectangulares blancas en los estacionamientos y jardines, que antes no estaban ahí. Hombres y mujeres de blanco se mueven, entrando y saliendo del hospital con bultos. El helicóptero finalmente aterriza.—Ya pueden bajar —dice uno de los comandos que abre la puerta. Ignacio desciende primero y ayuda a bajar a Jessica, que aún está con problemas de movilidad, debido a las lesiones que todavía no sanan por completo. Ambos caminan abrazados, alejándose de la aeronave en dirección a la entrada principal del hospital.—No pueden andar aquí sin mascarillas —dice una enfermera que se acerca, entregándoles luego una a cada uno.—Disculpe. Gracias —responde Jessica, colocándose la mascarilla de tela. La mujer se aleja en dirección a una de las carpas.—¡Perdone! ¡Una consulta! —grita Ignacio. La enfermera se detiene y gira.
Quince minutos más tarde, el vehículo se detiene frente a una cabaña de madera, con sus paredes exteriores revestidas por las típicas tejuelas de alerce que conforman la arquitectura tradicional del sur de Chile.—Llegamos —dice Ignacio, apagando el motor.Mira a Jessica. Ella le devuelve la mirada. Se quedan así un momento. «Ella me ha apoyado en todo… Y yo no le he preguntado nada sobre su familia o sobre lo que siente».Ignacio se siente culpable, egoísta.—Pase lo que pase de aquí en adelante, quiero que sepas que te agradezco de todo corazón tu apoyo… Y que te quiero mucho. Te prometo que apenas podamos, vamos a ir a buscar a tus padres. Estamos juntos en esto y seguiremos juntos.Jessica lo mira con ternura. Se a
El sol de la mañana en la Bahía de Dickenson, en la isla caribeña, brilla intensamente sobre las aguas color turquesa y las enormes hojas de las palmeras que contrastan con las blancas arenas. Por la playa de la extensa bahía, un pequeño grupo de personas aparecen de entre la vegetación y caminan por la arena hasta sentarse cerca de la orilla. Otros grupos aparecen más lejos por la misma playa, sentándose también mirando hacia el mar.En una montaña del sudeste asiático llamada Nong Khiaw, se han reunido un gran número de personas que se han sentado en sus faldas, mirando hacia el valle.En el desierto de Atacama en Chile, también se han reunido un gran número de observadores que se han situado debajo de quitasoles y carpas.Después de 20 minutos, cientos de otros lugares de la tierra se han llenado de personas, observando paisajes naturales en silencio.
Rustic Metaverse - La Era de la Ascensión “Hasta la más pequeña de las luces, se transforma en una guía en la más completa oscuridad.” J. E. Fourt "No es signo de buena salud, el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma" Jiddu Krishnamurti -----------------O----------------- "Cierra los ojos e inhala profundamente… Ahora exhala lentamente por la nariz", dice la voz femenina desde el celular. Ignacio entreabre los ojos y mira al mar. Las olas rompen con suavidad. El sol ya se oculta. Con su mano recoge algo de arena y la suelta: aún está tibia. "Inhala nuevamente y mantén el aire en tus pulmones por un instante". La playa está casi desierta. Una pareja camina de la mano a varios metros a su izquierda, y más lejos a su derecha; un pescador solitario que apenas se divisa a través de la bruma marina, recoge con su caña un anzuelo que retorna vacío. A sus 26 años, Ignacio aparenta ser más jove
El reloj del celular marca las 06:44 de la mañana sobre el velador. Un minuto después comienza a sonar una música suave que despierta a Ignacio. Con un ojo abierto busca a tientas el celular, hasta que lo encuentra: cancela la alarma y sigue durmiendo. Diez minutos más tarde la alarma vuelve a sonar. Estira el brazo y bota un vaso con agua desde el velador. —Mierda. —Levanta el celular y al ver la hora pega un salto de la cama. Dos horas más tarde ingresa a su trabajo caminando rápido, un poco agachado para que su cabeza quede por debajo de los paneles que separan los box, intentando ocultarse de su jefe. Pasa rápidamente por un laberinto de paneles hasta llegar a su espacio en donde se encuentra con alguien sentado en su silla. —Llegas cinco minutos tarde. Es la tercera vez este mes. Tendré que reportarte a la gerencia —dice su jefe, levantando su grueso cuerpo de la silla. —Es que… —No me interesan tus excusas, no es mi problema. Díselas al gerente de recursos humanos —concluye
El pub está lleno de gente. La terraza que da a la calle está iluminada sólo por pequeñas luces cálidas que cuelgan por todo el perímetro. En una de las mesas, junto a la calle, está Ignacio tomando una cerveza junto a su amigo Jaime, mirando abstraído las luces de los automóviles que pasan a su lado. —Ánimo compadre. En tu rubro hay harto trabajo. No vas a estar mucho tiempo cesante —dice Jaime. —Es que no quiero seguir trabajando así. Estoy harto de estos trabajos de m****a que pagan poco y te explotan como un puto esclavo —responde Ignacio. —¿Y qué pasa con tu negocio de informática? —Nadie me llama. He puesto avisos en todos lados. Algunas personas me escriben pero cuando les doy un presupuesto, no me hablan más. —Es por culpa de los inmigrantes. Ellos hacen el mismo trabajo por la mitad del precio. —No creo… Bueno, puede ser. Pero no es culpa de los inmigrantes. Ellos sólo buscan una vida mejor. La culpa es de los que prefieren pagarle menos a un inmigrante desesperado que a
“Y ahora vamos con las noticias internacionales”, dice la periodista en la edición central del noticiario. “Según las autoridades de Reino Unido, se habrían detectado al menos 20 personas contagiadas por una nueva cepa de COVID en ese país. El Departamento de Salud y Asistencia Social confirmó que no se trataría de una nueva variante, sino de una nueva cepa que sería más contagiosa y mortal que la original. Aunque se han encontrado pocos casos y su estudio lleva pocos días, se ha obligado nuevamente el uso de mascarillas en Londres, Bristol y Brighton. La Organización Mundial de la Salud dice que es probable que ya esté en otros países de Europa y la han bautizado como COVID-24”. «Hasta cuándo vamos a seguir con esto», piensa Ignacio, cambiando el canal a uno de documentales sobre naturaleza. Toma su celular y mira el chat con Theresa. La última frase “¿Estás?” de hace 3 días sigue con un solo tick. «¿Le habrá pasado algo?». En ese mismo instante aparece un segundo