XCV Experiencia religiosa

—No debiste hacer eso —lloraba Anahí, todavía en el suelo y con Unavi encima—, ya no lograré reunir la fuerza...

—Fuerza hay que tener para vivir, Anahí, no para morir —exclamó Unavi, con la pasión que la caracterizaba inflamando su voz y la fuerza de sus pulmones haciendo resonar sus palabras como si estuviera en el escenario y se hiciera oír hasta en el último rincón del teatro.

Anahí no era muy creyente, pero le pareció estar ante la presencia de un ser superior, un ángel.

—¿Nos conocemos? —preguntó, casi sin aliento.

Unavi había vuelto a su tono natural de cabello, Anahí la conocía rubia, y las gafas cubrían gran parte de su rostro.

—Tal vez Dios me puso en tu camino.

Su suave voz era celestial, etérea. A Anahí le pareció que un tenue resplandor dorado rodeaba todo el borde de su cuerpo. Era un ser divino. Brillaba tanto que le costaba mirarla.

Unavi la ayudó a sentarse. En el suelo donde había estado su cabeza, quedó una mancha de sangre como muestra de lo efusiva que había s
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